• Portada
  • Sobre nosotros
  • Contacto

Filo de la Tijera

Porque hay mucha tela para cortar

  • Delirios del Leviatán
  • Ecologías
  • Desanudando
  • Imaginaciones
  • Altermundos
  • Posiciones
You are here: Home / Archives for Delirios del Leviatán

Un Nobel sin escrúpulos

May 22, 2011 By Irizarry

.

En la truculenta operación escenificada en las afueras de Islamabad hay múltiples interrogantes que permanecen en las sombras, y la tendencia del gobierno de los Estados Unidos a desinformar a la opinión pública torna aún más sospechoso este operativo.

El personaje principal de la mitología constituyente del Estado de Seguridad Nacional actual, endurecido y sin restricciones en su fascistización acelerada a partir del 9-11 estadunidense, ha sido alegadamente abatido. Ha muerto Osama, lo han matado en una intervención militar secreta (pero muy difundida), impecable y contundente (eso es lo que se promueve como indudable, y como advertencia). Con eso se confirma el propósito de existencia, de vida (y muerte), de ese personaje llamado Osama. Vale más muerto que vivo. Curioso eco religioso es eso. Muy apropiado y consonante es con los fundamentalísimos autoritarios, políticos y religiosos, los que sostienen a este Estado de Seguridad Nacional exacerbado en sus delirios de Leviatán que no son sino su razón de Estado fascistizado. Es su razón de ser, indiscutible, la de la lucha entre el Bien y el Mal, anudada en esta década en este personaje que ahora pasa a su próximo momento de existencia (el dirigente ha muerto, pero su organización persiste, y en eso se confirma su vida, en la reencarnación de las inspiraciones posibles, con todas las amenazas de las venganzas que justifican más de lo mismo para este Estado en el cual vivimos). Acaso se pretende que esto sea para nosotros un ritual de Confirmación, de renovación de fe teologal, de fidelidad y asentimiento, en el cual abrazamos la protección del Estado en estos momentos de peligros que se reiteran a pesar y a través de de la victoria en contra del Mal (todo eso anda junto y mezclado, pues religioso es).

Las discusiones en torno a la muerte de Osama serán interminables a partir de su hecho mediático, y no tienen solución (no pueden tenerla). ¿Está muerto, de verdad? ¿Acaso se ha inventado el evento (mitológico es, tanto como ha sido mitológica su vida)? No importan esas preguntas. Podemos y tenemos que aceptar esa muerte que no se puede verificar (se ha diseñado así), porque ese no es el problema. Esa muerte es hecho político imaginario (y por eso es real en sus efectos), sea o no sea verdadera esa muerte. El problema sintomático es el circo mediático que muy cuidadosamente se ha ensamblado durante tantos años en torno a su vida, que ahora persiste actualizado y reactivado en torno a su muerte anunciada. Vale más muerto que vivo, o al menos vale tanto y lo mismo. Tenía que morir para que siguiera vivo. De no haber existido, se habría inventado su vida (por lo cual tarde o temprano había que inventar la necesidad de su muerte). Hacía falta un Enemigo para justificar la fascistización actual, la que se acelera en sus mutaciones a partir del 9-11 estadunidense, con sus vigilancias y espionajes internos y exteriores, sus restricciones de derechos y libertades (que hemos creído tener), sus militarismos y sus guerras permanentes renovadas.

Con el hecho mediático de la muerte de Osama se refuerza la celebración de los operativos secretos en manos de los comandos especializados con sus armas excepcionales superiores y exclusivas, y sus aparatos de detecciones y movilizaciones secretas y decisivas. Se celebran los métodos de interrogaciones excepcionales que ya se han normalizado (la tortura como política). Con ese hecho mediático se celebra la capacidad ejecutiva de un presidente que quiere venderse como progresista mientras lo que sigue haciendo es poco más que confirmar el poder de las tendencias de fascistización neoliberal que siguen marcando sus decisiones, en un momento de debilidad política (medida en términos de las negociaciones interminables para mantener lo sistémico en su lugar precario, pues también existen las luchas que se le oponen), dejando a un lado el derecho internacional, pues las excepciones normalizadas no lo requieren, y entonces se deshace ese derecho internacional en la arbitrariedades del momento que se impone ahora. Se confirma (y se busca reforzar una vez más) la función de los Estados Unidos como policía, juez y jurado unilateral del planeta globalizado (a lo neoliberal y en contra de las resistencias que quieren y buscan otras cosas). Ni hablar de la noción de la soberanía nacional en este contexto: se pretende que el planeta sea Imperial, y que cualquier lugar sea objetivo de intervenciones ortopédicas, sin que importen las fronteras (otro asunto es que las resistencias quieren y pretenden otros modos de vida). En pocas palabras, la muerte de Osama ha sido necesaria para mantener lo ensamblado en torno a su vida, todas esas agresiones necesarias para mantener y sostener los poderes dominantes.

¿Nos tapamos los ojos en todo esto? ¿El trasfondo aceptado es la autoridad del Patriotismo indiscutible de La Bandera, de La Nación (cualquiera que sea La Nación, pues la gente es otra cosa), el de todas las Nociones Maestras de las Verdades que nos buscan y quieren sujetarnos en las aceptaciones inciertas de todos estos autoritarismos que nos quieren consumir y consumar? ¡Qué lástima que tantos inocentes hayan muerto (y siguen muriendo) por esto y para esto, en tantos lugares (incluidos los nuestros), y que tantos queden discapacitados! Tal vez llegará el momento de una justicia que no se disfrace con la justificación de las venganzas que buscan legitimar los poderes. ¿Y nosotros, los otros, qué hacemos? Ya veremos, dijo el ciego.

Nota: Foto de Samantha Andresky, Darkroom.

 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=127653

Un Nobel sin escrúpulos

Atilio A. Boron
Rebelión

Un signo más de los muchos que ilustran la profunda crisis moral de la “civilización occidental y cristiana” que Estados Unidos dice representar lo ofrece la noticia del asesinato de Osama Bin Laden. Más allá del rechazo que nos provocaba el personaje y sus métodos de lucha, la naturaleza de la operación llevada a cabo por los Seals de la Armada de los Estados Unidos es un acto de incalificable barbarie perpetrado bajo las órdenes directas de un personaje que con sus conductas cotidianas deshonra el galardón que le otorgó el Parlamento noruego al consagrarlo como Premio Nobel de la Paz del año 2009. De acuerdo con lo establecido por Alfred Nobel en su testamento esta distinción, recordémoslo, debía ser adjudicada, “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.” El energúmeno que anunció al pueblo estadounidense la muerte del líder de Al-Qaida diciendo que “se ha hecho justicia” es la antítesis perfecta de lo estipulado por Nobel. Un comando operativo es lo menos parecido al debido proceso, y arrojar los restos de su víctima al mar para ocultar las huellas de lo que se ha hecbo es propio de mafiosos o genocidas. Lo menos que debería hacer el Parlamento noruego es exigirle la devolución del premio.

En la truculenta operación escenificada en las afueras de Islamabad hay múltiples interrogantes que permanecen en las sombras, y la tendencia del gobierno de los Estados Unidos a desinformar a la opinión pública torna aún más sospechoso este operativo. Una Casa Blanca víctima de una enfermiza compulsión a mentir (recordar la historieta de las “armas de destrucción masiva” existentes en Irak, o el infame Informe Warren que sentenció que no hubo conspiración en el asesinato de Kennedy, obra del “lobo solitario” Lee Harvey Oswald ) nos obliga a tomar con pinzas cada una de sus afirmaciones. ¿Era Bin Laden o no? ¿Por qué no pensar que la víctima podría haber sido cualquier otro? ¿Dónde están las fotos, las pruebas de que el occiso era el buscado? Si se le practicó una prueba de ADN, ¿cómo se obtuvo, dónde están los resultados y quiénes fueron los testigos? ¿Por qué no se lo presentó ante la consideración pública, como se hizo, sin ir más lejos, con los restos del comandante Ernesto “Che” Guevara? Si, como se asegura, Osama se ocultaba en una mansión convertida en una verdadera fortaleza, ¿cómo es posible que en un combate que se extendió por espacio de cuarenta minutos los integrantes del comando estadounidense regresaran a su base sin recibir siquiera un rasguño? ¿Tan poca puntería tenían los defensores del fugitivo más buscado del mundo, de quien se decía que poseía un arsenal de mortíferas armas de última generación? ¿Quiénes estaban con él? Según la Casa Blanca el comando dio muerte a Bin Laden, a su hijo, a otros dos hombres de su custodia y a una mujer que, aseguran, fue ultimada al ser utilizada como un escudo humano por uno de los terroristas. También se dijo que dos personas más habían resultado heridas en el combate. ¿Dónde están, qué se va a hacer con ellas? ¿Serán llevadas a juicio, se les tomarán declaraciones para arrojar luz sobre lo ocurrido, hablarán en una conferencia de prensa para narrar lo acontecido? Por lo que parece esta “hazaña” pasará a la historia como una operación mafiosa, al estilo de la matanza de San Valentín ordenada por Al Capone para liquidar a los capos de la banda rival.
Osama vivo era un peligro. Sabía (¿o sabe?) demasiado, y es razonable suponer que lo último que quería el gobierno estadounidense era llevarlo a juicio y dejarlo hablar. En tal caso se habría desatado un escándalo de enormes proporciones al revelar las conexiones con la CIA, los armamentos y el dinero suministrado por la Casa Blanca, las operaciones ilegales montadas por Washington, los oscuros negocios de su familia con el lobby petrolero estadounidense y, muy especialmente, con la familia Bush, entre otras nimiedades. En suma, un testigo al que había que acallar sí o sí, como Muammar Gadafi. El problema es que ya muerto Osama se convierte para los yihadistas islámicos en un mártir de la causa, y el deseo de venganza seguramente impulsará a las muchas células dormidas de Al-Qaida a perpetrar nuevas atrocidades para vengar la muerte de su líder.

Tampoco deja de llamar la atención lo oportuna que ha sido la muerte de Bin Laden. Cuando el incendio de la reseca pradera del mundo árabe desestabiliza un área de crucial importancia para la estrategia de dominación imperial, la noticia del asesinato de Bin Laden reinstala a Al-Qaida en el centro del escenario. Si hay algo que a estas alturas es una verdad incontrovertible es que esas revueltas no responden a ninguna motivación religiosa. Sus causas, sus sujetos y sus formas de lucha son eminentemente seculares y en ninguna de ellas -desde Túnez hasta Egipto, pasando por Libia, Bahrein, Yemen, Siria y Jordania- el protagonismo recayó sobre la Hermandad Musulmana o en Al-Qaida. El problema es el capitalismo y los devastadores efectos de las políticas neoliberales y los regímenes despóticos que aquél instaló en esos países y no las herejías de los “infieles” de Occidente. Pero el imperialismo estadounidense y sus secuaces en Europa se desvivieron, desde el principio, para hacer aparecer estas revueltas como producto de la malicia del radicalismo islámico y Al-Qaida, cosa que no es cierta. Santiago Alba Rico observó con razón que en pleno auge de estas protestas seculares -anti-políticas de ajuste del FMI y el Banco Mundial- un grupo fundamentalista desconocido hasta entonces asesinó al cooperante italiano Vittorio Arrigoni, activista del Movimiento de Solidaridad Internacional, en una casa abandonada en la Franja de Gaza. Pocas semanas después un terrorista suicida hace estallar una bomba en la plaza Yemaa el Fna, uno de los destinos turísticos más notables no sólo de Marruecos sino de toda África, y mata al menos a 14 personas. “Ahora –continúa Alba Rico- reaparece Bin Laden, no vivo y amenazador, sino en toda la gloria de un martirio aplazado, estudiado, cuidadosamente escenificado, un poco inverosímil. ‘Se ha hecho justicia’, dice Obama, pero la justicia reclama tribunales y jueces, procedimientos sumariales, una sentencia independiente.” Nada de eso ha ocurrido, ni ocurrirá. Pero el fundamentalismo islámico, ausente como protagonista de las grandes movilizaciones del mundo árabe, aparece ahora en la primera plana de todos los diarios del mundo y su líder como un mártir del Islam asesinado a sangre fría por la soldadesca del líder de Occidente. La Casa Blanca, que sabía desde mediados de Febrero de este año que en esa fortaleza en las afueras de Islamabad se refugiaba Bin Laden, esperó el momento oportuno para lanzar su ataque con vistas a posicionar favorablemente a Barack Obama en la inminente campaña electoral por la sucesión presidencial.

Hay un detalle para nada anecdótico que torna aún más inmoral a la bravata estadounidense: pocas horas después de ser abatido, el cadáver del presunto Bin Laden fue arrojado al mar. La mentirosa declaración de la Casa Blanca dice que sus restos recibieron sepultura respetando las tradiciones y los ritos islámicos, pero no es así. Los ritos fúnebres del Islam establecen que se debe lavar el cadáver, vestirlo con una mortaja, proceder a una ceremonia religiosa que incluye oraciones y honras fúnebres para luego recién proceder al entierro del difunto. Además se especifica que el cadáver debe ser depositado directamente en la tierra, recostado sobre su lado derecho y con la cara dirigida hacia La Meca. ¿Con qué celeridad tuvieron que ser hechos el combate, la recuperación del cadáver, su identificación, la obtención del ADN, el traslado a un navío de la Armada estadounidense, situado a poco más de 600 kilómetros del suburbio de Islamabad donde se produjo el enfrentamiento y finalmente navegar hasta el punto donde el cadáver fue arrojado al mar como para respetar los ritos fúnebres del islam? En realidad, lo que se hizo fue abatir y “desaparecer” a una persona, presuntamente Bin Laden, siguiendo una práctica siniestra utilizada sobre todo por la dictadura genocida que asoló  la Argentina entre 1976 y 1983. Acto inmoral que no sólo ofende a las creencias musulmanas sino a una milenaria tradición cultural de Occidente, anterior inclusive al cristianismo. Como lo atestigua magistralmente Sófocles en Antígona, privar a un difunto de su sepultura enciende las más enconadas pasiones. Esas que hoy deben estar incendiando las células del fundamentalismo islámico, deseosas de escarmentar a los infieles que ultrajaron el cuerpo y la memoria de su líder. Barack Obama acaba de decir que después de la muerte de Osama Bin Laden el mundo es un lugar más seguro para vivir. Se equivoca de medio a medio. Probablemente su acción no hizo sino despertar a un monstruo que estaba dormido. El tiempo dirá si esto es así o no, pero sobran las razones para estar muy preocupados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Filed Under: Delirios del Leviatán

Estudiantes nos hablan sobre la lucha que continúa en la Universidad de Puerto Rico

March 19, 2011 By Rivera

“Pero, ¿qué hay de peligroso en el hecho de que las gentes hablen y de que sus discursos proliferen indefinidamente? ¿En dónde está por tanto el peligro?”

Michel Foucault
El Orden del Discurso

¿Cómo es que se busca silenciar la palabra? Se le excluye porque se prohíbe. Se designa como locura, en contra de la Razón. Se designa como falsa, oponiendo lo Verdadero. Se regula desde dentro con el comentario que asigna interpretaciones y significados, y convocando la necesidad de un Autor que cargue la autoridad de lo certero y aceptable, y al cual se reduce el origen indudable y sereno del discurso. Se encajona en una Disciplina, sin la cual no tiene sentido ni es aceptable. Se determinan las condiciones de su utilización restringida con rituales requeridos, encerrándola en espacios regulados, adecuándola a los poderes y sus saberes. Y a pesar de todo eso la gente busca y encuentra sus palabras, las difunden, y las hacen insurgentes. Son otras las verdades y los discursos que se descubren e inventan así fuera del orden del discurso. A pesar de todo, l@s estudiantes siguen hablando, por tod@s l@s que todavía no hemos tenido la oportunidad de hablar, recordándonos que vale la pena luchar por la palabra y que es necesario hablar de esas luchas.

Comentario introductorio basado en: Foucault, M. (1970) El Orden Del Discurso. Barcelona: Tusquets Editores.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: Educación pública, huelga, protesta estudiantil, Rio Piedras, Universidad de Puerto Rico, UPR

El ascenso de la extrema derecha es un eco siniestro

November 29, 2010 By Irizarry

Saturno devorando a sus hijos
Saturno devorando a sus hijos

.

Sea en los partidos ultranacionalistas europeos (un sector que posee raíces explícitas neonazis o neofascistas), o en los grupos políticos más reaccionarios de EE.UU., Occidente presencia un ascenso de la extrema derecha que no se veía desde los años treinta del siglo pasado. Entonces la Gran Depresión había nutrido movimientos populares de extrema derecha, y la llamada Gran Recesión actual parece que está provocando algo semejante. […] La influencia actual de la extrema derecha sobre nuestro cuerpo político recuerda una inquietante memoria de hace algunos años. Mientras caminaba por la exposición del campo de la muerte de Auschwitz, una fría mañana de enero, me di cuenta de que los que participaron en ese indescriptible crimen no eran tan diferentes de mi persona o de cualquier otra. Hicieron compromisos, primero pequeños –para mantener sus relaciones sociales, conservar sus puestos de trabajo– hasta que ‘cruzaron la línea’. En ese momento, oré a Dios para llegar a tener el valor de expresar mi opinión cuando me vea enfrentado con dilemas semejantes, a pesar de las consecuencias para mi persona.

Pues sí, ocurre por doquier, pero ese endurecimiento de las perspectivas, posiciones y prácticas políticas que se manejan institucionalmente es efecto y consecuencia, no origen ni causa. Esto que vemos como parte de la crisis actual en lo económico y lo político es parte de un proceso de largo plazo que irrumpe abiertamente en septiembre de 2001, que desata un periodo de autoritarismo acelerado, profundo, extenso y fortalecido del Estado. Ello ha tomado cuerpo en las legislaciones que consolidan un régimen de excepción caracterizado por la proliferación abierta y obvia de la vigilancia y los controles represivos, usando como pretexto la guerra en contra del llamado terrorismo, proceso ampliado en el cual lo que hasta ese momento había sido Estado oculto o paralelo forjado en la sombra de la Guerra Fría pasa a ser la nueva forma tendencial reinante del Estado neoliberal actual. Podemos llamarlo el Estado de Seguridad Nacional. No se reducen esas transformaciones a los Estados Unidos, pues bajo la égida estadunidense, y en coincidencia con otros ejes neoliberales como Gran Bretaña y otros Estados de la Unión Europea, se han establecido redes simétricas y coincidentes, transnacionales, con las mismas características y enarbolando las mismas premisas, propósitos y estrategias (1).

Habría que hablar de fascistización, si acaso queremos ser más rigurosos, y si reconocemos el predominio logrado y explícito del aparato policíaco, de vigilancia y control, en este contexto de exacerbaciones estatalistas y nacionalistas imperiales, pero esa fascistización no viene como amenaza y peligro de los ascensos de las derechas extremas. Esa fascistización se viene trabajando desde hace rato con las transformaciones del Estado, desde dentro, y lo que hace el ascenso de las tendencias ultraderechistas es reforzar ese proceso de manera desigual, movilizando resentimientos e incertidumbres que se aprovechan para apoyar al capital y su Estado en un contexto de inestabilidades que son inevitables mientras sigan dominantes las políticas que benefician a los capitales del neoliberalismo. Para ese capital y su Estado, sus propias poblaciones son el peligro que hay que atajar y encuadrar, el riesgo que hay que administrar. Se aprovecha además lo que ha sido una movilización muy exitosa de las masas en torno al militarismo y al nacionalismo xenófoba, centrada en la llamada seguridad nacional transmutada en un imaginario paranoico de seguridad personal que se ve constantemente reforzado por las otras “guerras”, como la guerra en contra del crimen, a pesar de que la narcoestatización es componente ineludible del neoliberalismo contemporáneo.

Este ascenso actual de derecha que ahora aparece exagerado, obvio y mucho más militante, tiene una larga historia de cultivo y gestación que va de la mano con la historia que lleva al predominio del neoliberalismo y con los cambios en el Estado que le abren camino y lo requieren, que en los Estados Unidos habría que ubicar en la transición que va de Nixon a Reagan, pasando por Ford y Carter (2). Es fascistización neoliberal que ahora ya está en acto en primer plano, en los puestos administrativos del poder, que no llega por culpa o causa del auge ultraderechista, sino que es fascistización que cobija y alimenta a ese auge. Su forma actual, la del ensamblaje manifiesto del Estado de Seguridad Nacional, nos llega a partir de la coyuntura que se abre en septiembre de 2001. Se abre ese capítulo bajo Bush II, y sigue en sus líneas y tendencias bajo Obama (3).

Las formas retroactivas más burdas que reaparecen en el proceso de fascistización actual, las que nunca se han ido, las que remiten directamente a las fascistizaciones históricas en sus momentos iniciales, tienen al menos dos caras. Tienen su clientela entusiasta y tajante en contra de cualquier forma democrática de convivencia. Al mismo tiempo resultan en refuerzos populistas paradójicos de protesta revoltosa de apariencia espontánea, que se presentan a veces como pretensión de desacuerdo democrático, pero tienden a favorecer la fascistización que se actualiza en el neoliberalismo. Proveen tarde o temprano más excusas y pretextos para la intervenciones policíacas de largo plazo que siguen su proceso de consolidaciones en el aparato de vigilancia y control, y fortalecen además la estrategia neoliberal en contra de todo programa de gobierno que pretenda sostener alguna variación de apoyos sociales que se perciban como amenaza a las ganancias irrestrictas de los capitales. Esas son luchas internas al capital neoliberal y sus representaciones políticas, no en contra de sus estrategias ni de su Estado, sino en contra de algunos aspectos de su gobierno (4). Son parte de movilizaciones populistas de derecha, que no afectan al neoliberalismo (al contrario, lo apoyan incondicionalmente) ni a su Estado (en sus estrategias de vigilancias, encuadramientos y represiones). La paradoja es también que se sigue desmantelando el aparato Estatal que había servido de intento de gobierno paliativo ante los embates del capital neoliberal mientras se refuerza el Estado en sus aspectos represivos, policíacos y militares. La privatización cumple dos tareas en este contexto, una de abrir puertas para nuevas zonas de ganancias privadas en lo que hasta ahora había sido lo “social” conquistado (los servicios, la escolarización), al mismo tiempo que impone nuevas expropiaciones radicales en el entorno natural (el genoma como propiedad corporativa y la agricultura modificada genéticamente, amparadas en las protecciones de la propiedad de los capitales), y otra que desarrolla todo un aparato suplementario de vigilancia y represión, con lo cual si bien se privatiza lo estatal al mismo tiempo se estataliza lo privado (pues cumplen funciones de Estado, desde los mercenarios “contratistas” en el campo inmediato de las guerras, hasta la participación de las empresas en el rastreo y colección de informaciones hasta ahora protegidas como privadas, creando así una industria de la vigilancia y la sospecha, y del delato).

No desaparece el Estado nacional en este proceso. Lo que está en juego es una reorganización de las jerarquías de las soberanías Estatales, que se desplazan a niveles multinacionales y transnacionales, sin que se dejen a un lado ni se cancelen los espacios jurídicos, políticos y geográficos de los Estados nacionales que siguen siendo los focos estratégicos en los cuales se intentan manejar y administrar las luchas inevitables producidas en el mismo proceso. La tendencia es la transnacionalización sin que se cancelen los espacios nacionales, aunque sean todos esos espacios más contradictorios y móviles en sus incertidumbres. Ese es el hecho que persiste, que los espacios nacionales sean espacios de insurgencias potencialmente anticapitalistas, o al menos que produzcan reorganizaciones políticas que lo lleven todo a los límites, a los umbrales de transformaciones posibles, y no ya solo a los espacios de los cambios y ajustes aceptables, y que esas insurgencias busquen a su vez sus potenciales transnacionales. Son esos incrementos de los niveles de conflicto inmediato y potencial los que requieren, de parte de los aparatos de gobierno (nacionales y transnacionales), un endurecimiento fascistizado que busca recubrir todas las fronteras físicas y virtuales (incluyendo las móviles fronteras cibernéticas). Eso se entiende si se entiende que las formas y procesos de gobernanza transnacional (económica y política) están en manos de los aparatos de gestión de los capitales neoliberales, de sus conglomerados corporativos multinacionales, en las conjunciones de los dispositivos de intervenciones y controles militares, policíacos, financieros y políticos e ideológicos, pues son esas las muchas caras inseparables de los poderes aferrados. La crisis actual les pertenece, es suya, y saben que no pueden perder las apuestas. La otra cara de esto es que no hay luchas resistentes o alternativas, que sean completamente viables en espacios nacionales exclusivos (pues no existen). El neoliberalismo tiene una sola voz, pero es réplica, resonancia y eco multinacional, transnacional. Es un mismo discurso, una misma estrategia con la misma retórica de dominación. Es legión, y a ese demonio hay que nombrarlo. Las resistencias, a su vez, buscan sus voces coincidentes. Ahí reside su potencia.

Lo más importante es evitar las nociones sedimentadas que obstaculizan el pensamiento de la mutación Estatal actual. Habría que entender que la fascistización no está por llegar, sino que está ya en proceso avanzado de desarrollo, desigual y diferencial, pero claro y contundente. Es una fascistización que no ha llegado con las banderas, uniformes o dirigentes del pasado, sino que se arropa y protege con las banderas y dirigentes del presente, y que surge desde dentro de los aparatos Estatales y de gobierno que le preceden y la producen.

Si se reduce una noción de fascismo a una lectura superficial de las experiencias históricas de la Alemania nazi, y si a su vez se reduce esa experiencia al racismo, se logra entonces encubrir y desplazar convenientemente lo que fueron las fascistizaciones históricas, que a su vez fueron diferenciales en sus desarrollos (centrales y periféricas, con coincidencias de miltarismos, clericalismos y fundamentalismos, y mucho más inclusivas en sus persecusiones y genocidios, pues nunca se limitaron al antisemitismo). Se impide reconocer además que los fascismos históricos sí tuvieron atributos definitivos que debemos reconocer ahora como tendencia actualizada del Estado y sus aparatos (represivos e ideológicos): el fortalecimiento del  dominio del aparato ejecutivo, desde las primeras formas de Estatismo autoritario hasta la consolidación actual del autoritarismo exacerbado, incluida la arbitrariedad necesaria para su funcionamiento; el predominio del aparato policíaco, de seguridad y vigilancia, (extendidas esas funciones a nivel transnacional) hechos a la medida del Enemigo imaginario (indefinido e infinito); el nacionalismo xenófoba, mesiánico (salvador de la humanidad en nombre de las reivindaciones de igualdad, y de las producciones y consumos del neoliberalismo) y militarista, que coincide con los fundamentalismos religiosos (5); la actualización de los racismos y las discriminaciones con todas las jerarquías y exclusiones que los sostienen a pesar y a través de ciertas integraciones necesarias y aceptables (encuadradas), pero sin olvidar las exclusiones acusatorias de los enemigos designados; las agresiones imperiales incrementadas en el contexto de las guerras preventivas de control geoestratégico de zonas, recursos y poblaciones (6); la movilización permanente de las masas en torno a los temas y estrategias de la llamada seguridad nacional imaginada y transmutada como seguridad personal en lo cotidiano, pues vivimos una coincidencia entre varias estrategias del miedo que resultan en la fusión de las estrategias ideológicas, represivas y de control de la Guerra Fría con las de la guerra en contra del crimen (7), ambas confundidas en sus premisas y su actualización en la estrategia del miedo de la llamada guerra en contra del terror.

La consigna que prevalece en todo esto desde la perspectiva del Estado es Ley y Orden, siempre y cuando sean la Ley y el Orden del Estado y del gobierno neoliberales. Con esa retórica del poder se justifica un imperativo autoritario y tecnocrático (que se presenta como “racional” y que pretende trascender las luchas del proceso mismo). Resulta, sin embargo, que esas estrategias son las de la eficiencia del presupuesto y de los procesos administrativos del gobierno como vehículo del capital, y de las ganancias de los comportamientos neoliberales, todo ello subordinado al punto de vista de los beneficios de los capitales dominantes. Ello no tiene sentido a menos que no se piense desde la Razón de Estado fascistizada. Tales estrategias no evitan las inestabilidades que pueden llegar a ser muy peligrosas para los capitales y su Estado y gobierno (al contrario, las provocan y producen), y tienen que reprimirlas, y buscan manejarlas. Lo que resulta de esa consigna de Ley y Orden es que se desmantela lo que quedaba de los preceptos constitucionales que permitían formalmente las protestas, y las quiere enjaular en lo aceptable. Las zonas de “libre expresión” y la prohibición de manifestaciones resistentes en las zonas consideradas como críticas e intolerables, las que tienden a quedar fuera de los controles y encuadramientos Estatales, son una consecuencia necesaria. La instauración judicial de un Estado de excepción es parte del proceso. El golpe de Estado como proceso judicial y jurídico establece la excepción como ausencia de la ley en el eje de la ley fascistizada, lo cual entroniza lo arbitrario como norma de Estado. ¿Hemos perdido la memoria del golpe judicial que instaura a Bush II? ¿Olvidamos o no reconocemos la proliferación continuada de las excepciones normalizadas a través de decisiones de las cortes y de las retóricas de gobierno?

Todas esas estrategias intentan sostener la eficacia de los aparatos de seguridad (de control y represión) que se construyen para justificarlas y ejecutarlas. Si acaso queremos evidencia de su eficiencia solo hay que pensar un poco sobre el episodio más reciente relacionado con la seguridad de los viajeros en los aeropuertos, el día de Acción de Gracias en los Estados Unidos (noviembre del 2010). El brote de protesta en contra de los nuevos procedimientos de seguridad mucho más invasivos, e incómodos y abusivos, se desinfló con la aceptación generalizada de su necesidad. Se busca y se logra con suficiente éxito movilizar a las masas a favor del Estado de Seguridad Nacional, a pesar de las críticas y oposiciones publicadas y difundidas que, a la hora de la verdad, no han sido suficientes (esa es la mediación mediática del poder). Por ello no basta hablar de Estado policíaco ni de sociedad de vigilancia, pues ambos términos implican una exterioridad de lo represivo, y lo que vemos y vivimos es otra cosa, es una confluencia (inestable, tal vez, pero funciona), en lo cotidiano, a favor de los controles y las vigilancias. Al mismo tiempo vemos que la vejación, el abuso y la humillación, se hacen política de Estado, protegida en una red de justificaciones oportunistas. No es casual que en muchas instancias sean las mujeres las víctimas preferidas. De eso se sabe en Chile, Argentina, en Uruguay y en México, y en Puerto Rico, y en tantos otros países y lugares. Eso concentra todos los autoritarismos disponibles, y tantos otros que se siguen inventando, especie de retorno del castigo público que el Monarca impone en su impunidad en contra de nuestros cuerpos cotidianos, en los cuales luchamos. La vigilancia entonces requiere su castigo manifiesto, inmediato e indudable como advertencia y amenaza, y se apoya en una aceptación incierta pero persistente. Entonces, la vigilancia misma es represión, y la represión es vigilancia porque es prevención por ser amenaza, como ciclo que en su tendencia busca ser infinito para los poderes. Eso es lo que busca. Hay que administrar los cuerpos, hay que lograr su sumisión. ¿No es eso acaso forma de intervención que tiene continuidad y que es compatible con la tortura, en lo microscópico palpable de las intervenciones Estatales y en los microfascismos cotidianos que se confunden y coinciden con las líneas mayores de los ejercicios de los poderes polícíacos?

¿Que no tenemos campos de concentración? ¿Que no tenemos tortura como política Estatal establecida? ¿Hacen falta para confirmar un proceso de fascistización, más ? Digamos que sí, y digamos que sí tenemos los campos de concentración y que la tortura es política sistémica en el aparato militar. Con respecto a la tortura, solo cabe recordar el escándalo reciente de la pubicación de multiples documentos secretos a través de Wikileaks, que confirman la tortura como práctica común, directa e indirectamente, en persona o a través de los aliados y asociados en las guerras actuales (8). No olvidemos los primeros indicios explícitos de esa práctica en Abu Ghraib, situación que se quiso descartar como obra de uno que otro desviado, pero que actualmente confirmamos como trasfondo de muchas y demasiadas operaciones militares. Los campos de concentración sí existen, desde Guantánamo hasta las redes de prisiones secretas ubicadas en jurisdicciones fuera de los Estados Unidos, que están de facto bajo su control. Tienen además su sistema paralelo de justicia excepcional basado en tribunales militares especiales, sistema que pretende procesar a cualquiera que se designe como combatiente enemigo, sin que importe su origen nacional. Las detenciones permanentes en esta red de encarcelamiento, sin recurso judicial, ya están aprobadas luego de haber estado en acto desde poco despues del 11 de septiembre de 2001. Los americanos tienen su Gulag, y funciona, coordinado con muchos otros países que se han alineado en esa red represiva. Pensemos en las entregas extraordinarias (“extraordinary renditions”) que siguen ocurriendo. Todo ello, las torturas y las prisiones especiales, están amparadas por las medidas jurídicas y judiciales que se han implantado en los Estados Unidos y que se han impuesto en el mundo de sus asociados. Es el Estado de excepción en plenas funciones transnacionales. Sus premisas son aplicables a los diversos territorios nacionales, incluidos los Estados Unidos (9). Podemos añadir que por primera vez en la historia de los Estados Unidos se ha creado el Comando del Norte, con permiso y propósito declarado de intervención militar directa en el territorio nacional en caso de que se determine ello como necesario a partir de una “crisis” indeterminada. Ni hablar de la inmunidad impuesta a favor de las tropas estadunidenses en sus intervenciones internacionales, y de la extensión de las redes militares en las zonas percibidas como más inestables y estratégicas (Colombia como base de operaciones ampliada en el continente Sur, Honduras resguardada a ritmo de golpe de Estado en contra de todo cambio que tenga sospecha progresista).

El Estado de Seguridad Nacional reúne y concentra todas las características de una fascistización actualizada que es mucho más agresiva y peligrosa porque es mucho más extendida que las fascistizaciones históricas. Es mucho más peligrosa porque no tiene contrapeso internacional, pues en ese imperio del poder fascistizado no hay exterioridad. Tampoco ha tenido hasta ahora contrapeso nacional, pues las oposiciones siguen diluidas en los reclamos liberales que hace tiempo no son viables, porque el partido único de la fascistización se ha constituido ya desde dentro del gobierno sin que importen los colores de sus banderas electorales. En esa cama grande duermen todos, aunque se acomoden en espacios distintos.

El ascenso militante de la ultraderecha bien puede agravar la situación, pero hay que ver que no es causa, sino consecuencia y parte de un proceso de endurecimiento del poder. Esta fascistización, que busca y logra extenderse en lo cotidiano, encuentra múltiples apoyos en los microfascismos que han seguido proliferando a través de las culturas de los consumos y coexistencias actuales (materiales e inmateriales, ideológicos), que en tantos aspectos legitiman las violencias diarias y las resuelven imaginariamente a través de lo policíaco. ¿Cuáles sujetaciones autoritarias buscan y logran sus reconstituciones diarias? ¿Cómo salimos de este simulacro, de creer que lo que ya ocurre y se consolida todavía está por venir?

El ascenso de la ultraderecha confirma las tendencias de este capitalismo neoliberal que, como nunca antes, busca devorar a sus propias poblaciones como si fuesen desechables en la subordinación que impone la prioridad de las ganancias ilimitadas en contra de la vida de las personas y del planeta. Es Saturno devorando a sus hijos.

¿Seremos capaces de tomar las decisiones y emprender las acciones cotidianas que nos alejen de tales procesos, las que nos lleven a actuar en contra de esta fascistización de manera que no nos quedemos en más de lo mismo, que no quedemos conformes con las protestas y revueltas pasajeras y aceptables, que nos permitan conquistar espacios alternativos de lucha que no se dejen agarrar por las burocracias (grandes y pequeñas, tiernas y podridas) con pretensiones de vanguardias oportunistas o de mediaciones conformistas disfrazadas de las retóricas oportunistas de moda, y a veces tan repletas de las militancias de los catecismos fracasados? No necesitamos dirigentes ni héroes, sino movimientos amplios y multifacéticos, coincidentes y capaces de renovarse a pesar de los contratiempos. Esto requiere una voluntad y una perspectiva de democratización insolente, paciente y peristente, de las luchas que buscan y encarnan alternativas. Eso es lo único que puede abrir las puertas de una masificación creativa y atrevida, móvil y ágil, capaz de oponerse a la fascistización actual en todos sus aspectos. Eso también existe, a pesar de todos los atentados en su contra (de parte de las derechas y de las “izquierdas”, en sus siniestros movimientos de pinza que reiteran tantas tristes coincidencias que buscan mantenimiento en vez de transformaciones), y eso hay que protegerlo y estimularlo a través de todas sus incertidumbres y sus aciertos. Las luchas existen pues son inevitables, porque constituyen nuestro momento (siempre han sido eso), y no se puede decretar su suspensión conveniente. En esas luchas existimos, y no se dejan cancelar esas luchas porque siempre estamos en medio de algo, en medio de alguna lucha.

Si acaso existimos es porque resistimos. Solo que hay que tomar posición, y eso es lo que siempre también se hace, y tal vez la toma de partido sea a favor de las democracias posibles y en contra de las dominaciones y sujetaciones tan tercas en las cuales seguimos acosados creyendo que somos tan libres. Esas dominaciones y sujetaciones no desaparacen por su cuenta, y entonces hay que asumir que las libertades siempre hay que volver a hacerlas, producirlas, mantenerlas y ampliarlas, y eso no sucede sino en lucha. Hay que quitar las dominaciones y sujetaciones, y hay que quitarlas ahora como nunca antes, pues se endurecen descaradamente y con mucha prisa en todo el espectro político. Al poder, a los poderes, apenas le quedan escondites, y eso se lo debemos a las luchas insistentes. La pregunta es entonces si podemos deshacer a esos poderes y hacer otra cosa, en la luchas y a partir de las luchas que no se dejan suprimir. Hay que insistir. En esto se nos va la vida.

A ver si así llegamos a ser un pedazo de tierra que valga la pena, pero para nosotros, para nosotros y no para los capitanes del capitalismo de la fascistización neoliberal y de su Estado y gobierno. Aquí se juega todo para buen rato. Ya basta.

Notas:

(1) Sobre el fin del Estado de derecho, la emergencia del Estado de excepción y la criminalización de las disidencias, tenemos a Jean-Claude Paye. Es análisis reciente y sistemático, muy bien documentado, que arroja luz sobre las dimensiones multinacionales del proceso:

Paye, J-C. (2007). Global War On Liberty. New York, NY: Telos Press Publishing.

(2) De Nixon podemos recordar la crisis política de espionaje interno, que revela la existencia de programas de vigilancia y represión, como Cointelpro. Vean al respecto: http://www.icdc.com/~paulwolf/cointelpro/cointel.htm Esos dispositivos represivos, a pesar de duras críticas y de las investigaciones senatoriales de la Comisión Church, nunca se desmantelaron por completo, sino que se reciclaron y reconstituyeron bajo otras formas y jurisdicciones. Heredan de la tradición política anticomunista del macartismo y de las tendencias de vigilancia represiva del FBI bajo Hoover. De esa época de principios de la Guerra Fría sale la primera legislación sobre la llamada seguridad nacional, junto a los primeros pasos de la creación y consolidación del complejo militar-industrial sobre el cual advirtió Eisenhower, y en ese momento apenas asoma su cabeza esa serpiente, por si acaso hay que buscar la iniciación incierta de esa tendencia que ahora define las formas de la política y de lo político en este Estado. Vean: Stuart, D. T. (2008). Creating The National Security State: A History Of The Law That Transformed America. Princeton, NJ: Princeton University Press. Además, sobre el mismo proceso: Hogan, M. J. (1998). A Cross of Iron: Harry S. Truman And The Origins of the National Security State. New York, NY: Cambridge University Press. De Carter podemos recordar su función como padre fundador de la Comisión Trilateral, que inicia e impulsa los aparatos transnacionales de gobernanza estatales del capital multinacional en función de los intereses de los ejes y potencias del capitalismo multinacional. Sobre ese desarrollo estratégico, vean: Sklar, H. (Ed.). (1980). Trilateralism. Boston, MA: South End Press. De Reagan habría que recordar la apertura irrestricta de las políticas neoliberales y de agresiones internas y externas incrementadas, junto a su colega Margaret Thatcher, ambos íconos de los neoliberales neoconservadores por su capacidad de desmantelar y reabsorber las oposiciones y resistencias. Su momento consolidó además las iniciativas y victorias ideológicas del neoliberalismo en todos sus aspectos, apoyado por el fundamentalismo religioso de la derecha cristiana, alianza que ha continuado y sigue siendo vital para ellos. Tal vez lo más importante en todo este proceso es que esas tendencias no logran su lugar sin las insuficiencias y las derrotas de las oposiciones en lucha que no fueron capaces de devenir alternativas sustentables en las perspectivas y escalas requeridas. Ellos, los poderes fascistizados actuales, están aquí y ahora porque en demasiados aspectos lo hemos permitido. Ahora hay que enfrentar las consecuencias, y ojalá que no se cometan los mismos errores.

(3) Mucho y bastante habría que escribir sobre esa fascistización que vivimos, que es estructural y de largo plazo en sus efectos y consecuencias. Basta en este momento una que otra referencia que permitirá tal vez una discusión subsiguiente. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) ha seguido de cerca varios de los cambios fundamentales que definen ese proceso en lo jurídico y legal, sin que lo llame por su nombre: http://www.aclu.org/national-security/establishing-new-normal La legislación clave que inicia el desmantelamiento actual y agresivo de las libertades civiles, el Patriot Act, ha sido objeto de estudio por parte de la ACLU y otras organizaciones: http://www.aclu.org/national-security/usa-patriot-act Por otra parte, está la preocupación reitarada del desarrollo de la llamada “sociedad de la vigilancia”, que apunta a los procesos en marcha: http://www.aclu.org/technology-and-liberty/bigger-monster-weaker-chains-growth-american-surveillance-society Otras organizaciones, como el Center for Constitutional Rights, han seguido la crítica al creciente extensión del poderío del Estado: http://ccrjustice.org/ Han destacado además lo que designan como abuso del poder gubernamental, que no es sino un excedente de poder necesario e inevitable en este proceso: http://ccrjustice.org/government-abuse-power Sobre el espionaje doméstico, que es lo que podríamos reclamar (¿todavía?) como inconstituconal, la ACLU añade: http://www.aclu.org/spy-files El internet es objetivo estratégico en todo esto, por sus capacidades inmediatas y simultáneas de resistencias posibles. Vean la página del Electronic Frontier Foundation: http://www.eff.org/ Los intentos de regulación extrema regresan a la legislatura de Estados Unidos: http://www.cbsnews.com/8301-501465_162-20029302-501465.html Además sale a la luz pública (Washington Post) la extensión de la industria del espionaje y de la seguridad nacional, nuevo sector que crece vertiginosamente amparado por el Estado, al mismo tiempo que se extienden las funciones del FBI y coinciden con las funciones de otras agencias de larga tradición represiva y de espionaje, como lo son la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA): http://projects.washingtonpost.com/top-secret-america/articles/national-security-inc/ Sobre el desarrollo acelerado de la NSA luego del 11 de septiembre, vean además: Bamford, J. (2008). The Shadow Factory: The Ultra Secret NSA From 9/11 to the Eavesdropping of America. New York, NY: Doubleday. La internacionalización del FBI, y las funciones de espionaje doméstico de la CIA van de la mano en todo esto, tanto así como la fusión y confusión de sus tareas y funciones, a pesar y a través de sus asperezas y competencias burocráticas.  El ensamblaje de la burocracia del departamento de seguridad interior (Department of Homeland Security, DHS por sus siglas en inglés), confirma y acelera la tendencia. El DHS reúne y concentra agencias hasta ahora dispersas que se encargan de la vigilancia y la prevención represiva, aparte de crear agencias nuevas, y las extienden desde las instancias federales hasta las estatales y locales, con los llamados centros de fusión de inteligencia (Fusion Centers): http://www.aclu.org/spy-files-fusion-centers-0. El DHS comienza como puesto del gabinete presidencial en la secuela inmediata del 11 de septiembre de 2001, y ahora es todo un aparato de Estado disponible inmediatamente con tentáculos muy extendidos, y crecientes, con vínculos profundos en el nuevo complejo industrial de seguridad nacional. La cultura política del espionaje y del delato se institucionaliza así. Sobre la vigilancia y los controles cotidianos, vale la pena ver: http://epic.org/ A pesar de todo lo que se discute y denuncia, las políticas de vigilancia y control siguen intactas, y el Estado se hace impermeable ante reclamos democráticos, en parte por los apoyos que ahora se amplifican por parte de las derechas ascendientes, pero ante todo por el apoyo generalizado que han logrado las posiciones oficiales sobre la llamada seguridad nacional a través de una saturación mediática sostenida. ¡Todo esto se sabe y está comprobado! ¿Importa? ¿Qué se hace? ¿Esperamos a que nuestros “representantes”, designados en este simulacro de democracia (reducida, entendida y aceptada como electoral) resuelvan los asuntos que definen la existencia de la gente? ¿Hacemos una democracia que sea nuestra, y que se vayan los elegidos, y nos arriesgamos con otras formas de gobierno democrático que sean capaces de lograr lo que necesitamos?

(4) No queda más claro el asunto que cuando se leen las posiciones de los elegidos recientemente al congreso estadunidense, en contra del “gobierno excesivo” y sus “gastos”. Curiosa coincidencia tienen con el fundamentalismo religioso que justifica según ellos la libertad ilimitada de los mercados (y los capitales que los gobiernan en sus azarosas especulaciones), mientras no se dice ni palabra en contra del crecmiento sostenido del complejo militar-industrial ni de las privatizaciones de la vigilancia financiadas por el Estado. Es el “constitucionalismo radical” del Tea Party. Vean: http://www.nytimes.com/2010/11/28/magazine/28FOB-idealab-t.html Queda más claro el asunto cuando vemos lo que hacen los elegidos de la derecha radical en contra de los derechos adquiridos por las luchas sindicales en el sector público, como en Winsconsin actualmente y en muchos otros estados de los EUA, y ni hablar de Puerto Rico. Aceleran su ofensiva en contra de sus propias poblaciones en nombre de los beneficios del capital neoliberal, con los pretextos de la llamada racionalidad del presupuesto (discurso sintomático de su autoritarismo), sin que importe lo que cueste en lo social, pues no son ellos los que sufren las consecuencias. Todos los demás, nosotros, somos las poblaciones desechables que, si acaso protestamos y resistimos, quedamos encuadrados en las disidencias criminalizadas, en función y como efecto de las guerras imaginarias sostenidas y coincidentes con las políticas del miedo del capital y su Estado.

(5) Dos libros importantes sobre estas coincidencias entre fundamentalismo religioso de derecha cristiana y el militarismo:

Weinstein, M.L & Seay, D. (2006). With God On Our Side: One Man’s War Against an Evangelical Coup in America’s Military. New York, NY: St. Martin’s Press.

Hedges, C. (2006). American Fascists: The Christian Right And The War on America. New York, NY: Free Press.

(6) La tendencia clara es hacia la guerra permanente, un estado sostenido de agresiones en varios planos y lugares simultáneos (guerras formalmente declaradas, y ocultas de baja intensidad). No se buscan ni se pueden lograr victorias convencionales, sino el proseguimiento de las intervenciones en la ortopedia geoestratégica imperial. El objetivo es el control de las poblaciones y regiones designadas como inestables y amenzantes en las estrategias globales neoliberales.

(7) La llamada guerra en contra del crimen (y contra las disidencias criminalizadas) ha servido para la militarización de la policía y el desarrollo de cuerpos represivos policíacos especializados cuyo objetivo sistemático ha sido las poblaciones en mayor desventaja, así como los brotes de disidencias inaceptables. Ello es desarrrollo paralelo a la narcoestatización inevitable en esta época en que las mafias se convierten en potencias financieras internacionales, sin que se ataquen seriamente la compenetración del narcotráfico con el Estado ni la extensión de los consumos que sostienen al narcotráfico. Hay precedentes recientes de esa compenetración, que ya tal vez hemos olvidado, eso de la disponibilidad imperial para usar al narcotráfico en favor de sus intereses, y de la consonancia oportunista del Estado con las redes narcotraficantes. Acaso no recordamos el escándalo Irán-Contra, bajo Reagan, al mismo tiempo que en los Estados Unidos la propaganda autoritaria y moralista en contra del consumo de drogas cobraba mayor impulso mediático. ¿Podemos decir que los aparatos policíacos no están involucrados en el narcotráfico? Habría que añadir, como parte de las ambiguedades convenientes en este panorama de guerra en contra del crimen y de las disidencias, la existencia de los cuerpos policíacos mercenarios que ejercen funciones de Estado, constituidos y contratados a la medida de las circunstancias, que aprovechan las marginaciones como condición de reclutamiento y que reproducen comportamientos pandilleros. Es el despojo neoliberal generalizado lo que hace esto posible. Todo eso es también estrategia de miedo, de intimidación. Nada nuevo …

(8) La ACLU sigue bastante de cerca los desarrollos de la política de tortutas: http://www.aclu.org/national-security/torture Lo que hay que preguntar es qué ha cambiado con Obama, y la respuesta es que no ha cambiado gran cosa. Es más de lo mismo.

(9) Una vez más, la referencia indispensable es Jean-Claude Paye. Vean la nota primera.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116511&titular=el-ascenso-de-la-extrema-derecha-es-un-eco-siniestro-

El ascenso de la extrema derecha es un eco siniestro

Ritt Goldstein
Asia Times Online
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Sea en los partidos ultranacionalistas europeos (un sector que posee raíces explícitas neonazis o neofascistas), o en los grupos políticos más reaccionarios de EE.UU., Occidente presencia un ascenso de la extrema derecha que no se veía desde los años treinta del siglo pasado. Entonces la Gran Depresión había nutrido movimientos populares de extrema derecha, y la llamada Gran Recesión actual parece que está provocando algo semejante.

“Se puede decir que hay una relación entre la emergencia de un partido derechista populista radical y las recesiones económicas”, señaló Cristian Norocel, politólogo de la Universidad Estocolmo de Suecia y de la Universidad de Helsinki de Finlandia. Hablando del ascenso de los Demócratas Suecos (SD) de extrema derecha, un partido con raíces neonazis que recientemente obtuvo 20 escaños en el parlamento, Norocel vio similitudes con el “temprano nacionalsocialismo (nazismo)”.

Norocel se refería específicamente a políticas que recuerdan el nacionalsocialismo alemán “de finales de los años veinte, y comienzos de los años treinta”, aunque el partido SD actual ha renunciado a la violencia. Subrayando los motivos para preocuparse, Norocel dijo a Asia Times Online con una voz tranquilamente determinada que “lo que preocupa es que la plataforma del partido SD parece tener mucho éxito”.

En Holanda, Bélgica, Dinamarca, Italia, Francia, Austria, Suecia, Hungría, Serbia, Rumania, Suiza y otros países, la extrema derecha está en ascenso, llegando a las legislaturas y a la prominencia en una serie de países. El 2 de noviembre, un titular de CNN anunció: “Grupo de extrema derecha en el Reino Unido alardea de vínculos con Tea Party”.

Las pesadillas gemelas del nazismo y el fascismo en los años treinta provinieron del caos social y económico europeo después de la Primera Guerra Mundial; su desarrollo se aceleró con el sufrimiento económico y la inseguridad provocada ampliamente por la Gran Depresión. La cólera y la frustración popular generalizadas por las fallas sistémicas del establishment político y económico de ese período fueron se canalizaron contra grupos sociales externos, y esos desgraciados suministraron chivos expiatorios convenientes que sirvieron de base para el crecimiento de esos movimientos. En la actualidad muchos piensan que la adopción generalizada de políticas neoliberales por Occidente, sus décadas de “reformas económicas”, han significado a menudo que dificultades financieras similares han vuelto a impactar a mucha gente, y gran parte estaba ansiosa de culpar a alguien por sus sufrimientos.

Percibiendo la extrema derecha como síntoma de un desorden social, se podría argumentar que su renacimiento actual es de nuevo el producto de políticas económicas y políticas fracasadas. Esos fracasos generan una agitación económica y social similar a la que creó la primera pesadilla causada por la extrema derecha.

“Lamentablemente gran parte del resentimiento que debería dirigirse contra corporaciones que relocalizan en el extranjero los puestos de trabajo o huyen del país tiende a dirigirse contra sindicatos, inmigrantes y miembros de minorías étnicas. O se culpa al gobierno de gravar excesivamente con impuestos a la gente”, señaló el psicólogo Daniel Burston, un conocido autor de documentos y libros sobre la psicología social de los años treinta y jefe del Departamento de Psicología de la Universidad Duquesne.

Burston agregó para Asia Times Online que, demasiado a menudo, los que se benefician de las actuales circunstancias invierten “una masiva riqueza para avivar los fuegos de cólera descaminada mediante publicidad y desinformación en los medios y comprando los favores de políticos para asegurar que aprueben leyes que posibilitan que continúen sus prácticas depredadoras”.

Burston interpreta el resultado como “una población que hierve de cólera y desconfianza y quiere responsabilizar a alguien por su sufrimiento, pero a menudo apunta a la gente equivocada”.

En los años treinta los judíos europeos se convirtieron en un objetivo semejante, y la historia demuestra lo acabó ocurriendo. Actualmente ese trágico vacío es frecuentemente llenado por los musulmanes, junto con los homosexuales, los gitanos]y otras minorías que ahora son identificadas de la misma manera, como lo fueron entonces. En algunas áreas donde hay una presencia islámica limitada se ha vuelto a culpar a los judíos (por ejemplo en Hungría). E incluso en EE.UU., el actual “debate migratorio”, particularmente cuando se refiere a comunidades mexicanas y mexicano-estadounidenses, también tiene sus paralelos.

Durante lo que fue conocido como la “repatriación mexicana” de los años treinta, aproximadamente medio millón de mexicanos y mexicanos-estadounidenses fueron efectivamente obligados a abandonar EE.UU., y según las informaciones la mayoría eran ciudadanos estadounidenses. “Fue un programa de desplazamiento racial”, dijo Mae Ngai, experto en historia de la inmigración en la Universidad de Chicago, en un artículo noticioso en USA Today en el año 2006.

En Suecia, el SD exige el final del “multiculturalismo”, el final del “apoyo público a organizaciones de inmigrantes”, y el final de “todas las demás actividades orientadas a promover culturas e identidades extranjeras en Suecia”. También quiere ilegalizar “edificios religiosos con un estilo de construcción no sueco o extraña arquitectura”, prohibir que empleados públicos porten “símbolos religiosos o políticos conspicuos, como una pañoleta o un turbante” y llaman al gobierno a apoyar a inmigrantes que deseen regresar “voluntariamente” a sus países.

En Hungría, el movimiento Jobbik (Movimiento por una Hungría Mejor) es el tercer partido por su tamaño del país, y se le acusa de “fascista” y “antisemita”. En un artículo de abril de 2010: “Antisemitismo se agita mientras Hungría va a las urnas”, el Sunday Times de Londres detalló amplios ataques contra la comunidad judía, como una turba que coreó en un mitin político “cerdos judíos” y “a los campos de concentración” y cómo se han popularizado pegatinas sobre los coches que proclaman “coche libre de judíos”. El artículo también menciona violencia contra los gitanos, e incluso asesinatos.

En Francia, la deportación de los gitanos ha sido motivo de condena de la Unión Europea, e Italia también realiza una campaña de expulsiones forzosas de los gitanos de muchas ciudades importantes. Un informe del 5 de noviembre en el Financial Times señaló que el gobierno de Silvio Berlusconi ha propuesto una nueva ley que según los críticos apunta a deportar a los rgitanos del país. También, como paralelo de los años treinta, la violencia anti-gay se ha generalizada en Serbia, e incluso EE.UU. presencia un notable aumento.

“EE.UU. estremecido por repentina oleada de violencia contra gays”, señaló el titular del 17 de octubre del Observer británico. El uso como chivos expiatorios de “grupos externos” por nuestros defectos sociales aumenta junto con la extrema derecha.

La globalización, la Gran Recesión y la “reforma económica” han golpeado seriamente a las poblaciones a ambos lados del Atlántico. Con esto una cólera omnipresente, así como la desconfianza contra la estructura política y social establecida, han aumentado en una serie de países. El crecimiento del Tea Party de EE.UU. es una de esas reacciones, y el amplio renacimiento de la extrema derecha es una consecuencia mucho más inquietante.

“En períodos en los que la gente se siente amenazada y desconfía es más receptiva a distorsiones, verdades a medias, y mentiras” dijo el psicólogo Burston. También señaló que en tales tiempos, cuando la gente es muy receptiva a la propaganda, la mayoría “simplemente no va a reflexionar profundamente sobre las afirmaciones hechas por sus dirigentes, o las consecuencias que parecen resultar. Adolf Hitler lo sabía perfectamente”.

En Suecia, un país que se ubica consistentemente entre los pocos a la punta en términos de ratings de calidad social, el ascenso del SD al parlamento representó un brutal despertar para algunos. En Suecia, considerada hace tiempo como un bastión de la democracia liberal, la tolerancia y la corrección, el éxito de un partido considerado ampliamente racista y xenófobo ha provocado un examen de conciencia entre los suecos.

En vista de la situación de Suecia como un destacado Estado occidental, un examen del ascenso de su extrema derecha sugiere tendencias más amplias, aunque las raíces del actual renacimiento de la extrema derecha ciertamente se extienden más allá de partidos con un patrimonio nazi o fascista. Pero el hecho de la popularidad del SD, y los factores que la causan, ha cuestionado innegablemente la imagen que Suecia ha tenido de sí misma desde hace tiempo.

El estudio de las posiciones que llevaron al SD a obtener 20 escaños en el parlamento sueco destaca el crecimiento de algunas tendencias inquietantes.

El SD culpó a los inmigrantes de los penosos recortes en prestaciones sociales, omitiendo convenientemente el hecho de que importantes recortes en los impuestos y privatizaciones han obligado efectivamente a reducir las prestaciones. Refiriéndose a la importante minoría musulmana de Suecia (unos 400.000 entre 9 millones de suecos), el SD se refirió al Islam como la mayor amenaza que Suecia haya enfrentado “desde la Segunda Guerra Mundial”, y un dirigente local del SD incluso llegó a los titulares al afirmar que mucha gente de Oriente Próximo tiene un “gen” que los hace ser más violentos.

El SD también publicó informes estadísticos muy discutidos sugiriendo que nuevos inmigrantes (en su mayoría de Oriente Próximo) eran responsables de una parte desproporcionada de crímenes graves. Y en la tercera ciudad de Suecia según su tamaño, Malmö (uno de los bastiones del SD), quince inmigrantes fueron atacados a tiros al azar durante el último año.

Hasta el año 2001 se podían ver uniformes nazis y esvásticas en reuniones del SD, aunque actualmente el SD afirma que es un “partido normal” y ha atraído un fuerte apoyo entre jubilados suecos, un grupo muy afectado por los recortes de las prestaciones.

Actualmente la economía sueca crece cuatro veces más que el promedio de la Unión Europea, pero con las recientes “reformas económicas y sociales” se trata de una prosperidad que no comparten todos. El politólogo Norocel considera que el ascenso de la extrema derecha representa “una protesta de gente que sintió que ha sido olvidada por la tendencia dominante”.

Norocel también se refirió al SD como “lobo con piel de oveja”, un partido “criptoracista” con un pasado sucio que se presenta vestido de “normal”.

Gustav Fridolin, un destacado miembro verde del parlamento sueco, dijo a Asia Times Online que Suecia “está desgarrada por el alto desempleo y la creciente pobreza”, y ve un sentimiento de “impotencia” entre muchos, un punto en el cual “la fe en el futuro se está destrozando”. Postuló que tales circunstancias significan que “es posible obtener simpatías políticas mediante una de dos alternativas: o se coloca a los grupos los unos contra los otros, o se vuelve a la esperanza de que el pueblo se imponga”.

Independientemente, el psicólogo Burston dijo que la clase media se siente “cada vez más vulnerable y confusa, temerosa”. Subrayó que gran parte de este temor tenía que ver con el futuro, “con los hijos y los nietos”, y que muchos en la clase media “incliso han perdido la fe de esperar un cambio en lo que sucede en su propia sociedad”, oscureciendo la visión que la mayoría tenía del “significado fundamental de las normas y prácticas democráticas”.

Burston piensa que la situación actual hace que muchos se vean “abrumados por su miseria y confusión”, y por ello carecen de la “paz y presencia de ánimo para reflexionar”. Bajo tales circunstancias, señaló que los individuos a menudo “quieren que se les diga lo que sucede, no quieren descubrirlo por sí mismos”.

Por desgracia es infinitamente más fácil culpar a otros de cualquier problema, en particular a los que uno considera “forasteros” en la propia sociedad, en lugar de reconocer y encarar cualquier deficiencia interna. En el caso del SP, Norocel señaló que el partido parece “muy habilidoso en la presentación de un chivo expiatorio”.

Burston sacó a colación separadamente el concepto de “otherization”. La otherization es esencialmente un fenómeno psicológico en el cual no llegas “a reconocer la humanidad fundamental de tu homólogo”, dijo Burston, con un tono de mal agüero. Señaló, explicando cómo este fenómeno impacta a los grupos sociales exteriores en las actuales circunstancias, que “el otro ya no es simplemente un extranjero, sino un adversario”.

En sueco existe un término que se utiliza desde hace tiempo para describir a partidos políticos de la extrema derecha: “framlingsfientligt parti”. Traducido literalmente significa “hostilidad al extranjero”, aunque a menudo simplemente se traduce como “xenofobia”.

Beneficiándose típicamente de la cólera de una clase media en decadencia y recientemente empobrecida, la extrema derecha tiene una historia de ascenso en tales circunstancias “porque ofrece respuestas simplistas para problemas excesivamente complejos, y ha desarrollado estrategias retóricas efectivas para motivar a la gente para que vote contra sus propios intereses a largo plazo”, agregó Burston. Señaló que “ellos [la extrema derecha] apelan al sentimiento de traición y victimización de la gente”, pero lo hace de una manera que evita “los verdaderos procesos sociales y económicos que llevaron a su vulnerabilidad”.

Agneta Borjesson, secretaria general de los verdes suecos, señaló que mientras el SD “habla de la inmigración”, los problemas reales yacen en otra parte. Considera que el SD ignora “los problemas en las escuelas, los problemas en la exportación de los puestos de trabajo, los problemas que son verdaderamente reales”.

El miembro del parlamento sueco Fridolin ve una respuesta en reenfocar la agenda política hacia “dónde se crearán los puestos de trabajo del futuro, y cómo podemos edificar una nueva sociedad que unifique”, que no separe. Semejantes pensamientos se suman a preocupaciones sobre “la relocalización de puestos de trabajo en el extranjero” y las crecientes presiones causadas por las políticas neoliberales.

Un modelo de falsa culpa, y la busca de chivos expiatorios que alienta, ha sido la cuña tradicional que la extrema derecha utiliza para arrancar apoyo de la política dominante. Un denominador común compartido por la extrema derecha es su antipatía contra los inmigrantes y la inmigración.

“En todos los sitios donde existen, esos partidos políticos de extrema derecha en Europa, tienden a culpar a la inmigración de todo tipo de problemas”, dijo el politólogo Mikael Sundstrom de la Universidad Lund en Suecia. Comentando sobre la disposición de las poblaciones afligidas a aceptar “distorsiones, verdades a medias, y mentiras”, Sundstrom señaló que todo lo que el SD tiene que hacer con su supuesta “verdad” es “colocarla afuera, y la gente la recogerá”.

“El recuerdo de la Segunda Guerra Mundial”, y de los años treinta que llevaron a esa guerra, se ha ido desvaneciendo”, observó Sundstrom. Por eso, señaló, no se elude simplemente a la extrema derecha “como solía ocurrir”, ya que se han olvidado las lecciones amargas de nuestro pasado.

Como parte de lo que eso significa, Sundstrom subrayó que si la extrema derecha puede crecer en Suecia, “puede suceder en cualquier parte”.

El desvanecimiento de los recuerdos del primer ascenso de la extrema derecha parece que ha ayudado a permitir que tales grupos vivan un nuevo comienzo, pero algunos creen que una crisis semejante genera una oportunidad. Con una nota de optimismo, el politólogo Norocel ve los eventos como una oportunidad para “un retorno a las raíces y un contacto más estrecho entre los votantes y los políticos elegidos”, y para que se limiten las crecientes disparidades causadas por el actual “capitalismo (globalización, privatización indiscriminada, desmantelamiento de la seguridad social)”.

El padre Bob Bossie, es miembro de la congregación católica internacional de Sacerdotes del Sagrado Corazón y activista del Centro para Justicia del Octavo Día en Chicago, (una organización no gubernamental basada en la fe católica por el cambio social). Hace algunos años, Bossie visitó el sitio del campo de exterminio nazi de Auschwitz. Colocó en ese contexto sus pensamientos sobre el actual ascenso de la extrema derecha, presentando un aspecto importante de lo que enfrentamos.

“La influencia actual de la extrema derecha sobre nuestro cuerpo político recuerda una inquietante memoria de hace algunos años. Mientras caminaba por la exposición del campo de la muerte de Auschwitz, una fría mañana de enero, me di cuenta de que los que participaron en ese indescriptible crimen no eran tan diferentes de mi persona o de cualquier otra. Hicieron compromisos, primero pequeños –para mantener sus relaciones sociales, conservar sus puestos de trabajo– hasta que ‘cruzaron la línea’. En ese momento, oré a Dios para llegar a tener el valor de expresar mi opinión cuando me vea enfrentado con dilemas semejantes, a pesar de las consecuencias para mi persona.”

Ritt Goldstein es un periodista de investigación política con sede en Estocolmo. Su trabajo ha aparecido en diversas publicaciones como el Sydney Morning Herald de Australia, El Mundo de España, Wiener Zeitung de Austria, Christian Science Monitor de EE.UU., el Politiken de Dinamarca, así como en el Servicio Internacional de Prensa (IPS,) una agencia de noticias mundial.
(Copyright 2010 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Front_Page/LK10Aa01.html

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, cesantías, crisis del clima, crisis ecológica, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desempleo, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, horizontalidad, imperialismo, resistencias

Medios ricos, democracia pobre

November 6, 2010 By Irizarry

Hans Haacke, Star Gazing, 2004
Hans Haacke, Star Gazing, 2004

Estas fueron las elecciones legislativas de mitad de mandato más caras en la historia de Estados Unidos: costaron casi 4 mil millones de dólares, de los cuales 3 mil millones se gastaron en publicidad. Me pregunto qué pasaría si el tiempo publicitario para las campañas fuera gratuito. […] Este tema debería ser puesto a debate en los grandes medios de comunicación, dado que en ellos obtiene información la mayoría de los estadunidenses. Pero las emisoras de radio y televisión tienen un profundo conflicto de intereses. En su orden de prioridades, sus ganancias están antes que nuestro proceso democrático. Seguramente no oiremos hablar de este tema en los programas de entrevistas políticas de los domingos por la mañana.

No es solo la cantidad de dinero que se ha invertido en la propaganda electoral, ni de dónde viene. Los silencios han sido mucho más elocuentes que los anuncios y los discursos, así como ha sido elocuente el énfasis metódico en la simplificación, la exageración, la desfiguración y vulgarización. La timidez y las insuficiencias de lo que queda de los llamados liberales le siguen abriendo las puertas al fortalecimiento y endurecimiento de una derecha renovada y mucho más agresiva, sin que se cuestionara ni remotamente la forma en que el gobierno estadunidense actual le ha dado continuidad a las posiciones y los programas del gobierno anterior, corroborando coincidencias profundas en torno al neoliberalismo, su Estado, su economía y sus guerras, confirmando que son dos caras de una misma moneda. Al mismo tiempo, se genera y desarrolla un movimiento populista de ultraderecha que apoya el fortalecimiento del Estado mientras clama en contra del llamado tamaño del gobierno. La búsqueda mítica del “consenso” dentro del gobierno sigue dejando terreno abierto a los neoconservadores más decisivos. Mientras tanto, la situación no cambia, los grandes capitales rescatados con el erario público siguen con sus fabulosos negocios y ganancias, la guerra se mantiene viva como única opción deseable y con violencia cada vez más descarada, y los aparatos de vigilancia se fortalecen mientras se consolida el desmantelamiento de un Estado de derecho para que siga la normalización de las excepciones como régimen cotidiano. De eso, por supuesto, no se habla.

Claro es que mientras los procesos electorales a los que se reduce la democracia sigan en manos de los grandes y exclusivos partidos junto a sus organizaciones afiliadas, tan atados a las burocracias del poder, y mientras sigan esas contiendas electorales en manos de los dineros de las corporaciones y de las redes mediáticas comerciales, no hay gran cosa que esperar. Tampoco se puede esperar un cambio mientras porciones sustanciales de la población coincidan con el militarismo, el nacionalismo de tendencia xenófoba, el autoritarismo de las vigilancias incrementadas, y con la aceptación de una democracia reducida a los circos electorales guiados por los modos y maneras de la publicidad comercial. La llamada sociedad civil participa muy amenamente, en ese sentido, como extensión de la sociedad política, tanto como la política es continuación de la economía por otros medios, y la guerra la continuación de la política por otros medios, como parte de las redes del Estado en sus aparatos ideológicos. No se ven grietas en esos tejidos ideológicos que sean lo suficientemente peligrosas como para anticipar un cambio de dirección que no sea hacia más de lo mismo. La mediación mediática del poder sigue su reinado, y la propaganda de los grandes temas y Verdades de la seguridad nacional y de las bondades del neoliberalismo se difunden de múltiples maneras.

Ya veremos. Un cambio no puede llegar desde dentro de esos procesos aceptados de gobierno, sino desde otros espacios que se buscan cada vez que la gente toma iniciativa propia, pero eso es lo inaceptable. No se quiere aceptar de parte de los que ocupan los puestos administrativos del poder gubernamental, ni de parte de las burocracias de las oposiciones que en sus funciones y procesos lo que buscan es manternerse donde están, con ese Estado y en esta economía. Hay que insistir: la única posibilidad de cambio solo puede llegar desde otra parte que no sea la de esos procesos sancionados de gobierno.

http://www.jornada.unam.mx/2010/11/06/index.php?section=mundo&article=036a1mun

Medios ricos, democracia pobre

Amy Goodman

Al cierre de las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, el mayor ganador aún no ha sido declarado, a saber: los grandes medios de comunicación. El mayor perdedor, mientras tanto, ha sido la democracia. Estas fueron las elecciones legislativas de mitad de mandato más caras en la historia de Estados Unidos: costaron casi 4 mil millones de dólares, de los cuales 3 mil millones se gastaron en publicidad. Me pregunto qué pasaría si el tiempo publicitario para las campañas fuera gratuito. No se escuchan debates al respecto, y no se oyen porque las corporaciones que manejan los medios masivos de comunicación obtienen inmensas ganancias con los avisos publicitarios de las campañas políticas. Sin embargo, las ondas radioeléctricas que los medios utilizan para emitir sus señales son públicas. Esto me recuerda el libro escrito en 1999 por el especialista en medios de comunicación Robert McChesney: Rich media, poor democracy (Medios ricos, democracia pobre). En su libro, McChesney escribe: “Los medios tienen poco incentivo para brindar cobertura a los candidatos ya que resulta de su interés forzarlos a publicitar sus campañas”.

El grupo de investigación Wesleyan Media Project, de la Universidad Wesleyan, hace un seguimiento de la publicidad política. Tras el reciente fallo de la Corte Suprema en el caso “Citizens United contra la Comisión Federal Electoral” por el cual se autoriza a las grandes corporaciones a destinar sumas ilimitadas de dinero a la campaña publicitaria de los candidatos, el proyecto hace notar que “el tiempo-aire destinado a publicidad se ha saturado de anuncios relacionados con la Cámara de Representantes y el Senado, que ocupan hasta un 20 y un 79 por ciento respectivamente del total”.

Evan Tracey, fundador y presidente del grupo de análisis de campañas publicitarias Campaign Media Analysis Group, predijo el pasado mes de julio en declaraciones para el periódico USA Today que “habrá más dinero que espacio de aire que comprar”. Por su parte, John Nichols, del semanario The Nation, comentó que en los amables primeros tiempos de la publicidad política televisiva, los canales de televisión nunca habrían emitido el aviso en favor de un candidato a continuación de un anuncio publicitario en contra de ese candidato. Pero no están tomando en cuenta el patrimonio ligado a los grandes medios. Bienvenidos al “mundo feliz” de las campañas de miles de millones de dólares.

En el pasado ha habido intentos de regular el uso de las ondas redioeléctricas para que estén al servicio de la población durante las elecciones. En los años recientes el intento más ambicioso fue el que se conoce como Reforma del financiamiento de las campañas electorales, de McCain-Feingold. Durante el debate sobre esta histórica legislación, tanto demócratas como republicanos hicieron referencia al problema de las exorbitantes tasas de publicidad televisiva. El senador por Nevada John Ensign, republicano, se lamentaba: “Las emisoras no querían ni pensar en las campañas electorales porque era el momento del año en que ganaban menos dinero debido a la baja tasa unitaria que existía durante ese periodo. Ahora es uno de sus momentos preferidos ya que, de hecho, es uno de los momentos del año con más amplio margen de ganancias”. Finalmente, para que el proyecto de ley fuera aprobado, se omitieron las cláusulas referentes al “tiempo-aire público”.

El fallo en el caso de Citizens United neutraliza eficazmente la Reforma del financiamiento de las campañas, de McCain-Feingold. Ni imaginemos lo que se gastará en las elecciones presidenciales de 2012. El senador por Wisconsin Russ Feingold perdió la oportunidad de ser relegido en su disputa contra el prácticamente autofinanciado multimillonario Ron Johnson. El editorial del periódico Wall Street Journal celebró la esperada derrota de Feingold. El periódico es propiedad de la corporación News Corp., de Rupert Murdoch, que posee además la cadena de televisión Fox y que donó casi 2 millones de dólares a la campaña de los republicanos.

“Las elecciones se han convertido en un bien comercial, un centro de ganancias para estas radios y canales de televisión”, dijo el día de las elecciones Ralph Nader, defensor de los consumidores y ex candidato a presidente. Indicó además: “Las ondas públicas, como sabemos, pertenecen al pueblo. El pueblo es el propietario y las cadenas de radio y televisión son las titulares de las licencias para usar esas ondas, digamos que son como inquilinos. Sin embargo, para obtener su habilitación anual, no pagan nada a la Comisión Federal de Comunicaciones. Así, resultaría bastante persuasivo, si tuviéramos políticas públicas que impusieran módicas condiciones para obtener la habilitación que permite a estas cadenas de radio y televisión acceder al inmensamente lucrativo control de las ondas públicas 24 horas al día, podríamos decirles que como parte del intercambio por controlar estos bienes comunes, por decirlo de alguna manera, deben destinar cierta cantidad de tiempo, gratuito, a los candidatos electorales”.

Este tema debería ser puesto a debate en los grandes medios de comunicación, dado que en ellos obtiene información la mayoría de los estadunidenses. Pero las emisoras de radio y televisión tienen un profundo conflicto de intereses. En su orden de prioridades, sus ganancias están antes que nuestro proceso democrático. Seguramente no oiremos hablar de este tema en los programas de entrevistas políticas de los domingos por la mañana.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, desde abajo, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, imperialismo, luchas, neoliberalismo, protesta, resistencia, resistencias

La vergüenza de EU al descubierto

October 24, 2010 By Irizarry

La verdad, por supuesto, es que si este vasto tesoro de informes secretos hubiera demostrado que la cifra de muertos era mucho menor de lo que la prensa proclamaba, que los soldados estadunidenses nunca toleraron la tortura por policías iraquíes, que rara vez dispararon a civiles en retenes y siempre llevaron a los mercenarios asesinos ante la justicia, los generales estadunidenses habrían entregado estos expedientes a la prensa sin cargo alguno en las escalinatas del Pentágono. No sólo están furiosos porque se haya roto el secreto o porque se haya derramado sangre, sino porque los han pescado diciendo las mentiras que siempre supimos que decían.

Entonces hay que admitir, de una buena vez y por todas, que no estamos en presencia de abusos de poder, de desviaciones patológicas particulares y aisladas, las de las llamadas “manzanas podridas”, sino que estamos en medio de lo que podríamos llamar un proceso muy activo, intenso y extenso  de producción del excedente de los poderes, de las reproducciones ampliadas de los poderes, del poder que se produce y se reinvierte de manera intensiva en el endurecimiento de los aparatos Estatales para poder generar, sostener y legitimar las agresiones Estatales en sus guerras y sus vigilancias, en sus intentos sostenidos de control sobre recursos y poblaciones.

Esto no es desviación, sino lo excepcional hecho norma, la normalización de las excepciones en el contexto de la autoproclamada guerra en contra del terror, que justifica un Estado de excepción actualizado y cobijado por las nuevas leyes que se codifican de manera acelerada a partir del 2001, ante todo en torno a la vigilancia y los controles de los comportamientos en función de la criminalización de la disidencia. Lo que sigue saliendo a flote es que las torturas y los asesinatos no son equivocaciones sino parte de lo sistemático de estas guerras preventivas, que el estado de guerra en este periodo es tan infinito e indefinido como lo es lo imaginario terrorista calificado y establecido como enemigo infinito e impreciso, igualmente indefinido, y que las fronteras entre lo externo y lo interno tienden a borrarse porque ese enemigo no tiene fronteras y se imagina en la población misma. En este periodo, en esta época, la guerra tiende a ser permanente y se sigue desarrollando tanto en lo visible y abierto como en lo encubierto. Y todo ello se despliega, se vende y se consume, como parte de un eterno conflicto entre el Bien y el Mal … exacerbando los nacionalismos y los militarismos, al poder incrementado del Estado como benefactor, y lo policíaco como indispensable por ser vigilante.

Esta guerra termina ahora oficialmente en Irak solo para poder continuarla extraoficialmente por medios que aseguran las fabulosas ganancias que siguen sacando los contratistas mercenarios y el complejo militar-industrial con sus nuevas tecnologías de control remoto, aparte de la presencia de un importante contingente militar de “apoyo” que permanece en el territorio ocupado. Ha sido guerra de Bush y de Obama, y ya veremos cuáles documentos salen a flote en su momento sobre la guerra en Afganistán, que no ha sido más limpia. Es asunto de leer las noticias que siguen publicándose, y que siguen insistiendo en que se van corrigiendo los “excesos”. Más de lo mismo, bajo el Sr. Obama. El aparato militar de los Estados Unidos sigue siedo lo que es y lo que ha sido, el poder del Pentágono sigue intacto, y sigue en pié la saturación mediática en contra del “terror”, y a favor del patriotismo, el militarismo, los intervencionismos preventivos explícitos y solapados, la vigilancia y los controles sobre la población.

Mientras tanto, en lo que entendemos y reconocemos las implicaciones de las dimensiones de esta condición de largo plazo, estructural y no ya solo coyuntural, podemos intentar tapar el cielo con las manos, o pensar y querer que todo se justifica por aquello de la guerra en contra del terrorismo, sin pensar en el terror como proceso y política de Estado, de esos mismos Estados que nos han colocado en una situación de excepciones normalizadas que desmantelan lo que quedaba de las libertades y derechos constitucionales, y todo ello en nombre de las mismas libertades que han deshecho, como política de Estado, en nombre de una democracia abstracta, formal e inútil para quienes más la necesitan en estos instantes.

Cosas veredes que no crederes, decía un pobre y loco ambulante hace ya muchos siglos. Resulta que sí son gigantes, y que son delirantes, pero su delirio es ahora la razón de un Estado que se fortalece mientras desaparecen los aspectos de gobierno que todavía pretendían proteger a las poblaciones en contra de los descalabros inevitables del capital. Esto es proceso multinacional, internacional, y se perfila muy claramente en los ejes del neoliberalismo. Estamos ante los delirios del Leviatán, y eso no es ni casual ni pasajero, sino que corresponde a la nueva forma tendencial del Estado neoliberal, que a través de sus leyes de excepción inutiliza sus propios parámetros constitucionales, en este momento que es constituyente de otro orden político y social sometido a las formas de las guerras internas y externas necesarias para que ese Estado se fortalezca.

Buen momento este para retomar la palabra, en medio de más revelaciones que confirman lo que son realmente estas guerras, y de todo lo que implican para todos nosotros, ante todo por lo que implican como parte del proceso de endurecimiento del Estado, ahora Estado de Seguridad Nacional con redes multinacionales de apoyos y coincidencias que no tienen contrapropuestas lo suficientemente fuertes.

Y aunque parezca que no hay mucho que encontrar entre tanto desasosiego, asediados como estamos por los fantasmas de las mismas derrotas de siempre que buscan repetirse, pues precisamente por eso es que hay que seguir insistiendo.

http://www.jornada.unam.mx/2010/10/24/index.php?section=opinion&article=025a1mun

La vergüenza de EU al descubierto
Robert Fisk

Como de costumbre, los árabes sabían. Sabían todo de las torturas en masa, del promiscuo tiroteo de civiles, del escandaloso uso del poderío aéreo contra viviendas de familias, de los despiadados mercenarios estadunidenses y británicos, los cementerios de muertos inocentes. Todo Irak lo sabía. Porque ellos eran las víctimas.

Sólo nosotros podíamos fingir que no sabíamos. Sólo nosotros en Occidente podíamos rechazar cada acusación, cada afirmación contra los estadunidenses o británicos, poniendo a algún digno general –vienen a la mente el pavoroso vocero militar estadunidense Mark Kimmitt y el terrible jefe del estado mayor conjunto Peter Pace– a rodearnos de mentiras. Si encontrábamos un hombre que había sido torturado nos decían que era propaganda terrorista; si descubríamos una casa llena de niños muertos en un bombardeo aéreo estadunidense también era propaganda terrorista, o daño colateral, o una frase simple: No tenemos información de eso.

Desde luego, siempre sabíamos que sí la tenían. Y el océano de memorandos militares que se reveló este sábado lo volvió a demostrar. Al Jazeera ha llegado a extremos para rastrear a las familias iraquíes cuyos hombres y mujeres fueron asesinados en retenes estadunidenses –yo he identificado a alguna porque la reporté en 2004, el carro acribillado, los dos periodistas muertos, hasta el nombre del capitán local estadunidense– y fue The Independent on Sunday el primero en alertar al mundo sobre las hordas de pistoleros indisciplinados que eran llevados a Bagdad para proteger a diplomáticos y generales. Estos mercenarios, que se abrieron paso asesinando en las ciudades de Irak, me insultaron cuando les dije que estaba escribiendo acerca de ellos, allá en 2003.

Siempre es tentador desentenderse de una historia diciendo que no es nada nuevo. La idea de la vieja historia es usada por los gobiernos para enfriar el interés periodístico, pues sirve para cubrir la inactividad periodística. Y es cierto que los reporteros ya han visto antes algo de esto. La evidencia de la participación iraní en la fabricación de bombas en el sur de Irak fue filtrada por el Pentágono a Michael Gordon, del New York Times, en febrero de 2007. La materia prima, que ahora podemos leer, es mucho más dudosa que la versión generada por el Pentágono. Por todo Irak había material militar iraní de la guerra Irak-Irán de 1980-88, y la mayoría de los ataques contra los estadunidenses fueron llevados a cabo en esa etapa por insurgentes sunitas. Por cierto, los informes que sugieren que Siria permitió el cruce de insurgentes por su territorio son correctos. He hablado con familias de los atacantes suicidas palestinos cuyos hijos llegaron a Irak desde Líbano a través de la villa libanesa de Majdal y luego por la ciudad norteña siria de Aleppo para atacar a los estadunidenses.

Pero, aunque escrita en escueto lenguaje militar, aquí está la evidencia de la vergüenza estadunidense. Es un material que puede ser usado por abogados en tribunales. Si 66 mil 81 –me encantó ese 81 – es la cifra más alta disponible de civiles muertos, entonces la cifra real es infinitamente más alta, pues este registro sólo corresponde a los civiles de los cuales los estadunidenses tuvieron información. Algunos fueron llevados a la morgue de Bagdad en mi presencia, y fue el oficial a cargo quien me dijo que el Ministerio de Salud iraquí había prohibido a los médicos practicar autopsias de los civiles llevados por soldados estadunidenses. ¿Por qué se dio esta orden? ¿Tendría algo que ver con los mil 300 reportes independientes estadunidenses sobre tortura en las estaciones policiales iraquíes?

Los estadunidenses no tuvieron mejores resultados la última vez. En Kuwait, soldados de Estados Unidos podían oír cómo los kuwaitíes torturaban a palestinos en los cuarteles de policía después de que la ciudad fue liberada de las legiones de Saddam Hussein, en 1991. Incluso un miembro de la familia real kuwaití participó en las torturas. Los estadunidenses no intervinieron y solamente se limitaron a quejarse ante la familia real. A los soldados siempre les dicen que no intervengan. Después de todo, ¿qué le dijeron al teniente del ejército israelí Avi Grabovsky cuando reportó a su superior, en septiembre de 1982, que falangistas aliados de Israel acababan de asesinar a mujeres y niños? Ya lo sabemos, no nos gusta, no intervenga. Eso fue durante la masacre en el campo de refugiados de Sabra y Chatila.

La cita viene del informe de la comisión Kahan de Israel de 1983; sabe Dios qué leeríamos si Wikileaks lograra echar mano a los archivos del Ministerio de Defensa israelí (o la versión siria, para el caso). Pero, claro, en aquellos días no sabíamos cómo usar una computadora, ya no digamos escribir en ella. Y eso, desde luego, es una de las lecciones importantes de todo el fenómeno Wikileaks.

En la Primera Guerra Mundial, en la segunda o en Vietnam, uno escribía sus informes militares en papel. Tal vez los presentaba por triplicado, pero podía numerar las copias, rastrear cualquier espionaje y evitar filtraciones. Los documentos del Pentágono estaban realmente escritos en papel. Pero el papel siempre se puede destruir, mojar, hacer trizas hasta la última copia. Por ejemplo, al terminar la guerra de 1914-1918, un teniente segundo inglés mató a uno de los trabajadores chinos que habían saqueado un tren militar francés. El chino había amenazado con un cuchillo al soldado. Pero durante la década de 1930 el expediente de los soldados británicos fue tachado tres veces, por lo que no queda del incidente más rastro que un diario de guerra de un regimiento que reporta el saqueo del tren francés de provisiones por los chinos. La única razón por la que estoy enterado de esa muerte es porque mi padre era el teniente británico y él me contó la historia antes de morir. En ese tiempo no había Wikileaks.

Sin embargo, sospecho que esta masiva revelación de material de la guerra de Irak tiene serias implicaciones para periodistas y ejércitos por igual. ¿Cuál es el futuro de los Seymour Hershes y del periodismo de investigación de vieja escuela que el diario Sunday Times solía practicar? ¿Qué caso tiene enviar equipos de reporteros a investigar crímenes de guerra y reunirse con gargantas profundas militares si de pronto casi medio millón de documentos secretos van a acabar flotando frente a uno en una pantalla?

Aún no hemos llegado al fondo de la historia de Wikileaks, y más bien sospecho que hay más de unos cuantos soldados estadunidenses implicados en esta última revelación. ¿Quién sabe si no llega hasta lo más alto? En sus investigaciones, por ejemplo, Al Jazeera encontró un extracto de una conferencia de prensa de rutina del Pentágono en noviembre de 2005. Peter Pace, el nada inspirador jefe del estado mayor conjunto, informa a los periodistas cómo deben reaccionar los soldados ante el tratamiento cruel de prisioneros, señalando con orgullo que el deber de un soldado estadunidense es intervenir si ve evidencia de tortura. Luego la cámara se mueve hacia la figura mucho más siniestra del secretario de Defensa Donald Rumsfeld, quien de pronto interrumpe casi en un murmullo, para gran consternación de Pace: No creo que quiera usted decir que los soldados están obligados a detenerla físicamente. Su deber es reportarla.

Desde luego, la significación de este comentario –crípticamente sádico a su modo– se perdió en los diarios. Pero ahora el memorando secreto Frago 242 arroja mucho más luz sobre esa conferencia de prensa. Enviada presumiblemente por el general Ricardo Sánchez, la instrucción a los soldados es: Supuesto que el reporte inicial confirme que las fuerzas estadunidenses no tuvieron que ver en el abuso contra detenidos, no se realizará mayor investigación, a menos que lo ordene el alto mando. Abu Ghraib ocurrió bajo la supervisión de Sánchez en Irak. Fue también Sánchez, por cierto, quien no pudo explicarme durante una conferencia de prensa por qué sus hombres dieron muerte a los hijos de Saddam Hussein en un tiroteo en Mosul, en vez de capturarlos.

El mensaje de Sánchez, según parece, debió haber tenido el visto bueno de Rumsfeld. Del mismo modo, el general David Petraeus –tan amado por los periodistas estadunidenses– fue presuntamente responsable del dramático incremento en los ataques aéreos estadunidenses en el curso de dos años: de 229 sobre Irak en 2006 a mil 447 en 2007. Resulta interesante que los ataques aéreos de Estados Unidos en Afganistán se han elevado 172 por cierto desde que Petraeus asumió el mando militar allá.

Todo esto hace aún más asombroso que el Pentágono ahora se desgarre las vestiduras porque Wikileaks podría tener sangre en las manos. El Pentágono ha estado manchado de sangre desde que dejó caer una bomba atómica sobre Hiroshima en 1945, y para una institución que ordenó la invasión ilegal de Irak en 2003 –¿acaso la cifra de civiles muertos no fue allí de 66 mil, según sus propias cuentas, de unos 109 mil registrados?– resulta ridículo afirmar que Wikileaks es culpable de homicidio.

La verdad, por supuesto, es que si este vasto tesoro de informes secretos hubiera demostrado que la cifra de muertos era mucho menor de lo que la prensa proclamaba, que los soldados estadunidenses nunca toleraron la tortura por policías iraquíes, que rara vez dispararon a civiles en retenes y siempre llevaron a los mercenarios asesinos ante la justicia, los generales estadunidenses habrían entregado estos expedientes a la prensa sin cargo alguno en las escalinatas del Pentágono. No sólo están furiosos porque se haya roto el secreto o porque se haya derramado sangre, sino porque los han pescado diciendo las mentiras que siempre supimos que decían.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: autonomías, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, huelga general, imperialismo, Imperio, neoliberalismo, resistencias

¡Happy 4th of July, desde la Banana Republic of Puerto Rico!

July 2, 2010 By Irizarry

Happy 4th of July!

El presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, dijo que ahora “que se siente la paz y se respira la decencia”pueden aprobar el presupuesto del País. (1)

“Los próximos frentes tienen que emanar del pueblo para que haya una verdadera transformación del país”, dijo el líder estudiantil Giovanni Roberto. […] “El llamado no puede ser a movilizarse a una actividad. El llamado debe ser a la organización desde abajo. No vale la pena convocar a manifestaciones desde un podio, hay que ir a la base. Aquí el llamado es a la organización masiva del pueblo”, dijo Giovanni Roberto, quien en las afueras del Colegio pidió que se creen asambleas comunitarias por sectores, porque la única forma de combatir el Gobierno es a través de un movimiento masivo del pueblo. (2)


Esa bandera al revés no es ofensa, sino signo internacional reconocido de advertencia de peligro, de situación peligrosa. Puede servir de advertencia ante las ofensas y amenazas que se siguen cometiendo impunes desde el poder, aquí y ahora exacerbadas como normalización continuada de excepciones, de los poderes excepcionales, dictatoriales. Vale la pena el recordatorio, por lo que se sigue perdiendo en la isla mientras persiste la parodia de la llamada democracia supuestamente amparada en la constitución estadounidense y su Carta de Derechos. Todo eso aquí sí que es “un papel” (eso decían las autoridades de los acuerdos ratificados que llevaron al fin de la huelga universitaria, que son un “papel”), tanto como es un “papel” la constitución puertorriqueña, en manos de los poderosos de turno.

Como este fin de semana se celebra el 4 de julio, pues vale la pena usar esa bandera como recordatorio. Recordatorio además debe ser de algunas de las palabras de aquella declaración famosa de 1776 que se celebra en esa fecha: “que cuando una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a cambiarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.” Esos “principios” que requieren defensa incondicional aluden a la existencia y subsistencia misma de la gente, y como son la existencia y la subsistencia misma de la gente las que el Estado (y su gobierno) neoliberal ponen en juego, pues resulta que el derecho a reformar o abolir ese Estado (y su gobierno) adquieren una primacía y una prioridad inevitables …

La “paz” que quiere celebrar e imponer el poder es la paz del neoliberalismo, pero es una paz sin decencia, indecente, tan indecente como lo es el comportamiento de los legisladores (y su gobierno) que imponen a quemarropa el plan de expropiaciones neolberales en la isla. El problema es que no puede haber paz neoliberal que sea decente, pues la paz del neoliberalismo requiere imponer unos intereses minoritarios muy estrechos contra la mayoría de la gente, y para eso hay que gobernar con desprecio y falta de respeto, con impunidad impuesta y forzada, con gobierno que sea insensible e impermeable ante los reclamos y acciones de la gente. Cuando se les va de las manos el proceso, cuando hay revuelta y resistencia ante lo que ya no se puede tolerar, entonces ese Estado (y su gobierno) neoliberal recurren a lo de siempre: la represión abierta y la intimidación, y las retóricas y propaganda del miedo y de la autoridad que pretende ser incuestionable. Y es inevitable que se les vaya de las manos, pues lo que pretenden con su neoliberalismo descarado es la expropiación de lo poco que nos queda en la isla. Eso no puede ser sino un proceso muy autoritario, de un poder arbitrario incrementado y concentrado en muy pocas manos, cada vez más unilateral, sin que se consideren ni se respeten derechos y libertades que se han adquirido. Esos derechos y libertades puede que sean en muchos casos frágiles y formales, pero al menos así existen por ahora, en su deterioro. Contra eso irrumpen las resistencias, que para ellos los de arriba siempre son irrespetuosas porque son inaceptables.

Se pueden refutar en detalle las defensas del autoritarismo endurecido, tan repletas de falsedades, que ahora salen a flote una vez más, pero basta con uno que otro ejemplo. Resulta que, de acuerdo a los voceros del poder, son unos “200 socialistas y separatistas” los responsables por la huelga universitaria, y a ellos les debemos todas nuestras desgracias actuales. Olvídense de que esa huelga ha sido un proceso amplio, transparente, plenamente participativo y democrático, innovador en las formas que ha logrado para comunicar sus intenciones y acciones, que evitó caer en las trampas de las provocaciones e intmidaciones, y que en todo momento insistió abiertamente en negociar peticiones justas y razonables, de buena fe. Todo eso está ampliamente documentado, y es irrefutable. Ese libreto de los “200 socialistas y separatistas” no se puede sostener si es que vemos cuál ha sido el proceso de la huelga. Ante los 2oo hubieran podido soltar a los 100 (ese tenebroso conjunto policíaco que parece ser la única respuesta ante el narcotráfico y los consumos que lo mantienen …), pero es que no eran 200, sino millares de gente sin afiliaciones políticas de pastiche, dentro y fuera de la universidad, y esa ha sido su fuerza. Optaron los de arriba, en sus desconciertos, por la evasión, la intimidación y el desgaste, pero eso tampoco funcionó. Se llegaron a firmar acuerdos que pusieron fin a la huelga, acuerdos que se violentaron inmediatamente por los administradores y los legisladores de turno, por los poderosos y su gobierno.

La decepción, lo engañoso, no viene del movimiento estudiantil, sino de los que en todo momento han querido suprimirlo. Son los acuerdos “un papel” (nos dice el gobierno), y con ello niegan lo que tanto defienden, los procedimientos adecuados y aceptables, la honestidad, la integridad y la transparencia. Sale a flote, indudable, su intención y su estrategia persistente, la del neoliberalismo que no puede ser sino autoritario, por lo despiadado. Todas la agresiones tácticas del momento actual (la cuota que se le impone a l@s estudiantes, los castigos y represalias que se quieren sostener, el alabado voto “secreto” como garante de la “libre expresión” universitaria que se ha impuesto dudosamente y sin debate, a puerta cerrada) son pasos concertados para acelerar la implantación de una estrategia en crisis, pues han irrumpido las resistencias. ¿Que la universidad está en probatoria, en riesgo de perder su acreditación? ¿La culpa es de los estudiantes? Pues no … El desmadre administrativo y de gobierno no lo causa la huelga. Acaso ha sido el desmadre administrativo y de gobierno, y las premisas y pretensiones neoliberales que guían las políticas de presupuesto del sistema escolar y universitario, lo que conduce a la huelga … Entonces, con respecto a la universidad y al movimiento universitario, hay que preguntarse quién habla con verdad, y la respuesta es que no es el Estado (y su gobierno) quienes dicen lo verdadero. ¿Y por qué sigue cerrada la universidad? ¿Quién se beneficia?

¿Y el circo de calamidades de la legislatura? Querían “paz” y “decencia” para poder aprobar el presupuesto, y muchas otras maldades, y para ello no se podía tolerar la presencia de la prensa, así que desalojaron a los periodistas. Tuvieron que dar marcha atrás al desalojo de la prensa, aunque de mala gana y con muchas restricciones impuestas. No olvidemos que hace rato que se legisla a macanazos en defensa de los privilegiados en la isla, pero este incidente marca ruptura y es incremento incluso desde dentro del autoritarismo persistente de este gobierno, que se mueve en dirección de mayor arbitrariedad, prepotencia e impunidad. No rinde cuentas ante nadie esa legislatura, ni su gobierno, a menos que no sea ante los intereses de los poderosos que apoyan entusiastas sus legislaciones y procedimientos.

De ese lodazal no sale nadie limpio. Aunque se quiera justificar la agresión en contra de la prensa con la pretensión del sosiego necesario para poder legislar, se obvia tal vez que los primeros desordenados son los mismos legisladores, tanto por sus comportamientos como por los efectos de las leyes que imponen. Lo que pasa es que eso no les afecta a ellos, pues son intocables. Han llegado a ser clase política compenetrada con los grandes intereses de los capitales neoliberales y sus asociados. Las consecuencias de sus leyes, el desorden que imponen en la vida cotidiana de la gente, no les importa.

Y entonces, frente a la falta de acceso ante un Estado (y su gobierno) impermeables, llegan los estudiantes, y otras organizaciones y grupos ciudadanos, a presentar sus agravios, que son los de la gente, a la legislatura. Se les recibe y se les despacha como ya hemos visto en la prensa en estos días, con un motín policíaco indiscriminado que se desborda a las calles cercanas. Se les recibe con la única voz que parece tener este estado (y su gobierno) neoliberal, con la violencia. Que no sorprenda el abuso policíaco cuando el abuso del poder es la norma de gobierno. Qué curiosa ironía es que el derecho de pedir al gobierno la reparación de agravios sea parte de los derechos constitucionales federales y de Puerto Rico. Apoyando el motín policíaco se levantan las voces de siempre que justifican con disparates y desaciertos los comportamientos del poder, evocando los miedos consagrados, pero resulta una vez más que el incidente está muy bien documentado. Acaso el poder lo que quiere son las “zonas de libre expresión” impuestas bajo el gobierno del segundo Bush, jaulas separadas donde los manifestantes podían “expresar” sus quejas y reclamos … Eso no es libre expresión, sino represión por exclusión, eso es silenciar las voces disidentes, que en este gobierno (y su Estado) no se toleran. Vaya democracia la que supuestamente tenemos, que es la de los pocos y para los pocos, la de los guerrilleros (esos sí que son) del neoliberalismo …

¿Acaso exageramos? ¿No está en juego la existencia y la subsistencia de la gente? En muchos y demasiados sentidos, eso es cierto. Si vemos la tendencia clara de las legislaciones y las intenciones del Estado (y su gobierno), se entregan de manera acelerada los recursos de la isla al mejor postor. Se pretende despojar lo que más o menos queda de las ecologías naturales ya maltrechas, mientras se desmantela lo que sobraba, para ellos los de arriba, del Estado de asistencia (que nunca fue regalo, sino conquista en medio de los desajustes de las crisis capitalistas). Lo triste es que las políticas concentradas en la Ley 7 y encarnadas en la infame Junta de reconstrucción fiscal, que se convierte en un poder superior y paralelo de facto, no encaran las raíces de los problemas económicos, pues los ciclos de crisis que persisten no se superan restringiendo los gastos. No es asunto de gastos, sino de ingresos. Eso lo sabemos (3) y se ha repetido muchas veces. Es asunto de estrategias de desarrollo equilibrado que no estén atadas a los intereses inmediatos de quienes se quieren seguir lucrando de las situaciones financieras actuales y de un “modelo económico”, que ya está desgastado y en plena decadencia. El pillaje y la rapiña neoliberales no sacan esta situación del atolladero estructural en que se encuentra. El neoliberalismo lo que hace es agravar los problemas existentes y crear muchos otros problemas nuevos para la gente, y solo puede pretender imponer sus soluciones (que buscan garantizar la acumulación de los capitales privilegiados) mediante un autoritarismo cada vez más rampante. Entonces, si bien el gobierno actual representa a saciedad tales posiciones, no es el problema solamente el gobierno actual, sino el neoliberalismo … ¿Acaso exageramos? ¿No está en juego la existencia y la subsistencia de la gente? Todos y cada unos de los conflictos abiertos y sangrantes que vivimos se pueden rastrear muy nítidamente a una raíz común: el neoliberalismo. Su Estado (y gobierno) tienen una misión clara: imponer las políticas y programas neoliberales. Entonces …

Los únicos que pueden cambiar esta situación son la gente, a pesar de los macanazos y los gases lacrimógenos que defienden la impermeabilidad del Estado y su gobierno, Estado (y su gobierno) que no son del pueblo. La posibilidad de asambleas comunitarias por sectores, capaces de gestar un movimiento masivo del pueblo es algo que hay que contemplar e impulsar, pues si las resistencias no son capaces de devenir en movimiento amplio, multifacético y multisectorial, creativo e insistente, no hay salida posible ante esta aceleración de autoritarismo. Como siempre, la posibilidad de democracia, y la satisfacción de las necesidades de convivencia de la gente, son cosas que se conquistan desde abajo. No se pueden delegar, ni se puede dejar que se expropien cuando apenas están latentes. Que no se dejen perder estas revueltas entre las acusaciones de “ultrademocratismo”, pues esa democracia es su fuerza.

No puede ser solo otra gran marcha, ni asambleas ni manifestaciones. Tiene que ser movimiento sostenido, y si tenemos suerte evita las vanguardias y los catecismos. ¿Hace falta color o bandera? Pues que sea blanca, no porque se rinden, sino porque buscan la victoria de la paz de una convivencia distinta que esté en sus propias manos, y no en manos de burócratas o políticos de turno. Puede que l@s estudiantes sean una vez más maestr@s en esto. Ya conocemos las palabras de los enemigos. A ver si ahora escuchamos las voces amigas.

Lo otro, lo que tenemos, es la Banana Republic puertorriqueña que vivimos, en manos de los anexionistas, con su Estado (y gobierno) paranoico, sordo y ciego ante la gente, impermeable. Qué ironía inevitable es esa. No pueden dejar de ser lo que son, neoliberales y neoconservadores fundamentalistas a ultranza. No pueden dejar de ser arbitrarios, prepotentes, autoritarios y revestidos de impunidad, como los pequeños dictadores que alegan no ser, como los dictadores impuestos a conveniencia en esas “repúblicas bananeras” de las que quieren distanciarse con desprecio mientras imponen lo mismo aquí.

Cuando una forma de gobierno se haga destructora de los principios de convivencia en democracia, de respeto y de defensas de las libertades y derechos de la gente, el pueblo tiene el derecho a cambiarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. Cómo es que 200 socialistas y separatistas hayan sido capaz de movilizar 11 recintos durante casi dos meses, a pesar de todos los ardides y obstáculos que se les quiso imponer, eso es algo no ya misterioso sino incluso milagroso. La trama imaginaria de los 200 no puede explicar el proceso de resistencias del cual hemos sido testigos y que ahora amenazan con multiplicarse. Tal vez por eso es que recurren a lo único que saben los de arriba, a pesar de que lo niegan, que no es sino la implantación de estrategias represivas revestidas de la propaganda de siempre.

Esa otra bandera está no solo al revés, sino pisoteada. La nuestra está hecha añicos. A la bandera de la foto le pusimos flores, por aquello de mitigar un tanto la peste que sale de lo actos y premisas del poder delirante, delirio que no es otra cosa que su lógica inevitable del Estado (y su gobierno) neoliberal, pues esos extremos y excepciones que se normalizan son la única manera de sostener al neoliberalismo. Esto no es efímero ni se puede explicar a partir de deficiencias de personalidad (que probablemente se exacerban en situaciones como la que vivimos). Esto es estructural y de largo plazo. A ver hasta dónde podemos llegar, siendo ahora lo que somos, la Banana Republic de Puerto Rico. Solo la gente puede cambiar esto, desde abajo.

Quien tenga ojos, que vea …


La Policía repartió macanazos, golpes, empujones y gases lacrimójenos. (Primera Hora/Andre Kang) (4)

(1) http://www.elnuevodia.com/violenciaenelcapitolio-733059.html

(2) http://www.primerahora.com/convocaronconcentracionencontradelosabusosdelgobiernodeluisfortuno-397849.html

(3) Véase, por ejemplo: http://www.nytimes.com/2010/06/28/opinion/28krugman.html

Krugman es economista respetado y prestigioso que ha escrito varios libros sobre la crisis actual. En este texto insiste en que el problema puede verse en los gastos inadecuados, que conducen a ingresos insuficientes. En otras y pocas palabras, el problema y la prioridad es la creación de empleos, que es lo que genera ingresos en todos los niveles. Y esto no lo dice un “socialista”, ni un “chavista” o “castrista”, sino un economista estudioso de los desequilibrios inevitables del neoliberalismo, que nos han llevado una vez más a una ecomomía depresiva:

We are now, I fear, in the early stages of a third depression. It will probably look more like the Long Depression than the much more severe Great Depression. But the cost — to the world economy and, above all, to the millions of lives blighted by the absence of jobs — will nonetheless be immense.

And this third depression will be primarily a failure of policy. Around the world — most recently at last weekend’s deeply discouraging G-20 meeting — governments are obsessing about inflation when the real threat is deflation, preaching the need for belt-tightening when the real problem is inadequate spending.

(4)  http://www.primerahora.com/macanazosygaseslacrimogenosalosestudiantesenelcapitolio-397252.html

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, cesantías, Comunidades, crisis del clima, crisis ecológica, crisis fiscal, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, gobierno, horizontalidad, huelga general, huelga Puerto Rico, huelga universitaria Puerto Rico, huelga UPR, luchas, movimiento estudiantil, neoliberalismo, protesta, Puerto Rico, resistencia, resistencias

Los estudiantes están pariendo un país

May 27, 2010 By Irizarry

Nuestros estudiantes nos están pariendo como país.  […] Los estudiantes que vencen el miedo a los fantasmas que han arrinconado a otros, nos salvan a todos de la muerte. Nos regalan un futuro que no teníamos hace tres o cuatro semanas y que esperamos ya con impaciencia. Por esto, los estudiantes nos están pariendo como país. Si no queremos seguir estudiando funerales vayamos todos al alumbramiento en los portones de la Universidad. No vaya a ser que faltemos a esta cita y tengamos que encontrarnos cabizbajos y perdidos en alguna plaza.

Pues sí. Nos están pariendo. Hoy (27 de mayo) marchan todos ellos juntos, desde dentro y fuera de la universidad, otra vez, exigiendo y repitiendo lo que ya se ha pedido y repetido, eso que no se quiere escuchar ni aceptar desde arriba: “Diálogo. Negociación. Conocimiento. Educación. Libertad. Transparencia. Democracia. Participación. Éstas fueron nuestras banderas en la madrugada del 21 de abril de 2010; éstas son hoy nuestras exigencias”

Eso lo han dicho, reiterado y hasta gritado porque no se les escucha, no se les quiere escuchar, porque se descarta en los juegos descarados del poder. Se les califica de “extrema izquierda”, a ellos y a cualquiera otra persona que los apoye, a cualquiera que coincida con su revuelta. El problema es que, para la extrema derecha de los neoconservadores neoliberales, cualquier planteamiento que no sea el suyo es de extrema izquierda. Miran a la derecha, y no ven a nadie, pues ellos son la esquina derecha extrema. Entonces, cuando miran a la izquierda ven a tanta gente que solo pueden concluir que todos esos otros son una izquierda extrema, la extrema izquierda. Diálogo. Negociación. Conocimiento. Educación. Libertad. Transparencia. Democracia. Participación. ¿Eso es ahora de extrema izquierda? Ay bendito. Si eso es de extrema izquierda, entonces los que dicen que eso es de extrema izquierda son fascistas primitivos y fundamentalistas atrincherados en su Estado (y gobierno) impermeable, ese mismo Estado y gobierno que sigue hablando de democracia mientras desmantela toda posibilidad de participación. El problema es que el neoliberalismo requiere ese Estado (y su gobierno). Entonces …

Esa es la soledad voraz, violenta y paranoica del poder actual, que pretende seguir con sus imposiciones, a pesar de todo y en contra de todos que no sean los de arriba, y para ello resucitan los miedos eternos, los que han fabricado desde siempre cada vez que sienten amenaza. Para ello tuercen y manipulan lo que en otra época fueron las consignas que buscaban el reconocimiento de las libertades que hemos llegado a creer que son nuestras, las que se conquistaron con luchas sostenidas y difíciles. Tal vez estamos ahora en el comienzo de alguna época como esa, la de las luchas por las libertades necesarias que hay que actualizar.

Lo cierto es que ellos, los de arriba que ocupan los puestos de gobierno, deberían sentirse amenazados, porque las amenazas que han impuesto ellos desde arriba, con sus consecuencias inmediatas insoportables, ahora estallan en una revuelta universitaria que tiende a recoger todos los otros desengaños. Han desmantelado ellos la vida cotidiana de la gente, han descartado la esperanza. La única esperanza que pretenden que sea la nuestra no es la de nosotros, pues esa es la esperanza suya, la esperanza de que pueden ellos seguir acumulando sus riquezas y sus privilegios a pesar  en contra de todos los otros (nosotros, la gente).

Piden que los que no son “universitarios” queden fuera del teatro político que ellos quieren ahora desde arriba. Pero es que con sus actos y políticas neoliberales nos han convertido a todos en universitarios. Todos somos universitarios en este momento. Los universitarios han logrado en los hechos una representación amplia para todos los de abajo, para la gente. Esa lucha es la de todos nosotros, pues lo que está en juego son las prioridades fiscales y de desarrollo de la isla, lo cual no es otra cosa que nuestra vida cotidiana.

Ahora quieren a un obispo como mediador. A ver si un obispo es capaz de revelar y denunciar  los siete pecados capitales que se han convertido en estilo, proceso y programa de gobierno: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia, soberbia. Si acaso se logra eso, entonces hay que reconocer que esos pecados se concentran en los comportamientos de los de arriba y de su gobierno y Estado neoliberal, pues su intención de ellos es la expropiación y la rapiña, el privilegio y el beneficio inmediato sin que importen las consecuencias (sociales, “naturales”, de todas las ecologías …).

Ya veremos. Marchan hacia el Capitolio, ese palacio de la prepotencia y del privilegio. Lo mismo es la Fortaleza, parapeto de gobierno (¿para quién?) del desafortuñado de turno (todos son lo mismo).

Ya veremos. Todo esto anda junto. Todos somos universitarios. La única salida posible viene desde abajo. Ya hemos visto cómo nos dicen que no se puede negociar con los estudiantes porque no son sindicato, y entonces piden buena fe en las negociaciones … ¿En qué quedamos? Juegos de espejos entre cortinas de humos … La única salida posible viene desde abajo. La “huelga” es un hecho, un evento y un proceso que es revuelta. Existe. A ver hasta donde llega. Hacen falta otras fichas, otro juego que no sea el de ellos los de arriba.

Nuestros estudiantes nos están pariendo como país. Yo digo que nos están pariendo como isla, como sociedad y comunidad, como gente.  A ver si somos capaces de nacer. Ya veremos qué sale de la marcha, de la protesta. Esto apenas comienza. Seguimos, o fracasamos. Eso lo hemos aprendido de los de arriba. Que no culpen a otros. La inspiración es y ha sido la persistencia testaruda de lo inaceptable, de lo que no podemos aceptar, y eso es culpa de ellos.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=106397

Los estudiantes están pariendo un país

Anayra O. Santory Jorge
Rebelión

La Universidad del Estado en Puerto Rico cumplió ayer 30 días de huelga. Esta huelga ha paralizado 11 recintos a los que asisten 65.000 estudiantes. El jueves, por vez primera en el siglo que lleva fundada la institución, se reunieron más de 1.000 docentes para aprobar un voto de huelga en caso que se repriman a los estudiantes o no se logre una salida negociada. Los 1.000 docentes reunidos ayer representan el 20% de la plantilla de 5.000 profesores(as). El siguiente texto es una reflexión sobre lo que esta huelga ha representado para los sectores progresistas del país. Una versión de 3 párrafos ha circulado como un llamado urgente a la movilización.

Hebe de Bonafini, líder fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo, ha dicho en repetidas ocasiones que a ellas sus hijos las parieron. A pesar de haber engendrado, parido y criado a los miles de estudiantes, obreros, y jóvenes profesionales asesinados por la sangrienta Junta Militar que gobernó a Argentina en los 80, fueron sus hijos e hijas desaparecidos(as) los que le dieron vida a ellas como ciudadanas, primero de su país, eventualmente del mundo.

Atribuladas por el dolor y la incertidumbre, nacieron a la vida pública preguntando con insistencia por sus hijos, por su paradero, por los motivos que pudieron llevar a un país a negarse a sí mismo el futuro matando a los más valientes, a los más tiernos, a los más sensibles y generosos.

Nuestros estudiantes nos están pariendo como país. Con su generosidad que no ha hecho cálculos individuales sobre lo que pierden o lo que arriesgan, nos han obligado a mirar por encima de nuestros agobios y derrotas, por encima de nuestras agendas abarrotadas o tristes y enfrentar el desolado estado en el que un buen día nos encontraron.

Nuestros estudiantes, a diferencia de sus contrapartes de otras épocas, simultáneamente cercanas y remotas, afortunadamente no han comenzado a desaparecer. Están ahí todos los días. Aparecen por todas partes tras portones que han cobrado nuevos significados. Se asoman, nos miran y nosotros tímidamente correspondemos. Nos hemos quedado atónitos, como si estuviéramos delante de una aparición. Se repiten con diversos nombres en la radio y los periódicos –Giovanni, René, Arturo, Adriana, Ian, Fernando, Jorge, Gabriel– con rostros sin señas y nombres sin títulos, espepitándonos sin más lo que piensan, con el único aval de lo mutuamente acordado.

Quienes tienen el deber de hablarles, de persuadirles, incluso de rendirles cuenta, llevan muy mal lo que consideran insolencia. ¿Qué se han creído estos chicos? ¿Que pueden ir por ahí dándonos el fatigoso espectáculo de vivir a la altura de lo que se sueña?

Están más vivos que nunca, aunque algún célebre haya pegado el puño sobre la mesa y con su usual cara de malo comentara iracundo que las autoridades son muy blandas. Esto de amendrentarlos con la fuerza por varias madrugadas, de negarles agua y alimentos, de golpear enfurecidos a sus padres que se acercan con café y cigarillos, no ha sido, a todas luces, suficiente. Exudan aún demasiada juventud, demasiado optimismo. Abrazan su presente de lucha para reclamar por derecho propio el futuro que se les niega a otros.

Su lucha por una Universidad que abra de par en par libros y puertas y tienda la mano en la oscuridad a otros jóvenes como ellos, destinados desde pequeños a no llegar a los descampados universitarios que nuestros estudiantes han vuelto sus casas. Estos, los que no parecen tener miedo –los más valientes, los más tiernos, los más sensibles, los más generosos– convidan con su hazaña a otros inútilmente arrojados. A los que se juegan la vida en una esquina, a los que han asumido su condena, a los que miran de frente su muerte a diario y la adornan con rituales noveles, nuestros estudiantes los invitan a reinventar las maneras de ser jóvenes. Reclaman oportunidades para los que están, para los que aún no han llegado, para los extraviados. A todos nos debemos.

Los estudiantes que vencen el miedo a los fantasmas que han arrinconado a otros, nos salvan a todos de la muerte. Nos regalan un futuro que no teníamos hace tres o cuatro semanas y que esperamos ya con impaciencia. Por esto, los estudiantes nos están pariendo como país. Si no queremos seguir estudiando funerales vayamos todos al alumbramiento en los portones de la Universidad. No vaya a ser que faltemos a esta cita y tengamos que encontrarnos cabizbajos y perdidos en alguna plaza.

Anayra O. Santory Jorge, Ph D. Universidad de Puerto Rico, Mayagüez
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, cesantías, Comunidades, crisis ecológica, crisis Puerto Rico, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, Fortuño, gobierno, huelga general, huelga Puerto Rico, imperialismo, Imperio, luchas, neoliberalismo, protesta, Puerto Rico, resistencias

La rebelión estudiantil de Puerto Rico

May 22, 2010 By Irizarry

Los estudiantes se niegan a levantar la huelga hasta lograr un compromiso de la otra parte que asegure la exención de matrícula y la no privatización de las instalaciones y seguramente continuarán recibiendo la creciente solidaridad de la intelectualidad isleña, latinoamericana y de todos los que abogan en el mundo por el derecho a la educación pública, gratuita y universal de calidad. Una lucha admirable.

Lucha admirable es. Buena reseña es esta, a su modo y en su momento.

Pues sí, l@s universitari@s tienen el apoyo de much@s en la isla y en el mundo, apoyo de la gente y de los que saben que cualquier solución posible solo llega de la gente, a pesar de todas las violencias que se concentran en su contra, en contra de la gente.

Ahora l@s profesor@s andan en huelga. Eso sí es noticia. Bienvenid@s sean.

Persisten tod@as en este esfuerzo porque hay mucha vitalidad en sus actos, y porque los eventos que sostienen esta revuelta son contagiosos. Deseamos que sigan los contagios. La resistencia parece un virus para Ustedes (los de arriba), pero es porque la enfermedad son Ustedes (los de arriba), y la cura aparece para Ustedes (los de arriba) como enfermedad .

Esa es la única opción, desde abajo, el contagio viral de las movilizaciones sostenidas, de las resistencias. L@s universitari@as son punta de lanza en este momento. Ell@s encarnan otra cosa, otros flujos y posibilidades. No son las opciones del gobierno de turno con su programa neoliberal agresivo y descarado, que hereda e implanta los caminos que han preparado muchos gobiernos anteriores. L@s universitai@as ahora tienden a hacer otra cosa que no es el discurso, ni las acciones y reacciones recicladas del Estado y su gobierno, ni lo que hacen los partidos políticos oficiales del poder.

Hay que insistir: el problema no es el presupuesto del sistema universitario estatal. El problema no es el presupuesto asignado al sistema universitario, pues eso es proceso burocrático del poder que pretende desmantelar el sistema universitario público, como parte del gran plan neoliberal del gobierno de turno (heredero de tantos otros gobiernos). Los efectos del presupuesto asignado al sistema universitario son parte de la lógica neoliberal que pretende imponer limitaciones cotidianas (a la gente) para satisfacer las necesidades del neoliberalismo como gobierno descarado, autoritario y de rapiña. Eso lo saben a su manera los que están en huelga en la revuelta universitaria. Benditos sean.

Lo que está en juego ahora es el sistema de escolarización pública, y eso a su vez es parte de toda una estrategia de “desarrollo” (de acumulación del capital neoliberal aceptado, bienvenido desde arriba, y del gobierno que requiere y que se impone). Pretende subordinarlo todo a las necesidades inmediatas de ese capital, cueste lo que le cueste a la gente. El desmantelamiento de los servicios estatales que se impone como parte de una supuesta reconstrucción fiscal (¿para quién?) son parte del mismo proceso. La gente no importa. Somos siempre poblaciones desechables a partir de los intereses de esos capitales neoliberales. Los de arriba siguen arriba. Esa ha sido y sigue siendo la historia de la isla hasta ahora.

Aquí no hay “negociación” posible. Eso lo saben los de arriba. Esto es un tranque. Ganamos, o perdemos, y eso vale para todos. Estamos en una situación insostenible. Para salir de esto hacen falta otro juego, otra mesa y otras fichas. Y eso depende de que muchos otros participen del proceso, y que lo extiendan desde abajo. No se puede abandonar esta revuelta. Condensa todo lo que se rechaza en tantas otras instancias y momentos, en contra del neoliberalismo.

Tal vez por eso hemos recibido este mensaje en Filo de la Tijera. Se lo presentamos tal y como lo recibimos:

Nombre      Los toros negros
Email          toronegro1978@gmail.com
Website      http://vivafortuno.com
Mensaje     arregalon rapidito? Tumben el link a radiohuelga o se la tumbamos de nuevo cabrones comunistas y el pendejo que pinta que se pinte pal carajo
Q&A        perro

Lograron interrumpirnos un instante. ¿Y qué? Estamos aquí. Nos honran con su odio. Se identifican como toronegro1978 ¿Cerro Maravilla? Ay bendito … Son los mismos miedos y amenazas de siempre. Son los mismos, en sus intenciones, los que se prestan para tales comportamientos. Ya sabemos algo y mucho de la mente y de la mentalidad que sostienen los deseos y satisfacciones perversas de las represiones. Es caldo de fascismo.

Al contrario y en su contra, lo que sucede en la revuelta universitaria es otra cosa. La convivencia posible, la que se hace ahora en la revuelta que se quiere suprimir, no necesita a los que quieren intimidarla, ni se deja intimidar, pues no les conceden legitimidad. Ahí no existen Ustedes (los de arriba y sus sicarios). Tal vez por ello Ustedes se sienten amenazados y quieren reprimir. ¿Eso es lo único que saben y quieren hacer?

Vemos el despliegue cibernético de las macanas fanfarronas, y los intentos de sabotajes a las páginas de las resistencias universitarias. ¿Quién les paga para que sean sicarios? El dinero, a pesar de todo, viene de la gente, del pueblo, de sus esfuerzos y su trabajo. Pero no se quiere que ese dinero sea para el beneficio de la gente.¿Para quién trabajan, en sus heroísmo oficializados, estos abusadores? El heroísmo no es el de Ustedes, sino el de l@s univerisitar@s.

Lo importante es que las resistencias persisten.

En la revuelta universitaria hay que ver cómo ocurre una alternativa en sus inicios posibles, en este momento y en ese lugar, si acaso se aprovecha esta revuelta para que llegue a ser otra cosa. Todos somos parte de lo mismo. Puede que no lo reconozcan todos desde abajo, o que algunos no puedan aceptarlo por lo que implica y requiere para muchas organizaciones (y gente). La suerte de todos se juega en este proceso, en esta revuelta.

El “apoyo” no basta. Todos andamos juntos en esto. Qué trágico sería no lanzarse en ese oleaje. Eso se percibe y se siente desde abajo. Ya veremos.

http://www.jornada.unam.mx/2010/05/20/index.php?section=opinion&article=022a1mun

La rebelión estudiantil de Puerto Rico

Ángel Guerra Cabrera

La huelga general en la Universidad de Puerto Rico culmina su séptima semana y es ya el enfrentamiento más prolongado y agudo de un sector de la sociedad puertorriqueña con la impopular administración del gobernador Luis Fortuño. Este ha ofendido y menospreciado a una casa de estudios cuyos 11 planteles se esparcen por toda la geografía isleña, con fuertes lazos en la sociedad y la familia, enraizada en el imaginario colectivo como depositaria del acervo de la nación: la preservación y enriquecimiento de la cultura nacional y del ideal independentista; el debate democrático de ideas y el ejercicio del pensamiento crítico, el impulso a la investigación científica, y la defensa de la educación pública y gratuita, médula de la actual lucha estudiantil.

La huelga universitaria se inserta en la resistencia del pueblo puertorriqueño contra las draconianas medidas neoliberales de Fortuño, pero se destaca por la vibrante solidaridad nacional e internacional que ha concitado, en primer lugar porque defiende una causa noble y justa, pero también por su creatividad política, madurez, discurso renovador y novedosos métodos de comunicación dentro del movimiento estudiantil y de éste con la sociedad, entre los cuales Radio Huelga, que con mínimos recursos y mucho ingenio se ha implantado como vocera oficial de los huelguistas.

Las medidas de Fortuño han implicado privar al presupuesto de parte importante de los fondos destinados a la educación, la salud, la cultura y la asistencia social en lo que constituye una abdicación de la función del Estado como garante de estos servicios. Como consecuencia el gobernador ha echado a la calle a más de 15 mil empleados públicos y congelado los salarios del sector. Pero su proyecto estrella son las llamadas alianzas público-privadas, que no son más que una forma enmascarada de privatizar muchas actividades del Estado.

Cuando anunció las medidas, Fortuño dijo que la Universidad no estaba incluida pero meses más tarde se fue contra la casa de estudios aduciendo lo costoso que resultaba para el presupuesto el “privilegio” de estudiar, lo que provocó la indignación de los estudiantes. La realidad es que sucesivos gobiernos neoliberales han desfondado deliberadamente a la Universidad de Puerto Rico con el objetivo de privatizarla. La han privado de ingresos sobre los nuevos impuestos basándose en una ley mañosa y la han endeudado en cientos de millones de dólares a través de la construcción de obras fastuosas, que con frecuencia han terminado en manos privadas. Ya en 2005 los estudiantes se fueron a la huelga contra este estado de cosas y en el gobierno de Fortuño han denunciado la grave situación en que se está colocando a la casa de estudios y presentando propuestas para solucionarla sin que las autoridades de la institución se hayan dado por enteradas. Así estaban las cosas cuando el presidente de la universidad anuncia públicamente que habrá una reducción de 100 millones de dólares en el presupuesto para 2011, la eliminación de las exenciones de matrícula y un aumento de ésta. Fue la gota que colmó la copa y llevó a la convocatoria de un paro estudiantil de 48 horas por una asamblea general, que desembocó finalmente en la huelga general indefinida ante la cerrazón de las autoridades para escuchar las propuestas de los estudiantes.

Durante este proceso ha contrastado la voluntad negociadora de los alumnos con el ánimo represivo e intransigente del gobernador y las autoridades universitarias. La policía puso bajo sitio a varios recintos impidiendo la entrada de agua y alimentos a los estudiantes en resistencia. Esto hizo que a la gran simpatía por el movimiento se sumara la indignación y que la coalición Todo Puerto Rico por Puerto Rico, los principales sindicatos y organizaciones populares y la comunidad artística convocaran a un día de paro en solidaridad con los estudiantes que presenció a decenas de miles de personas manifestarse ante los muros de Río Piedras mientras un juez con decencia ordenaba a la policía facilitar el acceso de suministros.

Los estudiantes se niegan a levantar la huelga hasta lograr un compromiso de la otra parte que asegure la exención de matrícula y la no privatización de las instalaciones y seguramente continuarán recibiendo la creciente solidaridad de la intelectualidad isleña, latinoamericana y de todos los que abogan en el mundo por el derecho a la educación pública, gratuita y universal de calidad. Una lucha admirable.

aguerra_123@yahoo.com.mx

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, cesantías, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desde abajo, despidos, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, Fortuño, gobierno, horizontalidad, huelga estudiantes UPR, huelga general, huelga Puerto Rico, imperialismo, Imperio, luchas, neoliberalismo, protesta, resistencia, resistencias

LA CUARTA GUERRA MUNDIAL

April 9, 2010 By Irizarry

Esta Cuarta Guerra Mundial usa lo que nosotros llamamos “destrucción”. Se destruyen los territorios y se despueblan. A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar. ¿Cuál es el principal problema que enfrenta este mundo unipolar para globalizarse? Los Estados nacionales, las resistencias, las culturas, las formas de relación de cada nación, lo que las hace diferentes. ¿Cómo es posible que la aldea sea global y que todo el mundo sea igual si hay tantas diferencias? Cuando decimos que es necesario destruir los Estados nacionales y desertificarlos no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente. Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización.

Vivimos en un estado de guerras permanentes, estrategia de los capitales multinacionales (y sus asociados) que dominan la explotación neoliberal. Con la guerra se busca lograr muchas cosas, desde arriba. Lo más importante es la extensión de los controles (internos y externos: se intensifica la coincidencia) a través de las conquistas y reconquistas que buscan la redefinición y extensión contínua de nuevas formas y zonas de explotación, especialmente en este periodo definido por la tendencia del retorno de la economía depresiva, y por la necesidad de intensificar la economía de guerra en nombre del fantasma de la llamada defensa nacional de los poderosos.

Eso implica, entre otras cosas, la redefinición de la guerra misma, la difusión de nuevas formas, tácticas y estrategias de agresión, que no se olvidan de las anteriores, sino que las actualizan (y eso es toda una industria, aspecto estratégico de la acumulación del capital). Para los imperialismos esto requiere nuevos enemigos, pues así se puede lograr la justificación y persistencia del Estado de Seguridad Nacional que encarna las tendencias de la fascistización actualizada (que mediatiza la guerra en lo cotidiano, con sus autoritarismos, sus militarismos y sus nacionalismos policiacos de Estado).

Es fascistización indispensable para ellos, porque las condiciones de acumulación y reproducción de los capitales intensifican muchas y demasiadas inestabilidades y crisis incómodas y peligrosas para ellos. Esto no es coyuntura pasajera, sino cambio estructural, situación de largo plazo, que marca cambio de época.

En ese contexto urgente no podemos dejar a un lado la lucidez del pensamiento y las prácticas zapatistas. Ese pensamiento, y esas prácticas y experiencias, siguen siendo actuales.

La pregunta es cómo devenimos zapatistas, desde donde estamos.

La Jornada, 23 de octubre de 2001   http://www.jornada.unam.mx
http://inmotionmagazine.com/auto/cuarta.html

LA CUARTA GUERRA MUNDIAL
El siguiente texto es un fragmento de la plática impartida por el subcomandante Marcos ante la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos en La Realidad, Chiapas, el 20 de noviembre de 1999, de la cual se publicó su bosquejo en las cartas 5.1 y 5.2, en noviembre del mismo año con el título: “Chiapas: la guerra: i. Entre el satélite y el microscopio, la mirada del otro”, y “ii. La máquina del etnocidio”.

Cualquier semejanza con las condiciones de la guerra actual es mera causalidad.
Subcomandante Insurgente Marcos

LA REESTRUCTURACION DE LA GUERRA

Según nuestra concepción, hay varias constantes en las llamadas guerras mundiales, sea la Primera Guerra Mundial, la Segunda o las que nosotros llamamos Tercera y Cuarta.

Una de estas constantes es la conquista de territorios y su reorganización. Si consultan un mapamundi, van a ver que, al término de cualquier guerra mundial hubo cambios, no sólo en la conquista de territorios sino en las formas de organización. Después de la Primera Guerra Mundial hay un nuevo mapamundi, después de la Segunda Guerra Mundial hay otro mapamundi.

Al término de lo que nosotros nos atrevemos a llamar “Tercera Guerra Mundial” y que otros llaman Guerra Fría, hubo una conquista de territorios y una reorganización. A grandes rasgos, se puede ubicar a finales de los años ochenta, con el derrumbe del campo socialista de la Unión Soviética y al principio de los años noventa al vislumbrarse lo que llamamos la Cuarta Guerra Mundial.

Otra constante es la destrucción del enemigo. Es el caso del nazismo en la Segunda Guerra Mundial y, en la Tercera, de todo lo que se conocía como urss y el campo socialista como opción frente al mundo capitalista.

La tercera constante es la administración de la conquista. En el momento en que se logra la conquista de territorios, es necesario administrarlos de manera que aporten ganancias a la fuerza que ganó. Nosotros usamos mucho el término “conquista” porque somos expertos en esto. Los Estados que antes se llamaban nacionales siempre han intentado conquistar a los pueblos indios. A pesar de estas constantes, hay una serie de variables que cambian de una guerra mundial a otra: la estrategia, los actores, o sea las partes, el armamento utilizado y, por último, las tácticas. Aunque éstas vayan cambiando, aquéllas se manifiestan y se pueden aplicar para entender una guerra y otra.

La Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría, abarca de 1946 (o, si se quiere, desde la bomba de Hiroshima, en 1945) hasta 1985-1990. Es una gran guerra mundial compuesta de muchas guerras locales. Como en todas las otras, al final hay una conquista de territorios que destruye a un enemigo. Acto seguido, se pasa a la administración de la conquista y se reorganizan los territorios. En esta guerra mundial había como actores: uno, las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética con los relativos satélites; dos, la mayoría de los países europeos; tres, América Latina, Africa, partes de Asia y Oceanía. Los países periféricos giraban en torno a eu o a la urss, según les convenía. Después de las superpotencias y de los periféricos estaban los espectadores y las víctimas, o sea el resto del mundo. No siempre las dos superpotencias se peleaban de frente. A menudo lo hacían por medio de otros países. Mientras las grandes naciones industrializadas se sumaban a uno de los dos bloques, el resto de los países y de la población aparecían como espectadores o como víctimas. Lo que caracterizaba esta guerra era: uno, la carrera armamentista y dos, las guerras locales. Con la guerra nuclear, las dos superpotencias competían para ver cuántas veces podían destruir el mundo. La forma de convencer al enemigo era presentarle una fuerza muy grande. Al mismo tiempo, en todas partes se desarrollaban guerras locales en las que estaban metidas las dos superpotencias.

El resultado fue, como todos sabemos, la derrota y la destrucción de la urss, y la victoria de eu, alrededor del cual se aglutinan hoy la gran mayoría de los países. Es cuando sobreviene lo que llamamos “Cuarta Guerra Mundial”. Aquí surge un problema. El producto de la anterior guerra debía ser un mundo unipolar -una sola nación que domina a un mundo donde no hay rivales- pero para hacerse efectivo, este mundo unipolar tiene que llegar a lo que se conoce como “globalización”. Hay que concebir al mundo como un gran territorio conquistado con un enemigo destruido. Es necesario administrar este nuevo mundo y por lo tanto globalizarlo. Entonces se acude a la informática que, en el desarrollo de la humanidad, es tan importante como la invención de la máquina de vapor. La informática permite estar simultáneamente en cualquier lado; ya no hay más fronteras, limitaciones temporales o geográficas. Es gracias a la informática que empieza el proceso de globalización. Se erosionan las separaciones, las diferencias, los Estados nacionales y el mundo se convierte en lo que se llama, con verosimilitud, la aldea global.

La concepción que da fundamento a la globalización es lo que nosotros llamamos “neoliberalismo”, una nueva religión que va a permitir que el proceso se lleve a cabo. Con esta Cuarta Guerra Mundial, otra vez, se conquistan territorios, se destruyen enemigos y se administra la conquista de estos territorios.

El problema es qué territorios se conquistan y reorganizan y quién es el enemigo. Puesto que el enemigo anterior ha desaparecido, nosotros decimos que ahora el enemigo es la humanidad. La Cuarta Guerra Mundial está destruyendo a la humanidad en la medida en que la globalización es una universalización del mercado, y todo lo humano que se oponga a la lógica del mercado es un enemigo y debe ser destruido. En este sentido todos somos el enemigo a vencer: indígenas, no indígenas, observadores de los derechos humanos, maestros, intelectuales, artistas. Cualquiera que se crea libre y no lo está.

Esta Cuarta Guerra Mundial usa lo que nosotros llamamos “destrucción”. Se destruyen los territorios y se despueblan. A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar. ¿Cuál es el principal problema que enfrenta este mundo unipolar para globalizarse? Los Estados nacionales, las resistencias, las culturas, las formas de relación de cada nación, lo que las hace diferentes. ¿Cómo es posible que la aldea sea global y que todo el mundo sea igual si hay tantas diferencias? Cuando decimos que es necesario destruir los Estados nacionales y desertificarlos no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente. Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización.

El primer obstáculo son los Estados nacionales: hay que atacarlos y destruirlos. Hay que destruir todo lo que hace que un Estado sea “nacional”: la lengua, la cultura, la economía, su quehacer político y su tejido social. Si no sirven más las lenguas nacionales, hay que destruirlas y hay que promover una nueva lengua. Contra lo que se pueda pensar, ésta no es el inglés, sino la informática. Hay que homologar todas las lenguas, traducirlas al idioma informático, incluso el inglés. Todos los aspectos culturales que hacen que un francés sea francés, un italiano sea italiano, un danés, danés, un mexicano, mexicano, deben ser destruidos porque son barreras que impiden acceder al mercado globalizado. Ya no es cuestión de hacer un mercado para los franceses y otro para los ingleses o los italianos. Debe haber un solo mercado en donde una misma persona pueda consumir un mismo producto en cualquier parte del mundo y en donde una misma persona se comporte como un ciudadano del mundo y no ya como un ciudadano de un Estado nacional.

Eso significa que la historia cultural, la historia de la tradición choca con este proceso y es el enemigo de la Cuarta Guerra Mundial. Esto es particularmente grave en Europa donde hay naciones con grandes tradiciones. Las lógicas culturales francesas, italianas, inglesas, alemanas, del Estado español, etcétera -todo lo que no pueda ser traducido en términos informáticos y de mercado- son un impedimento para esta globalización. Ahora las mercan-cías van a circular por los canales de la informática y todo lo demás debe ser destruido o hecho a un lado. Los Estados nacionales tenían su propia estructura económica y lo que se llamó “burguesía nacional” -capitalistas con sedes nacionales y con ganancias nacionales. Esto ya no puede existir: si la economía se decide a nivel global, las políticas económicas de los Estados nacionales que querían proteger a los capitales nacionales son un enemigo al que hay que vencer. El Tratado de Libre Comercio y lo que los llevó a la Unión Europea, el Euro, son síntomas de que la economía se globaliza, aunque en principio se trate de una globalización regional, como en el caso de Europa. Los Estados nacionales construyen sus relaciones políticas, pero ahora las relaciones políticas no sirven más. No las califico de buenas o malas; el problema es que estas relaciones políticas son un impedimento para que se cumplan las leyes de mercado. La clase política nacional es vieja, ya no sirve, tiene que ser cambiada. Traten de hacer memoria; intenten recordar aunque sea el nombre de un solo hombre de Estado en Europa. Sencillamente, no pueden. Los personajes más importantes de la Europa del Euro son gente como el presidente de la Bundes Bank, un banquero. Lo que él dice es lo que va a regir las políticas de los distintos presidentes o primeros ministros que padecen los países de Europa.

Si el tejido social está roto, las antiguas relaciones de solidaridad que hacían posible la convivencia en un Estado nacional también se rompen. De ahí que se alienten las campañas contra los homosexuales y las lesbianas, contra los migrantes, o las campañas de xenofobia. Todo lo que antes mantenía un cierto equilibrio tiene que romperse a la hora que esta guerra mundial ataca al Estado nacional y lo transforma en otra cosa.

Se trata de homogenizar, de volver a todos iguales y de hegemonizar una propuesta de vida. Es la vida global. Su mayor diversión debe ser la informática, su trabajo debe ser la informática, su valor como ser humano debe ser el número de tarjetas de crédito, su capacidad de compra, su capacidad productiva. El caso de los maestros es muy claro. Ya no vale quién tiene más conocimiento o quién es más sabio; ahora vale quién produce más investigaciones y en este sentido se deciden sus sueldos, sus prestaciones, su lugar en la universidad.

Esto tiene mucho que ver con el modelo estadunidense. Sin embargo sucede que esta Cuarta Guerra Mundial también produce un efecto contrario que llamamos “fragmentación”. De manera paradójica el mundo no se está haciendo uno sino que se está partiendo en muchos pedazos. Aunque se supone que el ciudadano se está haciendo igual, emergen los diferentes en tanto que diferentes: los homosexuales y lesbianas, los jóvenes, los migrantes. Los Estados nacionales funcionan como un gran Estado, el Estado-tierra-sociedad anónima que nos parte en muchos pedazos.

Si observan un mapamundi de este periodo -el final de la Tercera Guerra Mundial- y analizan los últimos ocho años, ha habido una recomposición, sobre todo en Europa, pero no sólo. Donde antes había una nación ahora hay muchas naciones, el mapamundi se ha fragmentado. Este es el efecto paradójico que está ocurriendo a causa de esta Cuarta Guerra Mundial. En lugar de que se globalice, el mundo se fragmenta y en lugar de que este mecanismo hegemonice y homogenice, van apareciendo cada vez más los diferentes. La globalización y el neoliberalismo están haciendo del mundo un archipiélago. Y hay que darle una lógica de mercado, organizar estos fragmentos en un común denominador. Es lo que nosotros llamamos “bomba financiera”.

Al mismo tiempo que aparecen los diferentes, se multiplican las diferencias. Cada joven tiene su grupo, su forma de pensar, por ejemplo los punks, los skin heads; todos los que hay en cada país. Ahora los diferentes no sólo son diferentes, sino que multiplican sus diferencias y buscan una identidad propia. Evidentemente, la Cuarta Guerra Mundial no les ofrece un espejo que les permita verse con un común denominador, les está ofreciendo un espejo roto. Cada quien escoge el pedacito que le toca y, con éste, su conducta de vida. Mientras tenga el control del archipiélago -sobre los seres humanos, no sobre los territorios- el poder no se va a apenar mucho.

El mundo se está partiendo en muchos pedazos, grandes y pequeños. Ya no hay continentes en el sentido de que yo sea europeo, africano o americano. Lo que ofrece la globalización del neoliberalismo es una red construida por el capital financiero o, si se quiere, el poder financiero. Si hay una crisis en este nudo, el resto de la red va a amortiguar los efectos. Si hay bonanza en un país, no se produce un efecto de bonanza en el resto de los países. Es entonces una red que no funciona, lo que nos dijeron fue una mentira del tamaño del mundo, es un discurso reiterado en los líderes de América Latina, ya sea Menem, Fujimori, Zedillo u otros dirigentes de comprobada calidad moral. En la realidad ocurre que la red ha hecho mucho más vulnerables a los Estados nacionales. Los está acabando de destruir, ahora por efectos internos. De nada sirve que un país se esfuerce por construirse un equilibrio y un destino propio en cuanto nación. Todo depende de lo que pase en un banco de Japón o de lo que haga la mafia en Rusia o un especulador en Sydney. De una u otra forma, los Estados nacionales no son salvados, son condenados definitivamente. Cuando un Estado nacional acepta integrarse a esta red -porque no hay más remedio, porque lo obligan o por convicción- firma su acta de defunción.

En suma, lo que quiere hacer este gran mercado es convertir todas estas islas no en naciones, sino en centros comerciales. Se puede pasar de un país a otro y encontrar los mismos productos, ya no hay ninguna diferencia. En París o en San Cristóbal de Las Casas se puede consumir lo mismo; si uno está en San Cristóbal de Las Casas puede estar simultáneamente en París recibiendo noticias. Es el fin de los Estados nacionales. Y no sólo: es el fin de los seres humanos que los conforman. Lo que importa es la ley del mercado y ésta marca que tanto produces, tanto vales, tanto compras, tanto vales. La dignidad, la resistencia, la solidaridad estorban. Todo lo que impide que un ser humano se convierta en una máquina de producir y comprar es un enemigo y hay que destruirlo. Por esto, nosotros decimos que esta Cuarta Guerra Mundial tiene como enemigo al género humano. No lo destruye físicamente pero sí lo destruye en cuanto ser humano.

De manera paradójica, al destruirse los Estados nacionales, la dignidad, la resistencia y la solidaridad se construyen de nuevo. No hay lazos más fuertes, más sólidos que los que existen entre los grupos diferentes: entre los homosexuales, entre las lesbianas, entre los jóvenes, entre los migrantes. Entonces, esta guerra pasa también por el ataque a los diferentes. A eso se deben las campañas tan fuertes en Europa y en Estados Unidos en contra de los diferentes, porque son morenos, hablan otra lengua o tienen otra cultura. La forma de cultivar la xenofobia en lo que queda de los Estados nacionales, es hacer amenazas: “estos migrantes turcos te quieren quitar tu trabajo”, “estos migrantes mexicanos vienen a violar, vienen a robar, vienen a meter malas costumbres”. Los Estados nacionales -o lo poco que de ellos queda- delegan en los nuevos ciudadanos del mundo, los informáticos, el papel de sacar a esos migrantes. Y es ahí donde proliferan grupos como el Ku Klux Klan, o llegan al poder personas de tanta probidad como Berlusconi. Todos construyen su campaña sobre la xenofobia. El odio hacia los diferentes, la persecución en contra de cualquiera que sea diferente es mundial; pero también la resistencia de cualquiera que es diferente es mundial. Frente a esa agresión, estas diferencias se multiplican, se solidifican. Esto es así, no voy a calificar si es bueno o malo, así está ocurriendo.

LA GUERRA NO ES SOLO MILITAR

En términos propiamente militares la Tercera Guerra Mundial tenía su lógica. Era en primer lugar una guerra convencional, concebida de manera que si yo pongo soldados y tú pones soldados, nos enfrentamos y quien quede vivo gana. Esto acontecía en un territorio específico que, en el caso de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, otan, y del Pacto de Varsovia, era Europa. A partir de la guerra convencional, o sea entre ejércitos, se estableció una carrera militar y armamentista.

Vamos a ver un poco más los detalles. Esta [enseña un rifle], por ejemplo, es una arma semiautomática y se llama AR-15, rifle automático. La fabricaron para el conflicto de Vietnam y se puede desarmar muy fácilmente [la desarma], ya está. Cuando la hicieron, los estadunidenses pensaban en un escenario de guerra convencional, es decir, grandes contingentes militares que se enfrentan. “Juntamos a muchos soldados, nos aventamos y al final alguien tiene que quedar.” Al mismo tiempo, el Pacto de Varsovia desarrollaba el fusil automático Kalashnikov que comúnmente se llama AK-47, un arma con mucho volumen de fuego a distancias cortas, de hasta 400 metros. La concepción soviética implicaba grandes oleadas de tropa: aventaban un montón de soldados disparando, y si morían, llegaba una segunda oleada y una tercera. Ganaba el que tenía más soldados. Entonces, los estadunidenses pensaron: “ya no sirve más el viejo fusil Garand de la Segunda Guerra Mundial. Ahora necesitamos una arma que tenga mucho volumen de fuego para rangos cortos”. Sacaron el AR-15 y lo probaron en Vietnam. El problema es que se descompuso, no sirvió. Cuando atacaban a los vietcong, el mecanismo se quedaba abierto y a la hora de disparar hacia “clic”. Y no era una cámara fotográfica, era un arma. Intentaron resolver el problema con el modelo M16-A1. Aquí, la trampa está en la bala que se llama de dos diferentes maneras. Una, la civil de 2.223 -fracción de pulgadas- se puede comprar en cualquier tienda de Estados Unidos. La otra, de 5.56 milímetros, es de uso exclusivo de las fuerzas de la otan. Esta es una bala muy rápida y tiene una trampa. En la guerra el objetivo es conseguir que el enemigo tenga bajas, no muertos, y un ejército considera que tiene bajas cuando un soldado ya no puede combatir. La Convención de Ginebra -un acuerdo para humanizar la guerra- prohíbe las balas expansivas porque a la hora de entrar destruyen más y son mucho más letales que una bala de punta dura.

“Puesto que la idea es subir el número de heridos y bajar el número de muertos” -dijeron- “prohibamos las balas expansivas”. Un balazo de una bala dura te deja inutilizado, ya estás de baja, no te mata a menos que alcance un punto vital. Para cumplir con la Convención de Ginebra y hacer trampa, los estadunidenses crearon la bala de punta blanda que, al introducirse en el cuerpo humano, se dobla y da vueltas. El orificio de entrada es de un tamaño y el de salida es mucho más grande. Esta bala es peor que la expansiva y no viola los convenios. Sin embargo, si te da en un brazo… te lo vuela. Una bala 162 te atraviesa y te deja herido; pero ésta te destroza. Como por casualidad, el gobierno mexicano acaba de comprar 16 mil de estas balas.

Es decir, se generaron armas para escenarios precisos. Vamos a suponer que no querían usar la bomba nuclear; ¿qué usaban? Muchos soldados contra muchos soldados. Y así se crearon las doctrinas de guerra convencional de la otan y del Pacto de Varsovia.

La segunda opción era una guerra nuclear localizada, una guerra con armas nucleares, pero sólo en algunas partes y no en otras. Había un acuerdo entre las dos superpotencias para no atacarse en sus propios territorios y pelearse sólo en un territorio neutral. Sobra decir que este territorio era Europa. Ahí es donde iban a caer las bombas y a ver quién quedaba vivo en Europa Occidental y lo que entonces se llamaba Europa Oriental.

La última opción de la Tercera Guerra Mundial era la guerra nuclear total que fue un gran negocio, el negocio del siglo. La lógica de la guerra nuclear es que no había ganador; no importa quién disparaba primero, por muy rápido que disparara, el otro alcanzaba a disparar también. La destrucción era mutua y, desde el principio, simplemente se renunció a esta opción. Su carácter pasó a ser lo que en términos de diplomacia militar se llama “disuasión”.

Para que los soviéticos no usaran el arma nuclear, los estadunidenses desarrollaron muchas armas nucleares y para que éstos no usaran el arma nuclear, los soviéticos desarrollaron más armas nucleares y así sucesivamente. Se llamaban imb (Intercontinental Mission Ballistic) y eran los cohetes que iban de Rusia a Estados Unidos y de Estados Unidos a Rusia. Costaron una fortuna y ahorita ya no sirven para nada. También había otras armas nucleares de uso local que eran las que se iban a usar en Europa en el caso de una guerra nuclear localizada.

Cuando comenzó esta fase, en 1945, había una guerra por librar porque Europa estaba partida en dos. La estrategia militar -estamos hablando de aspectos puramente militares- era la siguiente: unos puestos avanzados frente a la línea enemiga, una línea de logística permanente y la metrópoli, llámese Estados Unidos o la Unión Soviética. La línea de logística abastecía los puestos avanzados. Grandes aviones que estaban en el aire las 24 horas del día, los B-52 Fortaleza, cargaban las bombas nucleares y nunca necesitaban bajar. Y estaban los pactos. El pacto de la otan, el Pacto de Varsovia y la seato (South East Asia Treaty Organization), que es como la otan de los países asiáticos. El modelo se ponía en juego en guerras locales. Todo tenía una lógica y era lógico pelearse en Vietnam que era un escenario acordado. En el papel de los puestos de avanzada estaban los ejércitos locales o insurgentes; en el papel de la logística permanente estaban las líneas de venta de armamento clandestino o legal y en el papel de la metrópoli, las dos superpotencias. También había un acuerdo sobre los lugares en donde tenían que quedarse como espectadores. Los ejemplos más claros de estas guerras locales son las dictaduras de América Latina, los conflictos en Asia, particularmente Vietnam, y las guerras en Africa. Aparentemente, éstas no tenían absolutamente ninguna lógica, pues la mayoría de las veces no se entendía qué estaba pasando, pero lo que ocurría era parte de este esquema de guerra convencional.

En esta época -y eso es importante- es cuando se desarrolla el concepto de “guerra total”: en la doctrina militar entran elementos que ya no son militares. Por ejemplo, en Vietnam, desde la ofensiva del Teth (1968) hasta la toma de Saigón (1975), los medios de comunicación se vuelven un frente de batalla muy importante. Así, se desarrolla entre los militares la idea de que no basta con el poder militar: Es necesario incorporar otros elementos como los medios de comunicación. Y que también se puede atacar al enemigo con medidas económicas, con medidas políticas y con la diplomacia, que es el juego de las Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales. Unos países hacían sabotajes para obtener condenas o censuras contra otros, lo que se llamaba “guerra diplomática”.

Todas estas guerras seguían la lógica del dominó. Suena ridículo, pero estaban como dos rivales jugando dominó con el resto de la población. Uno de los contrincantes ponía una ficha y el otro intentaba poner la suya para cortarle el seguimiento. Es la lógica de aquel personaje ilustre que se llama Kissinger, secretario de Estado del gobierno estadunidense en la época de Vietnam, quien decía: “no podemos abandonar Vietnam porque sería cederle la partida de dominó en el Sureste asiático a los otros”. Y por eso hicieron lo que hicieron en Vietnam.

Además, se trataba de recuperar la lógica de la Segunda Guerra Mundial. Para la mayoría de la población, ésta había tenido una lógica heroica. Ahí está la imagen de los marines liberando Francia de la dictadura, liberando Italia del Duce, liberando Alemania de los militares, el ejército rojo entrando por todos lados. Supuestamente, la Segunda Guerra se hizo para eliminar un peligro para toda la humanidad, el nacionalsocialismo. Entonces, de una u otra forma, las guerras locales trataron de recuperar la ideología de que “estamos en la defensa del mundo libre”; pero ahora en el papel del nacionalsocialismo estaba Moscú. Y, por su parte, Moscú hacia lo mismo: ambas superpotencias trataban de usar como argumento la “democracia” y “el mundo libre” según cada quien los concebía.

Después, viene la Cuarta Guerra Mundial que destruye todo lo anterior porque el mundo ahora ya no es el mismo y no se puede aplicar la misma estrategia. Se desarrolla más el concepto de “guerra total”: no es sólo una guerra en todos los frentes, es una guerra que puede estar en cualquier lado, una guerra totalizadora en donde el mundo entero está en juego. “Guerra total” quiere decir: en cualquier momento, en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia. Ya no existe la idea de pelear por un lugar en particular; ahora la pelea se puede dar en cualquier momento; ya no hay una lógica de escalamiento del conflicto con amenazas, tomas de posición e intentos de reposicionarse. En cualquier momento y en cualquier circunstancia puede surgir un conflicto. Puede ser un problema interno, puede ser un dictador y todo lo que han sido las ultimas guerras en los últimos cinco años, desde Kosovo hasta la Guerra del Golfo Pérsico. Se destruye así toda la rutina militar de la Guerra Fría.

No es posible hacer la guerra, en la Cuarta Guerra Mundial, con los criterios de la Tercera porque ya tengo que pelear en cualquier lugar, no sé en dónde me va a tocar pelear, ni sé cuándo, tengo que actuar rápidamente, ni sé qué circunstancias voy a tener para llevar adelante esta guerra. Para resolver el problema, los militares desarrollaron primero la guerra de “despliegue rápido”. El ejemplo sería la guerra del Golfo Pérsico, una guerra que significa una gran acumulación de fuerza militar en poco tiempo, un gran accionar militar en poco tiempo, las conquistas de territorios y la retirada. La invasión de Panamá sería otro ejemplo de esta fuerza de despliegue rápido. De hecho, hay un contingente de la otan que se llama “fuerza de intervención rápida”. El despliegue rápido es una gran masa de fuerza militar que se avienta contra el enemigo y no distingue entre un hospital infantil y una fábrica de armamento químico. Es lo que pasó en Iraq: las bombas inteligentes eran bastante estúpidas, no distinguían.Y aquí se quedaron porque se dieron cuenta que esto es muy caro y es muy poco lo que aporta. En Iraq hicieron todo un despliegue, pero no hubo conquista de territorio. Estaban los problemas de las protestas locales, estaban los observadores internacionales de derechos humanos.

Tuvieron que replegarse. Ya les había enseñado Vietnam que, en estos casos, no es prudente insistir. “No, ya no podemos hacer esto”, dijeron. Entonces pasaron a la estrategia de “proyección de fuerza”. “Mejor que tener posiciones avanzadas en las bases militares norteamericanas de todo el mundo, acumulemos una gran fuerza continental que, en cuestión de horas y días, tenga capacidad de poner unidades militares en cualquier lugar del mundo”. Y en efecto pueden poner una división de cuatro o cinco mil hombres en el punto más lejano del planeta en cuatro días y más, y más, cada vez más.

Pero la proyección de fuerza tiene el problema de basarse en soldados locales, o sea en soldados estadunidenses. Ellos consideran que si el conflicto no se resuelve rápidamente, empiezan a llegar los body bugs, los muertos, como en Vietnam, y eso puede provocar muchas protestas internas en Norteamérica o en el país que sea. Para evitar esos problemas, abandonaron la proyección de fuerza haciendo, para entendernos, cálculos de tipo mercantil. No hicieron cálculos sobre destrucción de fuerza humana o de la naturaleza, sino de imagen publicitaria. Así la guerra de proyección fue abandonada y pasaron a un modelo de guerra con soldados locales, más apoyo internacional, más una instancia supranacional. Ya no se trata de enviar soldados, sino de pelear por medio de los soldados que están ahí, apoyarlos según la base del conflicto y no usar el modelo de una nación que declara la guerra, sino una instancia supranacional como la onu o la otan. Los que hacen el trabajo sucio son los soldados locales y los que salen en las noticias son los estadunidenses y el apoyo internacional. Este es el modelo. Protestar ya no funciona: no es una guerra del gobierno estadunidense; es una guerra de la otan y además la otan sólo está haciendo el favor de ayudar a la onu.

En todo el mundo, la reestructuración de los ejércitos es para que puedan enfrentar un conflicto local con apoyo internacional bajo una cobertura supranacional y bajo el disfraz de la guerra humanitaria. De lo que se trata ahora es de salvar a la población de un genocidio, matándola. Y es lo que ocurrió en Kosovo. Milosevich hizo una guerra contra la humanidad: “si nos enfrentamos a Milosevich estamos defendiendo a la humanidad”. Es el argumento que usaron los generales de la otan y que trajo tantos problemas a la izquierda europea: oponerse a los bombardeos de la otan implicaba apoyar a Milosevich, entonces mejor apoyaron los bombardeos de la otan. Y a Milosevich, ustedes lo saben, lo armó Estados Unidos. En el concepto militar, que está funcionando, la totalidad del mundo -ya sea Sri Lanka o cualquier país, el más lejano que se les ocurra- es ahora el traspatio porque el mundo globalizado produce simultaneidad. Y ése es el problema: en este mundo globalizado, cualquier cosa que pase en cualquier lugar afecta al nuevo orden internacional. El mundo ya no es el mundo, es una aldea y todo está cerquita. Por lo tanto, los grandes policías del mundo -y en particular Estados Unidos- tienen el derecho de intervenir en cualquier lado, a cualquier hora, bajo cualquier circunstancia. Ellos pueden concebir cualquier cosa como una amenaza a su seguridad interna; perfectamente pueden decidir que el alzamiento indígena en Chiapas amenaza la seguridad interna de Norteamérica o los tamiles en Sri Lanka o lo que ustedes quieran. Cualquier movimiento -y no necesariamente armado- en cualquier lado puede ser considerado una amenaza a la seguridad interna.

¿Qué es lo que ha pasado? Que las viejas estrategias y las viejas concepciones de hacer la guerra se derrumbaron. Vamos a ver.

“Teatro de operaciones” es el término militar para indicar el lugar donde se desarrolla la guerra. En la Tercera Guerra Mundial, Europa era el teatro de operaciones. Ahora ya no se sabe dónde va a estallar, puede ser en cualquier lugar, ya no es seguro que vaya a ser Europa. La doctrina militar transita de lo que se denomina “sistema” a lo que ellos llaman “versatilidad”. “Tengo que estar listo para hacer cualquier cosa en cualquier momento. Un esquema ya no es suficiente: ahora necesito muchos esquemas, no sólo para construir una respuesta a determinados hechos, sino para construir muchas respuestas militares a determinados hechos”. Es donde interviene la informática. Este cambio hace que se pase de lo sistemático, de lo cuadrado, de lo rígido a lo versátil, a lo que puede cambiar de un momento a otro. Y eso va a definir toda la nueva doctrina militar de los ejércitos, de los cuerpos militares y de los soldados. Este sería un elemento de la Cuarta Guerra Mundial. El otro sería el paso de la “estrategia de contención” a la de “alargamiento”, o “extensión”: ya no sólo se trata de conquistar un territorio, de contener al enemigo, ahora se trata de prolongar el conflicto a lo que ellos llaman “actos de no-guerra”. En el caso de Chiapas, esto tiene que ver con quitar y poner gobernadores y presidentes municipales, con los derechos humanos, con los medios de comunicación, etcétera.

Dentro de la nueva concepción militar se incluye una intensificación de la conquista del territorio. Esto quiere decir que no sólo es necesario preocuparse del ezln y de su fuerza militar, sino también de la Iglesia, de las ong, de los observadores internacionales, de la prensa, de los civiles, etcétera. Ya no hay civiles y neutrales. Todo el mundo es parte del conflicto.

Eso implica que los ejércitos nacionales no sirven porque ya no tienen que defender a los Estados nacionales. Si no hay Estados nacionales: ¿qué van a defender? En la nueva doctrina los ejércitos nacionales pasan a jugar el papel de policía local. El caso de México es muy claro: cada vez más el Ejército Mexicano hace labores policiacas como la lucha contra el narcotráfico o este nuevo organismo contra la delincuencia organizada que se llama Policía Federal Preventiva y que está formado por militares. Se trata de que los ejércitos nacionales se conviertan en policía local a la manera del cómic estadunidense: un Super Cop, un Super Policía. Cuando se reorganice el ejército en la ex Yugoslavia tiene que convertirse en una policía local y la otan va a ser su Super Cop, su gran socio en términos políticos. La estrella es la instancia supranacional, en este caso la otan o el Ejército estadunidense y los extras son los ejércitos locales.

Pero los ejércitos nacionales se construyeron con base en una doctrina de “seguridad nacional”. Si hay enemigos o peligros para la seguridad de una nación, su trabajo es mantener la seguridad, a veces frente a un enemigo externo, a veces frente a enemigos internos desestabilizadores. Esta es la doctrina de la Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría. Bajo estos presupuestos, los ejércitos nacionales desarrollaron una conciencia nacional lo cual ahora dificulta convertirlos en policías amigos del Super Policía. Entonces hay que transformar la doctrina de seguridad nacional en “estabilidad nacional”. El punto ya no es defender a la nación. Como el principal enemigo de la estabilidad nacional es el narcotráfico y el narcotráfico es internacional, los ejércitos nacionales que operan bajo la consigna de la estabilidad nacional aceptan la ayuda internacional o la interferencia internacional de otros países.

A nivel mundial existe el problema de volver a reordenar los ejércitos nacionales. Ahora bajemos a América y de ahí a América Latina. El proceso es un poco el mismo que ya se dio en Europa y que se vio en la guerra de Kosovo con la otan. En el caso de América Latina, está la Organización de Estados Americanos, oea, con el Sistema de Defensa Hemisférico. Según la idea del ex presidente de Argentina, Menem, todos los países de América Latina somos amenazados y necesitamos unirnos, destruir la conciencia nacional de los ejércitos y hacer un único gran ejército bajo la doctrina de un sistema de defensa hemisférico con el argumento del narcotráfico. Puesto que lo que está en juego es la versatilidad, o sea la capacidad de hacer la guerra en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, empieza a haber ensayos. Los pocos bastiones de la defensa nacional que todavía existen deben de ser destruidos por este sistema hemisférico. Si en Europa fue Kosovo, en el caso de América Latina son Colombia y Chiapas. ¿Cómo se construye ese sistema de defensa hemisférico? De dos formas. En Colombia, donde se presenta la amenaza del narcotráfico, el gobierno está pidiendo la ayuda de todos: “tenemos que intervenir porque el narcotráfico no afecta sólo a Colombia sino a todo el continente”. En el caso de Chiapas se aplica el concepto de guerra total. Todos son parte, no hay neutrales, o eres aliado o eres enemigo.

LA NUEVA CONQUISTA

En el proceso de fragmentación -convertir todo el mundo en archipiélago- el poder financiero quiere construir un nuevo centro comercial que tenga turismo y recursos naturales en Chiapas, Belice y Guatemala.

Aparte de estar lleno de petróleo y uranio, el problema es que está lleno de indígenas. Y los indígenas, además de no hablar español, no quieren tarjetas de crédito, no producen, se dedican a sembrar maíz, frijol, chile, café y se les ocurre bailar con marimba sin usar el computer. No son consumidores ni son productores. Sobran. Y todo el que sobra es eliminable. Pero no se quieren ir y no quieren dejar de ser indígenas. Es más: su lucha no es por tomar el poder. Su lucha es por que los reconozcan como pueblos indios, que reconozcan que tienen el derecho a existir, sin convertirse en otros.

Pero el problema es que aquí, en el territorio que está en guerra, en territorio zapatista, están las principales culturas indígenas, están las lenguas y los más grandes yacimientos de petróleo. Están los siete pueblos indios que participan en el ezln, tzeltal, tzotzil, tojolabal, chol, zoque, mam y mestizos. Este es el mapa de Chiapas: comunidades con población indígena y con petróleo, uranio y maderas preciosas. A éstos es a los que hay de quitar de aquí porque no conciben la tierra como la concibe el neoliberalismo. Para el neoliberalismo todo es una mercancía, se vende, se explota. Y estos indígenas vienen a decir que no, que la tierra es la madre, es la depositaria de la cultura, que ahí vive la historia y que ahí viven los muertos. Puras cosas absurdas que no entran en ninguna computadora y no se cotizan en una bolsa de valores. Y no hay manera de convencerlos de que se vuelvan buenos, que aprendan a pensar bien, nomás no quieren. Hasta se alzaron en armas. Es por esto -decimos nosotros- que el gobierno mexicano no quiere hacer la paz: es porque quiere acabar con este enemigo y desertificar a este territorio, después volver a organizarlo y echarlo a andar como un gran centro comercial, un Mall en el Sureste Mexicano. El ezln apoya los pueblos indios y en esta medida también es un enemigo, pero no el principal. No bastaría arreglarse con el ezln, peor si arreglarse con el ezln significa renunciar a este territorio, porque eso significaría la paz en Chiapas, significaría renunciar a la conquista de un territorio rico en petróleo, en maderas preciosas y uranio. Es por esto que no lo hicieron y no lo van a hacer.

La Jornada, 
23 de octubre de 2001
http://www.jornada.unam.mx

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, crisis del clima, crisis ecológica, crisis fiscal, desempleo, ecología, economía, fascismo, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, horizontalidad, huelga general, imperialismo, Imperio, luchas, neoliberalismo, Puerto Rico, resistencia, resistencias, Subcomandante Marcos, zapatistas

La nueva política exterior norteamericana – El espejismo Obama

April 2, 2010 By Irizarry

Nos centraremos aquí en el examen de su acción exterior. La definición de una nueva política exterior lleva tiempo, sin duda, pero ha transcurrido casi un año desde la llegada del nuevo equipo a la Casa Blanca y puede decirse que la inercia del aparato militar norteamericano arrastra a Obama, y que si la insoportable petulancia que Washington ha mostrado en todos los foros internacionales desde hace medio siglo empieza a desaparecer parcialmente, no por ello el nuevo presidente ha dejado de creer en esa caricatura de “pueblo elegido” con que todos los dirigentes estadounidenses han investido a su propio país ante el resto del mundo. Porque esa infantil y ridícula convicción de creerse el mejor país del mundo, de mostrarse como la culminación del progreso universal, también es compartida por Obama, y sus discursos son una prueba inapelable.

¿Qué podemos decir? No hay duda: el cambio es continuidad, revestido del entusiasmo que se promueve y programa a través de la mediación mediática de los poderes (mucha propaganda).

Se adaptan las relaciones de fuerza, de dominio, que siguen esencialmente en su sitio. Los poderes se reorganizan, luchan (entre ellos y como siempre) por su renovación en las redes del imperialismo actual que no desaparece (todo lo contrario). El neoliberalismo persiste (fascistizado), y persiste su explotación, igual que la rapiña insaciable de los capitales que se reproducen alegres en este neoliberalismo que ahora es mucho más autoritario. La crisis actual, como siempre han sido las crisis para el capital y su Estado, son oportunidades de renovaciones posibles para ellos, mientras no se aprovechen para otras cosas desde abajo …

La política exterior de los Estados Unidos sigue buscando las condiciones óptimas para sostener sus guerras permanentes, y en eso mismo es que se reitera y se repite esa política exterior en las condiciones de reproducción internas del nuevo Estado de Seguridad Nacional. Entonces lo llamado exterior y lo llamado interior son zonas y espacios (sociales, políticos, ideológicos) cada vez más estrechamente coincidentes, espacios que manifiestan continuidades y compenetraciones cada vez más inmediatas, ante todo en sus autoritarismos, nacionalismos y militarismos.

En la perspectiva de esos tejidos imperiales no hay otro mundo posible. ¿Nosotros, los que no aceptamos los imperativos imperialistas del neoliberalismo, acaso somos capaces de luchar por algo distinto? ¿Cómo? Es obvio que las luchas resistentes no han sido suficientes.

Lo que pasa en el mundo es lo que pasa y sucede con todos nosotros y entre todos nosotros, pues nosotros también somos el mundo, aunque se piense que no lo somos, aunque el mundo tal vez sea en lo cotidiano algo que nos llega y que nos sucede, y entonces nos acomodamos para que el mundo existente persista en sus desigualdades y explotaciones. Entonces, lo que sucede existe porque lo aceptamos.

¿Aceptamos esto, todas estas subordinaciones negociadas desde arriba? ¿Por qué? ¿Es que nos gustan los espejismos, o acaso necesitamos algo distinto y no somos capaces de hacerlo?

¿No se puede? No es cierto, y nunca ha sido cierto. Lo necesario es una grieta, una contestación afirmativa de lo contrario que sea lo suficientemente fuerte, sostenida y compartida.

38 / El Viejo Topo 262 /noviembre 2009
http://www.elviejotopo.com/web/revistas.php?numRevista=262

La nueva política exterior norteamericana
El espejismo Obama

por Higinio Polo

Ha pasado ya tiempo suficiente para entrever qué hay de verdad y qué hay de improbable en las promesas que hizo Obama durante la campaña y al tomar posesión de su cargo. De momento, pocos son los hechos, Hay cada vez más palabras ambigüas. Y si no, que se lo pregunten a Zelaya.

Casi a punto de cumplir su primer año en la presidencia norteamericana, Barack Obama contempla cómo los Estados Unidos continúan sumidos en una grave crisis económica y social, pese al anuncio de que la recesión ha terminado, que muestra más los deseos que la realidad. En enero de 2009, Obama llegaba con la aureola de haberse opuesto a la guerra de Iraq, prometiendo la retirada de sus tropas de ocupación, y al parecer, dispuesto a realizar serias reformas en Estados Unidos, liquidando, además, la aventurera y agresiva política exterior que había impulsado Bush. El nuevo presidente heredó dos guerras y la ruptura de los acuerdos de desarme que se habían suscrito con la Unión Soviética (el ABM, de 1972, sobre misiles antibalísticos, que era el más importante compromiso de desarme, sobre cuyos cimientos descansaban todos los demás convenios), además de una agresiva apuesta por un falso “escudo antimisiles” en Europa, que era, en realidad, un peligroso instrumento contra la seguridad estratégica de Rusia.

Si juzgamos la figura de Obama con los criterios de la prensa europea (en general, fascinada por un presidente que han calificado como progresista, y que ha deslumbrado incluso a la izquierda moderada, que ha hecho una bandera de su nombre), deberíamos concluir que su presidencia inicia una nueva era. Esa misma prensa europea, que se abstuvo, en general, de criticar la ferocidad de Bush y su doctrina fascista de las “guerras preventivas”, y que empezó a censurarle, con timidez, tan sólo cuando terminaba su presidencia, creó el mito de un Obama reformista, del inicio de una nueva era… que está muy lejos de la realidad. Las ridículas loas realizadas por los periódicos y la televisión, elevando sus discursos a la categoría de piezas de pensamiento político, han creado una enorme confusión en la opinión pública, porque no hay que esperar gran cosa de Obama, aunque es cierto que su elección, tras la larga etapa del incompetente y despiadado Bush, su condición de afroamericano, o mulato, y su relativa juventud, unidas a la fuerza y simpatía de su familia, le han convertido en un icono popular, al que incluso organizaciones más o menos procedentes de la izquierda, emulan. Sin embargo, Obama comparte la generalizada convicción norteamericana sobre el papel providencial de Estados Unidos y su misión como líder del planeta, y, hasta ahora, no ha dado muestras de firmeza en impulsar reformas progresistas, aunque su apuesta de un nuevo sistema de salud que alcance a todos los norteamericanos sea positiva, como lo es la renegociación de las hipotecas de ciudadanos que han perdido su trabajo y están arruinados pero, hasta hoy, ha aprobado muchas más ayudas a los bancos y al corrupto capitalismo representado por Wall Street que partidas ha dedicado al socorro de los más pobres, de los millones de parados que ven el futuro con desesperanza.

Nos centraremos aquí en el examen de su acción exterior. La definición de una nueva política exterior lleva tiempo, sin duda, pero ha transcurrido casi un año desde la llegada del nuevo equipo a la Casa Blanca y puede decirse que la inercia delaparato militar norteamericano arrastra a Obama, y que si lainsoportable petulancia que Washington ha mostrado en todoslos foros internacionales desde hace medio siglo empieza a desaparecer parcialmente, no por ello el nuevo presidente ha dejado de creer en esa caricatura de “pueblo elegido” con que todos los dirigentes estadounidenses han investido a su propio país ante el resto del mundo. Porque esa infantil y ridícula convicción de creerse el mejor país del mundo, de mostrarse como la culminación del progreso universal, también es compartida por Obama, y sus discursos son una prueba inapelable.

Es cierto que Obama prohibió el recurso a la tortura, tan utilizada por las tropas norteamericanas en el exterior, y no se negó a que los responsables de su aplicación respondiesen ante los tribunales, pero, finalmente, el Departamento de Defensa consiguió bloquear la publicación de fotografías que documentaban las torturas y todo indica que no tiene intención de pedir responsabilidades. Además, el secretario de Defensa con Bush, Robert Gates, continúa en la misma función con Obama, y el presupuesto de defensa ha aumentado incluso la abultada partida que Bush le dedicó.

Casi un año después, todavía no se ha cerrado Guantánamo, aunque se ha anunciado su clausura en enero de 2010. No se ha puesto fin al terrorismo de Estado, ni se ha terminado con los bombardeos sobre poblaciones civiles, y tampoco Obama ha renunciado a utilizar mercenarios en distintos escenarios. Durante la campaña electoral, ya hizo una sorprendente diferenciación entre Afganistán e Iraq, como si la guerra y la ocupación de ambos países no formasen parte del mismo proyecto de control y dominación de Oriente Medio y, en lo posible, de Asia central. En Iraq, se ha anunciado que las tropas norteamericanas serán retiradas en agosto de 2010, aunque es un anuncio tramposo, como veremos.

Con la ambición de cambiar la percepción que el resto del mundo tiene de Estados Unidos, terminando con la agresiva política exterior de Bush, Obama ha tendido la mano a Rusia, a China, y ha anunciado su empeño de cambiar Oriente Medio, dedicando especial atención al conflicto entre Israel y los palestinos, y a una nueva relación con América Latina. El discurso de El Cairo, del 4 de junio, ofreciendo una mano tendida a los musulmanes del mundo, mantenía en lo sustancial la habitual política norteamericana, con una nueva retórica. Animado por los precarios éxitos en Iraq, mientras se teje el alambre de espino de un protectorado, Obama ha anunciado que la prioridad sería la guerra de Afganistán, enviando más tropas y presionando a sus aliados de la OTAN para que sigan el mismo camino, pese a la reticencia de Alemania y Francia. Ignorando la evidencia, Obama sigue manteniendo la retórica bushiana de que la intervención en Afganistán es fundamental para evitar otros ataques terroristas sobre territorio norteamericano, aunque la invasión del país fue diseñada para controlar Asia central. El recurso a la “guerra contra el terrorismo” supone continuar utilizando una mentira para camuflar los intereses norteamericanos, porque el terrorismo, por mortíferos y llamativos que sean algunos de sus atentados, es un problema menor en el mundo, útil para manipular la emoción de los ciudadanos e incapaz de crear el menor problema para el poder global norteamericano. Mientras Pakistán amenaza quiebra, en Irán la diplomacia norteamericana abre una vía de negociación, aunque sin renunciar a la desestabilización.

Con Europa es muy dudoso que Obama inicie una nueva política, definida hoy por la constante presión sobre sus aliados, convertidos de facto en rehenes (Francia y Alemania, pero también Gran Bretaña), por la negativa a una mayor autonomía europea, y por la utilización de los nuevos gobiernos del Este continental (los bálticos, Polonia, Ucrania, Georgia) como arietes de los intereses norteamericanos en Europa, naciones que actúan como verdaderos países satélites de Washington, en ocasiones adoptando posturas más papistas que el propio Papa norteamericano. La función de la OTAN, que en Washington es vista como el instrumento de una nueva política imperial norteamericana en el conjunto del planeta, es otra de las cuestiones pendientes, y Obama, como Bush, se orienta a convertirla en el agente universal de los intereses norteamericanos. Así cobra sentido la exigencia a sus aliados europeos del envío de nuevos soldados a Afganistán.

En América Latina, donde el retroceso norteamericano es evidente, Obama no ha cambiado, en lo sustancial, la política de acoso a Cuba, Venezuela y Bolivia, acompañada de una acción a veces contradictoria: en Honduras, Washington califica al gobierno de Micheletti de ilegal, pero la USAID lo financia, aunque la agencia justifica su proceder con el pretexto de la “ayuda humanitaria”. La aparición de nuevos actores progresistas en el continente ha sido facilitada por los acuciantes problemas de Washington en otros escenarios, y está consolidándose, con prudencia, la nueva autonomía de Brasil, y surge en el horizonte el peligro de un mayor alejamiento argentino. Brasil ha tomado distancia del dólar, aunque no rompa su alianza con Washington. La respuesta del nuevo gobierno Obama es la militarización de Colombia, con la instalación de siete nuevas bases militares, y un nuevo diseño de su tradicional despliegue en el continente.

Oriente Medio es uno de los grandes escenarios de la pugna internacional por el reparto de nuevas áreas de influencia, y la cuestión palestina contagia a todos los actores. Obama había defendido los derechos del pueblo palestino, aunque desde la presidencia, en las cuestiones fundamentales, mantiene la posición tradicional de Estados Unidos, cuya diplomacia sigue defendiendo que la violencia palestina es el gran problema del conflicto: ayer, la OLP, y hoy, Hamás, sin el menor reconocimiento de que el verdadero origen es el expolio de las tierras palestinas para la creación de un Estado racista, que busca su expansión territorial y que no está dispuesto a reconocer un Estado palestino, pese a las renuncias de las organizaciones palestinas: Hamás ha aceptado la solución de dos Estados sobre las fronteras anteriores a la guerra de 1967.

Washington exige el cese de la “violencia palestina”, pero omite esa exigencia para Israel, pese a la enorme diferencia entre el sufrimiento causado por unos y otros, y sin hacer ninguna referencia al poder atómico israelí (mientras se insiste en el peligro del programa nuclear iraní), ni a los cinco millones de refugiados palestinos que malviven en toda la zona. Pese al nombramiento del maronita George Mitchell, y a una retórica que insiste en el derecho a la paz y a la tierra para israelíes y palestinos, que podría basarse en la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, Obama no se ha distanciado un ápice del apoyo estadounidense al Estado de Israel. La ficción de presentar a la diplomacia norteamericana como una mediadora entre dos enemigos, israelíes y palestinos, esconde interesadamente la realidad de Israel como un eficaz Estado cliente que mantiene el dominio occidental y norteamericano sobre todo Oriente Medio. Así, el indisimulado disgusto de Netanyahu con las nuevas propuestas de Obama no nace de que éstas sean realmente equilibradas y busquen una solución justa y definitiva al drama palestino, sino del hecho de que Tel-Aviv está demasiado acostumbrado a imponer sus puntos de vista, como testimoniaron los años perdidos bajo la dirección de Condoleezza Rice. Ha bastado una tímida petición norteamericana para que Israel no construya nuevos asentamientos (ilegales desde todo punto de vista, incluso para la justicia israelí) para que Netanyahu se muestre desafiante. El primer ministro israelí ha dejado clara su negativa a la existencia de dos Estados, y todo indica que, pese al apoyo de Obama a la creación de un Estado palestino (también Bush lo dijo), Estados Unidos no va a forzar la mano de su aliado-cliente israelí. No hay, por tanto, un giro en la política hacia Israel, ni tampoco en la pretensión de continuar marginando a Siria, y si Abbas cree que la creación del Estado palestino vendrá de la mano de Obama comete un grave error.

Para Iraq, el nuevo presidente reserva el papel de gran portaaviones de las tropas norteamericanas en Oriente Medio: no hay que olvidar que la responsable de la diplomacia, Hillary Clinton, anunció que casi cien mil soldados norteamericanos permanecerían en el país durante quince o veinte años más, es decir, hasta 2029, cuando se cumplirá un cuarto de siglo de ocupación militar. De manera que el anuncio de la retirada de las tropas hecho por Obama esconde la realidad de que Iraq va a continuar siendo un país ocupado. En Afganistán, convertido en un “narcoestado”, al fraude electoral que ha proclamado ganador a Hamid Karzai se añade una sangrienta ocupación que no ha resuelto ninguno de los problemas del país. Los señores de la guerra, cómplices de Washington, siguen controlando el territorio, y el hermano del dictador, Wali Karzai, es uno de los principales traficantes de armas y drogas afganos. La esperanza de que las elecciones consolidasen el proceso político se ha revelado vana, y el riesgo de que Pakistán sea arrastrado al combate es real, porque, ocho años después del inicio de la ocupación, Obama no apuesta por el final del conflicto, sino por la continuación de la guerra. El nombramiento del general Stanley McChrystal como jefe de las tropas norteamericanas en Afganistán tampoco es una buena noticia: durante su estancia en Iraq las torturas a los prisioneros formaban parte de las tácticas diarias. Tampoco en Pakistán han cambiado las cosas con Obama: los bombardeos norteamericanos, con frecuencia sobre población civil, han continuado como en la etapa Bush.

No hay tampoco ningún acercamiento a las necesidades defensivas iraníes, y la apuesta de Obama por la negociación con Teherán disfraza también la constante presión sobre la teocracia iraní. Más allá de las consideraciones sobre el sanguinario régimen político de los ayatolás (que comparte con Israel el hecho de estar gobernados ambos por la extrema derecha y por el fanatismo religioso), la legítima preocupación por la defensa de Irán hace que, aunque siguen sin reconocerlo abiertamente, la apuesta de Jatamí y Ahmadineyad por conseguir el arma nuclear sea vista como legítima por muchos países: si en la zona Israel la posee, y Pakistán y la India también, ¿por qué Irán, no debería hacerlo? Además, con arreglo a los acuerdos internacionales, es insostenible pretender que las grandes potencias tengan armamento atómico y que Irán sea puesto en entredicho por pretender lo mismo. Sin olvidar que Estados Unidos tiene veintinueve bases militares en la región, entre Turquía, Arabia, el golfo, Omán y Pakistán y Afganistán, más el despliegue en Iraq y los destacamentos en Asia central, cercanos también a Irán … a añadir al poder militar israelí.

La relación con Rusia sigue siendo una de las cuestiones centrales de la política exterior de Washington. En febrero, en la Conferencia Internacional sobre seguridad, en Munich, el vicepresidente Joseph Biden, que habló de una “nueva era”, ofreció el “reinicio” de las relaciones con Moscú tras la etapa Bush, pero no renunció al escudo antimisiles ni dejó clara la postura norteamericana en relación al desarme atómico, pese a los deseos expresados por Obama de trabajar por un mundo sin armas nucleares. Cuando Obama acudió a Moscú, Estados y Rusia suscribieron acuerdos para un nuevo tratado START, avanzando la idea de que los sistemas balísticos deberían situarse entre 500 y 1.100 unidades, con un total de entre 1.500 y 1.675 cabezas atómicas, a completar en un plazo que alcanzaría hasta el año 2017.

Los contactos diplomáticos y los encuentros entre Medveded y Obama sirvieron para alcanzar algunos acuerdos parciales: ambos asumieron que sólo desplegarían armas nucleares estratégicas ofensivas en su propio territorio. Rusia aceptó que Estados Unidos podría realizar cuatro mil quinientos vuelos al año, sin necesidad de pagar nada, para facilitar el transporte de tropas y armas por territorio ruso en dirección a Afganistán. Todavía se mantenían las diferencias sobre el escudo antimisiles y Georgia; de hecho, Medvedev había afirmado en la reunión del G-8 que Rusia desplegaría sistemas de misiles Iskander en la región de Kaliningrado si Estados Unidos continuaba con sus planes del escudo, falsamente defensivo, y adelantó que el acuerdo sobre el START dependería de que Washington renunciase a su instalación en Polonia y Chequia. El alborozo con que fue recibido por los medios de comunicación europeos el anuncio de Obama de que renunciaba al emplazamiento del radar en Chequia y de los misiles interceptores en Polonia era infundado, porque Estados Unidos nunca ha afirmado que no se vaya a construir ese “escudo antimisiles” en Europa, y es muy probable que adopte otra forma: puede ser desplegado en buques en los mares fríos del norte de Europa. No hay “renuncia” al escudo sino replanteamiento, con la mirada puesta en conseguir la colaboración de Moscú en la cuestión iraní.

Hay muchos otros problemas que envenenan la relación entre ambos países: las fronteras de Georgia, y la hipotética incorporación a la OTAN, forzada por Estados Unidos, de este país y de Ucrania (cuya población rechaza el ingreso), además de las cuestiones relacionadas con la explotación de los hidrocarburos de la zona del Caspio y Asia central. También les enfrenta la cuestión de Kosovo, cuya independencia es rechazada por Moscú y auspiciada por Washington. La crisis económica y la debilidad del dólar son otros motivos de fricción: el gobierno ruso admitió, con motivo de la cumbre del llamado BRIC en junio, que pensaba colocar una parte de sus reservas monetarias en instrumentos financieros (bonos) de países como China, India y Brasil, algo que Washington interpreta como una acción agresiva de Moscú. The New York Times y el resto de la prensa norteamericana especulaban, alarmando a la población, sobre el deseo de Moscú de “golpear a Estados Unidos”.

Hay que recordar que, violando los compromisos suscritos con Gorbachov, la expansión militar norteamericana ha continuado: la OTAN de los años soviéticos contaba con dieciséis países miembros, mientras que la actual tiene veintiocho integrantes, y se sigue especulando con su ampliación. Sin olvidar que, pese a las buenas palabras, Estados Unidos ha impulsado una estrategia de verdadero cerco a Rusia y de intromisión en su periferia: Washington dispone de bases militares en siete de las quince antiguas repúblicas soviéticas, y, además, con Obama, la tentación de seguir organizando y financiando “revoluciones naranjas” sigue presente en Washington. Esa política se combate desde Moscú con el intento de articular un espacio económico y de defensa que integre al mayor número posible de antiguas repúblicas soviéticas, y en la creciente colaboración con China, tanto en la Organización de Cooperación de Shanghai, que se ha consolidado en los últimos cinco años, así como en la coordinación ante potenciales conflictos diplomáticos como Irán o Corea del Norte. También, Moscú afronta la reforma de las fuerzas armadas rusas y de sus tropas de misiles estratégicas, y con su fulminante respuesta a la provocación georgiana del verano de 2008 (equipada con armas facilitadas por Washington, que dio su asentimiento a la agresión y a la guerra) trazó una clara línea roja a Estados Unidos.

Por otra parte, con Obama, los norteamericanos no han anulado los planes elaborados bajo la presidencia Bush sobre la ampliación de la OTAN y su intervención en áreas no cubiertas por el Tratado fundacional (como en Afganistán, por ejemplo), sobre la creación de nuevas bases militares en sus países satélites del Este europeo (trasladando instalaciones desde Alemania y otros países de la parte occidental del continente), sobre la militarización del espacio y, también, sobre la introducción de dispositivos militares agresivos en la gran región helada del Ártico. La negociación sobre el nuevo tratado que sustituya al START-1 es una de las pruebas de fuego para Obama (véase El Viejo Topo, nº 258-259), pero, para ser creíble el propósito que anunció de construir un mundo sin armas nucleares, Estados Unidos debería asumir de nuevo el ABM o aceptar abrir negociaciones encaminadas a elaborar un nuevo acuerdo que recoja su espíritu.

China es la gran prioridad de la política exterior norteamericana: Hillary Clinton ha reconocido que las relaciones bilaterales decisivas en el siglo XXI serán las de China y Estados Unidos. A mediados de febrero, el primer viaje exterior de la nueva secretaria de Estado fue a China. El periplo fue adornado con visitas paralelas a Japón y Corea del sur, tradicionales aliados, y a Indonesia, pero el destino clave era Pekín. No es de extrañar: Estados Unidos es el país más endeudado del planeta: la conjunción de la deuda del Estado, más la de sus empresas y la de las familias, asciende a setenta billones de dólares, con unos costes por el pago de intereses que, en la práctica, han quebrado el sistema norteamericano, que se sostiene por la constante impresión de moneda, de dólares-basura que entrega al mundo a cambio de bienes y productos, y por el recurso a la financiación exterior. Y la compra por China de bonos del tesoro es una premisa fundamental para la actividad gubernamental norteamericana. El doble déficit, comercial y fiscal, crea una situación que no puede sostenerse durante mucho tiempo. Esa era la clave del viaje de la secretaria de Estado.

En marzo de este año, el primer ministro chino, Wen Jiabao, hizo pública su preocupación por la seguridad de las reservas chinas en dólares, a la vista de la crisis norteamericana. De hecho, es una evidencia que el actual sistema le permite a Washington mantener grandes déficits y unos enormes gastos militares que, de otra forma, estarían fuera del alcance real de la economía norteamericana. Además, el cada día más precario y discutido papel del dólar como moneda de reserva internacional, llevó al gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, a proponer la sustitución de la moneda norteamericana por los derechos especiales de Giro del FMI. También Rusia ha propuesto ideas semejantes, proponiendo la inclusión del yuan chino y el rublo, además del oro, en la cesta de divisas (dólar, euro, libra, y yen japonés) que define esos derechos especiales de giro. China posee más de dos billones de dólares en divisas, buena parte de ellas en bonos del tesoro norteamericanos (que ha accedido a seguir comprando), y está preocupada por el futuro de esos activos, y considera, además, que la insostenible función actual del dólar otorga injustificadas ventajas de todo tipo a Estados UnidosLa propuesta de crear una moneda internacional de reserva que sustituya al dólar fue rechazada por Obama, consciente de que ese paso supondría el principio del fin del predominio norteamericano.

Pese a todo, China sabe que no le interesa una crisis descontrolada del dólar que causaría severas pérdidas a sus reservas. Las diferencias entre ambos países sobre la forma de afrontar la crisis son notorias, y la tentación proteccionista, muy presente en el círculo de Obama, ha llevado a Washington a gravar con aranceles abusivos a los neumáticos chinos, por ejemplo, violando las disposiciones de la OMC, aunque declarando que Estados Unidos no desea una guerra comercial con China, y a presionar a Pekín, por la vía interpuesta de Gordon Brown, exigiendo que China “compre más en otros países”, como si esa circunstancia fuera una de las causas de la crisis económica mundial.

Frente a la impotencia del G-7, uno de los instrumentos tradicionales de intervención de Estados Unidos, la cumbre de junio en Ekaterinburg entre los principales dirigentes de Rusia, China, India y Brasil, donde se discutió la conveniencia de una nueva moneda de reserva internacional, indicaba también el nacimiento de un nuevo polo mundial.

La propuesta (lanzada desde círculos próximos al poder norteamericano –Brzezinski, por ejemplo, que aconseja a Obama– y que ha sido vista con suma preocupación por la Unión Europea y por Japón) de establecer un G-2, que fuera, de hecho, un directorio mundial para afrontar la crisis económica y los problemas globales, es rechazada por Pekín, que insiste en el multilateralismo como instrumento de colaboración internacional. Wen Jiabao consideró que la idea de un G-2 era un camino sin salida. Estados Unidos estaría tentado de establecer un directorio semejante, pero la relevancia política que tiene esa propuesta es que significa la admisión implícita de que el programa del unilateralismo norteamericano lanzado con Bush y de su predominio mundial en solitario (un siglo XXI americano) ha fracasado. De manera que Estados Unidos se mueve todavía entre la obligada renuncia a los planes de Bush, derrotados por la realidad, la necesidad de colaborar con China, y una inercia imperial que Obama no ha roto. Poco después de ser confirmado por el presidente, el secretario de Defensa, Robert Gates, aseguró ante el Senado que su país estaba preparado para afrontar “cualquier amenaza militar que pudiera venir de China”, como recogió el 27 de enero de este año el The New York Times. En marzo, el Departamento de Defensa norteamericano presentaba su informe sobre el poder militar chino donde criticaba la reforma y el desarrollo de su ejército y sugería que Pekín estaba cambiando su tradicional concepción estratégica (guerra exclusivamente en defensa de su propio territorio) por la posibilidad de librar guerras limitadas en su esfera de influencia próxima. La evidente tergiversación de la política exterior china fue tal que Pekín presentó una protesta diplomática. En relación con el arsenal nuclear, China, con ocasión de la solemne celebración del sesenta aniversario de la revolución, ha reafirmado, al igual que Rusia, su decisión de no ser jamás “el primer país en utilizar armas nucleares”. Estados Unidos se niega a contraer un compromiso semejante.

En febrero, el responsable de la Inteligencia norteamericana, Dennis Blair, presentó en el Senado el análisis de sus servicios, identificando la crisis económica como la principal amenaza, y a China e India como los países que concentrarán el poder en el mundo, a largo plazo, y, aunque reconoció que China trabaja para mantener buenas relaciones con el resto de grandes potencias y que su política exterior es pacífica, no dejó de llamar la atención sobre el creciente poder económico chino y el fortalecimiento de su Armada y del Ejército Popular, y recalcó el deseo chino de aumentar su influencia en el mundo. En ese sentido, el cambio político en Japón y la propuesta del nuevo primer ministro, Yukio Hatoyama, de crear una Comunidad de Asia oriental, dotada de una moneda común (que ya ha recibido el visto bueno de Pekín), es vista con suma preocupación en Washington. Obama está dispuesto a contar más con Japón, cuyo gobierno desconfiaba de los pasos dados por Bush en el tratamiento de la desnuclearización de la península coreana. Las negociaciones con Pygongyang son otro de los puntos de fricción entre Pekín y Washington.

Al mismo tiempo, Estados Unidos mantiene la presión en otros escenarios: juega la carta de Taiwan, y dispone de portaaviones de propulsión nuclear para controlar la zona, dotados de decenas de aviones de combate, con bases permanentes en Japón. En su reunión con Clinton en Washington, el ministro de exteriores chino, Yang Jiechi, insistió en la apuesta china por la colaboración, pero no olvidó mencionar que Estados Unidos debe ser cuidadoso en la cuestión de Taiwan (y en el tratamiento de los asuntos relacionados con el Tibet), recordando el compromiso norteamericano con la idea de “una sola China”. La victoria del Kuomintang en las elecciones taiwanesas ha fortalecido la cooperación entre ambos lados del estrecho, y debilitado las posiciones independentistas que durante mucho tiempo han sido estimuladas por Estados Unidos. El encuentro entre Obama y Hu Jintao sirvió también para relanzar la cooperación y la discusión sobre asuntos militares: Pekín tenía muy presente que, con el gobierno Bush, una de las últimas decisiones de Washington había sido la venta de nuevo armamento a Taiwan por valor de casi siete mil millones de dólares. Al mismo tiempo, Washington asiste con impotencia a la consolidación de la Organización de Cooperación de Shanghai, OCS, aunque todo indica que su papel seguirá aumentando en Asia, y en el mundo.

En otras regiones Obama ha reactivado su política exterior: a finales de julio, Hillary Clinton anunciaba el “retorno” de Estados Unidos a los escenarios del sudeste asiático, a través del impulso de una nueva relación con la ASEAN (formada por diez países del sur de Asia, entre ellos Indonesia, Malasia, Filipinas, Birmania, Tailandia y Vietnam), decisión que venía a ser un reconocimiento implícito del retroceso norteamericano en la zona y la proclamación del deseo de contener a China, cuyos lazos e influencia han aumentado considerablemente en el sudeste asiático.

Las exageradas y grandilocuentes alabanzas de la prensa europea al nuevo presidente norteamericano, ocultan la realidad de un verdadero espejismo Obama. Porque no hay, en lo sustancial, una nueva política exterior norteamericana, al margen de las rectificaciones forzadas por la evolución de los conflictos. Con la nueva presidencia, la política exterior norteamericana es la continuación de la anterior etapa, aunque con expresiones más moderadas, y el multilateralismo de Obama es, más que una decisión de su gobierno, una obligada revisión que Washington no tiene más opción que adoptar, ante la evidencia de que Estados Unidos, durante los ocho años de Bush, ha fracasado en su intento de imponer su visión mesiánica del papel norteamericano en el mundo, y que el desastre del unilateralismo y la continuación de las guerras de Iraq y Afganistán (¡ocho años después!) han precipitado la crisis, poniendo de manifiesto ante el mundo que el inicio de la decadencia norteamericana no es una hipótesis de futuro, sino una precisa fotografía del momento histórico.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, Bush light, colonialismo, Comunidades, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desempleo, despidos, dominio, economía, explotación, fascismo, fascismo neoliberal, finanzas Puerto Rico, geopolítica, hidrocarburos, huelga general, imperialismo, Imperio, luchas, neoliberalismo, rapiña, resistencia, resistencias, subimperialismo, terrorismo de Estado, terrorismos

  • « Previous Page
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • 6
  • Next Page »

Epígrafe

Las agrupaciones políticas y las autoridades ejecutivas son incapaces de entender las implicaciones que tienen estos asuntos. A pesar de que recientemente han iniciado un reconocimiento parcial de los peligros más obvios que amenazan al ambiente natural de nuestras sociedades, parecen estar satisfechos con plantearse la contaminación industrial desde un punto de vista tecnocrático. Sin embargo, lo cierto es que solo un planteamiento que pueda enlazar lo ético con lo político -lo que yo llamo ecosofía- y que empate los tres registros ecológicos (el ambiente natural, las relaciones sociales, y la subjetividad humana) sería capaz de arrojar luz sobre estas cuestiones. […] Lo que está en juego es la manera en que vivimos en este planeta.

Félix Guattari (The Three Ecologies)

Enlace zapatista

Calle 13

Juana Molina

Copyright © 2023 · Filo de la Tijera · Log in