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El fascismo libertario

January 1, 2022 By Irizarry

La libertad se torna un campo de batalla de la cual emerge un discurso que cala en el imaginario colectivo, más allá de la distinción de clases.

Si no le prestamos atención a los cambios del autoritarismo actual corremos el riesgo de pasarle de lado inadvertidos. En Europa la ventaja es que estas tendencias fascistas actualizadas tienden a hacerse partido con bandera propia, y así se hacen ver muy claramente. En la política estadounidense no se separan de los partidos dominantes. Al contrario, se cobijan en las tendencias y facciones más conservadoras y reaccionarias de esos partidos. Esto es cierto tanto para los republicanos como para los demócratas, al punto en que con frecuencia se hace difícil distinguirlos en muchas de sus posiciones. La lista de las organizaciones estadounidenses de derecha y ultraderecha (llamadas extremistas) está muy bien documentada (1) pero se mantienen distintas y aparte de los partidos que dominan la política, aunque dejan sentir sus influencias electorales y su presencia institucional. Es esa distinción lo que les permite ser mucho más efectivas. Al no identificarse exclusivamente con uno u otro partido, pueden permear y hasta dominar las prácticas de ambos, creando un espacio común que no es siempre evidente. La paradoja de este momento es doble. Por un lado, vemos que los reclamos libertarios en la política actual son los que mejor tienden a consolidar los autoritarismos estatalistas. Son los reclamos en contra del mucho gobierno los que más efectivamente consolidan lo estatal. Por otra parte, si acaso podríamos hablar de un tercer partido no es sino el que existe en estado práctico, de facto, en las coincidencias conservadoras de los partidos dominantes, conservadurismo que se desarrolla precisamente a través de la distinción formal que mantienen esas organizaciones. Podemos anticipar el endurecimiento derechista de la política estadounidense actual, incluso su predominio indiscutido, en parte por la tímida acción de los llamados progresistas, pero ante todo por la falta de un programa alternativo de gobierno capaz de unificar y fortalecer alguna oposición digna de ese nombre. Mientras tanto, seguimos con las variaciones de la fascistización en curso.

Ref: https://www.jornada.com.mx/2021/11/06/opinion/017a1pol

La derecha europea y el “fascismo libertario”

Marcos Rosenmann

El conglomerado trasnacional, donde se agrupa el complejo industrial, militar y digital no conoce diferencias políticas, cuando se trata de acrecentar su poder. Hoy, parte de sus intereses se enquistan en el “fascismo libertario”. Su auge se reviste de un discurso nacionalista, homofóbico, racista, xenófobo y antiislamista. Bien es cierto, no todos comparten el ideario al cien por ciento. La Liga Norte, de Matteo Salvini en Italia o el Frente Nacional, rebautizado Reagrupamiento Nacional, encabezado por Marine Le Pen en Francia, marcan distancias con el ilegalizado Amanecer Dorado en Grecia o sus homónimos de la ex Europa del Este. Sin embargo, su presencia ha dejado de ser marginal. Hoy representan un porcentaje elevado de votantes. Se han constituido en imprescindibles para formar gobiernos y están presentes en ayuntamientos, el Congreso y comunidades autónomas. El ideario neofascista se recompone bajo un discurso “libertario”. Entre los nuevos nombres podemos citar a Éric Zemmour en Francia o Giorgia Meloni en Italia. La derecha se escora hacia posiciones totalitarias afincadas en un individualismo exacerbado. Su objetivo, poner las libertades individuales en la cima de sus reivindicaciones.

Sin embargo, tampoco hace falta crear nuevas organizaciones, el “fascismo libertario” anida en la derecha conservadora y los partidos liberales. Sus puntos de unión, hacen que se difumine por completo la diferencia entre derecha y “fascismo libertario”. Para comprobarlo, tomemos el ejemplo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso. Entre sus frases para no olvidar su reivindicación libertaria podemos citar: “ni estados de alarma, ni confinamientos. Hay que aprender a convivir con el virus”; “si apretáis demasiado a los restaurantes y bares, al final el contagio se va a las casas. Los ciudadanos al no poder fumar, al no entender las normas, acaban yéndose a las viviendas”; “es un delito, en Cataluña, con el clima que tenéis, tenerlo todo cerrado, tener a la gente en sus casas”; “libertad o comunismo”.

El “fascismo libertario” no requiere ser mayoritario, ni siquiera convertirse en un partido a la vieja usanza hitleriana o fascista, su función es otra, inclinar la balanza y ser la llave para que las fuerzas conservadoras gobiernen sin contrapeso, prestando su apoyo a gobiernos en minoría. Los casos más llamativos: Estonia, Finlandia, Eslovaquia, Eslovenia, Austria, Rumania, Moldavia o Lituania. En España, Vox ha facilitado la gobernanza al Partido Popular en dos comunidades autónomas: Madrid y Andalucía. El llamado cordón sanitario es un eufemismo. Sólo en Alemania se mantiene y las razones son obvias.

En 2021, año de pandemia, 15 partidos neofascistas de 14 países firmaron un pacto en el cual subrayan su preocupación por el retroceso en la defensa de los valores familiares, la identidad nacional, la adopción de leyes LGTV y lo más destacado, el recorte de las libertades individuales bajo el decálogo sanitario del Covid-19. Entre sus firmantes Viktor Orban, Santiago Abascal, Giorgia Meloni, de la fascista Hermanos de Italia, Mateo Salvini, el polaco Jaroslav Kaczynski o Marine Le Penn. Su fuerza radica en un llamado espurio a proteger los derechos políticos supuestamente vulnerados tras la aplicación de los protocolos Covid. El ejemplo más destacado, el asalto, el pasado 9 de octubre, a la sede central de la Confederación General Italiana del Trabajo, protestando por exigir el certificado de vacunación para todas las actividades públicas.

Así, el “fascismo libertario” potencia, crea o se enquista en movimientos negacionistas, antivacunas, anticubrebocas, contra el pasaporte Covid, el 5G, provida, antiaborto, antifeministas, etcétera. Es decir, todo aquello que se considera, atenta y compete al individuo y no al Estado. La libertad se torna un campo de batalla de la cual emerge un discurso que cala en el imaginario colectivo, más allá de la distinción de clases. Las consignas son simples: ¡A mí no me dicen qué debo o no debo hacer! ¡Soy libre de ir a cualquier sitio! ¡No necesito que nadie controle mi vida! ¡Mis derechos no pueden ser pisoteados en nombre del Estado! ¡Con mi libertad no se negocia! ¡Los inmigrantes me quitan el trabajo! En este ambiente, se convocan manifestaciones y organizan actos donde se manifiesta el deseo de vivir sin ataduras. Los llamados botellones, concentraciones de cientos y miles de personas para beber en parques públicos, plazas o playas, bajo el lema: ¡Viva la libertad! se generalizan los fines de semana. Y las protestas de negacionistas en Italia, Francia, España, Gran Bretaña o Alemania aumentan bajo el mismo enunciado.

Un discurso, simple, pero contundente. El “fascismo libertario” se expande y eleva a la cima de las apetencias de satisfacción personal, al margen del bien común y el interés general. El nacimiento y auge del “fascismo libertario” en momentos de crisis pandémica y de un capitalismo que se retuerce para reinventarse en su forma digital, encuentra sus argumentos en el campo de las emociones, los sentimientos y el miedo. La mezcla explosiva de estos factores indica el peligro que nos acecha. Luchar contra el “fascismo libertario” se antoja unir fuerzas para combatir el capitalismo y sus máscaras.

(1) Véase por ejemplo la lista de Extremist Files ( https://www.splcenter.org/fighting-hate/extremist-files?gclid=EAIaIQobChMI2ZOPn96Q9QIVR_fjBx3eVwD2EAAYASAAEgJx-vD_BwE )

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: fascistización neoliberal

Perspectivas electorales 2020

October 28, 2020 By Irizarry

Perspectivas electorales 2020

Es posible que Joe Biden gane las elecciones para la presidencia estadounidense en noviembre. La pregunta entonces es qué sucede si gana Biden. Hay al menos dos tareas que tendrían que asumirse entonces para poder hablar de algún cambio.

La primera tarea es un viejo tema, o al menos es un tema que no se va con su posible victoria electoral. La tarea es confrontar y desmantelar la fascistización en proceso que nos llega y se mantiene como secuela de la crisis del 11 de septiembre del 2001. Irrumpe agresivamente con la implantación del Acta Patriota (Patriot Act, modificada y extendida en varias ocasiones) y todos los desarrollos fortalecidos de lo que hemos llamado un Estado de Seguridad Nacional. Su aspecto más obvio es su aparato hipertrofiado de vigilancia y seguridad. Su consigna es la guerra indefinida e interminable en contra de lo que se designe como terrorismo.

No estamos solos al señalar el peligro de lo policíaco-estatal acrecentado. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) levantó advertencia sobre el proceso desde sus inicios, acuñando la noción de “sociedad de vigilancia” (1). Habla incluso del complejo industrial de vigilancia (2). Aún siendo tímida y comedida como siempre, no deja de señalar en la vigilancia un aspecto muy importante de lo que tendríamos que ver como fascistización. Pero para reconocer la fascistización hay que ir más allá de la vigilancia, aunque esta sea aspecto central, planteando el contexto de la coincidencia de otras características fundamentales. Hay aspectos ideológicos y políticos que se hacen comportamientos y políticas que ocupan lugares indispensables en el proceso (3).

Son muchas las dimensiones complementarias de este proceso que no pueden obviarse. Lo hemos dicho antes, pero aquí está todo sucinto y concentrado:

  • guerras imperiales arbitrarias bajo el pretexto del ataque del 11 de septiembre;
  • la ampliación de intervenciones en el extranjero (no siempre abiertamente militares pero no por ello menos agresivas) bajo el pretexto de la guerra contra el terror, o a favor de lo que se designe en el momento como seguridad nacional;
  • un nacionalismo incrementado con tonos militaristas (lo heroico nacional lleva ahora uniforme y bandera, lo cual se asume como incuestionable);
  • un militarismo incrementado, nacionalista y mucho más agresivo (dentro y fuera del país, y ahí habría que incluir el desplazamiento a favor de las intervenciones llamadas de baja intensidad, informales y ocultadas, que no se pueden identificar fácilmente para que rindan cuentas);
  • la militarización de los comportamientos policíacos;
  • xenofobia exacerbada (en lo étnico, racial y religioso);
  • hostigamiento, persecución y encarcelamiento de los inmigrantes (designados ilegales);
  • un racismo y nacionalismo blanco supremacista agresivo que enarbola abiertamente los símbolos y comportamientos que defendieron la esclavitud y las segregaciones en la historia del país (no solo del Sur);
  • la proliferación de milicias que asumen arbitrariamente el proyecto de defensa del Estado y especialmente de la sociedad blanca
  • una re-activación agresiva de los temas y comportamientos anti socialistas y anticomunistas del periodo de la Guerra Fría (viejo tema preferido de los fascismos históricos, eso del anti-marxismo asignado como difamación y razón de exclusiones);
  • la existencia de tribunales especiales, civiles y militares, y de cortes especiales cuya función es la autorización de la vigilancia;
  • localizaciones especiales extraterritoriales cuya función es la interrogación y hasta la tortura (Guantánamo es solo uno de estos lugares)
  • una movilización permanente de las masas en torno a los temas de la Seguridad Nacional y la Ley y el Orden, el Patriotismo, y la demonización de cualquier oposición que se vea como medianamente amenazante (a cada rato nos recuerdan de las ultimas persecuciones y ejecuciones logradas contra dirigentes de células terroristas, por ejemplo, sean de Al Qaeda, Estado Islámico, u otros)

Hay resistencias y revueltas en contra de las tendencias de fascistización, ante todo contra los racismos reactivados. Ello no quita la fuerza y persistencia de las tendencias fascistas reforzadas. Esas resistencias siguen siendo en ultima instancia dispersas y episódicas. Sus apoyos a cualquier posición antifascista son igualmente dispersos y episódicos.

Hay que reconocer la continuidad entre las Torres Gemelas del 9-11 del 2001 y la Torre de Trump. Se refuerzan mutuamente en su simbología ideológica y política. Son foco de resistencia reaccionaria y autoritaria. Resultan en un refuerzo de nacionalismos y autoritarismos que alimentan y permiten tendencias fascistizantes. Bajo Trump esas tendencias se sienten respaldadas y justificadas. Pero Trump no es la causa, sino a su vez una consecuencia. Trump concentra y amplía su legitimación. Por ello mismo es que no basta con sacar a Trump para detener este proceso.  Hay que desalentar, detener y desmantelar la fascistización que lo ha engendrado como figura central. Es Trump en este caso y ahora, pero habría que preguntarse quién puede ocupar ese lugar si no se desmantela la fascistización.  Ya se habla de la continuación del trumpismo sin Trump. Lo cierto es que no se necesita autoritarismo dictatorial personificado para que ocurra y se desarrolle la fascistización. Es proceso estructural y político, y tiene aspectos de movimiento de masas. La pregunta es si Biden está a la altura de una tarea antifascista.

La segunda tarea es la reorganización de la Corte Suprema. Es inseparable de la primera, aunque tiene presencia y forma distinta y específica. La mayoría conservadora que han establecido los Republicanos en este momento es el logro más importante de la presidencia de Trump. Es duradero (los jueces sirven de por vida) si permanece la situación actual. Ya no se necesita un voto que favorezca el lado conservador o liberal en las decisiones. La mayoría establecida es consecuente y agresivamente conservadora. Los asuntos en juego, tarde o temprano, incluyen el financiamiento del cuidado de la salud, leyes relacionadas a la protección de los derechos de los trabajadores y la protección de los consumidores, el financiamiento de las campañas políticas, las leyes relacionadas con el derecho al voto, la definición misma del matrimonio y la familia, los derechos de la comunidad LGTBQ+. Decisiones que afectarían a la situación del clima también se pueden anticipar. Todo eso viene por ahí. Me dicen si acaso no es parte de las tendencias de fascistización. Cualquier cambio que pretenda traer la presidencia de Biden tiene que pasar por una reorganización y un replanteamiento de la corte, para que al menos haya algún balance frente a los conservadores en estos asuntos cruciales.

Hay varias posibilidades. En primer lugar, se puede ampliar la cantidad de jueces, buscando explícitamente diversidad de posiciones y opiniones. Para ello solo se requiere legislación aprobada por el ejecutivo. Se puede además legislar para exigir mayoría completa en la declaración de cualquier estatuto como inconstitucional. Se puede ampliar y democratizar la selección y nombramiento de los jueces. Se puede limitar el tiempo en el cual se le permite servir a un juez, que actualmente es de por vida (aunque eso requiere enmienda constitucional, es viable hacerlo si se tiene mayoría legislativa con suficiente iniciativa progresista). Ante todo, debe quedar claro y explícito que la rama judicial está tan sujeta a las posiciones y consecuencias políticas como lo están las otras ramas del gobierno, y que eso de la llamada separación de los poderes es más bien una distribución de funciones en la cual los procesos y las luchas políticas (de poder) están siempre presentes. El mito de la trascendencia de la Corte debe quedar, en estos momentos, claramente deshecho, o al menos bastante maltrecho. Cualquiera de estas medidas planteadas, o todas (o alguna otra por concebir), serían urgentes y necesarias en esta coyuntura. De lo contrario, cualquier iniciativa de cambio puede tarde o temprano quedar frustrada o detenida por una Corte Suprema reactiva.

Estas elecciones se anuncian como decisivas en muchos aspectos. Podemos reconocer que el tono y el carácter de lo político y la política estadounidense de este periodo se definen ahí. Hemos señalado las dos tareas principales del momento, si ganase Biden, para emprender algún esbozo de cambio. Que quede claro, sin embargo, que haría falta una mayoría legislativa afín a tales cambios, y la voluntad política de movilizar a la gente a favor de esos cambios. Ello a su vez permitiría iniciativas legislativas que beneficien a la gente, un programa de gobierno que pudiésemos llamar progresista . ¿De dónde saldría el liderazgo para emprender y sostener tales iniciativas? ¿Cómo se logra no ya tan solo definir, sino impulsar y sostener tales cambios?

Lo cierto es que se abre un periodo de luchas necesarias, aunque ganase Biden. Aun más si vuelve a ganar Trump. Y ya veremos si se confronta y socava una posible victoria de Biden, y la medida en que se fortalecen las tendencias autoritarias o aparecen otras aunque confronten etabilidad institucional. Las tareas siguen en su sitio. Ya veremos. Todo es siempre lucha, coyunturas que quedan por reconocer, resolver y si acaso intentar rehacer.

La pandemia actual no es es el problema. En todo caso, plantea preguntas en términos de cómo es que se maneja.

  1. Vean: https://www.aclu.org/other/americas-surveillance-society ; https://www.aclu.org/other/even-bigger-even-weaker-emerging-surveillance-society-where-are-we-now ; https://www.aclu.org/issues/national-security/privacy-and-surveillance
  2. https://www.aclu.org/report/combatting-surveillance-industrial-complex
  3. Podemos señalar además lo que Umberto Eco ha llamado el fascismo eterno, sus catorce características resumidas en un texto conocido (https://ctxt.es/es/20190116/Politica/23898/Umberto-Eco-documento-CTXT-fascismo-nazismo-extrema-derecha.htm) Son características que se exacerban en este momento. Entonces no es asunto de descripción sino de advertencia de un proceso actual. Esas características apuntan a lo que podemos llamar la cultura política de la fascistización. Habría que reconocer entonces el lugar del cambio en la estructura del Estado y su forma. Para plantearse esos cambios hay que comenzar con la obra de Nicos Poulantzas, sobre fascismo y dictadura, y el Estado capitalista actual (http://www.iunma.edu.ar/doc/MB/lic_historia_mat_bibliografico/Historia%20Contempor%C3%A1nea/6.%20Ciclo%20contra-revolucionario/fascismo-y-dictadura-poulantzas.pdf ; https://www.laondadigital.uy/wp-content/uploads/2015/08/Nicos-Poulantzas-Estado-Poder-y-Socialismo.pdf  )

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Viajero

March 18, 2019 By Irizarry

¿Y qué hace Odiseo si no tiene hogar a donde llegar?
¿En qué se convierte su viaje de regreso?
Ha ganado una guerra imposible
Y ahora tal vez llega a ser su propia trampa en el camino interminable de esa victoria inconclusa
Acaso es derrota esa victoria
Acaso no hay gotas coincidentes que se hagan aguacero para refrescar una travesía interminable
¿Qué limpia ese aguacero si ocurre?
O acaso hay que acostumbrarse a ser océano y ya

S Irizarry
10 de marzo de 2019

Filed Under: Imaginaciones

Los migrantes centroamericanos como recurso

October 29, 2018 By Irizarry

http://www.jornada.com.mx/2018/10/24/opinion/022a2pol

O sea que detienen a los migrantes supuestamente para que no trabajen en Estados Unidos, pero luego los obligan a trabajar a precios ínfimos.

Este fascismo actualizado, que ahora se acelera de manera mucho más explicita y descarada, no quiere expulsar ni eliminar a los indeseables. No quiere exterminarlos. Prefiere capturarlos. Los marca y los designa, y prefiere retenerlos y mantenerlos trabajando encerrados. La etiqueta de ser ilegal es crimen que no tiene absolución. Se es extranjero permanente, incapaz de ser incluido o aceptado. Es estar en proceso de juicio interminable entre la vida y la muerte, encierro que no acaba.

No es nuevo esto de los centros de detención (1). Sin embargo, es a partir de Bush y Obama que se extiende la privatización de estas funciones estatales (igual que con las prisiones), y es con Trump que se exacerba el proceso, con claras indicaciones de militarización y endurecimiento de la función policiaca. Igual sucede con el nacionalismo racista paranoico, que es reinante.

Recordemos por favor que esto no comienza con Trump. Trump no es causa, sino consecuencia. Hay linea directa entre las Torres Gemelas del 11S y la Torre de Trump, y esa línea es la fascistización del Estado de Seguridad Nacional que se inaugura con el Acta Patriota (Patriot Act). Estos centros de ahora son los nuevos campos de concentración. Que se reconozca eso al menos. Nos rodean, y ese encierro es el nuestro, pero de eso no se habla. Como en una época no tan lejana que se repite …

Los migrantes centroamericanos como recurso

Claudio Lomnitz
El giro a la derecha de Europa y Estados Unidos tiene en su centro a la figura del migrante. La sensación de precariedad o amenaza que puedan sentir las poblaciones nacionales cuando se ven obligadas a convivir o a competir con gente que tiene otras costumbres es hoy un recurso político muy rentable. Por eso la crisis migratoria ha sacudido la política europea desde Italia hasta Reino Unido, desde Suecia hasta Hungría, y han sido las derechas las que han salido ganonas. De hecho, la ordeña política de las crisis migratorias es ya un arte político, del que el presidente de Estados Unidos es todo un maestro: Donald Trump sabe usar las crisis migratorias de manera perfectamente calibrada. El presidente estadunidense entiende perfectamente que las olas migratorias al estilo de la caravana hondureña son oportunidades rentables.

¿Rentables cómo? Veamos. En el pasado mes de junio, el New York Times publicó un reportaje acerca del negocio multimillonario que es hoy el de los centros de detención de migrantes. Algunos de los contratistas que han abierto estos presidios –por ejemplo, MVM Inc y General Dynamics– fueron antes contratistas para el Departamento de la Defensa de Estados Unidos, y tuvieron por años el negocio de mandar guardias privados a Iraq. Otros, como Southwest Key, comenzaron siendo organizaciones de apoyo a los migrantes, y se fueron transformando de a poco en grandes negocios. Así, en el reportaje mencionado, el Times menciona que Juan Sánchez, director de Southwest Key, percibió un sueldo de 770 mil dólares anuales en 2015. No se trata precisamente una compensación que corresponda a un trabajador social. Hoy por hoy, los centros de detención de migrantes en Estados Unidos son grandes negocios.

Así, el Wall Street Journal reportó, por su parte, el pasado julio, que la administración Trump pidió 2.8 mil millones de dólares al Congreso federal para aumentar el número y capacidad presidiaria en los centros de detención, en su presupuesto para 2019. El resultado inmediato de esa petición fue que subió la cotización en bolsa de las acciones de dos de las grandes corporaciones abocadas al “procesamiento” –como dicen en su lenguaje de asepsia burocrática– de los inmigrantes indocumentados. El presidente de una de ellas, CoreCivic, declaró al Wall Street Journal que 2018 iba a ser el mejor de los pasados 10 años, lo que es un dato nada despreciable, dados los elevados números de deportados procesados bajo el presidente Obama.

En 2016, todavía bajo el presidente Obama, hubo una investigación acerca de los centros privados de detención de migrantes, donde se encontró que eran bastante más peligrosos que los centros de detención públicos. Sin embargo, el gobierno de Trump no ha hecho sino aumentar el uso de centros de detención privados. ¿Por qué? Hay muy buenas razones para ello. Así, dos de las mayores compañías del negocio, CoreCivic y Geo, pusieron contribuciones de 250 mil dólares cada una tan sólo para el festejo de la inauguración de Donald Trump. Geo, por su parte, patrocina los hoteles de Trump en Florida, realizando ahí sus conferencias y congresos. En resumen, la situación es la siguiente: los impuestos del pueblo estadunidense van a parar a manos de una serie de corporaciones privadas, que luego financian las campañas de Trump, y patrocinan sus negocios y los de sus aliados políticos.

Y la rentabilidad política y económica de la migración ilegal tampoco termina ahí. Muchos centros de detención son ubicados en regiones económicamente deprimidas, por ejemplo en la de Río Grande Valley, en el sureste texano, por ejemplo, y ofrecen fuentes de empleo que ayudan a consolidar las bases políticas del movimiento trumpista. Además, hay demandas judiciales que acusan a algunos centros de detención de utilizar mano de obra forzada, o pagada muy por debajo del salario mínimo, de los migrantes detenidos. O sea que detienen a los migrantes supuestamente para que no trabajen en Estados Unidos, pero luego los obligan a trabajar a precios ínfimos.

Por último, está el uso propiamente político-electoral de las crisis migratorias como la actual, que Trump está aprovechando muy bien para volver a izar su propaganda en pro de construir el muro entre Estados Unidos y México, eso a menos de 15 días de las elecciones para el Congreso. De modo que la caravana hondureña contribuirá a fortalecer las candidaturas republicanas al Congreso en una elección políticamente clave, en la que los demócratas tienen por fin alguna posibilidad de arrancarle el control de la Cámara de Diputados a los republicanos. En esta coyuntura, la crisis migratoria fortalece a los republicanos. Además, si los republicanos llegaran a volver a ganar ambas cámaras en la elección de noviembre, le deberán su triunfo Trump, de nueva cuenta, y estarán poco menos que obligados apoyarlo, ahora sí, en su plan ridículamente inútil, pero sumamente lucrativo, de construir su famoso muro a lo largo de la frontera con México.

Hoy México está metido en medio de esta crisis y difícilmente se podrá sustraer de ella. Andrés Manuel López Obrador tiene razón cuando hace un llamado para invertir en Centroamérica, y para ayudar a que Honduras, El Salvador, Guatemala, e incipientemente, también Nicaragua, queden fortalecidos, pero esos son planes a mediano plazo, y lo de ahora acontece en la lógica y los tiempos comprimidos de una crisis. Para la otra –que seguramente vendrá– habrá que saber prever una situación que se resume así: las crisis migratorias son intrínsicamente rentables para la cúpula económica y política que se cobija bajo la marca del trumpismo.

(1) Define la historia de este país, pero no basta con inventario formal. Hay que ver la coyuntura que sobredetermina esa historia Vean, para un recuento y alguna implicaciones, por ejemplo: https://www.freedomforimmigrants.org/detention-timeline/ y https://www.npr.org/2018/06/29/624789871/president-trumps-new-plan-isnt-to-separate-migrant-families-but-to-lock-them-up

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Enamorado de mujer desconocida

August 19, 2018 By Irizarry

estoy enamorado de una mujer que todavía no conozco 
mujer que me embruja sin haberla visto
mujer que me arropa con el tacto tenue de un amor que todavía no tengo 
	un amor que desea y espera 
	con la paciencia infinita y la seguridad absoluta 
		de que me encuentra antes de morir 
seguiré siendo así sombra suave en una esquina escondida
acechando el deseo anticipado de lo que alguna vez he tenido sin saberlo
	de lo perdido y recuperado 
		de lo que he vuelto a perder
en la certeza de que solo he de morir cuando la pasión de este amor inacabado 
se agote y por fin me deje seguir mi camino 
	cuando sienta una sonrisa callada que me solicite silenciosa 
		junto al río
		al lado del Mar
	en la montaña nocturna de una luna llena que se acurruca en mi cama 	
		al fin repleta de esa mujer que me concluye entre sus caricias

 

Simón Irizarry

Filed Under: Imaginaciones

Decisiones de final de vida

June 27, 2018 By Irizarry

(Conversación con Simón Irizarry)

“Tengo una lista de veinte palabras mudas para ti.”
Luis Ortega

– Te fijas que nos pasamos reconsiderando cómo lidiar con el final de la vida, Simón.

– Así es, Aydasara. Es tema inevitable aunque rara vez se plantea a menos que estemos frente a una situación que lo exige. Es como si se asume que somos capaces de evitar o superar la muerte, hasta que nos toca en la puerta, de sorpresa o esperando que llegue debido a enfermedad o accidente.

– Lo que empieza a suceder ahora es que rompemos los tabúes. Comenzamos la conversación con nuestros seres queridos y en nuestras comunidades, demostrando que no es solo una preocupación para los profesionales de la salud, los enfermos terminales o los ancianos, sino para todos. Y cuestionamos los enfoques institucionalizados de la muerte, luchando para reemplazarlos por modelos personalizados y humanos.

– Cierto, por ejemplo: “el 16 de abril en el Capitolio del Estado de Nueva York en Albany, representantes de Death with Dignity National Center, Compassion & Choices Nueva York, Death with Dignity-Albany y End of Life Choices New York anunciaron la formación de la Alianza de Nueva York para la Ayuda Médica al Morir. Esta nueva coalición trabajará para generar apoyo entre los legisladores y los residentes de Nueva York para la Ley de Ayuda Médica al Morir actualmente bajo consideración de la asamblea estatal.” [i]

– Es importante que se reconozca a este nivel la falta de atención que hasta ahora ha tenido el tema, y que se monten los apoyos necesarios para atender esto. La idea del tabú de la muerte es clave en esto. No se quiere hablar de ello, es idea casi maldita, repleta de miedos que se desplazan, evitan o reprimen.

– Y sin embargo la muerte es lo único certero e inevitable en la vida. Basta con pensar que cada segundo de vida es un segundo de irse muriendo, y no se trata de asignarle un peso negativo o pesimista a eso, sino de reconocer dos cosas. Una es que la muerte es inevitable, que en muchos aspectos define la vida, y otra es que lo mejor que podemos hacer es preparar un final de vida digno que respete nuestra humanidad, en comunidad de apoyo. Cuando llega sorpresivamente la situación de muerte entonces se abren otras consideraciones, como las decisiones sobre la prolongación artificial de la vida, pero todo eso tiene que ser parte de la discusión, para que no se convierta en justificación de satisfacciones prejuiciadas para los vivos sino que se vea en el contexto de comodidad y justeza para quien agoniza o quien ya no puede seguir vivo por cuenta propia.

– No obstante, el final de la vida está rodeado de mitos y medias verdades, en gran parte debido a falta de conocimiento y percepciones erróneas. Lo religioso como dogma es parte del problema. ¿Quién puede jugar a dios, se nos pregunta, cuando se decide facilitar o apoyar la muerte? Pero no se reconoce que insistir en la prolongación de la vida más allá de sus posibilidades es jugar a dios también, y en ese caso puede que sea prolongación dolorosa o insensata, castigo. ¿Acaso no hay ética del bien en eso, en apoyar un final digno, en comunidad de apoyo y familia?

– Definitivamente. Fíjate que “a pesar de los beneficios documentados de la atención paliativa y de cuidados paliativos para mejorar la calidad de vida de los pacientes, estos servicios siguen siendo subutilizados.” [ii]

– Una razón es la persistente inquietud e incomodidad que tenemos cuando pensamos y hablamos sobre la muerte. Otra razón es la indisposición de algunos profesionales de la salud para brindar información alternativa. Volvemos a las premisas o prejuicios que impiden poner el beneficio del paciente como prioridad indiscutible. Proveer información sobre opciones en estas situaciones debería ser requisito, no debe ser opcional o preferencia arbitraria.

– En el eje del problema está elegir quién tiene el control. De hecho, “la investigación muestra que las directivas anticipadas pueden marcar la diferencia, y que las personas que documentan sus preferencias de esta manera tienen más probabilidades de obtener la atención que prefieren al final de la vida que las personas que no lo hacen.” [iii] Si se establece de antemano cuales son las opciones aceptables y requeridas, como por ejemplo rehusar prolongación artificial de vida, entonces hay parámetros claros.

– Eso requiere, sin embargo, documentación y red de familia o encargados que estén informados y que lo respete. ¿Quién provee la documentación, quién orienta a la familia o la gente de la red de apoyo que acompaña al paciente en esos momentos? La decisión definitivamente debe estar en las manos de la persona afectada, o de la persona designada para ello. Esto debe estar claro y ser inquebrantable.

– Bueno, cuando muchas personas se enfrentan a un problema, se vuelve socialmente relevante, sustancial y digno de atención.

– Y hay que poner eso en frente de las discusiones, hay que iniciar, promover e insistir que eso se discuta, porque de lo contrario sigue en la penumbra o en el silencio. Está ahí el problema, pero es como si no existiera. Y hay que tomar en cuenta el hecho de que Estados Unidos tiene la generación más diversa geográfica y culturalmente en la historia, una en la que se mezclan culturas, etnias, religiones y geografías. Eso abre puertas, y al mismo tiempo las complica.

– ¿Cómo se promueve y logra algún consenso en esto? No se puede, a menos que se insista en discutir y decidir. Y no es que todos tengamos que hacer lo mismo. Eso sería igualmente inaceptable. Pero al menos hay que proveer opciones bien definidas, y accesos a la información necesaria para poder decidir con conocimiento de causa y consecuencia, sin prejuicio ni obstáculo.

– Es por eso que mientras planificamos para el final de la vida, luchamos por expandir nuestras opciones e incluso para decidir hacer una lista de ellas. [iv]

– Sí, una búsqueda de libertad y significado nos motiva. 

Queremos nuestra propia forma de decir adiós.

FUENTES

[i] Announcing the New York Alliance for Medical Aid in Dying. https://www.deathwithdignity.org/news/2018/04/announcing-new-york-alliance-for-medical-aid-in-dying Death with Dignity.

[ii] Awareness and Misperceptions of Hospice and Palliative Care: A Population-Based Survey Study. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28631493 The National Center for Biotechnology Information.

[iii] Advance Care Planning: Healthcare Directives. https://www.nia.nih.gov/health/advance-care-planning-healthcare-directives U.S. Department of Health & Human Services. NIH.

[iv] End of Life Choices NY. http://endoflifechoicesny.org

[v] Imagen de Rubén Rivera Matos. https://www.facebook.com/rubenarte

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Qué te puedo decir …

June 17, 2017 By Irizarry

Qué te puedo decir …
S. Irizarry (noviembre 2016 a abril 2017)

Qué te puedo decir a ti que fuiste mi palabra cuando solo podía yo hablar mis silencios amparado en tu sonrisa
Acaso te puedo decir que me duele demasiado tu partida inesperada y absoluta
Acaso te puedo decir que nunca pensé que no tenerte aquí fuese ahora
Acaso te puedo decir que no puedo llenar tu vacío porque apenas comienzo a entender tu plenitud en el recuerdo
Acaso te puedo decir que cuando te hablo lo intento como cuando te aprendía para poder estar contigo sin perderme demasiado ahora
Acaso te puedo decir que creo que me escuchas cuando te hablo aunque apenas me entiendo
Acaso te puedo decir que siempre estás donde estoy
Acaso te puedo decir que tu ausencia está tan poblada de ti
Acaso te puedo decir que apenas me acerco a esta tristeza en lo que persiste de tu alegría tan contagiosa
Acaso te puedo decir que tengo que dejarte como eras para intentar estar contigo como creo que eres
Acaso te puedo decir que agradezco tu fantasma travieso vestido de boda que aparece sin aviso y me llama al pasillo de los encuentros para abrazarme y besarme
Acaso te puedo decir que agradezco tu abrazo que imagino con mis brazos y tu beso que me doy en mi mano para recordar así tu piel
Acaso te puedo decir que tal vez ahora pueda sonreír cuando te recuerdo
Acaso te puedo decir que tienes que decirme cuando tengo que dejar de hablarte así
¿Me buscas cuando tenga que irme, para no perderme?

 

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El Desafío Indígena para 2018

June 11, 2017 By Irizarry

http://ojarasca.jornada.com.mx/2017/06/09/el-desafio-indigen-para-2018-242-2132.html

Poco o nada se trata de que este esfuerzo rebelde busque administrar el aparato burocrático a través de un triunfo electoral. En realidad, ese colectivo compuesto por el ke’ntik (“nosotros” en maya tojolabal) del CNI y EZLN, sencillamente quiere que su palabra nosótrica sea escuchada por todos en México y el mundo.

No es asunto ni indígena ni mexicano. Plantearlo así es encajonar, aislar e inutilizar. Es asunto de luchas amplias e inclusivas, como todo lo zapatista y lo que se le asocia, y la pregunta sigue siendo cómo devenimos eso sin que importe quienes somos ni donde estamos. Ni se trata de ocupar un espacio de poder establecido, sino de replantear el poder mismo, de proponer y construir gobierno en contra del Estado. Esto es táctica que revela estrategia, de largo plazo, proceso lúcido amplio y profundo. No se trata de debatir, sino de desalojar los discursos dominantes e irrumpir en otros espacios que se puedan mantener alternos y abiertos, anti-capitalistas. Es otra práctica de la política, otra política, en contra del Estado.

El Desafio Indígena para 2018

» ES UNA GRAN LUCHA POR LA RECUPERACIÓN DEL PAÍS: BETINA CRUZ VÁSQUEZ (BINNIZÁ)
» “SE TRATA DEL ALZAMIENTO INDÍGENA MÁS GRANDE DE LA HISTORIA DE MÉXICO. Y ES NO VIOLENTO”: PROFESOR FILO (MIXTECO)
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 28 de mayo
Con mil 482 participantes reunidos en el CIDECI-Universidad de la Tierra, entre delegados y concejales de pueblos indígenas, invitados y observadores, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tomaron protesta al Consejo Indígena de Gobierno (CIG) para México. Nombraron también a María de Jesús Patricio Martínez, nahua de Jalisco, como su vocera así como la posible candidata independiente a la presidencia de la República para las elecciones de 2018.

En un ambiente festivo, los representantes de 58 pueblos, incluido el mestizo, convocados a la asamblea constitutiva del CIG, hicieron especial énfasis en la crisis civilizatoria imperante por la imposición del modelo occidental. “Un sistema-mundo se esta derrumbando, y el nuestro está resurgiendo. Aquí estamos sobre nuestra historia, los pueblos indígenas en los albores del siglo XXI”, explicó en conferencia de prensa el mixteco Filo, uno de los 71 concejales indígenas.

Desde enero pasado cuando se formalizó la convocatoria para la asamblea constitutiva, algunas voces y medios de comunicación han intentado explicar la nueva iniciativa política. ¿Cuál es la verdadera raíz de esta inspiración? ¿Cuál es su fondo y trascendencia? ¿Por qué impulsar una candidata indígena en la política dominante del sistema político mexicano?

Poco o nada se trata de que este esfuerzo rebelde busque administrar el aparato burocrático a través de un triunfo electoral. En realidad, ese colectivo compuesto por el ke’ntik (“nosotros” en maya tojolabal) del CNI y EZLN, sencillamente quiere que su palabra nosótrica sea escuchada por todos en México y el mundo. Por ello, las experiencias ancestrales y actuales de despojo, represión, explotación y desprecio condensadas en las denuncias del comunicado conjunto “Que retiemble en sus centros la tierra” del 14 de octubre de 2016, son las denuncias traducidas del dolor colectivo que ahora se escucharán en 58 lenguas. De ahí interpretarlo y como dicen, pasar a la ofensiva: “Vamos a articular las luchas, reconstruir el tejido social de nuestros pueblos, reconstruir la vida de nuestro pueblo, retomar el rumbo de nuestra vida en México. Es una gran lucha por la recuperación del país, una campaña por la vida”, explicó Betina Cruz Vásquez del pueblo binizá.

”Antes de la conquista no había Concejo Indígena de Gobierno. Veinte años nos tomó conocernos, escucharnos, mirarnos, los pueblos indígenas que durante cinco siglos estuvimos en resistencia y llegamos a esto. Se trata de un alzamiento indígena. El alzamiento indígena más grande de la historia de México. Y es no violento”, explicó el profesor Filo. Llevar la palabra nosótrica en voz de una mujer indígena a los espacios de poder de la patriarcal clase política mexicana, no es más que desnudar la política dominante y de paso, como lo ha sido incansablemente, intentar despertar a esos millones de indígenas y mexicanos que todavía depositan su confianza, esperanza y destino en los procesos electorales. Es decir, interpelar a la sociedad dominante; el efecto principal poco o nada tiene la intención de tomar poderes o llevar a cabo un programa de gobierno.

Uno de los principios de la democracia liberal republicana es la igualdad, por lo que las y los indígenas mexicanos tienen el derecho de ingresar a cualquier estructura de la política. La palabra escuchada tiene igual oportunidad a ser inyectada en esos espacios supuestamente públicos y por un colectivo organizado sin importar los resultados. Quienes desde los espacios y medios de comunicación de la sociedad dominante enjuician, descalifican y malinterpretan esta intención sólo dan cuenta de la profunda ignorancia con respecto al espíritu, cultura y cosmovisión indígena que pervive en todo el país.

Con la visita de representantes de los pueblos norteamericanos apache, akimel o’otham y lakota, la asamblea constitutiva en la que participaron 693 delegados, 492 invitados del CNI, 71 concejales y 230 delegados zapatistas se tejió la palabra escuchada nosótrica indígena. Ésta que buscará llegar a aquellos que están cansados del engaño sobre la realidad que viven no sólo los pueblos indígenas, sino también la impune destrucción de la naturaleza y el cosmos vinculados a ella. Se trata de una verdadero esfuerzo por traducir al castellano el dolor y la resistencia que como torbellino y puente se expresan en las 58 lenguas que conforman el corazón nosótrico del CIG. ¿Cuál es el miedo a una traducción verbal y encarnada en una mujer indígena sobre la realidad de los pueblos? El riesgo de dejar que esto suceda, supondría el desmoronamiento de un sistema de creencias artificiales inducido y que como ideología de la dominación, vive y se reproduce en toda la sociedad que padece el actual modo de reproducción capitalista.

Por ello, a la sociedad dominada por esa forma de poder no le conviene ser interpelada, interpretada y traducida, pues como espejo fracturado, provocaría la contradicción dejándola sin sentido. No sería más que la muerte de ese sistema y cuya transformación radical sólo algunos aceptarían. Los políticos, empresarios, diversos medios de comunicación y algunos intelectuales buscarán a toda costa callar la voz de los 58 pueblos del CIG. Serán el pueblo mexicano y los pueblos del mundo quienes logren escuchar y comprender, quienes identifiquen a los voceros del Poder, paulatinamente, como sólo aquellas marionetas autómatas que consciente o ciegamente quieran ocultar la realidad de las comunidades y barrios.

“Nuestra participación es por la vida, esa reconstitución de nuestros pueblos que han sido golpeados. Queremos destruir este sistema que nos está acabando a todos. Queremos dar este paso si queremos que nuestros pueblos sigan existiendo y que haya vida para todos”, sentenció María de Jesús, la ahora vocera del CIG. Por esto el resultado de una elección en el sistema político no será trascendental para el CNI, el EZLN, ni para quienes escuchen su palabra, mientras exista el desafío interpelado de los herederos de las antiguas naciones y pueblos originarios. Se harán visibles, compatibles no sólo los dolores sino que también se movilizarán con mayor vigor las resistencias vivas de muchos pueblos y comunidades de México y el mundo.

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Google sabe todo de ti

February 8, 2016 By Irizarry

Hoy día el sistema panóptico se ha reforzado con una particularidad nueva en relación con las anteriores sociedades de control que confinaban a las personas consideradas antisociales, marginales, rebeldes o enemigas en lugares de privación de libertad cerrados: prisiones, reformatorios, manicomios, asilos, campos de concentración… Sin embargo, nuestras sociedades contemporáneas de control dejan en libertad aparente a los sospechosos (o sea, a todos los ciudadanos), aunque los mantienen bajo vigilancia electrónica permanente. La contención digital ha sucedido a la contención física.

Todo cierto y bien planetado, pero no basta con hablar de la vigilancia, de lo policíaco, o del control como forma de sociedad. La vigilancia no es sino parte de un ensamblaje mucho más amplio y endurecido que sale a flote como aspecto principal y reinante desde el 11S estadounidense, con al aval de las leyes de emergencias permanentes inauguradas por el Acta Patriótica. Hay que hablar de la proliferación agresiva y en primera persona de un nacionalismo militarista, de la movilización permanente de las masas mediante los temas de la llamada seguridad nacional y las supuestas amenazas que justifican las guerras permanentes en contra de lo denominado terrorista (guerras tradicionales y de espectro amplio, o de cuarta generación, oportunidades en las geopolíticas de las crisis imperiales). Hay que plantear un proceso de aceptación de esos autoritarismos que los ven como protección deseada. Eso es el aspecto dominante que abre las puertas a la normalización de las excepciones en contra de derechos civiles y constituconales, que permite la promoción y aceptación de la vigilancia, del panóptico extendido con las tecnologías actuales que se siguen desarrollando bajo el amparo de las alianzas empresariales con lo Estatal. En ese contexto hay que hablar de fascistización neoliberal (es lo actualizado). Tiene todo esto además desarrollos extremistas con apoyo de masas que recuperan los discursos estridentes de los fascismos históricos: racismo explícito renovado, exclusiones étnicas y religiosas, la misoginia como planteamiento político acetable, la xenofobia, los reclamos de la tortura como método necesario contra los enemigos posibles (y eso es lo retroactivo que persiste). Todo ello se ha hecho posible por los senderos autoritarios que nos definen desde al menos el 11S.

No basta tampoco hablar -como ahora parece estar de moda- de un Estado “profundo” (deep state) como eje de los procesos políticos (1) que concentra el control del poder en unas pocas manos fuera del alcance de la ciudadanía. Ese proceso viene desde hace rato, pero es ahora que se hace obvio, en el régimen de las excepciones normalizadas. La crítica jurídica ya se ha hecho en contra de la vigilancia y de las expropiaciones políticas que persisten (que se vea lo hecho por la Unión Americana de Libertades Civiles, ACLU por sus siglas en inglés). Es proceso entrampado por los aparatos judiciales. Hay que buscar abrir otras puertas que incluyan la confrontación de los controles corporativos y las jerarquías políticas que permiten y avalan lo que sigue sucediendo. Se vive actualmente una crisis de representación en la cual lo que en otro momento fungía como centro se deshace y se vacía en polos opuestos. Esto es crisis política. El sistema panóptico ha de vigilar más. Hay que ver qué se hace con eso, cómo se sale de ello.

(1) vean por ejemplo los comentarios de Bill Moyers, entre otros: http://billmoyers.com/2014/02/21/anatomy-of-the-deep-state/

http://www.jornada.unam.mx/2016/02/06/opinion/018a1mun

Google sabe todo de ti

Ignacio Ramonet *

En nuestra vida cotidiana dejamos constantemente rastros que entregan nuestra identidad, dejan ver nuestras relaciones, reconstruyen nuestros desplazamientos, identifican nuestras ideas, desvelan nuestros gustos, nuestras elecciones y nuestras pasiones. Incluso, las más secretas. A lo largo del planeta múltiples redes de control masivo no paran de vigilarnos. En todas partes, alguien nos observa a través de nuevas cerraduras digitales. El desarrollo del Internet de las cosas (Internet of things) y la proliferación de aparatos conectados multiplican la cantidad de chivatos de todo tipo que nos cercan. En Estados Unidos, por ejemplo, la empresa de electrónica Vizio, instalada en Irvine, California, principal fabricante de televisores inteligentes conectados a Internet, ha revelado recientemente que sus televisores espiaban a los usuarios por medio de tecnologías incorporadas en el aparato.

Los televisores graban todo lo que los espectadores consumen en materia de programas audiovisuales, tanto los programas de las cadenas por cable como DVD, paquetes de acceso a Internet o consolas de videojuegos. Por tanto, Vizio puede saber todo sobre las selecciones que sus clientes prefieren en materia de ocio audiovisual. Y, consecuentemente, puede vender esa información a empresas publicitarias que, gracias al análisis de los datos acopiados, conocerán con precisión los gustos de los usuarios y estarán en mejor situación para tenerlos en el punto de mira.

Esta no es, en sí misma, una estrategia diferente de la que, por ejemplo, Facebook y Google utilizan habitualmente para conocer a los internautas y ofrecerles publicidad adaptada a sus supuestos gustos. Recordemos que en la novela de Orwell, 1984, los televisores –obligatorios en cada domicilio– ven a través de la pantalla lo que hace la gente (“¡Ahora podemos veros!”). Y la pregunta que plantea hoy la existencia de aparatos tipo Vizio es saber si estamos dispuestos a aceptar que nuestro televisor nos espíe.

Si lo juzgamos por la denuncia interpuesta en agosto de 2015 por el diputado californiano Mike Gatto contra la empresa sudcoreana Samsung, parece que no. La compañía era acusada de equipar sus nuevos televisores con un micro oculto, capaz de grabar las conversaciones de los telespectadores sin que éstos lo supieran y transmitirlas a terceros… Mike Gatto, quien preside la Comisión de Protección del Consumidor y de la Vida Privada del Congreso de California, presentó incluso una iniciativa de ley para prohibir que los televisores pudieran espiar a la gente.

Por el contrario, Jim Dempsey, director del centro Derecho y Tecnologías, de la Universidad de California en Berkeley, piensa que los televisores chivatos van a proliferar: “La tecnología permitirá analizar los comportamientos de la gente. Y esto no sólo interesará a los anunciantes. También podría permitir la realización de evaluaciones sicológicas o culturales que, por ejemplo, interesarán también a las compañías de seguros”. Sobre todo teniendo en cuenta que las empresas de recursos humanos y de trabajo temporal ya utilizan sistemas de análisis de voz para establecer un diagnóstico sicológico inmediato de las personas que les llaman por teléfono en busca de empleo.

Repartidos un poco por todas partes, los detectores de nuestros actos y gestos abundan alrededor de nosotros; incluso, como acabamos de ver, en nuestro televisor: sensores que registran la velocidad de nuestros desplazamientos o itinerarios; tecnologías de reconocimiento facial que memorizan la impronta de nuestro rostro y crean, sin que lo sepamos, bases de datos biométricos de cada uno de nosotros. Por no hablar de los nuevos chips de identificación por radiofrecuencia (Rfid), que descubren automáticamente nuestro perfil de consumidor, como hacen ya las “tarjetas de fidelidad” que generosamente ofrecen la mayoría de los grandes supermercados (Carrefour, Alcampo, Erozki) y marcas (FNAC, Corte Inglés).

Ya no estamos solos frente a la pantalla de nuestro ordenador. ¿Quién ignora a estas alturas que son examinados y filtrados los mensajes electrónicos, las consultas en la red, los intercambios en las redes sociales? Cada clic, cada uso del teléfono, cada utilización de la tarjeta de crédito y cada navegación en Internet suministra excelentes informaciones sobre cada uno de nosotros, que se apresura a analizar un imperio en la sombra al servicio de corporaciones comerciales, empresas publicitarias, entidades financieras, partidos políticos y autoridades gubernamentales.

El necesario equilibrio entre libertad y seguridad corre, por tanto, el peligro de romperse. En la película de Michael Radford, 1984, basada en la novela de George Orwell, el presidente supremo, llamado Big Brother, define así su doctrina: “La guerra no tiene por objetivo ser ganada, su objetivo es continuar”, y “la guerra la hacen los dirigentes contra sus propios ciudadanos y tiene por objeto mantener intacta la estructura misma de la sociedad”. Dos principios que, extrañamente, hoy están a la orden del día en nuestras sociedades contemporáneas. Con el pretexto de tratar de proteger al conjunto de la sociedad, las autoridades ven en cada ciudadano un potencial delincuente. La guerra permanente (y necesaria) contra el terrorismo les proporciona una coartada moral impecable y favorece la acumulación de un impresionante arsenal de leyes para proceder al control social integral.

Y más teniendo en cuenta que la crisis económica aviva el descontento social que, aquí o allí, podría adoptar la forma de motines ciudadanos, levantamientos campesinos o revueltas en los suburbios. Más sofisticadas que las porras y las mangueras de las fuerzas del orden, las nuevas armas de vigilancia permiten identificar mejor a los líderes y ponerlos anticipadamente fuera de juego.

“Habrá menos intimidad, menos respeto a la vida privada, pero más seguridad”, nos dicen las autoridades. En nombre de ese imperativo se instala así, a hurtadillas, un régimen securitario al que podemos calificar de “sociedad de control”. En la actualidad el principio del panóptico·se aplica a toda la sociedad. En su libro Surveiller et punir, el filósofo Michel Foucault explica cómo el panopticon (“el ojo que todo lo ve”) es un dispositivo arquitectónico que crea una “sensación de omnisciencia invisible” y permite a los guardianes ver sin ser vistos dentro de una prisión. Los detenidos, expuestos permanentemente a la mirada oculta de los vigilantes, viven con el temor de ser pillados en falta, lo cual les lleva a autodisciplinarse… De ahí podemos deducir que el principio organizador de una sociedad disciplinaria es el siguiente: bajo la presión de una vigilancia ininterrumpida, la gente acaba por modificar su comportamiento. Como afirma Glenn Greenwald: “Las experiencias históricas demuestran que la simple existencia de un sistema de vigilancia a gran escala, sea cual fuere la manera en que se utilice, es suficiente por sí misma para reprimir a los disidentes. Una sociedad consciente de estar permanentemente vigilada se vuelve enseguida dócil y timorata”.

Hoy día el sistema panóptico se ha reforzado con una particularidad nueva en relación con las anteriores sociedades de control que confinaban a las personas consideradas antisociales, marginales, rebeldes o enemigas en lugares de privación de libertad cerrados: prisiones, reformatorios, manicomios, asilos, campos de concentración… Sin embargo, nuestras sociedades contemporáneas de control dejan en libertad aparente a los sospechosos (o sea, a todos los ciudadanos), aunque los mantienen bajo vigilancia electrónica permanente. La contención digital ha sucedido a la contención física.

A veces, esta vigilancia constante también se lleva a cabo con ayuda de chivatos tecnológicos que la gente adquiere libremente: ordenadores, teléfonos móviles, tabletas, abonos de transporte, tarjetas bancarias inteligentes, tarjetas comerciales de fidelidad, localizadores GPS, etcétera. Por ejemplo, el portal Yahoo!, que consultan regular y voluntariamente unos 800 millones de personas, captura una media de 2 mil 500 rutinas al mes de cada uno de sus usuarios. En cuanto a Google, cuyo número de usuarios sobrepasa los mil millones, dispone de un impresionante número de sensores para espiar el comportamiento de cada usuario: el motor Google Search, por ejemplo, permite saber dónde se encuentra el internauta, lo que busca y en qué momento. El navegador Google Chrome, megachivato, envía directamente a Alphabet (empresa matriz de Google) todo lo que hace el usuario en materia de navegación. Google Analytics elabora estadísticas muy precisas de las consultas de los internautas en la red. Google Plus recoge información complementaria y la mezcla. Gmail analiza la correspondencia intercambiada, lo cual revela mucho sobre el emisor y sus contactos. El servicio DNS (Domain Name System, o Sistema de Nombres de Dominio), de Google, analiza los sitios visitados. YouTube, el servicio de videos más consultado del mundo, que pertenece también a Google y, por tanto, a Alphabet, registra todo lo que hacemos en él. Google Maps identifica el lugar en que nos encontramos, adónde vamos, cuándo y por qué itinerario… AdWords sabe lo que queremos vender o promocionar. Y desde el momento en que encendemos un smartphone con Android, Google sabe inmediatamente dónde estamos y qué estamos haciendo. Nadie nos obliga a recurrir a Google, pero cuando lo hacemos la empresa sabe todo de nosotros. Y, según Julian Assange, inmediatamente informa de ello a las autoridades estadunidenses…

En otras ocasiones, los que espían y rastrean nuestros movimientos son sistemas disimulados o camuflados, semejantes a los radares de carretera, los drones o las cámaras de vigilancia (llamadas también de videoprotección). Este tipo de cámaras ha proliferado tanto que, por ejemplo, en Reino Unido, donde hay más de 4 millones de ellas (una por cada 15 habitantes), un peatón puede ser filmado en Londres hasta 300 veces cada día. Y las cámaras de última generación, como la Gigapan, de altísima definición –más de mil millones de pixeles–, permiten obtener, con una sola fotografía y mediante un vertiginoso zoom dentro de la propia imagen, la ficha biométrica del rostro de cada una de las miles de personas presentes en un estadio, una manifestación o un mitin político .

A pesar de que hay estudios serios que han demostrado la débil eficacia de la videovigilancia en materia de seguridad, esta técnica sigue siendo refrendada por los grandes medios de comunicación. Incluso parte de la opinión pública ha terminado por aceptar la restricción de sus libertades: 63 por ciento de franceses se declaran dispuestos a una “limitación de las libertades individuales en Internet en razón de la lucha contra el terrorismo”.

Ello demuestra que el margen de progreso en materia de sumisión es todavía considerable…
* Ignacio Ramonet acaba de publicar El imperio de la vigilancia, editorial Clave Intelectual, Madrid, 2016.

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Donald Trump Is a Fascist

November 27, 2015 By Irizarry

In the past week, however, “Donald Trump as fascist” has gone from hyperbolic to mainstream. After endorsing extreme measures in the aftermath of the Paris attacks—from registering Muslim Americans to closing mosques—assorted writers, observers, and political operatives began using fascist to describe Trump’s approach. “Forced federal registration of U.S. citizens, based on religious identity, is fascism. Period. Nothing else to call it,” tweeted Jeb Bush adviser John Noonan. “I just don’t agree with that kind of thing,” declared alleged presidential candidate Jim Gilmore. “I’ve said it’s fascist talk.” “I’m still not sure it’s 100 percent clear that Donald Trump really understands that he’s a neo-fascist,” wrote Michael Tomasky for the Daily Beast.

Esa es fascistización retroactiva.  Reactiva y recupera el recuerdo reforzado de las formas retóricas de las convocaciones originarias de los nazifascistas (ante todo de los alemanes, porque los italianos no lo hicieron igual hasta que los alemanes se les quedaron con el quiosco, al final).  Son estas genealogías a veces inciertas, oportunistas, divergentes o de advertencia, dependiendo de lo que se quiera afirmar, comprobar o refutar cuando se señalan sus parentescos (ya lo decía George Orwell cuando señalaba lo difícil del uso del vocablo “fascista”, por lo indeterminado). (1)  Al hablarse de “fascismo” ahora, sin embargo, debe reconocerse una presencia muy real. Ante todo habría que ver y hacerle mucho caso a una fascistización ya establecida, actualizada y reconcentrada. Está hace un tiempo en su forma del Estado de Seguridad Nacional, acelerado y fortalecido en primera persona como modo de gobierno actual. Esa fascistización ya existente es la que saca plena cara desde el 11S estadounidense. Es lo que permite, promueve y alimenta esta renovación de fascistización retroactiva tan reaccionaria que vemos.

Esa gente -no solo Trump, aunque sea el más obvio- anda montada en ese caballito autoritario de la llamada seguridad nacional que ha capitaneado el desplazamiento masivo a la derecha extrema en Estados Unidos. La retórica de una arenga fascista rabiosa representada ante todo por un Trump tiene seguidores entusiastas y en masa. Eso no se puede desechar. No podemos darnos el lujo de subestimar esa presencia como síntoma, ni sus posibles consecuencias. Tiende a fijar parámetros políticos que van mucho más allá de su partido, en una situación que se delimita por los extremos en lo institucional. Es situación en la cual los atisbos de opciones progresistas se hacen más frágiles, y las posiciones del llamado centro político siguen aun más hacia la derecha. Podemos añadir una situación de crisis de hegemonía geopolítica que amenaza con desatar guerras y confrontaciones catastróficas entre potencias mundiales y regionales. No hay mucha luz aparente al final de esos caminos. Acaso es urgente articular alguna alternativa que sea capaz de disminuir esta implosión al vacío y promover otras opciones en contra de tanto autoritarismo.

http://www.slate.com/articles/news_and_politics/politics/2015/11/donald_trump_is_a_fascist_it_is_the_political_label_that_best_describes.html

Nov. 25 2015 11:44 AM
Donald Trump Is a Fascist
This isn’t a partisan attack. It is the political label that best describes what the GOP front-runner has become.
By Jamelle Bouie

In trying to explain Donald Trump, I looked to George Wallace, who played a similar role in American politics through the 1960s. But there were other options. Elements of Trump are present in the “Know-Nothing” movement of the 1840s, the radio demogogues of the 1930s, and the “second” Ku Klux Klan of the 1920s. There was also the F-word—fascism.

At the time, this seemed like a category error. For as much as I saw (and still see) an authoritarian streak in Trump’s rhetoric and demeanor, fascist seemed premature. Not the least because there’s always been an authoritarian streak in American politics, from the Alien and Sedition Acts to Jim Crow.

In the past week, however, “Donald Trump as fascist” has gone from hyperbolic to mainstream. After endorsing extreme measures in the aftermath of the Paris attacks—from registering Muslim Americans to closing mosques—assorted writers, observers, and political operatives began using fascist to describe Trump’s approach. “Forced federal registration of U.S. citizens, based on religious identity, is fascism. Period. Nothing else to call it,” tweeted Jeb Bush adviser John Noonan. “I just don’t agree with that kind of thing,” declared alleged presidential candidate Jim Gilmore. “I’ve said it’s fascist talk.” “I’m still not sure it’s 100 percent clear that Donald Trump really understands that he’s a neo-fascist,” wrote Michael Tomasky for the Daily Beast.

As apparently mainstream as this is, however, there’s still a question: What, specifically, makes Trump a fascist? After all, America has had racist politicians and internment policies for disparaged minorities. And while they were awful, they weren’t necessarily fascist. Which is to say that, before changing our rhetoric, we should define our terms.

Part of the problem of talking about fascism, at least in American political culture, is that there’s nothing close to a common definition. Sometimes, it’s used as a synonym for Hitler’s Germany or Mussolini’s Italy. Most often, it’s a political insult, usually directed from the left to the right, but often in the reverse too, always in service of narrow partisan points.

This is too bad because fascist and fascism are terms that actually mean something apart from contemporary political combat and the particulars of early- to mid–20th-century Europe. And while that meaning is fuzzy, contested, and contingent, there are elements that scholars can agree on.

One of the most-read takes on fascism comes from Italian philosopher and novelist Umberto Eco in an essay for the New York Review of Books titled “Ur-Fascism.” Eco emphasizes the extent to which fascism is ad hoc and opportunistic. It’s “philosophically out of joint,” he writes, with features that “cannot be organized into a system” since “many of them contradict each other, and are also typical of other kinds of despotism or fanacticism.”

With that said, it is true that there are fascist movements, and it’s also true that when you strip their cultural clothing—the German paganism in Nazism, for example—there are common properties. Not every fascist movement shows all of them, but—Eco writes—“it is enough that one of them be present to allow fascism to coagulate around it.” Eco identifies 14, but for this column, I want to focus on seven.

They are: A cult of “action for action’s sake,” where “thinking is a form of emasculation”; an intolerance of “analytical criticism,” where disagreement is condemned; a profound “fear of difference,” where leaders appeal against “intruders”; appeals to individual and social frustration and specifically a “frustrated middle class” suffering from “feelings of political humiliation and frightened by the pressure of lower social groups”; a nationalist identity set against internal and external enemies (an “obsession with a plot”); a feeling of humiliation by the “ostentatious wealth and force of their enemies”; a “popular elitism” where “every citizen belongs to the best people of the world” and underscored by contempt for the weak; and a celebration of aggressive (and often violent) masculinity.

Trump isn’t an ideologue; he’s an opportunist.

Now, let’s look at Trump. His campaign revolves around one theme: That the United States is weak, that it loses, and that it needs leadership to become “great again.” “We don’t have victories anymore,” he said in his announcement speech. “When was the last time anybody saw us beating, let’s say, China in a trade deal? They kill us. … When do we beat Mexico at the border? They’re laughing at us, at our stupidity.” He continued: “The U.S. has become a dumping ground for everybody else’s problems,” and “Our enemies are getting stronger and stronger by the way, and we as a country are getting weaker.”

This includes unauthorized immigrants, and now refugees, whom he attacks as a menace to ordinary Americans. The former, according to Trump, take jobs and threaten American safety—“They’re bringing drugs. They’re bringing crime. They’re rapists.”—while the latter are a “Trojan horse.” But Trump promises action. He will cut new deals and make foreign competitors subordinate. He will deport immigrants and build a wall on the border, financed by Mexico. He will bring “spectacular” economic growth. And Trump isn’t an ideologue; he’s an opportunist who borrows freely from both parties.

How does he build favor with Republican voters? He shows bravado and “strength,” disparaging weak opponents. He indulges racist rhetoric and encourages violence against protesters. He speaks directly to the petite bourgeoisie in American life: managers, public employees, small-business owners. People squeezed on all ends and desperate for economic and cultural security against capitalist instability and rapid demographic shifts, as represented by President Obama. Elect him, Trump says, and he’ll restore your security and American greatness. “You’re going to say to your children, and you’re going to say to anybody else, that we were part of a movement to take back our country. … And we will make America great again.”

Alone and disconnected, this rhetoric isn’t necessarily fascist. Some of it, in fact, is even anodyne. But together and in the person of Donald Trump, it’s clear: The rhetoric of fascism is here. And increasingly, the policies are too. The only thing left is the violence.

In the Europe of the 1920s and ’30s, fascist parties organized armed gangs to intimidate political opponents. Despite assaults at Trump events, that still seems unlikely. But as we’ve seen with the rise of Trump, the wall between routine and unthinkable is much thinner than we’d like to think.

1. Hay sin embargo trabajos sistemáticos sobre el concepto y la historia de los fascismos. En este artículo se remite a un texto clave de Umberto Eco sobre el fascismo, por ejemplo, que condensa una definición de características esenciales. Bien se podría referir uno además a la obra de Nicos Poulantzas, tanto en sus análisis sobre el surgimiento y desarrollo de los fascismos históricos, como en su advertencia temprana de que una próxima fascistización llegaría desde dentro del Estado (a partir de un disloque en el estatismo autoritario que se implanta ya en el último tercio del SXX, ruptura como ha sido la crisis del 11S estadounidense con la instauración abierta del Estado de Seguridad Nacional, que normaliza las excepciones Estatales). Véase al respecto, de Nicos Poulantzas:   Fascismo Y Dictadura: La Tercera Internacional Frente Al Fascismo. Madrid: Siglo XXI, 1973. y  Estado, Poder Y Socialismo. 1ra ed. México: Siglo Veintiuno Editores, 1979.  Es nuestra tesis que la coyuntura larga que abre la reordenación política a partir del 11S estadounidense es precisamente la emergencia de una fascistización actualizada que llega desde dentro del Estado,  a partir del aparato paralelo de seguridad nacional que ya se venía desarrollando desigualmente desde el principio de la Guerra Fría.

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Epígrafe

Las agrupaciones políticas y las autoridades ejecutivas son incapaces de entender las implicaciones que tienen estos asuntos. A pesar de que recientemente han iniciado un reconocimiento parcial de los peligros más obvios que amenazan al ambiente natural de nuestras sociedades, parecen estar satisfechos con plantearse la contaminación industrial desde un punto de vista tecnocrático. Sin embargo, lo cierto es que solo un planteamiento que pueda enlazar lo ético con lo político -lo que yo llamo ecosofía- y que empate los tres registros ecológicos (el ambiente natural, las relaciones sociales, y la subjetividad humana) sería capaz de arrojar luz sobre estas cuestiones. […] Lo que está en juego es la manera en que vivimos en este planeta.

Félix Guattari (The Three Ecologies)

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