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La irrupción pacífica de zapatistas prueba que “el tiempo ha fortalecido” su movimiento

December 30, 2012 By Irizarry

La movilización multitudinaria de indígenas zapatistas en la región de los Altos de Chiapas manifiesta la innegable capacidad organizativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y revela en su comunicado mensajes claros y encriptados que no se agotan en una primera lectura, coincidieron Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, ex integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Tras la irrupción pacífica de aproximadamente 40 mil mujeres y hombres zapatistas de todas las edades, Juan Guerra Ochoa señaló que la capacidad organizativa y la fuerza orgánica del zapatismo no se han desgastado con el tiempo, “por el contrario se han fortalecido y multiplicado, lo cual significa que quienes apostaron por el desgaste y dejar que el tiempo agotara la voluntad de los insurgentes, han fracasado”. […]

–¿Aún hay oportunidad de responder al reclamo que está por cumplir casi dos décadas? –se le preguntó.
–Yo lo veo como una oportunidad para generar una iniciativa de gran calado en materia indígena, que indudablemente tiene que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, pero al mismo tiempo me parece que es una advertencia, o un nuevo ¡ya basta!, la situación no aguanta más, ocho de cada 10 indígenas viven en la pobreza, mientras los recursos naturales de sus tierras y territorios son saqueados por compañías mineras, privadas y extranjeras.

 

Pues sí, y no.

Sí, porque esa (re)aparición es prueba -por si hacía falta- de que los zapatistas existen y persisten, porque resisten y sostienen su resistencia (por eso es que existen, porque resisten). Me permito entonces corregir lo que acabo de escribir: no es prueba ni evidencia esta (re)aparición, sino recordatorio (para nosotros, por si acaso). Por aquello de que no se olvide lo que sigue existiendo empecinado, por su cuenta y en contra de todos los hostigamientos y violencias que buscan no solo reprimir sino suprimir, y en contra de todas las esquinas oscuras de los olvidos y silencios convenientes ante lo que sigue sucediendo a lo zapatista (en todos sus modos y maneras), y a pesar de las cegueras que nos tapan los ojos ante las potencialidades de lo que han hecho y siguen haciendo ellos los zapatistas, y en contra de todo intento de reabsorber y reducir ese proceso a un asunto predispuesto como”indígena”. Eso es el “no”, lo que no se dice por todo lo que implica.

Y más allá de algún ajuste de lo escrito: no son solo los zapatistas como organización político-militar, sino las comunidades zapatistas y sus procesos, pues han hecho de la insurgencia un modo de vida sumamente incómodo para los poderes Estatales. Resulta que eso es lo importante, esos modos de vida y de gobierno suyos. Eso es el “no”: lo que no se dice ni reconoce mucho más allá de los discursos políticos con sus deseos de acuerdos Estatales, y con sus encierros jurídicos que solo buscan someter en la misma medida en que reducen al zapatismo a reclamos de los “indios”.

Resulta que las comunidades zapatistas han conquistado espacios de convivencias en contra del capitalismo y su Estado. No hay acuerdos posibles para eso porque eso sería reconocimiento y aceptación y, como lo han dicho muy elocuentemente los mismos zapatistas, ellos resultan muy incómodos y desagradables. Esa incomodidad y desagrado es porque lo que dicen y hacen no encaja en lo aceptable que se espera e impone desde arriba.

Se han hecho los zapatistas sociedad a pesar y en contra de todo, y se han hecho sociedad que lucha y persiste desde abajo y a la izquierda. Eso es intolerable. Hay ecos y actualizaciones milenarias en todo esto, lo de las sociedades en contra del Estado (pero es otro y el mismo tema …). Por eso es que esta “irrupción pacífica” ahora reseñada es tan importante y urgente, por su presencia a pesar de tanta violencia en su contra, como recordatorio de lo que sigue a pesar de todo, y por lo que tienen logrado y nos siguen trayendo.

La lucidez zapatista está muy viva, en contra de todas las certezas políticas que consumimos, y es posición favor de una nueva práctica de la política (y de lo llamado social).

Hay que ver y leer: http://revistarebeldia.org/   Mucho hay que pensar, y mucho queda por hacer aqui entre todos nosotros.

Y con eso de los zapatistas como organización político-militar y de las comunidades zapatistas, pues resulta que sin lo anterior no existe lo subsiguiente.  Son los Caracoles como redes de comunidades autónomas con sus Juntas de Buen Gobierno, con el EZLN. Sus procesos entrelazados les transforma mutuamente. Eso ha sido el logro actual que se defiende a partir de la conquista y ensamblaje de esos espacios, conquista que no ha sido ni solicitud ni protesta solicitante, sino lucha dura y fuerte sin pretensiones de negociaciones iniciales. Es exigencia conquistada y defendida. Otra lección es. No hay “reclamos” que piden “respuesta”, sino conquistas que quedan por hacer (y que hay que defender cuando se logran). No quieren “el poder”, pues “tomar el poder” es hacerse el poder.  Lo han dicho y hecho, muy bien. Quieren lo que son y han logrado ser, y eso sigue como proceso suyo (y nuestro). ¿Podemos nosotros también hacer gobierno en contra del Estado? Paradójico es, pero posible y necesario.

Mi pregunta sigue siendo cómo devenimos zapatistas donde estamos. Ya veremos, si acaso podemos. No hay un solo “asunto” o “tema” zapatista que no sea de todos nosotros, aquí y ahora. Y sin asumir esa coincidencia no tenemos salida ni soluciones posibles ante los muchos males que sufrimos. Ya veremos, dijo el ciego …

 

 

Familiares de las víctimas y autoridades de Las Abejas, acompañados por cientos de visitantes de diversas partes del país, conmemoraron con una marcha la masacre del 22 de diciembre de 1997 Foto Moysés Zúñiga Santiago


http://www.jornada.unam.mx/2012/12/23/politica/008n1pol

No prosperó la apuesta de que se agotaría la voluntad de los insurgentes: ex miembros de Cocopa

La irrupción pacífica de zapatistas prueba que “el tiempo ha fortalecido” su movimiento

Fracasó la estrategia del Estado para atender los rezagos de las comunidades indígenas, dicen

 

Periódico La Jornada
Domingo 23 de diciembre de 2012, p. 8

La movilización multitudinaria de indígenas zapatistas en la región de los Altos de Chiapas manifiesta la innegable capacidad organizativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y revela en su comunicado mensajes claros y encriptados que no se agotan en una primera lectura, coincidieron Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, ex integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Tras la irrupción pacífica de aproximadamente 40 mil mujeres y hombres zapatistas de todas las edades, Juan Guerra Ochoa señaló que la capacidad organizativa y la fuerza orgánica del zapatismo no se han desgastado con el tiempo, “por el contrario se han fortalecido y multiplicado, lo cual significa que quienes apostaron por el desgaste y dejar que el tiempo agotara la voluntad de los insurgentes, han fracasado”.

El secretario de Agricultura del estado de Sinaloa refirió que  la multiplicación de las condiciones de pobreza y marginación de los pueblos indígenas de México “expresan que es el Estado mexicano el que ha fracasado, no sólo en su estrategia para atender los grandes rezagos en materia indígena sino, sobre todo, en la construcción de una relación que entienda los problemas indígenas, su concepción del mundo, sus necesidades, sus vínculos con la tierra y los recursos naturales de sus territorios”.

Para Guerra Ochoa, este es momento de que el gobierno deje de pensar sólo en los problemas de la macroeconomía, o en variables superestructurales, sino que también atienda “la explosividad que significa que más de 10 millones de indígenas subsistan en condiciones de desigualdad, miseria y atraso; debe ser uno de los temas de la más alta prioridad de la agenda del Estado mexicano.”

Para Jaime Martínez Veloz, quien ha sostenido por casi 18 años su atención y cercanía con el fenómeno zapatista, el movimiento “nunca se ha ido; que la clase política no quisiera verlos o no haya querido asumir su responsabilidad frente a ellos es otra cosa, pero ellos siempre han estado en el mismo lugar, construyendo desde abajo, con organización y dignidad, lo que el poder les ha negado, un mejor destino para los suyos, pese a las limitaciones y carencias materiales que suplen con imaginación y creatividad”.

Recordó que el desplazamiento pacífico de los indígenas hace dos días, en las principales cabeceras municipales de los Altos, es producto del “desdén de las fuerzas políticas mexicanas frente a los problemas indígenas, sobre todo en su relación con el EZLN. Se expresa en que la Cocopa, que debe existir de acuerdo con lo establecido en la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, no ha sido constituida todavía, lo que habla del desinterés de las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión.”

Efectivamente, durante los años recientes no se ha realizado una reunión de dicha comisión legislativa, donde haya habido el quórum reglamentario que diseñe una estrategia que permita abordar un conflicto cuya complejidad no es menor.

“El comunicado del EZLN lo va a descifrar el tiempo y el curso de los acontecimientos, no se agota en una primera lectura, tiene la virtud de estar encriptado y además de ser claro, encierra oportunidades y advertencia a los gobiernos, y en suma sorpresas y eventualidades. El EZLN no está de vuelta, nunca se había ido, sólo que su cancha no es la electoral sino las causas más sentidas del México profundo.”

–¿Aún hay oportunidad de responder al reclamo que está por cumplir casi dos décadas? –se le preguntó.
–Yo lo veo como una oportunidad para generar una iniciativa de gran calado en materia indígena, que indudablemente tiene que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, pero al mismo tiempo me parece que es una advertencia, o un nuevo ¡ya basta!, la situación no aguanta más, ocho de cada 10 indígenas viven en la pobreza, mientras los recursos naturales de sus tierras y territorios son saqueados por compañías mineras, privadas y extranjeras.

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LA CUARTA GUERRA MUNDIAL

April 9, 2010 By Irizarry

Esta Cuarta Guerra Mundial usa lo que nosotros llamamos “destrucción”. Se destruyen los territorios y se despueblan. A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar. ¿Cuál es el principal problema que enfrenta este mundo unipolar para globalizarse? Los Estados nacionales, las resistencias, las culturas, las formas de relación de cada nación, lo que las hace diferentes. ¿Cómo es posible que la aldea sea global y que todo el mundo sea igual si hay tantas diferencias? Cuando decimos que es necesario destruir los Estados nacionales y desertificarlos no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente. Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización.

Vivimos en un estado de guerras permanentes, estrategia de los capitales multinacionales (y sus asociados) que dominan la explotación neoliberal. Con la guerra se busca lograr muchas cosas, desde arriba. Lo más importante es la extensión de los controles (internos y externos: se intensifica la coincidencia) a través de las conquistas y reconquistas que buscan la redefinición y extensión contínua de nuevas formas y zonas de explotación, especialmente en este periodo definido por la tendencia del retorno de la economía depresiva, y por la necesidad de intensificar la economía de guerra en nombre del fantasma de la llamada defensa nacional de los poderosos.

Eso implica, entre otras cosas, la redefinición de la guerra misma, la difusión de nuevas formas, tácticas y estrategias de agresión, que no se olvidan de las anteriores, sino que las actualizan (y eso es toda una industria, aspecto estratégico de la acumulación del capital). Para los imperialismos esto requiere nuevos enemigos, pues así se puede lograr la justificación y persistencia del Estado de Seguridad Nacional que encarna las tendencias de la fascistización actualizada (que mediatiza la guerra en lo cotidiano, con sus autoritarismos, sus militarismos y sus nacionalismos policiacos de Estado).

Es fascistización indispensable para ellos, porque las condiciones de acumulación y reproducción de los capitales intensifican muchas y demasiadas inestabilidades y crisis incómodas y peligrosas para ellos. Esto no es coyuntura pasajera, sino cambio estructural, situación de largo plazo, que marca cambio de época.

En ese contexto urgente no podemos dejar a un lado la lucidez del pensamiento y las prácticas zapatistas. Ese pensamiento, y esas prácticas y experiencias, siguen siendo actuales.

La pregunta es cómo devenimos zapatistas, desde donde estamos.

La Jornada, 23 de octubre de 2001   http://www.jornada.unam.mx
http://inmotionmagazine.com/auto/cuarta.html

LA CUARTA GUERRA MUNDIAL
El siguiente texto es un fragmento de la plática impartida por el subcomandante Marcos ante la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos en La Realidad, Chiapas, el 20 de noviembre de 1999, de la cual se publicó su bosquejo en las cartas 5.1 y 5.2, en noviembre del mismo año con el título: “Chiapas: la guerra: i. Entre el satélite y el microscopio, la mirada del otro”, y “ii. La máquina del etnocidio”.

Cualquier semejanza con las condiciones de la guerra actual es mera causalidad.
Subcomandante Insurgente Marcos

LA REESTRUCTURACION DE LA GUERRA

Según nuestra concepción, hay varias constantes en las llamadas guerras mundiales, sea la Primera Guerra Mundial, la Segunda o las que nosotros llamamos Tercera y Cuarta.

Una de estas constantes es la conquista de territorios y su reorganización. Si consultan un mapamundi, van a ver que, al término de cualquier guerra mundial hubo cambios, no sólo en la conquista de territorios sino en las formas de organización. Después de la Primera Guerra Mundial hay un nuevo mapamundi, después de la Segunda Guerra Mundial hay otro mapamundi.

Al término de lo que nosotros nos atrevemos a llamar “Tercera Guerra Mundial” y que otros llaman Guerra Fría, hubo una conquista de territorios y una reorganización. A grandes rasgos, se puede ubicar a finales de los años ochenta, con el derrumbe del campo socialista de la Unión Soviética y al principio de los años noventa al vislumbrarse lo que llamamos la Cuarta Guerra Mundial.

Otra constante es la destrucción del enemigo. Es el caso del nazismo en la Segunda Guerra Mundial y, en la Tercera, de todo lo que se conocía como urss y el campo socialista como opción frente al mundo capitalista.

La tercera constante es la administración de la conquista. En el momento en que se logra la conquista de territorios, es necesario administrarlos de manera que aporten ganancias a la fuerza que ganó. Nosotros usamos mucho el término “conquista” porque somos expertos en esto. Los Estados que antes se llamaban nacionales siempre han intentado conquistar a los pueblos indios. A pesar de estas constantes, hay una serie de variables que cambian de una guerra mundial a otra: la estrategia, los actores, o sea las partes, el armamento utilizado y, por último, las tácticas. Aunque éstas vayan cambiando, aquéllas se manifiestan y se pueden aplicar para entender una guerra y otra.

La Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría, abarca de 1946 (o, si se quiere, desde la bomba de Hiroshima, en 1945) hasta 1985-1990. Es una gran guerra mundial compuesta de muchas guerras locales. Como en todas las otras, al final hay una conquista de territorios que destruye a un enemigo. Acto seguido, se pasa a la administración de la conquista y se reorganizan los territorios. En esta guerra mundial había como actores: uno, las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética con los relativos satélites; dos, la mayoría de los países europeos; tres, América Latina, Africa, partes de Asia y Oceanía. Los países periféricos giraban en torno a eu o a la urss, según les convenía. Después de las superpotencias y de los periféricos estaban los espectadores y las víctimas, o sea el resto del mundo. No siempre las dos superpotencias se peleaban de frente. A menudo lo hacían por medio de otros países. Mientras las grandes naciones industrializadas se sumaban a uno de los dos bloques, el resto de los países y de la población aparecían como espectadores o como víctimas. Lo que caracterizaba esta guerra era: uno, la carrera armamentista y dos, las guerras locales. Con la guerra nuclear, las dos superpotencias competían para ver cuántas veces podían destruir el mundo. La forma de convencer al enemigo era presentarle una fuerza muy grande. Al mismo tiempo, en todas partes se desarrollaban guerras locales en las que estaban metidas las dos superpotencias.

El resultado fue, como todos sabemos, la derrota y la destrucción de la urss, y la victoria de eu, alrededor del cual se aglutinan hoy la gran mayoría de los países. Es cuando sobreviene lo que llamamos “Cuarta Guerra Mundial”. Aquí surge un problema. El producto de la anterior guerra debía ser un mundo unipolar -una sola nación que domina a un mundo donde no hay rivales- pero para hacerse efectivo, este mundo unipolar tiene que llegar a lo que se conoce como “globalización”. Hay que concebir al mundo como un gran territorio conquistado con un enemigo destruido. Es necesario administrar este nuevo mundo y por lo tanto globalizarlo. Entonces se acude a la informática que, en el desarrollo de la humanidad, es tan importante como la invención de la máquina de vapor. La informática permite estar simultáneamente en cualquier lado; ya no hay más fronteras, limitaciones temporales o geográficas. Es gracias a la informática que empieza el proceso de globalización. Se erosionan las separaciones, las diferencias, los Estados nacionales y el mundo se convierte en lo que se llama, con verosimilitud, la aldea global.

La concepción que da fundamento a la globalización es lo que nosotros llamamos “neoliberalismo”, una nueva religión que va a permitir que el proceso se lleve a cabo. Con esta Cuarta Guerra Mundial, otra vez, se conquistan territorios, se destruyen enemigos y se administra la conquista de estos territorios.

El problema es qué territorios se conquistan y reorganizan y quién es el enemigo. Puesto que el enemigo anterior ha desaparecido, nosotros decimos que ahora el enemigo es la humanidad. La Cuarta Guerra Mundial está destruyendo a la humanidad en la medida en que la globalización es una universalización del mercado, y todo lo humano que se oponga a la lógica del mercado es un enemigo y debe ser destruido. En este sentido todos somos el enemigo a vencer: indígenas, no indígenas, observadores de los derechos humanos, maestros, intelectuales, artistas. Cualquiera que se crea libre y no lo está.

Esta Cuarta Guerra Mundial usa lo que nosotros llamamos “destrucción”. Se destruyen los territorios y se despueblan. A la hora que se hace la guerra, se tiene que destruir el territorio, convertirlo en desierto. No por afán destructivo, sino para reconstruir y reordenar. ¿Cuál es el principal problema que enfrenta este mundo unipolar para globalizarse? Los Estados nacionales, las resistencias, las culturas, las formas de relación de cada nación, lo que las hace diferentes. ¿Cómo es posible que la aldea sea global y que todo el mundo sea igual si hay tantas diferencias? Cuando decimos que es necesario destruir los Estados nacionales y desertificarlos no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente. Después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado; he aquí lo que está marcando la globalización.

El primer obstáculo son los Estados nacionales: hay que atacarlos y destruirlos. Hay que destruir todo lo que hace que un Estado sea “nacional”: la lengua, la cultura, la economía, su quehacer político y su tejido social. Si no sirven más las lenguas nacionales, hay que destruirlas y hay que promover una nueva lengua. Contra lo que se pueda pensar, ésta no es el inglés, sino la informática. Hay que homologar todas las lenguas, traducirlas al idioma informático, incluso el inglés. Todos los aspectos culturales que hacen que un francés sea francés, un italiano sea italiano, un danés, danés, un mexicano, mexicano, deben ser destruidos porque son barreras que impiden acceder al mercado globalizado. Ya no es cuestión de hacer un mercado para los franceses y otro para los ingleses o los italianos. Debe haber un solo mercado en donde una misma persona pueda consumir un mismo producto en cualquier parte del mundo y en donde una misma persona se comporte como un ciudadano del mundo y no ya como un ciudadano de un Estado nacional.

Eso significa que la historia cultural, la historia de la tradición choca con este proceso y es el enemigo de la Cuarta Guerra Mundial. Esto es particularmente grave en Europa donde hay naciones con grandes tradiciones. Las lógicas culturales francesas, italianas, inglesas, alemanas, del Estado español, etcétera -todo lo que no pueda ser traducido en términos informáticos y de mercado- son un impedimento para esta globalización. Ahora las mercan-cías van a circular por los canales de la informática y todo lo demás debe ser destruido o hecho a un lado. Los Estados nacionales tenían su propia estructura económica y lo que se llamó “burguesía nacional” -capitalistas con sedes nacionales y con ganancias nacionales. Esto ya no puede existir: si la economía se decide a nivel global, las políticas económicas de los Estados nacionales que querían proteger a los capitales nacionales son un enemigo al que hay que vencer. El Tratado de Libre Comercio y lo que los llevó a la Unión Europea, el Euro, son síntomas de que la economía se globaliza, aunque en principio se trate de una globalización regional, como en el caso de Europa. Los Estados nacionales construyen sus relaciones políticas, pero ahora las relaciones políticas no sirven más. No las califico de buenas o malas; el problema es que estas relaciones políticas son un impedimento para que se cumplan las leyes de mercado. La clase política nacional es vieja, ya no sirve, tiene que ser cambiada. Traten de hacer memoria; intenten recordar aunque sea el nombre de un solo hombre de Estado en Europa. Sencillamente, no pueden. Los personajes más importantes de la Europa del Euro son gente como el presidente de la Bundes Bank, un banquero. Lo que él dice es lo que va a regir las políticas de los distintos presidentes o primeros ministros que padecen los países de Europa.

Si el tejido social está roto, las antiguas relaciones de solidaridad que hacían posible la convivencia en un Estado nacional también se rompen. De ahí que se alienten las campañas contra los homosexuales y las lesbianas, contra los migrantes, o las campañas de xenofobia. Todo lo que antes mantenía un cierto equilibrio tiene que romperse a la hora que esta guerra mundial ataca al Estado nacional y lo transforma en otra cosa.

Se trata de homogenizar, de volver a todos iguales y de hegemonizar una propuesta de vida. Es la vida global. Su mayor diversión debe ser la informática, su trabajo debe ser la informática, su valor como ser humano debe ser el número de tarjetas de crédito, su capacidad de compra, su capacidad productiva. El caso de los maestros es muy claro. Ya no vale quién tiene más conocimiento o quién es más sabio; ahora vale quién produce más investigaciones y en este sentido se deciden sus sueldos, sus prestaciones, su lugar en la universidad.

Esto tiene mucho que ver con el modelo estadunidense. Sin embargo sucede que esta Cuarta Guerra Mundial también produce un efecto contrario que llamamos “fragmentación”. De manera paradójica el mundo no se está haciendo uno sino que se está partiendo en muchos pedazos. Aunque se supone que el ciudadano se está haciendo igual, emergen los diferentes en tanto que diferentes: los homosexuales y lesbianas, los jóvenes, los migrantes. Los Estados nacionales funcionan como un gran Estado, el Estado-tierra-sociedad anónima que nos parte en muchos pedazos.

Si observan un mapamundi de este periodo -el final de la Tercera Guerra Mundial- y analizan los últimos ocho años, ha habido una recomposición, sobre todo en Europa, pero no sólo. Donde antes había una nación ahora hay muchas naciones, el mapamundi se ha fragmentado. Este es el efecto paradójico que está ocurriendo a causa de esta Cuarta Guerra Mundial. En lugar de que se globalice, el mundo se fragmenta y en lugar de que este mecanismo hegemonice y homogenice, van apareciendo cada vez más los diferentes. La globalización y el neoliberalismo están haciendo del mundo un archipiélago. Y hay que darle una lógica de mercado, organizar estos fragmentos en un común denominador. Es lo que nosotros llamamos “bomba financiera”.

Al mismo tiempo que aparecen los diferentes, se multiplican las diferencias. Cada joven tiene su grupo, su forma de pensar, por ejemplo los punks, los skin heads; todos los que hay en cada país. Ahora los diferentes no sólo son diferentes, sino que multiplican sus diferencias y buscan una identidad propia. Evidentemente, la Cuarta Guerra Mundial no les ofrece un espejo que les permita verse con un común denominador, les está ofreciendo un espejo roto. Cada quien escoge el pedacito que le toca y, con éste, su conducta de vida. Mientras tenga el control del archipiélago -sobre los seres humanos, no sobre los territorios- el poder no se va a apenar mucho.

El mundo se está partiendo en muchos pedazos, grandes y pequeños. Ya no hay continentes en el sentido de que yo sea europeo, africano o americano. Lo que ofrece la globalización del neoliberalismo es una red construida por el capital financiero o, si se quiere, el poder financiero. Si hay una crisis en este nudo, el resto de la red va a amortiguar los efectos. Si hay bonanza en un país, no se produce un efecto de bonanza en el resto de los países. Es entonces una red que no funciona, lo que nos dijeron fue una mentira del tamaño del mundo, es un discurso reiterado en los líderes de América Latina, ya sea Menem, Fujimori, Zedillo u otros dirigentes de comprobada calidad moral. En la realidad ocurre que la red ha hecho mucho más vulnerables a los Estados nacionales. Los está acabando de destruir, ahora por efectos internos. De nada sirve que un país se esfuerce por construirse un equilibrio y un destino propio en cuanto nación. Todo depende de lo que pase en un banco de Japón o de lo que haga la mafia en Rusia o un especulador en Sydney. De una u otra forma, los Estados nacionales no son salvados, son condenados definitivamente. Cuando un Estado nacional acepta integrarse a esta red -porque no hay más remedio, porque lo obligan o por convicción- firma su acta de defunción.

En suma, lo que quiere hacer este gran mercado es convertir todas estas islas no en naciones, sino en centros comerciales. Se puede pasar de un país a otro y encontrar los mismos productos, ya no hay ninguna diferencia. En París o en San Cristóbal de Las Casas se puede consumir lo mismo; si uno está en San Cristóbal de Las Casas puede estar simultáneamente en París recibiendo noticias. Es el fin de los Estados nacionales. Y no sólo: es el fin de los seres humanos que los conforman. Lo que importa es la ley del mercado y ésta marca que tanto produces, tanto vales, tanto compras, tanto vales. La dignidad, la resistencia, la solidaridad estorban. Todo lo que impide que un ser humano se convierta en una máquina de producir y comprar es un enemigo y hay que destruirlo. Por esto, nosotros decimos que esta Cuarta Guerra Mundial tiene como enemigo al género humano. No lo destruye físicamente pero sí lo destruye en cuanto ser humano.

De manera paradójica, al destruirse los Estados nacionales, la dignidad, la resistencia y la solidaridad se construyen de nuevo. No hay lazos más fuertes, más sólidos que los que existen entre los grupos diferentes: entre los homosexuales, entre las lesbianas, entre los jóvenes, entre los migrantes. Entonces, esta guerra pasa también por el ataque a los diferentes. A eso se deben las campañas tan fuertes en Europa y en Estados Unidos en contra de los diferentes, porque son morenos, hablan otra lengua o tienen otra cultura. La forma de cultivar la xenofobia en lo que queda de los Estados nacionales, es hacer amenazas: “estos migrantes turcos te quieren quitar tu trabajo”, “estos migrantes mexicanos vienen a violar, vienen a robar, vienen a meter malas costumbres”. Los Estados nacionales -o lo poco que de ellos queda- delegan en los nuevos ciudadanos del mundo, los informáticos, el papel de sacar a esos migrantes. Y es ahí donde proliferan grupos como el Ku Klux Klan, o llegan al poder personas de tanta probidad como Berlusconi. Todos construyen su campaña sobre la xenofobia. El odio hacia los diferentes, la persecución en contra de cualquiera que sea diferente es mundial; pero también la resistencia de cualquiera que es diferente es mundial. Frente a esa agresión, estas diferencias se multiplican, se solidifican. Esto es así, no voy a calificar si es bueno o malo, así está ocurriendo.

LA GUERRA NO ES SOLO MILITAR

En términos propiamente militares la Tercera Guerra Mundial tenía su lógica. Era en primer lugar una guerra convencional, concebida de manera que si yo pongo soldados y tú pones soldados, nos enfrentamos y quien quede vivo gana. Esto acontecía en un territorio específico que, en el caso de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, otan, y del Pacto de Varsovia, era Europa. A partir de la guerra convencional, o sea entre ejércitos, se estableció una carrera militar y armamentista.

Vamos a ver un poco más los detalles. Esta [enseña un rifle], por ejemplo, es una arma semiautomática y se llama AR-15, rifle automático. La fabricaron para el conflicto de Vietnam y se puede desarmar muy fácilmente [la desarma], ya está. Cuando la hicieron, los estadunidenses pensaban en un escenario de guerra convencional, es decir, grandes contingentes militares que se enfrentan. “Juntamos a muchos soldados, nos aventamos y al final alguien tiene que quedar.” Al mismo tiempo, el Pacto de Varsovia desarrollaba el fusil automático Kalashnikov que comúnmente se llama AK-47, un arma con mucho volumen de fuego a distancias cortas, de hasta 400 metros. La concepción soviética implicaba grandes oleadas de tropa: aventaban un montón de soldados disparando, y si morían, llegaba una segunda oleada y una tercera. Ganaba el que tenía más soldados. Entonces, los estadunidenses pensaron: “ya no sirve más el viejo fusil Garand de la Segunda Guerra Mundial. Ahora necesitamos una arma que tenga mucho volumen de fuego para rangos cortos”. Sacaron el AR-15 y lo probaron en Vietnam. El problema es que se descompuso, no sirvió. Cuando atacaban a los vietcong, el mecanismo se quedaba abierto y a la hora de disparar hacia “clic”. Y no era una cámara fotográfica, era un arma. Intentaron resolver el problema con el modelo M16-A1. Aquí, la trampa está en la bala que se llama de dos diferentes maneras. Una, la civil de 2.223 -fracción de pulgadas- se puede comprar en cualquier tienda de Estados Unidos. La otra, de 5.56 milímetros, es de uso exclusivo de las fuerzas de la otan. Esta es una bala muy rápida y tiene una trampa. En la guerra el objetivo es conseguir que el enemigo tenga bajas, no muertos, y un ejército considera que tiene bajas cuando un soldado ya no puede combatir. La Convención de Ginebra -un acuerdo para humanizar la guerra- prohíbe las balas expansivas porque a la hora de entrar destruyen más y son mucho más letales que una bala de punta dura.

“Puesto que la idea es subir el número de heridos y bajar el número de muertos” -dijeron- “prohibamos las balas expansivas”. Un balazo de una bala dura te deja inutilizado, ya estás de baja, no te mata a menos que alcance un punto vital. Para cumplir con la Convención de Ginebra y hacer trampa, los estadunidenses crearon la bala de punta blanda que, al introducirse en el cuerpo humano, se dobla y da vueltas. El orificio de entrada es de un tamaño y el de salida es mucho más grande. Esta bala es peor que la expansiva y no viola los convenios. Sin embargo, si te da en un brazo… te lo vuela. Una bala 162 te atraviesa y te deja herido; pero ésta te destroza. Como por casualidad, el gobierno mexicano acaba de comprar 16 mil de estas balas.

Es decir, se generaron armas para escenarios precisos. Vamos a suponer que no querían usar la bomba nuclear; ¿qué usaban? Muchos soldados contra muchos soldados. Y así se crearon las doctrinas de guerra convencional de la otan y del Pacto de Varsovia.

La segunda opción era una guerra nuclear localizada, una guerra con armas nucleares, pero sólo en algunas partes y no en otras. Había un acuerdo entre las dos superpotencias para no atacarse en sus propios territorios y pelearse sólo en un territorio neutral. Sobra decir que este territorio era Europa. Ahí es donde iban a caer las bombas y a ver quién quedaba vivo en Europa Occidental y lo que entonces se llamaba Europa Oriental.

La última opción de la Tercera Guerra Mundial era la guerra nuclear total que fue un gran negocio, el negocio del siglo. La lógica de la guerra nuclear es que no había ganador; no importa quién disparaba primero, por muy rápido que disparara, el otro alcanzaba a disparar también. La destrucción era mutua y, desde el principio, simplemente se renunció a esta opción. Su carácter pasó a ser lo que en términos de diplomacia militar se llama “disuasión”.

Para que los soviéticos no usaran el arma nuclear, los estadunidenses desarrollaron muchas armas nucleares y para que éstos no usaran el arma nuclear, los soviéticos desarrollaron más armas nucleares y así sucesivamente. Se llamaban imb (Intercontinental Mission Ballistic) y eran los cohetes que iban de Rusia a Estados Unidos y de Estados Unidos a Rusia. Costaron una fortuna y ahorita ya no sirven para nada. También había otras armas nucleares de uso local que eran las que se iban a usar en Europa en el caso de una guerra nuclear localizada.

Cuando comenzó esta fase, en 1945, había una guerra por librar porque Europa estaba partida en dos. La estrategia militar -estamos hablando de aspectos puramente militares- era la siguiente: unos puestos avanzados frente a la línea enemiga, una línea de logística permanente y la metrópoli, llámese Estados Unidos o la Unión Soviética. La línea de logística abastecía los puestos avanzados. Grandes aviones que estaban en el aire las 24 horas del día, los B-52 Fortaleza, cargaban las bombas nucleares y nunca necesitaban bajar. Y estaban los pactos. El pacto de la otan, el Pacto de Varsovia y la seato (South East Asia Treaty Organization), que es como la otan de los países asiáticos. El modelo se ponía en juego en guerras locales. Todo tenía una lógica y era lógico pelearse en Vietnam que era un escenario acordado. En el papel de los puestos de avanzada estaban los ejércitos locales o insurgentes; en el papel de la logística permanente estaban las líneas de venta de armamento clandestino o legal y en el papel de la metrópoli, las dos superpotencias. También había un acuerdo sobre los lugares en donde tenían que quedarse como espectadores. Los ejemplos más claros de estas guerras locales son las dictaduras de América Latina, los conflictos en Asia, particularmente Vietnam, y las guerras en Africa. Aparentemente, éstas no tenían absolutamente ninguna lógica, pues la mayoría de las veces no se entendía qué estaba pasando, pero lo que ocurría era parte de este esquema de guerra convencional.

En esta época -y eso es importante- es cuando se desarrolla el concepto de “guerra total”: en la doctrina militar entran elementos que ya no son militares. Por ejemplo, en Vietnam, desde la ofensiva del Teth (1968) hasta la toma de Saigón (1975), los medios de comunicación se vuelven un frente de batalla muy importante. Así, se desarrolla entre los militares la idea de que no basta con el poder militar: Es necesario incorporar otros elementos como los medios de comunicación. Y que también se puede atacar al enemigo con medidas económicas, con medidas políticas y con la diplomacia, que es el juego de las Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales. Unos países hacían sabotajes para obtener condenas o censuras contra otros, lo que se llamaba “guerra diplomática”.

Todas estas guerras seguían la lógica del dominó. Suena ridículo, pero estaban como dos rivales jugando dominó con el resto de la población. Uno de los contrincantes ponía una ficha y el otro intentaba poner la suya para cortarle el seguimiento. Es la lógica de aquel personaje ilustre que se llama Kissinger, secretario de Estado del gobierno estadunidense en la época de Vietnam, quien decía: “no podemos abandonar Vietnam porque sería cederle la partida de dominó en el Sureste asiático a los otros”. Y por eso hicieron lo que hicieron en Vietnam.

Además, se trataba de recuperar la lógica de la Segunda Guerra Mundial. Para la mayoría de la población, ésta había tenido una lógica heroica. Ahí está la imagen de los marines liberando Francia de la dictadura, liberando Italia del Duce, liberando Alemania de los militares, el ejército rojo entrando por todos lados. Supuestamente, la Segunda Guerra se hizo para eliminar un peligro para toda la humanidad, el nacionalsocialismo. Entonces, de una u otra forma, las guerras locales trataron de recuperar la ideología de que “estamos en la defensa del mundo libre”; pero ahora en el papel del nacionalsocialismo estaba Moscú. Y, por su parte, Moscú hacia lo mismo: ambas superpotencias trataban de usar como argumento la “democracia” y “el mundo libre” según cada quien los concebía.

Después, viene la Cuarta Guerra Mundial que destruye todo lo anterior porque el mundo ahora ya no es el mismo y no se puede aplicar la misma estrategia. Se desarrolla más el concepto de “guerra total”: no es sólo una guerra en todos los frentes, es una guerra que puede estar en cualquier lado, una guerra totalizadora en donde el mundo entero está en juego. “Guerra total” quiere decir: en cualquier momento, en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia. Ya no existe la idea de pelear por un lugar en particular; ahora la pelea se puede dar en cualquier momento; ya no hay una lógica de escalamiento del conflicto con amenazas, tomas de posición e intentos de reposicionarse. En cualquier momento y en cualquier circunstancia puede surgir un conflicto. Puede ser un problema interno, puede ser un dictador y todo lo que han sido las ultimas guerras en los últimos cinco años, desde Kosovo hasta la Guerra del Golfo Pérsico. Se destruye así toda la rutina militar de la Guerra Fría.

No es posible hacer la guerra, en la Cuarta Guerra Mundial, con los criterios de la Tercera porque ya tengo que pelear en cualquier lugar, no sé en dónde me va a tocar pelear, ni sé cuándo, tengo que actuar rápidamente, ni sé qué circunstancias voy a tener para llevar adelante esta guerra. Para resolver el problema, los militares desarrollaron primero la guerra de “despliegue rápido”. El ejemplo sería la guerra del Golfo Pérsico, una guerra que significa una gran acumulación de fuerza militar en poco tiempo, un gran accionar militar en poco tiempo, las conquistas de territorios y la retirada. La invasión de Panamá sería otro ejemplo de esta fuerza de despliegue rápido. De hecho, hay un contingente de la otan que se llama “fuerza de intervención rápida”. El despliegue rápido es una gran masa de fuerza militar que se avienta contra el enemigo y no distingue entre un hospital infantil y una fábrica de armamento químico. Es lo que pasó en Iraq: las bombas inteligentes eran bastante estúpidas, no distinguían.Y aquí se quedaron porque se dieron cuenta que esto es muy caro y es muy poco lo que aporta. En Iraq hicieron todo un despliegue, pero no hubo conquista de territorio. Estaban los problemas de las protestas locales, estaban los observadores internacionales de derechos humanos.

Tuvieron que replegarse. Ya les había enseñado Vietnam que, en estos casos, no es prudente insistir. “No, ya no podemos hacer esto”, dijeron. Entonces pasaron a la estrategia de “proyección de fuerza”. “Mejor que tener posiciones avanzadas en las bases militares norteamericanas de todo el mundo, acumulemos una gran fuerza continental que, en cuestión de horas y días, tenga capacidad de poner unidades militares en cualquier lugar del mundo”. Y en efecto pueden poner una división de cuatro o cinco mil hombres en el punto más lejano del planeta en cuatro días y más, y más, cada vez más.

Pero la proyección de fuerza tiene el problema de basarse en soldados locales, o sea en soldados estadunidenses. Ellos consideran que si el conflicto no se resuelve rápidamente, empiezan a llegar los body bugs, los muertos, como en Vietnam, y eso puede provocar muchas protestas internas en Norteamérica o en el país que sea. Para evitar esos problemas, abandonaron la proyección de fuerza haciendo, para entendernos, cálculos de tipo mercantil. No hicieron cálculos sobre destrucción de fuerza humana o de la naturaleza, sino de imagen publicitaria. Así la guerra de proyección fue abandonada y pasaron a un modelo de guerra con soldados locales, más apoyo internacional, más una instancia supranacional. Ya no se trata de enviar soldados, sino de pelear por medio de los soldados que están ahí, apoyarlos según la base del conflicto y no usar el modelo de una nación que declara la guerra, sino una instancia supranacional como la onu o la otan. Los que hacen el trabajo sucio son los soldados locales y los que salen en las noticias son los estadunidenses y el apoyo internacional. Este es el modelo. Protestar ya no funciona: no es una guerra del gobierno estadunidense; es una guerra de la otan y además la otan sólo está haciendo el favor de ayudar a la onu.

En todo el mundo, la reestructuración de los ejércitos es para que puedan enfrentar un conflicto local con apoyo internacional bajo una cobertura supranacional y bajo el disfraz de la guerra humanitaria. De lo que se trata ahora es de salvar a la población de un genocidio, matándola. Y es lo que ocurrió en Kosovo. Milosevich hizo una guerra contra la humanidad: “si nos enfrentamos a Milosevich estamos defendiendo a la humanidad”. Es el argumento que usaron los generales de la otan y que trajo tantos problemas a la izquierda europea: oponerse a los bombardeos de la otan implicaba apoyar a Milosevich, entonces mejor apoyaron los bombardeos de la otan. Y a Milosevich, ustedes lo saben, lo armó Estados Unidos. En el concepto militar, que está funcionando, la totalidad del mundo -ya sea Sri Lanka o cualquier país, el más lejano que se les ocurra- es ahora el traspatio porque el mundo globalizado produce simultaneidad. Y ése es el problema: en este mundo globalizado, cualquier cosa que pase en cualquier lugar afecta al nuevo orden internacional. El mundo ya no es el mundo, es una aldea y todo está cerquita. Por lo tanto, los grandes policías del mundo -y en particular Estados Unidos- tienen el derecho de intervenir en cualquier lado, a cualquier hora, bajo cualquier circunstancia. Ellos pueden concebir cualquier cosa como una amenaza a su seguridad interna; perfectamente pueden decidir que el alzamiento indígena en Chiapas amenaza la seguridad interna de Norteamérica o los tamiles en Sri Lanka o lo que ustedes quieran. Cualquier movimiento -y no necesariamente armado- en cualquier lado puede ser considerado una amenaza a la seguridad interna.

¿Qué es lo que ha pasado? Que las viejas estrategias y las viejas concepciones de hacer la guerra se derrumbaron. Vamos a ver.

“Teatro de operaciones” es el término militar para indicar el lugar donde se desarrolla la guerra. En la Tercera Guerra Mundial, Europa era el teatro de operaciones. Ahora ya no se sabe dónde va a estallar, puede ser en cualquier lugar, ya no es seguro que vaya a ser Europa. La doctrina militar transita de lo que se denomina “sistema” a lo que ellos llaman “versatilidad”. “Tengo que estar listo para hacer cualquier cosa en cualquier momento. Un esquema ya no es suficiente: ahora necesito muchos esquemas, no sólo para construir una respuesta a determinados hechos, sino para construir muchas respuestas militares a determinados hechos”. Es donde interviene la informática. Este cambio hace que se pase de lo sistemático, de lo cuadrado, de lo rígido a lo versátil, a lo que puede cambiar de un momento a otro. Y eso va a definir toda la nueva doctrina militar de los ejércitos, de los cuerpos militares y de los soldados. Este sería un elemento de la Cuarta Guerra Mundial. El otro sería el paso de la “estrategia de contención” a la de “alargamiento”, o “extensión”: ya no sólo se trata de conquistar un territorio, de contener al enemigo, ahora se trata de prolongar el conflicto a lo que ellos llaman “actos de no-guerra”. En el caso de Chiapas, esto tiene que ver con quitar y poner gobernadores y presidentes municipales, con los derechos humanos, con los medios de comunicación, etcétera.

Dentro de la nueva concepción militar se incluye una intensificación de la conquista del territorio. Esto quiere decir que no sólo es necesario preocuparse del ezln y de su fuerza militar, sino también de la Iglesia, de las ong, de los observadores internacionales, de la prensa, de los civiles, etcétera. Ya no hay civiles y neutrales. Todo el mundo es parte del conflicto.

Eso implica que los ejércitos nacionales no sirven porque ya no tienen que defender a los Estados nacionales. Si no hay Estados nacionales: ¿qué van a defender? En la nueva doctrina los ejércitos nacionales pasan a jugar el papel de policía local. El caso de México es muy claro: cada vez más el Ejército Mexicano hace labores policiacas como la lucha contra el narcotráfico o este nuevo organismo contra la delincuencia organizada que se llama Policía Federal Preventiva y que está formado por militares. Se trata de que los ejércitos nacionales se conviertan en policía local a la manera del cómic estadunidense: un Super Cop, un Super Policía. Cuando se reorganice el ejército en la ex Yugoslavia tiene que convertirse en una policía local y la otan va a ser su Super Cop, su gran socio en términos políticos. La estrella es la instancia supranacional, en este caso la otan o el Ejército estadunidense y los extras son los ejércitos locales.

Pero los ejércitos nacionales se construyeron con base en una doctrina de “seguridad nacional”. Si hay enemigos o peligros para la seguridad de una nación, su trabajo es mantener la seguridad, a veces frente a un enemigo externo, a veces frente a enemigos internos desestabilizadores. Esta es la doctrina de la Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría. Bajo estos presupuestos, los ejércitos nacionales desarrollaron una conciencia nacional lo cual ahora dificulta convertirlos en policías amigos del Super Policía. Entonces hay que transformar la doctrina de seguridad nacional en “estabilidad nacional”. El punto ya no es defender a la nación. Como el principal enemigo de la estabilidad nacional es el narcotráfico y el narcotráfico es internacional, los ejércitos nacionales que operan bajo la consigna de la estabilidad nacional aceptan la ayuda internacional o la interferencia internacional de otros países.

A nivel mundial existe el problema de volver a reordenar los ejércitos nacionales. Ahora bajemos a América y de ahí a América Latina. El proceso es un poco el mismo que ya se dio en Europa y que se vio en la guerra de Kosovo con la otan. En el caso de América Latina, está la Organización de Estados Americanos, oea, con el Sistema de Defensa Hemisférico. Según la idea del ex presidente de Argentina, Menem, todos los países de América Latina somos amenazados y necesitamos unirnos, destruir la conciencia nacional de los ejércitos y hacer un único gran ejército bajo la doctrina de un sistema de defensa hemisférico con el argumento del narcotráfico. Puesto que lo que está en juego es la versatilidad, o sea la capacidad de hacer la guerra en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, empieza a haber ensayos. Los pocos bastiones de la defensa nacional que todavía existen deben de ser destruidos por este sistema hemisférico. Si en Europa fue Kosovo, en el caso de América Latina son Colombia y Chiapas. ¿Cómo se construye ese sistema de defensa hemisférico? De dos formas. En Colombia, donde se presenta la amenaza del narcotráfico, el gobierno está pidiendo la ayuda de todos: “tenemos que intervenir porque el narcotráfico no afecta sólo a Colombia sino a todo el continente”. En el caso de Chiapas se aplica el concepto de guerra total. Todos son parte, no hay neutrales, o eres aliado o eres enemigo.

LA NUEVA CONQUISTA

En el proceso de fragmentación -convertir todo el mundo en archipiélago- el poder financiero quiere construir un nuevo centro comercial que tenga turismo y recursos naturales en Chiapas, Belice y Guatemala.

Aparte de estar lleno de petróleo y uranio, el problema es que está lleno de indígenas. Y los indígenas, además de no hablar español, no quieren tarjetas de crédito, no producen, se dedican a sembrar maíz, frijol, chile, café y se les ocurre bailar con marimba sin usar el computer. No son consumidores ni son productores. Sobran. Y todo el que sobra es eliminable. Pero no se quieren ir y no quieren dejar de ser indígenas. Es más: su lucha no es por tomar el poder. Su lucha es por que los reconozcan como pueblos indios, que reconozcan que tienen el derecho a existir, sin convertirse en otros.

Pero el problema es que aquí, en el territorio que está en guerra, en territorio zapatista, están las principales culturas indígenas, están las lenguas y los más grandes yacimientos de petróleo. Están los siete pueblos indios que participan en el ezln, tzeltal, tzotzil, tojolabal, chol, zoque, mam y mestizos. Este es el mapa de Chiapas: comunidades con población indígena y con petróleo, uranio y maderas preciosas. A éstos es a los que hay de quitar de aquí porque no conciben la tierra como la concibe el neoliberalismo. Para el neoliberalismo todo es una mercancía, se vende, se explota. Y estos indígenas vienen a decir que no, que la tierra es la madre, es la depositaria de la cultura, que ahí vive la historia y que ahí viven los muertos. Puras cosas absurdas que no entran en ninguna computadora y no se cotizan en una bolsa de valores. Y no hay manera de convencerlos de que se vuelvan buenos, que aprendan a pensar bien, nomás no quieren. Hasta se alzaron en armas. Es por esto -decimos nosotros- que el gobierno mexicano no quiere hacer la paz: es porque quiere acabar con este enemigo y desertificar a este territorio, después volver a organizarlo y echarlo a andar como un gran centro comercial, un Mall en el Sureste Mexicano. El ezln apoya los pueblos indios y en esta medida también es un enemigo, pero no el principal. No bastaría arreglarse con el ezln, peor si arreglarse con el ezln significa renunciar a este territorio, porque eso significaría la paz en Chiapas, significaría renunciar a la conquista de un territorio rico en petróleo, en maderas preciosas y uranio. Es por esto que no lo hicieron y no lo van a hacer.

La Jornada, 
23 de octubre de 2001
http://www.jornada.unam.mx

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Epígrafe

Las agrupaciones políticas y las autoridades ejecutivas son incapaces de entender las implicaciones que tienen estos asuntos. A pesar de que recientemente han iniciado un reconocimiento parcial de los peligros más obvios que amenazan al ambiente natural de nuestras sociedades, parecen estar satisfechos con plantearse la contaminación industrial desde un punto de vista tecnocrático. Sin embargo, lo cierto es que solo un planteamiento que pueda enlazar lo ético con lo político -lo que yo llamo ecosofía- y que empate los tres registros ecológicos (el ambiente natural, las relaciones sociales, y la subjetividad humana) sería capaz de arrojar luz sobre estas cuestiones. […] Lo que está en juego es la manera en que vivimos en este planeta.

Félix Guattari (The Three Ecologies)

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