• Portada
  • Sobre nosotros
  • Contacto

Filo de la Tijera

Porque hay mucha tela para cortar

  • Delirios del Leviatán
  • Ecologías
  • Desanudando
  • Imaginaciones
  • Altermundos
  • Posiciones
You are here: Home / Archives for Delirios del Leviatán

Estado paranoico

July 3, 2013 By Irizarry

En el ámbito interno, la FBI instaló en 1997 un software conocido como Carnivore (DCS1000) para monitorear los intercambios de correo electrónico en territorio estadunidense. Tres años más tarde la Electronic Frontier Foundation presentó un documento al Congreso, en el que señalaba los peligros del sistema y la respuesta de la FBI fue que no había motivos de preocupación, porque el programa permitía a las autoridades distinguir “entre las comunicaciones que pueden ser legalmente interceptadas de las que no”. Durante el gobierno de George W. Bush, Carnivore fue remplazado por NarusInsight, software desarrollado por una subsidiaria de Boeing de origen israelí.

 

Resulta que la Electronic Frontier Foundation (EFF) tiene una demanda en proceso para que se libere información sobre nuevos programas de vigilancia del FBI relacionados con la colección y centralización masiva de material de reconocimiento facial (facial recognition), huellas digitales, ADN y otros identificadores biométricos, y ello de la población en general. Solicitudes previas de información presentadas por la EFF ante el Departamento de Justicia se han ignorado (1). Esto es ahora, en 2013. Ya sabemos que tales esfuerzos de colección y clasificación -que empatan directamente con los más recientes– datan al menos desde finales de la década de los 90 del siglo pasado. Pero esa historia es larga y oscura, y si hurgamos un tanto por lo menos hasta la época de Nixon, vemos cómo el programa de Cointelpro ya mezclaba la vigilancia con el hostigamiento y sabotaje de los movimientos potencialmente anticapitalistas y antigubernamentales del momento (2). Eso nunca desapareció por completo a pesar de investigaciones en el congreso (en varios aspectos ha continuado). Cabe recordar que a partir del 11 de septiembre estadounidense, desde 2001, se acelera y consolida la vigilancia que ya ocurría. Desde 2001 aflora como vigilancia extendida y profundizada, legitimada con el ensamblaje legal del Patriot Act (ampliado varias veces desde entonces). A partir de esa oportunidad el Estado paralelo y oculto que se venía gestando desde los albores de la Guerra Fría asume presencia explícita y dominante, abiertamente como Estado de Seguridad Nacional (ya se le conocía como tal, desde Truman, cuando se instalan sus primeros aparatos). Está en su proceso actualmente acelerado de fascistización neoliberal. Ese umbral del 2001 marca el establecimiento sistemático de la normalización de las excepciones, y abre lo que podría reconocerse como una crisis constitucional de largo plazo  en los Estados Unidos.

No hay que dudar que los designios de la llamada seguridad nacional incluye la previsión de los descontentos y desestabilizaciones inevitables propias del neoliberalismo y sus crisis.  No hay que dudar tampoco que los objetivos de las recolecciones y clasificaciones de los “datos” de la nueva demografía política, y de las vigilancias, así como los de las acciones policíacas que las acompañan, se concentran en las poblaciones nacionales, incluida la estadounidense (de lo contrario, ¿por qué hacerlo?), pues el Estado nacional sigue siendo el espacio privilegiado y principal donde se intenta regular la lucha de clases. Su paranoia, su despliegue obsesivo de vigilancias, supervisiones y restricciones, no se puede concebir fuera de la tendencia larga que irrumpe acelerada -desde 2001- en sus consolidaciones autoritarias como fascistización neoliberal actualizada del Estado de Seguridad Nacional. Los delirios de ese Leviatán no son sino la lógica profunda de la razón de ese Estado que marca nuestra época.

 

http://www.jornada.unam.mx/2013/06/25/opinion/026a1mun

 

Estado paranoico

Pedro Miguel

 

Uno no querría describirlo así porque suena desorbitado, pero ahí están las pruebas: entre las administraciones de George W. Bush y las de Barack Obama, Estados Unidos se ha vuelto el gobierno más paranoico del mundo y hoy lo es mucho más que en los tiempos del macartismo y de la guerra fría, cuando poseía, al menos, argumentos verosímiles –aunque no necesariamente verdaderos– para mantener a millones de personas, estadunidenses o no, bajo un régimen de vigilancia estrecha y secreta: en aquellos tiempos la confrontación entre las superpotencias tenía entre sus perspectivas la del cataclismo nuclear o destrucción mutua asegurada (MAD, por sus siglas en inglés) y era propagandísticamente fácil dividir al mundo en buenos y malos. Ese telón de fondo dio a Washington pretextos para espiar y hostigar a individuos tan ajenos a una bomba atómica como Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, por ejemplo.

En los años 90 del siglo pasado tuvieron lugar dos fenómenos que habrían debido reorientar en forma radical la política exterior y la estrategia de seguridad estadunidenses: la desaparición del bloque soviético y el inicio de la masificación de Internet. El primero hacía obsoleta tanto la fuerza armada como la enorme infraestructura mundial de vigilancia y espionaje montada por Washington y la segunda conllevaba dos reglas de signo contrapuesto: si por un lado la proliferación de nodos de Internet facilitaba la tarea de espiar a los usuarios, por otro colocaba en un nivel de gran vulnerabilidad una gran cantidad de secretos de Estado, toda vez que éstos, de una forma u otra, irían a parar a contenedores (servidores) conectados a la red mundial.

Pero, en vez de redimensionar a la baja sus fuerzas ofensivas y de vigilancia, la Casa Blanca, entonces a cargo de George Bush padre, optó por proyectar a Estados Unidos como superpotencia única, autoerigida en promotora de un “nuevo orden mundial” de matriz neoliberal. Esta decisión se tradujo, en el ámbito del espionaje electrónico, en la reorientación de los sistemas de “inteligencia de señales” (Signint) hasta entonces usados para espiar a la URSS y sus aliados, cuyo conjunto se conoce popularmente como Echelon. Operado por los integrantes del Acuerdo Ukusa (EU, Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelanda), actualmente es empleado para monitorear señales satelitales, telefónicas, celulares y de microondas, lo que pone a sus operadores en posibilidad de espiar el contenido de toda suerte de mensajes. En diversas ocasiones se ha señalado que Echelon es usado por sus socios como mecanismo de espionaje industrial y comercial que ha sido aplicado contra la Unión Europea. Ya en 2001 un informe del Parlamento Europeo recomendaba a ciudadanos y corporaciones del viejo continente que usaran sistemas de encriptación en sus telecomunicaciones, a fin de evadir la vigilancia ilegal por medio de Echelon (http://goo.gl/BVwRn).

En el ámbito interno, la FBI instaló en 1997 un software conocido como Carnivore (DCS1000) para monitorear los intercambios de correo electrónico en territorio estadunidense. Tres años más tarde la Electronic Frontier Foundation presentó un documento al Congreso, en el que señalaba los peligros del sistema y la respuesta de la FBI fue que no había motivos de preocupación, porque el programa permitía a las autoridades distinguir “entre las comunicaciones que pueden ser legalmente interceptadas de las que no”. Durante el gobierno de George W. Bush, Carnivore fue remplazado por NarusInsight, software desarrollado por una subsidiaria de Boeing de origen israelí.

Los programas de espionaje masivo dados a conocer el mes pasado por Edward Snowden se refieren a llamadas telefónicas dentro y fuera del territorio estadunidense (Verizon, Sprint y At&t), así como la intromisión mundial en correos electrónicos, chats, videos, fotos, videoconferencias y transferencias de archivos, e involucra a las compañías Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, Paltalk, Youtube, Skype, Aol y Apple. De acuerdo con lo revelado por Snowden, el gobierno de Washington ha espiado por igual a estadistas, universidades, empresas y ciudadanos privados de un sinnúmero de países.

Uno de los problemas obvios de esa red de espionaje es que su operación requiere de grandes cantidades de personas. Hoy, casi 5 millones de personas –tanto empleados públicos como personal de empresas contratistas– tienen acceso a información “confidencial y secreta” del gobierno de Washington, en tanto que un millón 400 mil empleados gubernamentales tienen acceso a información clasificada como “ultrasecreta”. La debilidad estructural del sistema es evidente.

En cuanto a su debilidad política y moral, nada la ilustra mejor que el hecho de que el gobierno de Obama haya presentado contra Snowden cargos por… espionaje.

1) Vean: http://rt.com/usa/disclose-facial-program-recognition-387/

Además: https://www.eff.org/press/releases/eff-sues-fbi-access-facial-recognition-records

2)  Buena reseña y conjunto de referencias sobre Cointelpro: http://www.counterpunch.org/2013/01/21/the-return-of-cointelpro/ Es recordatorio de lo que persiste en este juego permanente de regreso al futuro …

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: 15M, alternativas, anticapitalismo, autonomías, cesantías, Comunidades, crisis del clima, crisis fiscal, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, gobierno contra el Estado, horizontalidad, huelga general, imperialismo, Imperio, indignados, luchas, movimiento estudiantil, neoliberalismo, Obama, protesta, resistencia, resistencias, zapatismo, zapatistas

El 11-S se habría evitado con los programas de espionaje de hoy, dice el jefe de la FBI

June 15, 2013 By Irizarry

La libertad depende de un estado de vigilancia secreto […] Indicó que estos programas son vitales para la protección del país, y sugirió que si hubieran existido antes, podrían haber evitado el 11 de septiembre de 2001, y que incluso podrían evitar “otro Boston”, en referencia a los atentados recientes en el maratón de esa ciudad.

 

Ambas afirmaciones sobre los atentados son falsas. En ambos casos se sabía de antemano quiénes estaban involucrados, y se tenían advertencias, y no se hizo gran cosa si acaso es que algo se hizo para evitar los ataques. Pero la manía del poder actual es la vigilancia, y hay que justificar su necesidad con toda clase de falsedades que reiteran las nociones maestras del poder. La otra cara de ese proceso es el miedo, y el efecto del afecto y del deseo de protección que coincide con la vigilancia en las imaginaciones infantiles de un paternalismo protector y preventivo. Para eso se necesita un sentido absoluto de peligro y amenaza que se pueda producir y manejar por el Estado a condición de que se garantice una protección ficticia que otorga entonces todo autoritarismo. Se le concede esa autoridad al Leviatán, y así se duerme tranquilo. Papá Estado nos cuida y debemos someternos a sus designios.

¿Pero entonces quién vigila a los terroristas del Estado? Esa posibilidad sería y es inaceptable, y por eso hay tanta saña en contra de todos lo que se han atrevido a revelar secretos (secretos que, sin embargo, se conocían: no se ha descubierto algo nuevo, sino el grado de su extensión y profundidad). Ahora lo que se hace es usar ese revés de lo manifiesto para fortalecer la legitimidad de la fascistización del Estado de Seguridad Nacional: mira el daño que se nos hace con las revelaciones imprudentes, si el secreto nuestro que pone todo lo de ustedes al descubierto bajo nuestras vigilancias encubiertas es lo que nos (los) protege. Juego de espejos en el cual lo único que no se puede saber es lo mucho que el Estado sabe –o se inventa- de nosotros, y en el cual se supone que la protección del Estado es también la nuestra, pues somos eso mismo (la nación, el pueblo, equivalentes al Estado). Este teatro totalitario lo hemos visto antes, tanto de este lado americano del océano como del lado europeo. Se llama fascistización, y anda de la mano con el militarismo desenfrenado que permea tantos aspectos de la subjetividad contemporánea.

 

http://www.jornada.unam.mx/2013/06/14/mundo/027n1mun

Insisten funcionarios de EU en que todo es legal y las filtraciones ponen en riesgo al país
El 11-S se habría evitado con los programas de espionaje de hoy, dice el jefe de la FBI
Senadores piden evidencias de las decenas de “actos terroristas” que se han frustrado

David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 14 de junio de 2013, p. 27
Nueva York, 13 de junio.

La libertad depende de un estado de vigilancia secreto, fue la esencia del mensaje oficial hoy cuando el director de la FBI y su contraparte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) aseguraron que la recaudación de todos los registros de llamadas telefónicas, así como el acceso al contenido de miles de millones de comunicaciones cibernéticas, son vitales para defender este país de la amenaza terrorista, y que la divulgación pública de estos programas secretos –justo hace una semana– ha causado daño a la seguridad de los estadunidenses.

 

Robert Mueller, director de la FBI, declaró hoy ante el Congreso que la filtración de información sobre programas de vigilancia masivos divulgados la semana pasada “ha causado un daño significativo a nuestro país y nuestra seguridad”. Insistió en que los programas son “legales”, supervisados por los poderes Judicial y Legislativo, y conducidos acorde con la Constitución y las leyes federales.

 

Indicó que estos programas son vitales para la protección del país, y sugirió que si hubieran existido antes, podrían haber evitado el 11 de septiembre de 2001, y que incluso podrían evitar “otro Boston”, en referencia a los atentados recientes en el maratón de esa ciudad.

 

Confirmó que la FBI lleva a cabo una investigación criminal para proceder contra Edward Snowden, quien filtró la información sobre los programas secretos de la NSA y asumió la responsabilidad de su proceder.

 

Mueller repudió demandas, tanto de legisladores, defensores de libertades civiles y hasta de las empresas de tecnología, por revelar más información sobre las dimensiones y procesos de estos programas, ya que la prioridad es “proteger al país” y la “protección de esa información” es lo que permite detener atentados y operaciones terroristas. De hecho, indicó que con cada filtración los adversarios de la nación buscan maneras de evadir el espionaje, y si “perdemos nuestra capacidad de obtener sus comunicaciones quedaremos excepcionalmente vulnerables”.

 

Por su parte, el general Keith Alexander, director de la NSA, informó hoy que divulgará más información sobre los dos programas secretos masivos que recaudan datos sobre las comunicaciones telefónicas y cibernéticas de millones de personas en este país y en el extranjero. Pero aunque dijo que están comprometidos con ser “tan transparentes como sea posible”, enfatizó que se tenía que buscar el equilibrio entre el derecho del público a saber acerca de estos programas con consideraciones de seguridad nacional. “Creo que es importante que tengan esa información, pero no queremos arriesgar vidas estadunidenses al hacer eso. Entonces, lo que estamos haciendo es muy deliberado para que no acabemos causando un ataque terrorista por divulgar demasiada información”.

 

Indicó que con la información que se presentará, la opinión pública se dará cuenta de que está desinformada si cree que el gobierno está escuchando cada llamada telefónica, entre otras cosas.

 

En audiencias públicas y sesiones cerradas con legisladores de ambos partidos, Mueller y Alexander, con otros altos funcionarios, continuaron la batalla para controlar el debate sobre las revelaciones del ex empleado de la NSA, Snowden, publicadas por The Guardian y el Washington Post la semana pasada.

 

Algunos legisladores continuaron apoyando la línea oficial de que estos programas han sido efectivos para prevenir atentados y complots terroristas, pero otros siguen cuestionando sus dimensiones y su legalidad. Hoy, estos altos funcionarios mantuvieron una sesión a puerta cerrada con casi la mitad de los legisladores del Senado, después de haber hecho lo mismo con representantes hace un par de días. No obstante, muchos siguen señalando una falta de información y múltiples discrepancias entre las versiones oficiales sobre estos programas.
Más aún, dos senadores –Ron Wyden y Mark Udall– emitieron hoy un comunicado en el que cuestionan las afirmaciones del general Alexander de que estos programas de vigilancia habían prevenido decenas de “actos terroristas”, considerando que “aún no hemos visto ninguna evidencia” que demuestre eso.

 

A la vez, mientras los altos funcionarios, como lo repitió hoy Mueller, argumentan que el programa secreto recauda sólo los registros de llamadas telefónicas (el hecho de marcar, la duración, y a qué número se comunicaron), y no el contenido de éstas, y por lo tanto no son invasivas de la privacidad –o sea, que sólo generan lo que llaman “meta-datos”– expertos disputan esta aseveración.

 

Jane Mayer, de The New Yorker, entrevistó a Susan Landau, matemática y ex ingeniera de una empresa de comunicación cibernética, quien le informó que los meta-datos “son mucho más intrusivos que el contenido”, y explicó que el gobierno puede obtener información privada inmensa al examinar “a quién llamas, y a quién llaman ellos, si puedes rastrear eso, puedes saber exactamente qué está ocurriendo, no necesitas el contenido”. Agregó que eso puede incluso revelar información política delicada, por ejemplo, reuniones de líderes de oposición, quién participa, dónde se reúnen y por cuánto tiempo, como también puede revelar relaciones románticas íntimas, sólo rastreando las ubicaciones de teléfonos celulares en las noches.

 

Ecos en juicio de Manning
Estos argumentos de los funcionarios encargados de inteligencia y vigilancia de que toda revelación de información oficial secreta, aun cuando revela posibles violaciones o abusos, ayuda al “enemigo”, se expresaron en otro foro cerca de Washington hoy: en la corte marcial de Bradley Manning en el Fuerte Meade que ya está en su segunda semana.

 

El famoso video de un ataque contra civiles desde un helicóptero estadunidense Apache filtrado (entre cientos de miles de otros documentos clasificados) por Manning a Wikileaks, reveló información que podría ayudar a “enemigos” de Estados Unidos, sostuvo un experto en helicópteros del Pentágono, en una declaración contra el acusado. “Enemigos pueden anticipar operaciones de Estados Unidos y planear ataques más efectivos como resultado” de la información sobre cómo opera este tipo de helicóptero, dijo el oficial Jon LaRue. El ataque mató, entre otros, a un fotógrafo de la agencia Reuters y su chofer y algunos críticos lo señalan como evidencia de crímenes de guerra cometidos por fuerzas estadunidenses contra civiles. Los fiscales militares buscan condenar a Manning por 21 cargos, incluido “ayudar al enemigo”.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, cesantías, Comunidades, crisis del clima, crisis ecológica, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, gobierno contra el Estado, horizontalidad, huelga general, huelga Puerto Rico, huelga UPR, imperialismo, Imperio, luchas, movimiento estudiantil, neoliberalismo, Obama, protesta, resistencia, resistencias, zapatistas

Seguridad

May 27, 2013 By Irizarry

 

Ante este ambiente de amenaza permanente –algo que se nutre a diario por los políticos, las autoridades, los medios, los “expertos” y toda una industria de relaciones públicas dedicadas a esto–, la sensación es de un país bajo sitio. […]

Y quien se oponga públicamente también es sospechoso y tiene que ser castigado. Hace unas semanas, Megan Rice, una monja de 83 años, fue condenada penalmente, junto a Michael Walli, de 64, y Greg Boertje-Obed, de 56, por “invasión de una instalación nuclear”, con lo que enfrentan una posible sentencia hasta de 20 años de cárcel. Su delito: el ingreso de los tres activistas de paz a la única instalación del país donde se almacenan armas convencionales radiactivas, donde rociaron sangre humana como símbolo de la sangre que corre en las guerras (nunca llegaron cerca del material nuclear). Rice comentó al jurado, poco antes de ser condenada, que sólo se arrepiente de no haber realizado más acciones directas en sus primeros 70 años de vida.

¿Por qué será que uno se siente tan inseguro con tanta seguridad?

 

A esto hay que seguirlo llamando por su nombre: fascistización neoliberal del Estado de Seguridad Nacional. Se nutre de la instauración y administración del miedo, y eso justifica la expansión de las vigilancias y la normalización de las excepciones, al punto en que ya nos acostumbramos al equivalente de un estado de sitio cotidianizado. Todo es o puede llegar a ser emergencia que con facilidad puede justificar intervenciones militarizadas o de ortopedias policíacas extremas en territorio nacional. Lo que asusta es que en muchas ocasiones se aplauden, y se asumen como lo inevitable y lo patriótico. Ese nacionalismo fatal, duro e intolerante, siempre ha ido de la mano de las fascistizaciones. Eso es lo que vivimos.

 

http://www.jornada.unam.mx/2013/05/27/opinion/026o1mun

American Curios
Seguridad
David Brooks

 

La CIA se ha convertido en un “servicio paramilitar”, donde más de la mitad de los agentes que ingresaron después de 2001 se dedican exclusivamente a operaciones militares de la “guerra contra el terror”, reporta el New York Times. La agencia de inteligencia se ha encargado de realizar cientos de ataques con drones, las aeronaves a control remoto que se han vuelto el arma moderna más destacada de la política bélica del gobierno de Barack Obama. Además, la CIA tiene ahora estaciones grandes en Kabul y Bagdad, con cientos de agentes clandestinos en lo que se sigue considerando “zonas de guerra”.

A la vez, las agencias de seguridad nacional, en el contexto de la guerra contra el terror, también contemplan a Estados Unidos como posible terreno de operaciones “enemigas”, y halcones de esta guerra señalan que, a pesar de sucesos trágicos como los de Boston, varios complots han sido frenados dentro de este país gracias, dicen, a las operaciones clandestinas para rastrear, vigilar y atacar a posibles “terroristas”. No por nada se ha multiplicado el uso de cámaras de vigilancia por todas partes: metros, bancos, calles, edificios importantes y más. De hecho, hace unos años, la empresa de moda Kenneth Cole usó este hecho para su campaña de publicidad, al recordar que un ciudadano es fotografiado en promedio 75 veces durante un día, y sugiere que uno por lo menos “se vea bien” ante esta situación.

En tanto, la vigilancia oficial de comunicaciones personales –teléfono, correo electrónico redes sociales y más– continúa ampliándose. El escándalo que estalló recientemente con la revelación de que el Departamento de Justicia, al investigar posibles filtraciones de información “secreta” por funcionarios oficiales, obtuvo de manera clandestina los registros de comunicaciones telefónicas de unos 100 periodistas y editores de la principal agencia de noticias del país, la Associated Press, es sólo un ejemplo de la nueva “vigilancia” cuyo alcance y dimensiones son secretos.

Todo esto se justifica por una “amenaza” constante que proviene de afuera, pero que ya está aquí dentro: la creación de una fuerza paramilitar, los ataques con drones que en esencia son misiones de asesinatos internacionales a control remoto, el espionaje en todos los rincones del mundo y dentro de Estados Unidos. Aun los errores de inteligencia (incluidas miles y miles de vidas en “daños colaterales”) son interpretados con esta justificación de que Estados Unidos hace lo necesario para su “autodefensa”, como dijo Obama la semana pasada, ante ese enemigo que quiere hacer daño a todo estadunidense. Todo para defender la “libertad” mundial y al mismo guardián autoproclamado de ese mundo: Estados Unidos.

Ante este ambiente de amenaza permanente –algo que se nutre a diario por los políticos, las autoridades, los medios, los “expertos” y toda una industria de relaciones públicas dedicadas a esto–, la sensación es de un país bajo sitio.

Eso favorece todo tipo de intereses aquí, como, por ejemplo, a los defensores del “derecho” sagrado a las armas. Wayne LaPierre, principal vocero de la Asociación Nacional del Rifle, insiste en que si todos los ciudadanos estuvieran armados se podrían detener actos como los que ocurrieron en el maratón Boston, y que el intento de controlar ese derecho es nada menos que una amenaza a la libertad. En la lucha contra el control de armas, insistió recientemente en la convención de esa poderosa agrupación, “tenemos una oportunidad de asegurar nuestra libertad por una generación, o perderla para siempre”.

Mientras tanto, hace días se dio la noticia de que un niño de 5 años había disparado y matado a su hermana de 2 años de edad. Peor aún, había utilizado su propio rifle, uno de calibre .22 manufacturado justo para niños, que le habían regalado por su cumpleaños, y que se comercializa con el lema “mi primer rifle”. El sector de menores de edad ha sido uno de los de mayor crecimiento en la industria de armas de fuego, se reporta, ya que en muchos estados no hay leyes que impongan un límite de edad para los usuarios.

Pero ante las amenazas, aun las representadas por los que realizan matanzas de estudiantes y maestros en escuelas, como en Connecticut, Colorado, Oregón y tantos lugares más, todo intento por reducir o limitar las armas, y por supuesto, las guerras, es considerado no sólo antipatriótico, sino hasta de traición.

En la investigación y acción penal contra cualquiera que se atreva a poner ante la luz los secretos oficiales necesarios para llevar a cabo estas guerras de sombras resalta, por supuesto, el caso de Wikileaks, con el juicio del soldado Bradley Manning programado para principios de junio, acusado de, entre otros cargos, “ayudar al enemigo” al hacer públicos secretos sobre las guerras de Estados Unidos. Varios funcionarios y periodistas más están bajo investigación por filtrar información “oficial” secreta al público, con las mismas acusaciones; de hecho, ningún otro gobierno en la historia moderna del país ha realizado tantas investigaciones en este rubro que el de Obama.

Y quien se oponga públicamente también es sospechoso y tiene que ser castigado. Hace unas semanas, Megan Rice, una monja de 83 años, fue condenada penalmente, junto a Michael Walli, de 64, y Greg Boertje-Obed, de 56, por “invasión de una instalación nuclear”, con lo que enfrentan una posible sentencia hasta de 20 años de cárcel. Su delito: el ingreso de los tres activistas de paz a la única instalación del país donde se almacenan armas convencionales radiactivas, donde rociaron sangre humana como símbolo de la sangre que corre en las guerras (nunca llegaron cerca del material nuclear). Rice comentó al jurado, poco antes de ser condenada, que sólo se arrepiente de no haber realizado más acciones directas en sus primeros 70 años de vida.

¿Por qué será que uno se siente tan inseguro con tanta seguridad?

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, Comunidades, crisis del clima, crisis ecológica, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, espionaje, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, horizontalidad, huelga general, imperialismo, Imperio, indignados, luchas, movimiento estudiantil, Obama, persecuciones, policía, policiaco, protesta, resistencia, resistencias, vigilancia

A veinte años, Chile aún no se recupera de la dictadura: Camila Vallejo

September 8, 2012 By Irizarry

A más de dos décadas del retorno a la democracia, tras casi 17 años de régimen militar, Chile “aún no se recupera” de la herencia y secuelas del régimen dictatorial de (Augusto) Pinochet”, dijo la dirigenta estudiantil Camila Vallejo. […]

Como país y como sociedad, “no nos hemos recuperado justamente porque la herencia que nos dejó ese golpe militar fue una Constitución Política pinochetista, que consagra un modelo económico neoliberal y que no es garante en materia de derechos”, señaló.

Indicó que “lo que simboliza el 11 de septiembre es una herida de la cual todavía no nos recuperamos, pero que a la vez nos plantea un desafío al movimiento social a avanzar en esa construcción de una sociedad distinta”.

Otro 11 de septiembre.

Y ese 11 de septiembre chileno, ¿quienes lo recuerdan acá? Nos pertenece a todos.

Pinochet puede que no esté ya, pero el neoliberalismo brutal que impuso como uno de sus primeros abanderados sigue, en todas partes. No, puede que no tengamos dictadura decretada y formalmente militar muchos de nosotros, pero vivimos la dictadura cotidiana del neolberalismo: recortes del presupuesto estatal, despidos, desmantelamiento sistemático de lo que queda de las redes estatales de apoyo, prioridades de inversiones que solo benefician a los que invierten, depredaciones ecológicas y sociales, producciones y reproducciones de poblaciones desechables, moral fundamentalista a pesar de lo que se diga, escolarización jerárquica y excluyente, colapso de los derechos y libertades civiles en nombre de la llamada seguridad y de las vigilancias ampliadas (lo cual es la normalización de las excepciones, el Estado de excepción que deviene cotidiano) … y mucho más. Si eso no es dictadura revestida de participaciones reclutadas y subordinadas, protegida y justificada en los enjambres de las guerras interiores y exteriores en contra de los llamados terrorismos que hemos aceptado como amenza … ¿qué es, entonces?

Suerte les deseo a los chilenos, y a nosotros, si acaso somos todos capaces de recuperar y ampliar las resistencias en contra del capitalismo neoliberal para poder conquistar alternativas …

Que en Chile la potencia del movimiento estudiantil aparezca y se sostenga ya es algo que da esperanza (a pesar, tal vez, de todos los pugilatos políticos y partidistas, y luego y a través de tantos años de crueldad). Los estudiantes y muchos otros chilenos, en las calles y barriadas, ya eso es esperanza, pues en tantos otros lugares las resistencias parece que agonizan en sus nacimientos. Ojalá que no. Ya veremos. Nos deseo suerte.

Los estudiantes que resisten, esa fuerza de trabajo posible y apostada por los regímenes neoliberales, que rechaza las condiciones de su reproducción incierta, eso puede que sea amenaza … pues sin ese trabajo no hay explotación ni ganancia.

¿Cuál sociedad se quiere, cuál sociedad  es posible? ¿Dónde, cómo y para qué (y para quién) se trabaja? ¿Para otros o para nosotros? La clase obrera actual y posible está en esos movimientos estudiantiles de rechazos y resistencias. ¿Podemos verla?

Triste es el 11 de septiembre, ciertamente. Debiera ser fecha de recordatorio de lo que queda por hacer,  para que algo como todo esto que sigue sucediendo no vuelva a suceder, donde sea, acá y en cualquier otro lugar. Ya veremos. Que vivan los estudiantes.

http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2012/09/08/114545019-a-veinte-anos-chile-aun-no-se-recupera-de-la-dictadura-camila-vallejo

A veinte años, Chile aún no se recupera de la dictadura: Camila Vallejo
La sociedad vive las secuelas del régimen de Pinochet en lo institucional, en lo económico y social, dice.
Notimex 
Publicado: 08/09/2012 11:45

Santiago. A más de dos décadas del retorno a la democracia, tras casi 17 años de régimen militar, Chile “aún no se recupera” de la herencia y secuelas del régimen dictatorial de (Augusto) Pinochet”, dijo la dirigenta estudiantil Camila Vallejo.

“Todavía la sociedad chilena, independiente de si vivimos o no el momento, vive las consecuencias, las secuelas de la dictadura en lo institucional, en lo económico y social, como los dolores por las víctimas”, indicó la carismática dirigenta universitaria.

Figura emblemática del movimiento estudiantil chileno en 2011, Vallejo es parte de una generación que a casi cuatro décadas del golpe militar que instauró la dictadura de Pinochet (1973-1990), ha tomado un puesto de relevo en las luchas sociales del país.

Nacida el 21 de abril de 1988, pertenece a una nueva camada de líderes juveniles que no experimentaron ni la derrota política que significó el golpe militar contra el gobierno popular ni los miedos frente al terrorismo de Estado ejercido por la dictadura de Pinochet.

Como país y como sociedad, “no nos hemos recuperado justamente porque la herencia que nos dejó ese golpe militar fue una Constitución Política pinochetista, que consagra un modelo económico neoliberal y que no es garante en materia de derechos”, señaló.

Indicó que “lo que simboliza el 11 de septiembre es una herida de la cual todavía no nos recuperamos, pero que a la vez nos plantea un desafío al movimiento social a avanzar en esa construcción de una sociedad distinta”.

En entrevista con Notimex, Camila señaló que “aunque no hayamos estado presentes, el golpe del 11 de septiembre de 1973 (contra el presidente socialista Salvador Allende) y la dictadura, es un dolor que parte nuestra sociedad”.

Agregó que “los movimientos sociales que se han levantado en el país tocan el problema estructural, que tiene que ver con nuestra Constitución y con las bases ideológicas de este modelo impuesto en dictadura”.

Camila anotó que entre los reclamos de los movimientos sociales está la soberanía de los recursos naturales, mayor descentralización del país, una democracia más participativa, salud de calidad para todos, educación gratuita, y el fin de todos los amarres de la dictadura”.

El movimiento estudiantil es, precisamente, una de las respuestas a esa herencia de la dictadura, cuando dice “fin a la educación de Pinochet”, esa educación de mercado que tiene como eje el lucro, la segregación y la privatización”, concluyó.

 

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: 15M, alternativas, autonomías, cesantías, Comunidades, desde abajo, ecología, economía, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, horizontalidad, huelga general, huelga Puerto Rico, huelga UPR, imperialismo, indignados, luchas, movimiento estudiantil, Pinochet, protesta, resistencia, resistencias

A 10 años del 11/S – Panorama de destrucción en EU, y anulación de derechos y libertades, afirma Michael Ratner

September 5, 2011 By Irizarry

“El carácter mismo del país ha cambiado con la gente común que aceptan las violaciones del gobierno a sus libertades, del derecho internacional, como también nuestra propia Constitución, al aceptar también que el gobierno ahora puede espiar a cualquiera aquí sin autorización judicial… todo bajo la justificación oficial de la ‘guerra contra el terrorismo’. Jamás hubiera anticipado todo esto antes del 11-S”.

Remember the Alamo. Remember the Maine. Remember Pearl Harbor. En Estados Unidos siempre hay gritos de guerra oportunos cuando hay que justificar las agresiones. Eso es parte de la construcción sistemática de la memoria oficial que busca trazar los límites esperados del pensamiento y del afecto, de las disposiciones provocadas de comportamiento a favor del Patriotismo y del militarismo. Actualmente es eso y mucho más. Es el endurecimiento del Estado, de la normalización de las excepciones en los procesos de reorganización de lo político y de la política que se aceleran a partir del 11 de septiembre de 2001, es bandera de las nuevas rondas de guerras interminables, indefinidas e infinitas: Remember 9-11. Es parte de la movilización permanente de las masas, en ritmos y cadencias diferenciales, pero sostenidos, en las sinfonías Estatales del miedo y de la venganza. Se justifica así el aparato de las vigilancias y las represiones ampliadas, pues se imponen como lo indiscutible e indispensable en estos tiempos de tantas amenazas permanentes que consumimos a diario en las saturaciones mediáticas. Sí, hay que plantear la crisis de los derechos y las libertades, y hay que ir mucho más allá, y reconocer que esto es fascistización, que esa crisis es el proceso de las excepciones normalizadas.

Estamos ahora en pleno recordatorio persistente y excitante, mediático y gubernamental, de lo que se ha instituido como lo solemne y lo sagrado, como tragedia constituyente del Estado actual necesario e inevitable, pero no se plantea con suficiente fuerza lo que expropia y socava ese Estado de Seguridad Nacional fascistizado, ni el hecho de que esto no es pasajero ni coyuntural, sino estructural y de largo plazo. Qué bueno que hay voces que insisten en lo inaceptable de la situación actual, pero hay que llamar a esto por su nombre y entender que no desaparece tan solo con críticas, aunque aparezcan justas y apropiadas, ni desaparece con los apoyos circunstanciales a los partidos políticos reinantes (pues son parte del proceso). Las luchas por desmantelar la fascistización actualizada en el eje neoliberal están por darse. Hay que reconocer que esto es parte de un momento reconstituyente de lo Estatal, y que la reconstitución ocurre en los hechos de su mismo proceso, desde adentro, en las tendencias de vigilancia, disciplina, castigo y control. Lo jurídico se ajusta, pues se normalizan las excepciones en las luchas victoriosas de las legislaciones y los decretos, de los nuevos aparatos de seguridad Estatal, y no basta con reclamar libertades perdidas, pues hay que conquistarlas y establecerlas. Confrontarlo en lo jurídico es indispensable, pero no es suficiente, pues lo jurídico es la articulación tendencial de los poderes, y los poderes no son sino relación de fuerzas que buscan institución. Los poderes son el Estado que existe. ¿Cómo se confronta, se detiene y se dehace esto, tan repleto de siginificaciones fundamentales? Esto se tiene que desmantelar, y eso es relación de fuerzas que solo puede alterarse desde abajo, fuera de los discursos y accciones que se han fortalecido a favor de la fascistización neoliberal. Hay que ver cómo se puede hacer eso, hay que buscarlo y conseguirlo, y seguir en contra de todo que requiere esta fascistización actual. Ya veremos. Se nos va la vida en esto.

Mientras tanto, no hay que olvidar que este aniversario de los 10 años reprime también el pensamiento de la historia que lleva al evento remembrado, que se desplaza el pensamiento de las consecuencias que vivimos, y que esas consecuencias tienen raíces en la gestación del Estado de Seguridad Nacional fascistizado que impone los temas, y los modos y maneras, de ese recordatorio.

http://www.jornada.unam.mx/2011/09/03/mundo/022n1mun

A 10 años del 11/S
Washington desató una Operación Cóndor mundial, acusa el abogado constitucionalista
Panorama de destrucción en EU, y anulación de derechos y libertades, afirma Michael Ratner
Culpa a George W. Bush por impulsar la degradación del país, y a Barack Obama por continuarla

David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 3 de septiembre de 2011, p. 22

Nueva York, 2 de septiembre. En los 10 años transcurridos desde los atentados del 11 de septiembre, Washington desató una “Operación Cóndor estadunidense” a escala global, guerras contra varios países, supresión de la disidencia interna, espionaje doméstico y anulación de garantías constitucionales, libertades civiles y derechos humanos, resume el abogado de derechos constitucionales Michael Ratner.

“Estados Unidos ha cambiado de una manera fundamental desde el 11-S. Jamás podría haber anticipado todo esto”, dice Ratner en entrevista con La Jornada al abordar el décimo aniversario de los atentados y sus efectos sobre las libertades y derechos aquí.

El presidente del Centro para Derechos Constitucionales (CCR) y reconocido abogado internacional por enfrentar violaciones de derechos humanos y libertades civiles del gobierno estadunidense ante tribunales extranjeros y nacionales, incluyendo la Suprema Corte, afirma: “El carácter mismo del país ha cambiado con la gente común que aceptan las violaciones del gobierno a sus libertades, del derecho internacional, como también nuestra propia Constitución, al aceptar también que el gobierno ahora puede espiar a cualquiera aquí sin autorización judicial… todo bajo la justificación oficial de la ‘guerra contra el terrorismo’. Jamás hubiera anticipado todo esto antes del 11-S”.

Ratner añade tajante: “culpo a George W. Bush por impulsar todo esto, pero también culpo a Barack Obama por continuarlo”.

La respuesta del gobierno al ataque del 11-S al calificarlo de “acto de guerra” y no criminal cambió el panorama interno y externo. “Tan pronto Bush dio su discurso sobre las ‘cruzadas’ pocos días después del 11-S, algo que estaba cargado de un significado tremendo para musulmanes y cristianos, se sabía que se trataría como un acto de guerra, con lo cual el gobierno asumió poderes mucho más extensos de los que tenía para perseguir y detener a gente en el extranjero como también promover el espionaje doméstico, todo como si fuera una guerra”, explicó Ratner.

Para Ratner, un aspecto de esta guerra es lo que denomina “Operación Cóndor estadunidense”, y explica: “Es esencialmente lo que hizo (Augusto) Pinochet pero mucho más amplio, capturando a gente en cualquier esquina del mundo sin orden o proceso judicial para ponerlas en centros de detención clandestinos en el mundo, no solamente en Guantánamo, sino también en Rumania, Polonia, Lituania, Tailandia, además de cárceles especiales en Afganistán. Esto está caracterizado por la captura de gente en cualquier parte del mundo sólo a discreción del presidente y después de tenerlos incomunicados, bajo Bush, torturarlos y encarcelarlos por tiempo indefinido. Y si llegan a ser enjuiciados, sólo se hace ante un tribunal militar.

“Todo esto… era condenado por Estados Unidos cuando sucedía en otros países; antes del 11-S, condenaban los tribunales militares en Perú, en África” y otras medidas de “seguridad” extralegales, pero ahora se tenía que preguntar si Estados Unidos se estaba volviendo un estado policiaco.

Obama ha continuado casi con todo lo impulsado por Bush, tal vez con la excepción de la tortura extrema. Lo que primero se presentó como medidas temporales después del 11-S, “se han vuelto una parte permanente de nuestro panorama legal. A mi parecer, hemos perdido los valores fundamentales del siglo de las luces en torno a los derechos individuales en todo proceso judicial”.

Señala que Obama, a pesar de sus promesas de acabar con estos elementos de lo que Ratner llama Operación Cóndor estadunidense, hoy sigue teniendo a unos 170 detenidos en Guantánamo y en otros centros de detención del mundo, continúa con algunas técnicas de interrogación –aunque sí suspendió la del ahogamiento simulado o waterboarding– y con la persecución de todo individuo sospechoso de ser “terrorista” en cualquier parte del planeta. Pero tal vez lo peor, argumenta Ratner, es que Obama no hizo que nadie rindiera cuentas por lo que ocurrió, sobre todo la tortura. “Entonces, ahora tenemos a gente como (George W) Bush escribiendo en sus memorias que sí ordenó el waterboarding y que lo haría de nuevo. Si el próximo presidente desea hacerlo, lo puede hacer porque no hubo una fiscalización de nadie por los programas de tortura extensa. No hacer que rindieran cuentas es un fracaso real… no dejar claro que el uso de la tortura no es una opción legítima para ningún gobierno”.

A la vez, Ratner dice que se debe subrayar que no se realizaron estos esfuerzos de captura, detención y más contra cristianos, “nunca jamás habrá 171 cristianos fundamentalistas en Guantánamo, lo puedo garantizar”, y eso tiene que ver con la animosidad contra los musulmanes en este país. Recuerda que entre las primeras medidas tras después del 11-S estuvieron las redadas masivas de musulmanes no ciudadanos dentro del país, con gente golpeada y tratada como si fueran terroristas. Luego el gobierno ordenó el registro de todos los hombres musulmanes de entre 18 y 25 años de edad originarios primero de nueve países y después de 19. Aunque estas medidas están suspendidas, demuestran que “los musulmanes son una población altamente sospechosa en este país, lo que continúa con nosotros y es muy difícil de superar”.

La mayoría de los musulmanes no ciudadanos fueron deportados, y el CCR representa a algunos de ellos, y también a varios de los detenidos en Guantánamo.

En torno al control interno después del 11-S, Ratner recuerda que se impulsó la Ley Patriota, la cual permite, entre otras cosas, “que pueden conseguir toda la información que quieran sobre tú o yo”, como también medidas de vigilancia y/o espionaje doméstico, el uso de informantes entre agrupaciones sociales y otras cosas en función de la supresión de protesta. “Lo que está sucediendo en Medio Oriente y en América del Sur (como Chile) son protestas masivas, y hay temor de que eso suceda aquí, entonces uno ve que el gobierno de Estados Unidos se está preparando para la represión real, con eso de infiltrar grupos no violentos, el uso de provocadores y detenciones, etcétera”, comenta.

Ratner acaba de publicar otro libro, éste sobre la supresión de la protesta masiva en Estados Unidos titulado Hell No: the right to dissent in 21st Century America.

En contrapartida, en estos últimos 10 años “estamos llevando a cabo más guerras que en cualquier momento de mi vida (Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Yemen, Somalia, entre otras)”, dice. Un resultado del 11-S son guerras sin fin, “junto con más poder del Ejecutivo; por ejemplo, Obama entra en guerra en Libia sin autorización del Congreso”. Y “este paradigma de guerra, aun cuando no se está en una zona de guerra, permite que Estados Unidos ataque a quien quiera en el mundo” ya que “afirma su derecho de matar a cualquier sospechoso de terrorismo en cualquier lugar del mundo, con un drone o de otra manera como el asesinato… Los drones te permiten matar con impunidad”.

Ante un panorama tan desolador, La Jornada preguntó a Ratner qué señales de esperanza percibe. “Dos de las tendencias más importantes que hemos visto en el mundo son, primero, las manifestaciones masivas y, segundo, Wikileaks”. Y en torno a éste, afirma que “Wikileaks minó la manera en que se nos entregan las noticias vaciadas de ciertos hechos reales. El hecho de que el gobierno no puede proteger ya esa información y esos sistemas de control llevará, claro, a más represión, pero a la vez es un respiro impresionante de aire puro sobre cómo operan nuestros gobiernos, desde Haití a España, al asunto de la tortura y tanto más, de verdad agujereando el control oficial”. Ratner participa en el equipo de representación legal de Wikileaks. “Son impresionantes los cambios que ya han ocurrido por Wikileaks en los gobiernos y también en los medios”, afirma.

Y de las movilizaciones sociales dice que “hay algo ocurriendo ahora, en el sentido de que cada vez más gente desea tener mayor control sobre sus vidas, y quién sabe qué sucederá. Pero hace dos años yo estaba en El Cairo, hace año y medio, y era uno de los lugares más reprimidos, había un silencio tremendo. Ya no”

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, Chile, Comunidades, crisis del clima, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, Fortuño, gobierno, horizontalidad, huelga general, huelga Puerto Rico, huelga UPR, imperialismo, Imperio, indignados, La Perla, luchas, movimiento estudiantil, neoliberalismo, Obama, protesta, resistencia, resistencias

Intolerancia religiosa en España

August 20, 2011 By Irizarry

En tiempos de guerra fría, Juan Pablo II, apoyó las dictaduras en Chile, Argentina, Paraguay, Bolivia y Centroamérica. En El Salvador, tras el asesinato de monseñor Romero y la muerte de Montes, Barho, y Ellacuría a manos del ejército, guardó un silencio cómplice, y en Nicaragua solicitó al sacerdote Ernesto Cardenal su retirada del gobierno sandinista, apoyando, en contraposición, al cardenal Ovando y Bravo en su campaña desestabilizadora desarrollada desde Estados Unidos por el entonces presidente Ronald Reagan. Mientras tanto Ratzinger mandaba callar a los teólogos, condenándolos a un silencio absoluto so pena de excomulgarlos. Un dupla perfecta. Ambos ampararon a pedófilos y pederastas en sus filas y callaron las demandas de justicia de las víctimas.

La intolerancia religiosa está en todas partes (España es escenario puntual en este momento, sintomático). Los hechos son testigos elocuentes: los fundamentalismos siguen proliferando, encendidos, mucho más agresivos porque devienen Estatales, tanto así como lo Estatal deviene religioso. El secreto burocrático sigue escondiendo el excedente del poder que se vive como abuso inesperado (ingenuos somos, tal vez). Pero no se olvidan la historia y la presencia de las tendencias y contracorrientes cristianas que han buscado y conquistado (muy breves, en demasiadas instancias) muchos espacios de lucha en contra de las explotaciones que persisten, en contra de las posiciones de las burocracias teológicas del pensamiento restringido que han logrado imponerse con mucha represión a favor de exclusiones y de persecuciones de toda índole. La pregunta es si acaso se pueden recuperar, en su fuerza y en sus posibilidades y sus esperanzas, esas otras afirmaciones de religiosidad excluida que no son sino afirmación de postulados sencillos de convivencia y de vida, de ecologías razonables y necesarias e impostergables. Para los cristianos, es asunto de leer con cuidado y sin prejuicios a los evangelios en sus propuestas éticas de inclusión y apoyo. Eso no sería nuevo. Han estado siempre ahí esas posiciones, y siempre han intentado existir en contra de la Autoridad dogmática y aplastante de las iglesias. No hay que dudarlo: lo religioso fundamentalista (institucional) juega un papel esencial en el ensamblaje y mantenimiento de los autoritarismos y las fascistizaciones actuales, en sus fusiones y confusiones formales e informales con lo Estatal endurecido. Qué triste es eso, e inevitable, mientras no se levanten fuertes las voces y acciones contrarias a favor de otras solidaridades posibles que sean capaces de exigir y lograr otra palabra, y lograr otros actos a favor de otras maneras y formas de vida que no sean fantasía apocalíptica repleta de los poderes de la sumisión y de las entregas absolutas (que no son sino expropiaciones del cuerpo y del pensamiento, de sus actos, entrega forzada aunque se acepte). Ya veremos, dijo el ciego. Se nos va la vida en esto. Tal vez se pueda entender que eso de la intolerancia es asunto de dominaciones, de los poderes que siguen imponiendo la existencia que logran y que permitimos. ¿Cómo es que participamos en eso? Es pregunta importante si acaso queremos buscar y encontrar otra situación. Lograr otra situación es deshacer los poderes que requieren la intolerancia y la sumisión para subsistir. Ya veremos. Suerte nos deseo. Se nos va la vida en esto.

http://www.jornada.unam.mx/2011/08/20/mundo/022a1mun

Intolerancia religiosa en España

Marcos Roitman Rosenmann

Nunca consideré la posibilidad de ser víctima directa de la violencia religiosa. Viví mi adolescencia en Chile, país laico y republicano, hasta Pinochet, claro está, donde la Iglesia era una institución sin mucho peso en la vida política, aunque siempre presente de diferentes formas. No faltaban las incursiones de obispos, cardenales y sacerdotes en la vida pública. Durante los años 60 fui testigo de la toma de la catedral de Santiago, eran los tiempos de Pablo VI y el concilio Vaticano II. En ese contexto nacían organizaciones como Cristianos por el Socialismo y los obispos latinoamericanos se reunían en Puebla y Medellín. Los sacerdotes comprometidos se incorporaban a las guerrillas en todo el continente. Pronto tendrán su mártir con la muerte de Camilo Torres en Colombia. En los años 70, la Teología de la Liberación consolidaba una propuesta de acción cristiana comprometida con los pobres. En medio de la dictadura de Pinochet, una parte de la Iglesia, defensora de los derechos humanos, montaría la Vicaría de la Solidaridad, fue una plataforma única desde la cual se trabajó en la defensa de los presos políticos, en la condena de la tortura y se expuso el caso de los detenidos desaparecidos. Pero esta opción de la Iglesia fue desplazada del centro de poder. El catolicismo más conservador y reaccionario tomó el relevo. Juan Pablo II, el Papa polaco, desautorizó, combatió y excomulgó a teólogos progresistas; su mano derecha sería un alemán, un tal Joseph Ratzinger, llamado expresamente para hacerse cargo, como prefecto, de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. En otras palabras, la institución sustituta del Tribunal de la Congregación de la Santa Inquisición.

En tiempos de guerra fría, Juan Pablo II, apoyó las dictaduras en Chile, Argentina, Paraguay, Bolivia y Centroamérica. En El Salvador, tras el asesinato de monseñor Romero y la muerte de Montes, Barho, y Ellacuría a manos del ejército, guardó un silencio cómplice, y en Nicaragua solicitó al sacerdote Ernesto Cardenal su retirada del gobierno sandinista, apoyando, en contraposición, al cardenal Ovando y Bravo en su campaña desestabilizadora desarrollada desde Estados Unidos por el entonces presidente Ronald Reagan. Mientras tanto Ratzinger mandaba callar a los teólogos, condenándolos a un silencio absoluto so pena de excomulgarlos. Un dupla perfecta. Ambos ampararon a pedófilos y pederastas en sus filas y callaron las demandas de justicia de las víctimas. Marcial Maciel, fundador de Legionarios de Cristo, es el paradigma, por antonomasia, de esta infamia. Tras la muerte de Juan Pablo II, el sucesor al trono de Pedro fue el propio Ratzinger. Así los cardenales premiaban la fidelidad y garantizaban la continuidad de un apostolado reaccionario. Con el nombre de Benedicto XVI, Joseph, inició su andadura. Muy pronto nos percatamos de sus intenciones. En sus homilías condenó el derecho a la eutanasia, la muerte digna, el aborto, la sexualidad libre, el matrimonio homosexual y el laicismo. Martillo de herejes, fue miembro de las juventudes nazis. Tal vez por ello, la juventud católica recrea en la actualidad los mismos comportamientos autoritarios y violentos propios del nazismo acuñados por su líder espiritual. La cruz y la esvástica se entienden a la perfección, ambas están manchadas de sangre y no por la crucifixión de Cristo. En su nombre se han cometido crímenes de lesa humanidad que no dicen mucho en favor de sus acólitos defensores.

En Madrid, mientras se celebra la reunión mundial de la juventud católica, quienes hemos protestado por el uso de los impuestos para financiar la prédica papal nos hemos visto sometidos a un alud, primero de insultos y a continuación golpes y la represión policial. Se han creído los dueños de la ciudad. Campan a sus anchas, sin respeto alguno pretenden la conversión del “infiel”. Y cuando se les hace saber que no participas de su credo, los católicos practicantes se transforman en violentos inquisidores, siguiendo a Torquemada. Hoy no pueden quemarnos vivos, pero sí utilizar a la policía para castigar al hereje. En medio de una manifestación legal, los católicos practicantes, con la complacencia de las autoridades locales y la delegada del gobierno, no han sabido compartir ni el espacio público ni las buenas maneras de quienes, desde el laicismo, han querido mostrar el rechazo, no a su presencia, sino a la forma en la cual el Estado aconfesional patrocina un evento privado con fondos del erario público. Molestos por la crítica, los católicos practicantes quisieron romper la manifestación, provocando y lanzando improperios. Incapaces de comprender el significado de la palabra tolerancia, se pusieron a rezar el rosario, cantar misa, tirar estampitas en medio de los manifestantes laicos, quienes ante el asombro, sólo les quedó apartarse. Los organizadores del evento católico eran conscientes de la manifestación laica y debieron haber informado a sus partícipes de no transitar por los sitios por los cuales transcurriría la protesta. Pero su decisión fue incomprensible, alentaron a sus militantes para hacer acto de presencia, romperla y luego pasar por víctimas. Hoy el Papa se queja del maltrato sufrido por sus jóvenes en la Puerta del Sol. En mi ingenuidad, creía que los católicos y su juventud, salvo excepciones, eran gentes educadas en la paz y el amor cristiano. Tolerantes. Pero su comportamiento dice lo contrario. Militan en la excrecencia de la pasiones más abyectas, les puede la ira, el odio y la violencia. La inquisición pervive en sus almas.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, crisis del clima, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, horizontalidad, huelga Puerto Rico, indignados, movimiento estudiantil, protesta, resistencias, teología de la liberación

Los estadounidenses hemos reescrito nuestras leyes, como lo hicieron los argentinos, para legalizar los crímenes.

August 11, 2011 By Irizarry

Los estadounidenses hemos reescrito nuestras leyes, como lo hicieron los argentinos, para legalizar los crímenes.

Por aquello de que siempre hay que intentar reconocer relaciones, coincidencias que se juntan en los devenires que se encuentran, veamos lo que sigue. Hay en este momento varias líneas duras, turbias y muy espesas, en las densidades de los intentos actuales de reconfiguración continuada del poder en sus crisis. Siguen saliendo a flote en las dominaciones que buscan acomodarse en las fascistizaciones que proliferan.

Una de estas líneas es el triunfo del chantaje que ha definido e impuesto la decisión de los recortes y límites presupuestarios (draconianos, como si acaso hicieran falta ahora más restricciones para reforzar la precariedad de la subsistencia de la gente) de los gobiernos que se siguen sometiendo a los designios y prioridades más conservadoras (muy agresivas y reaccionarias) del neoliberalismo. Esto es internacional, multinacional, muy coordinado. Lo hemos visto ahora en los Estados Unidos. Obama ha confirmado su entrega a las facciones de derecha de ambos partidos, que no son sino un solo partido. Lo vemos en Europa (sigue su curso a pesar de las protestas que sigan siendo solo protestas). Cualquier economista -y hay varios- que entienda lo frágil de la situación actual, desde el punto de vista del mantenimiento de alguna forma de capitalismo que se pueda sostener sin desorden político peligroso, defiende la necesidad de los gastos para reactivar la economía (fuente de ingresos para el gobierno), en vez de las disminuciones presupuestarias (que es fuente de oportunidades adicionales para los capitanes del neoliberalismo) (1). Las limitaciones selectivas del presupuesto son lo que quieren desde arriba las tendencias más conservadoras de todos los partidos y organizaciones, lo draconiano. Esas resoluciones institucionales son Estatales y autoritarias, convenientes para quienes no sufren las consecuencias nefastas de las depredaciones que se imponen. Son adecuadas para seguir logrando salidas de mantenimiento sistémico que sean policíacas, oportunistas (las nuevas esferas de valorización del capital en lo que hasta ahora había sido la esfera pública) y especulativas (para ellos). Hay acciones criminales en todo esto, pero no son ilegales, o no se castigan. Se confirman la capacidad de los neoconservadores para imponer sus opciones, y la eficacia del estribillo del presupuesto como asunto de exclusiva y urgente prioridad. El teatro de esa crisis se repetirá ad infinitum con variaciones y escenarios subsiguientes. La otra cara de esa moneda es que siempre hay ganancias espectaculares en estas crisis. Por si acaso olvidamos lo que ya se ha concedido con los “rescates” financieros, pensemos en las privatizaciones que se han de promover como fuente de ingresos en el mantenimiento de servicios e infraestructuras. Eso no es nuevo. Ahora es el turno de Obama, a través de sus retóricas tímidas y debilitadas. No importa lo que colapsa para la gente, mientras se puedan sostener las reorganizaciones lucrativas que mantienen a los poderes. Se aprovechan además todas las oportunidades para seguir movilizando a las masas enclaustradas en los populismos de derecha (no es toda la gente, pero es gente suficiente, y los que no son fieles comparten muchas de las mismas premisas inculcadas). En este juego de espejos no desaparece el Estado. Desaparecen los aparatos de gobierno que habían sostenido un apoyo frágil de la gente en las crisis continuadas y fabricadas, y se fortalece el aparato de seguridad Estatal (tienen que protegerse desde arriba, por la inestabilidad que provocan y que quieren manejar). Eso es intervencionismo Estatal, desde arriba para los de arriba, que es el único intervencionismo bueno para ellos. De eso no se habla, de esa curiosa manera de querer disminuir el gobierno a través del intervencionismo Estatal del neoliberalismo.

Otra linea dura es la serie de los miedos que se manipulan en torno al llamado terrorismo. El caso más reciente se fija en Noruega. La prensa institucional atribuye inmediatamente los atentados y asesinatos a los fundamentalistas islámicos, pero resultó muy pronto que el fundamentalismo en acto es cristiano, de ultraderecha y neonazi (forma retroactiva útil que funciona). Esa combinación no sorprende si acaso entendemos la naturaleza religiosa del conservadurismo reinante, y ello tiene mucha historia aunque no se reconozca siempre en sus actualizaciones. Ante lo absurdo de las primeras acusaciones mediáticas, predispuestas, se desplaza inmediatamente la propaganda hacia la necesidad de reforzar la seguridad interna y la vigilancia  de agrupaciones o individuos que puedan ser terroristas, sin que importe de dónde vengan ni dónde puedan estar, y sin que importen sus “ideologías” (2). Los enemigos de la sociedad (del Estado = sociedad, pues esa es la equivalencia subyacente) están en todas partes. Resulta que no podemos saber quiénes pueden ser, por lo cual hay que vigilar, denunciar, y anticipar los peligros posibles. Es el aspecto paranoico del poder actual que sigue buscando la integración activa de todos los ciudadanos en las tareas de la llamada seguridad nacional (que se equipara a la seguridad personal, individual). Aunque no se logre la plenitud esa integración, se siguen buscando justificaciones para ampliar las vigilancias y represiones. Esa es la tendencia.

La otra línea del poder que persiste es la militarización y el endurecimiento de las violencias que institucionalizan la tortura como método necesario para la protección de lo Estatal. Hay que despedazar a los cuepors disidentes, tienen que sufrir (eso es cierto para todos los fascismos en todas sus escalas, macroscópicas y microscópicas). Ante los peligros designados y asignados, se desatan violencias necesarias y absolutas. Esa es la la Razón de Estado (la latencia fascista que ahora es reinante en las oportunidades actualizadas que conquista). Esos son los delirios Razonables de este Leviatán. Esas violencias tienen un legado largo y triste para la gente que se han atrevido a buscar otras cosas. Esa gente han desaparecido por haberse atrevido. Acaso lo olvidamos. Eso es más de lo mismo, eso de las violencias y los olvidos. Es más de lo mismo que se quiere mantener, en diversos escenarios, con apariencias y ritmos distintos en sus consecuencias. Esa es la guerra en contra de las poblaciones que tarde o temprano se consideran desechables por ser indeseables e insoportables, las que tienen que volverse a someter (o desaparecer). De esa guerra no se habla, pero guerra es (ha sido y ha de ser guerra mientras no se cambie la situación de las dominaciones existentes). Eso se reconocía como forma abierta y agresiva de la lucha de clases en otra época. Se desacreditó esa frase -lucha de clases- y se logró asignar ese significante solo a los “subversivos”, y se han justificado así las acciones Estatales para mantener el “orden” en la guerra que busca mantener la violencia de lo ordenado cotidiano en su sitio (pero eso no se reconoce como lucha de clases).

Pero también hay resistencias, porque son inevitables. De lo contrario, los poderes no tendrían que ser tan brutales. Las mutaciones de los poderes devienen porque las resistencias existen y persisten (esa es la historia del capitalismo en todos sus aspectos y formas). Las resistencias actuales son la esperanza inmediata. Existe la esperanza que llega de Chile, de los estudiantes y su movimiento que tienden a agrupar a muchos a pesar de las trampas y las represiones. Existe la esperanza que llega de España, de los Indignados que no se detienen, pues siguen pensando y buscando cómo deshacer los lastres políticos de las derechas e izquierdas coincidentes (todas muy Estatalistas y burocráticas, repletas de recetas programáticas e institucionales que buscan una calma que ya es imposible a menos que no se imponga con los policías y ejércitos). Esas resistencias hay que reconocerlas y pensarlas en sus procesos y posibilidades (y en eso, por favor, que se vayan los burócratas del pensamiento, pues de lo contrario estamos en lo mismo de siempre, enjaulados en las cautelas partidistas y académicas formales e informales, y en lo que quieren todos ellos de retroceso para mantenerse acomodados en las redes de los poderes). Hay que lograr difundir esas resistencias, hay que promover contagio y riesgo.

No hay que olvidar lo que ha pasado, ni obviar lo que sucede, ni dejar a un lado los que confrontan las explotaciones existentes. Ya veremos. Acaso hay posibilidades alternativas. No llegan del cielo ni de los catecismos aceptados. Se conquistan y se hacen desde abajo. Nos deseo suerte, tenacidad, persistencia, indignación y rabia con lucidez. Lo otro es la normalización de las excepciones que se siguen ensamblando para mantener los poderes en sus sitios. Eso ya lo vemos en todas partes, lo vivimos y lo sufrimos. Ya basta. Que se vayan todos. Eso ya se ha dicho. A ver si se logra. Todo esto anda junto, y ya veremos lo que tiene capacidad de prevalecer. Todo esto anda junto.

(1) De Paul Krugman (entre otros): http://www.nytimes.com/2011/08/05/opinion/the-wrong-worries.html?_r=1&hp
It’s not just that the threat of a double-dip recession has become very real. It’s now impossible to deny the obvious, which is that we are not now and have never been on the road to recovery. […] These may sound like dry statistics, but they reflect a truly terrible reality. Not only are vast numbers of Americans unemployed or underemployed, for the first time since the Great Depression many American workers are facing the prospect of very-long-term — maybe permanent — unemployment. Among other things, the rise in long-term unemployment will reduce future government revenues, so we’re not even acting sensibly in purely fiscal terms. But, more important, it’s a human catastrophe. […] But the policy disaster of the past two years wasn’t just the result of G.O.P. obstructionism, which wouldn’t have been so effective if the policy elite — including at least some senior figures in the Obama administration — hadn’t agreed that deficit reduction, not job creation, should be our main priority.

(2) Una vez más se busca lanzar la institucionalización cotidiana de la vigilancia y la denuncia, proyecto que en los albores de esta fascistización actualizada se intentó bajo la designación del Total Information Awareness (por si acaso lo recuerdan los que tienen memoria que llegue al 2002, y los que no la tengan, que investiguen esa historia que sigue siendo la nuestra ahora). Vean lo siguiente, de : http://www.nytimes.com/aponline/2011/08/02/us/politics/AP-US-Violent-Extremism-Strategy.html?hp

“Communities are best placed to recognize and confront the threat because violent extremists are targeting their children, families and neighbors,” the strategy said. The unclassified draft includes broad statements about protecting civil rights, American values and the importance of partnerships with local stakeholders and the private sector. The federal government’s job is to act in a support role, it said, bringing people together and sharing information about threats and concerns and “community-based solutions.” The focus cannot be on a single ideology.

 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=132576
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article28618.htm

Los desaparecidos de EE.UU.

Chris Hedges
Thuthdig
Traducido por Silvia Arana para Rebelión

La Dra. Silvia Quintela fue “desaparecida” por los escuadrones de la muerte en Argentina en 1977 cuando estaba embarazada de cuatro meses con su primer hijo. Fue mantenida con vida en una base militar hasta que dio a luz a su hijo y luego, al igual que otras víctimas de la junta militar, fue probablemente drogada, desnudada, encadenada a otras víctimas inconscientes y apilada en un avión de carga que formaba parte de los “vuelos de la muerte” en los que se eliminó a una cifra estimada de 20.000 personas desaparecidas. Los vuelos militares con su carga humana inerte volaban sobre el Atlántico de noche y los cuerpos encadenados eran arrojados en el océano. La Dra. Quintela, que trabajaba en las villas miserias de la ciudad de Buenos Aires, tenía 28 años cuando fue asesinada.

Un médico militar, el Mayor Norberto Atilio Bianco, que fue extraditado el viernes desde Paraguay a Argentina por tráfico de bebés, está acusado de haberse apropiado del bebé de la Dra. Quintela al igual que de una docena, quizás cien, niños más. Los niños fueron entregados a familias militares en adopción. Testigos reportaron haber visto a Bianco, quien estaba a cargo de la unidad clandestina de maternidad que funcionó durante la Guerra Sucia en el hospital militar de Campo de Mayo, sacando personalmente a los bebés del hospital. También se quedó con uno de los niños. El jueves, en Argentina, se condenó al General Retirado Héctor Gamen y al Coronel Hugo Pascarelli por crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino “El Vesubio”, adonde 2.500 personas fueron torturadas entre 1976 y 1978. Fueron condenados a cadena perpetua. Desde el 2005, con la anulación de la ley de amnistía que protegía a los militares, Argentina ha abierto juicios contra 807 personas por crímenes de lesa humanidad, de los cuales, hasta ahora sólo 212 han recibido sentencia. Ha sido, para aquellos de nosotros que vivimos en Argentina durante la dictadura militar, una marcha dolorosamente lenta hacia la justicia.

La mayoría de los desaparecidos en Argentina no fueron activistas armados sino líderes gremiales, organizadores comunitarios, intelectuales de izquierda, activistas estudiantiles y aquellos que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pocos estaban conectados con los grupos armados de resistencia. En efecto, en el momento del golpe de estado de 1976, los grupos de guerrilla armada, como los Montoneros, habían sido diezmados. Estos grupos armados, como Al-Qaida en su lucha contra Estados Unidos, nunca significaron una amenaza a la existencia del régimen, pero la campaña nacional contra el terrorismo, tanto en Argentina como en EE.UU. se convirtió en una excusa para subvertir el sistema legal, instaurar el miedo y la pasividad en la masa popular y formar un vasto sistema de prisiones clandestinas con torturadores e interrogadores, funcionarios gubernamentales y abogados que operan más allá de la ley. La tortura, las detenciones prolongadas sin juicios, las humillaciones sexuales, las violaciones, las desapariciones, la extorsión, el saqueo, los asesinatos y abusos han devenido, como en Argentina durante la Guerra Sucia, parte de nuestro mundo subterráneo de sitios de detención y centros de tortura.

Los estadounidenses hemos reescrito nuestras leyes, como lo hicieron los argentinos, para legalizar los crímenes. John Rizzo, el ex representante legal de la CIA, aprobó los ataques con drones que mataron a cientos de personas, muchos de ellos civiles, en Pakistán, aunque EE.UU. no estaba en guerra con Pakistán. Rizzo admitió que él autorizó técnicas de interrogación severas. Le dijo a Newsweek que la CIA disponía de una lista de personas a asesinar. En la entrevista, preguntó: “¿Cuantos profesores de leyes han firmado una orden de muerte?”. Rizzo, en términos morales, no se diferencia en nada del deportado Dr. Bianco de Argentina, y es por ello que abogados de Gran Bretaña y Pakistán están pidiendo su extradición a Pakistán bajo cargo de asesinato. Esperemos que logren su objetivo.

Sabemos que al menos 100 detenidos murieron durante los interrogatorios en nuestros “sitios negros”, muchos de ellos a causa de los golpes y maltrato en manos de los interrogadores. Hay probablemente muchos, muchos más cuya suerte nunca será revelada. Decenas de miles de hombres musulmanes han pasado por los centros de detención clandestina de EE.UU. sin un proceso legal. “Hemos torturado si piedad a gente. Probablemente hemos matado a docenas de personas…, ambos las fuerzas armadas y la CIA”, admitió el General Retirado Barry McCaffrey.

Los cuerpos de muchas de esas víctimas nunca fueron entregados a sus familiares. Desaparecieron. La muerte anónima es la forma más cruel de la muerte. No hay un fin de duelo para los deudos. No hay manera de que los familiares puedan conmemorar el fin de una vida, con una fecha, un ritual y un lugar. La atrocidad se hace más compleja con la atrocidad cometida contra la memoria. Este sacrilegio es desgarrador para los familiares. Los regímenes usan los centros clandestinos de detención, los asesinatos y las muertes anónimas para poner a la población en estado de agitación, perturbación y desequilibrio. Genera una locura colectiva. La acción del estado de “desaparecer” a personas en sitios negros, manteniéndolas prisioneras por años sin juicio y torturando, asegura que pronto estas técnicas serán parte rutinaria de control doméstico.

Decenas de miles de estadounidenses están detenidos en prisiones de máxima seguridad, adonde son privados de contacto humano y destruidos sicológicamente. Los trabajadores indocumentados son detenidos en redadas, y sus familias no saben nada de ellos por semanas o meses. Las unidades de la policía militarizada rompen las puertas de unos 40.000 estadounidenses cada año y se los llevan en la oscuridad de la noche como si fueran enemigos combatientes. Ya no existe el habeas corpus. Los ciudadanos estadounidenses pueden ser asesinados “legalmente”. Los secuestros ilegales, llamados eufemísticamente “rendiciones extraordinarias” son un sello de la guerra contra el terrorismo. La evidencia secreta hace imposible que los acusados y sus abogados puedan saber qué cargos hay contra ellos. Todo esto fue experimentado por los argentinos. La violencia doméstica, ya sea en forma de movilizaciones sociales, revueltas u otro ataque terrorista catastrófico en territorio estadounidense, podrían, me temo, poner de manifiesto las herramientas brutales del imperio cimentado en la patria. En ese punto, nos embarcaríamos en nuestra propia versión de la Guerra Sucia.

Marguerite Feitlowitz se refiere en “The Lexicon of Terror” a las experiencias de un preso argentino, el físico Mario Villani. Se muestra el colapso del universo moral de los torturadores cuando, entre sesiones de tortura, los guardias llevan a Villani y a unas mujeres embarazadas a un parque de diversiones. Les hacen subir a un trencito, y luego los llevan a un café a tomar una cerveza. Uno de los guardias, Sangre, su nombre de guerra, lleva a su hija de unos 6 o 7 años al centro de detenciones para que conozca a Villani y a otros presos. Pocos años después, Villani se cruza por la calle con uno de sus principales torturadores, un sadista conocido en los campos de concentración como El Turco Julián. Julián le recomienda a Villani que vaya a ver a otro ex preso para conseguir un trabajo. La manera en la que la tortura se hizo una rutina, parte del trabajo diario, contribuyó a insensibilizar a los torturadores frente a sus propios crímenes. Visualizaban a la tortura como parte de su trabajo. Años después, esperaban incluso que sus víctimas la consideraran desde la misma lógica torcida.

Human Rights Watch en el reporte “Inmunidad ante la tortura: El gobierno de Bush y el maltrato a detenidos” declaró que hay “una cantidad extraordinaria de evidencia de tortura implementada por el gobierno de Bush”. El Presidente Barack Obama, continúa el reporte, está obligado a “ordenar una investigación de los alegatos de abuso de detenidos autorizado por el ex Presidente George W. Bush y otros funcionarios de alto rango”.

Pero Obama no tienen intenciones de restaurar la ley. No sólo se niega a investigar los flagrantes crímenes de guerra, sino que ha otorgado inmunidad a aquellos que han programado, dirigido y ejecutado torturas. Al mismo tiempo, incrementó drásticamente los crímenes de guerra, incluyendo los ataques con drones en Pakistán. Continúa presidiendo sobre cientos de colonias penales en ultramar, adonde el abuso y la tortura son moneda corriente. Es cómplice de los asesinos y torturadores.

La única manera posible de regresar a la legalidad sería revisando caso por caso, extradición por extradición, juicio por juicio. Si regresáramos a la legalidad, Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, el ex Director de la CIA George Tenet, Condoleezza Rice y John Ashcroft serían enjuiciados. Los abogados que legalizaron las acciones que bajo las leyes internacionales y nacionales son ilegales, incluyendo no sólo a Rizzo sino a Alberto González, Jay Bybee, David Addington, William J. Haynes y John Yoo, deberían perder sus matrículas y ser enjuiciados, si queremos salir de esta ciénaga. Nuestros líderes militares de mayor experiencia, incluyendo el General David Petraeus, que supervisaron escuadrones de la muerte en Irak y tortura indiscriminada de vasto alcance en las prisiones clandestinas, serían llevados al banquillo de los acusados, como los generales en Argentina, y obligados a responder por sus crímenes. Ese es el único camino. Si sucediera, sucedería sólo por la acción de unas pocas almas valientes, como la del abogado y presidente del Centro por los Derechos Constitucionales, Michael Ratner. Tomará tiempo, mucho tiempo; los crímenes cometidos por Bianco y los dos ex oficiales condenados este mes sucedieron hace cuatro décadas. Si no sucediera, entonces, continuaríamos nuestro descenso en un estado policial de terror y miseria humana en el que los guardias, en un capricho, nos sacarán de nuestras celdas para llevarnos a un parque de diversiones, para hacernos dar una vuelta en un trencito, paralizados y atónitos, antes de nuestra próxima sesión de tortura.
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article28618.htm

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: 15-M, alternativas, autonomías, cesantías, Chile, Cochabamba, Comunidades, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desde abajo, desempleo, despidos, economía, España, estudiantes Chile, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, Fortuño, gobierno, huelga general, huelga UPR, imperialismo, Imperio, indignados, La Perla, luchas, movimiento de los indignados, movimiento estudiantil, Naomi Klein, Obama, protesta, Puerto Rico, resistencias

Impedir la restauración neoliberal

July 6, 2011 By Irizarry

Las respuestas a la crisis aceleraron el desmantelamiento del acuerdo social y político que emergió de los años treinta. Se busca a toda costa restaurar el proyecto hegemónico anterior a ese acuerdo. El objetivo es abrir todos los espacios para incrementar la rentabilidad y utilizar todo el poder del Estado para lograrlo.

Ese “acuerdo social” anterior que se ha desmantelado fue consecuencia de las luchas en aquella crisis (la crisis de ellos que fue de nosotros). Hay que añadir que hay varios otros procesos ahora que tienden a mantener la vida de las dominaciones de los capitales de la globalización neoliberal. Con el desarrollo contemporáneo de los circuitos de acumulaciones de ganancias (“reales” y “ficticias”) que se negocian e imponen a nivel internacional y multinacional, se agranda el divorcio entre los modos de extracción de esas ganancias y las economías nacionales. Esta gente se autonomiza de sus economías nacionales y buscan fortalecer otras esferas de acumulación que no responden directamemte a la llamada economía “real” de los países que generan sus oportunidades de explotaciones, aunque siguen dependiendo de los mecanismos Estatales nacionales -y multinacionales- para reiterar su control. Esa es la redistribución y reorganización actual de las jeraquías de las soberanías, que no pierden la importancia de los Estados nacionales, pues en lo inmediato son esos espacios nacionales en donde se manejan los conflictos y las amenazas que irrumpen en el proceso global. El resultado real es que no importamos aunque tienen que seguir encontrando las formas y maneras de controlar nuestra existencia.

Varios efectos inmediatos: 1) Un autoritarismo Estatal acelerado y extendido: es lo que podemos seguir llamando la fascistización neoliberal, que incluye la respuesta policiaca militarizada ante las resistencias, pero no solo es eso sino mucho más, pues incluye el pretexto de las amenazas terroristas que justifican la hipertrofia de los aparatos represivos y de vigilancia, e incluye la reproducción más o menos eficiente de las estrategias ideológicas de aceptaciones sujetadas a los consumos económicos y políticos (podemos tal vez hablar de estrategias de colmena, de enjambre, y de saturaciones sostenidas), pues la fascistización siempre se mantiene desde abajo. Intenta manejar y contener la crisis de las inestabilidaes generadas por las estrategias de acumulación de los capitales, respuesta Estatal que se extiende a los espacios multinacionales y geoestratégicos de esas acumulaciones. 2) Un aumento exasperado de la precariedad de las condiciones de vida y de trabajo de la gente: las necesidades de la existencia y subsistencia de la gente (nosotros) se miden a partir de las oportunidades de las explotaciones que constantemente se desplazan y agudizan en función de las búsquedas de plusvalías adicionales, con todos sus excedentes de poder reinvertido. No importan los orígenes ni las consecuencias de esas ganancias, por lo cual son más las poblaciones desechables en lo económico y lo político, y se extiende nuestra crisis. Ello incluye la narcoestatización con sus juegos de espejos y manipulaciones de las guerras oficiales y Estatales en contra del narcotráfico, que solo sirven para reforzar los autoritarismos, pues no funcionan esas guerras como solución de salud pública sino como extensiones de las búsquedas del control. 3) La continuación de las especulaciones y manipulaciones financieras, aprovechando los escenarios multinaciones y nacionales que carecen de regulaciones y restricciones relativas (esas siempre se negocian y cancelan desde arriba, y si no hay resistencias fuertes y consistentes, pues sigue el relajo). En medio de todo esto la propaganda de “demasiado gobierno” solo sirve para seguir diminuyendo las protecciones maltrechas que quedan para las poblaciones que siguen en estado de inseguridad agravada, mientras se sigue saqueando la esfera pública a favor de los capitales neoliberales (servicios e infraestructura, protecciones sociales cada vez mas inseguras, escolarización privatizada a favor de lo tecnocrático neoliberal y en contra de toda posibilidad de pensamiento resistente, y todo lo demás que ya vivimos).

Los aparatos Estatales y de gobierno se ajustan a todo esto, lo generan y lo promueven, buscan reproducirlo y mantenerlo. Sus “clases” políticas (entrelazadas en sus burocracias formales e informales con las clases dominantes, como administradores y beneficiarios mediatos e inmediatos de los poderes, repletos de oportunismos y corrupciones) siguen negociando la persistencia de las muchas explotaciones renovadas que buscan mantenerse y extenderse. Se sigue creando un aparato de gobierno (de mantenimiento) financiero y político multinacional (y nacional, entrelazados siempre) que cobija todas estas dimensiones de las explotaciones neoliberales bajo legimitaciones inestables (pero muy viables todavía). Pero eso es también su crisis de legitimidad, la de ese Estado (hay mucha gente que ya no se las cree, aunque todavía hay suficiente), y esas crisis de legitimidad la tienden a resolver los aparatos represivos, y sin pena (y esa es la forma actual de los golpes de Estado lentos y prolongados, en lo cotidiano, saturados de las ideologías que dominan, golpes paulatinos y paso a paso cuando no pueden y necesitan ser brutales y contundentes) …

¿Qué se necesita para detener esto y hacer otra cosa? Que las resistencias devengan gobierno y Estado alternativo. Que se logre conquistar y construir desde abajo otro proceso de gobierno y de convivencia que tienda a ser contrario y alternativo ante los poderes en todas sus formas y sus procesos, no ya solo oposiciones que se puedan recuperar y reabsorber (no basta con protestas, pues a eso apuestan los poderes y sus administradores) sino prácticas alternativas de gobierno tendencial y posible desde abajo, que sean capaces de parir en su proceso otro modo de gobierno y sociedad, sin “proyecto” o “programa” preconcebido, algo que sea atrevido y capaz de desalojar todos los dogmas y doctrinas estatalistas que han ahogado a tantas revoluciones posibles. Que se haga todo esto entendiendo urgentemente que se nos va la vida en ello, y que se nos va la vida del planeta, pues aquí vivimos o lo intentamos, y sin eso no somos, y las explotaciones neoliberales solo consideran las ecologías como oportunidades de explotaciones ciegas y de corto plazo, y ya vemos las consecuencias, pues todas las ecologías siempre andan juntas. Y hay que saber que no basta con reclamar “oportunidades” desde dentro los procesos de las explotaciones que buscan recuperarse ahora.

Más de lo mismo, reciclado, conduce a más de lo mismo. Las formas viejas tienden a reaparecer en formas nuevas y continuadas, a menos que no se reconozcan esas formas viejas y se corten en su fuente, en su raíz. Eso es lo radical, que ahora es reclamo mínimo para subsistir. Ya veremos si somos capaces de lograr lo alternativo como proceso de búsqueda y encuentros, ahora, a pesar de nosotros y entre todos,  y en contra de los poderes que siguen existiendo. Lo radical es, también, la dimensión multinacional inmediata de las resistencias. Esto es global, por eso es cotidiano, eso de lo de los poderes. Las resistencias tienen que serlo también.

Lo último que hay que recordar: lo que tenemos ahora, el neoliberalismo en su crisis (que quiere ser crisis de reconstitución neoliberal), es nuestra culpa y responsabilidad. Ese neoliberalismo se ha instituido como posibilidad, desde arriba, como consecuencia de las derrotas de las luchas de resistencia que brotaron en las décadas de los ’60 y ’70 del siglo pasado. Eso lo hemos heredado. ¿Cuál legado hemos de dejar ahora, a partir de las resistencias que siguen buscando existir a pesar de lo que tenemos?

Ya veremos, dijo el ciego. Cosas veredes que no crederes. Hay que atreverse. Ellos desde arriba lo hacen y lo siguen haciendo, eso de atreverse porque no hay quien los detenga, y por eso estamos como estamos, porque no tenemos todavía suficientes atrevimientos contrarios que sean capaces de conquistar otra cosa, lo diferente. Pero puede que sí aparezca otra cosa. Ya aparece en muchos lugares (vean el movimiento de los indignados). Ya veremos. Buena suerte nos deseo, en contra de todas las trampas que siguen. Ya veremos.

 

http://www.jornada.unam.mx/2011/07/06/opinion/031a1eco

Impedir la restauración neoliberal

Alejandro Nadal

Una de las interpretaciones más populares sobre los orígenes de la crisis en Estados Unidos es que se produjo al estallar la burbuja especulativa en los bienes raíces. La bursatilización y la opacidad de los vehículos de inversión sembraron el caos en el mercado interbancario. Los grandes bancos empezaron a abrigar dudas sobre la solvencia de los demás, y eso congeló el crédito de corto plazo entre bancos, una de las piezas clave de una economía monetaria. El corolario de esta narrativa es que la crisis se hubiera evitado con un sistema regulatorio eficaz. Eso hubiera sometido la voracidad de los agentes en el sector financiero y el problema se hubiera prevenido.

El problema con esta interpretación es que faltan dos elementos importantes: los fenómenos en el sector real (no financiero) de la economía y las medidas de política macroeconómica. Lo cierto es que la economía estadunidense ya venía sufriendo un triple proceso de estancamiento de salarios reales, acompañado de sobrendeudamiento privado y un deterioro inexorable de las cuentas externas. La política macroeconómica impuesta desde los años ochenta fue la respuesta a estos problemas estructurales de la economía de Estados Unidos.

Desde esta perspectiva, la crisis tampoco proviene de los errores en la aplicación de la política monetaria bajo la férula de Greenspan en la Reserva Federal. Es cierto que a partir de la recesión de 2000 Greenspan instrumentó una política monetaria demasiado laxa, lo que provocó el colapso de 2007. Pero las raíces de la crisis se encuentran más allá de los errores de este personaje: la economía estadunidense estaba ya en malas condiciones y la respuesta de Greenspan en 2001 era la única que se podía aplicar para prolongar la vida de un esquema basado en el sobreconsumo y la recesión crónica. Desde esta perspectiva, la conducción de la política monetaria à la Greenspan permitió sacarle todavía más kilometraje a un vehículo ya condenado a malograrse.

La crisis es resultado directo de las contradicciones del neoliberalismo. Y aquí es importante especificar que el neoliberalismo corresponde a una fase de la evolución del capitalismo, en la que la expansión del sector financiero es consecuencia de la lucha para mantener los márgenes de rentabilidad que se habían experimentado en la décadas de los años “dorados” del capitalismo (años de la posguerra). Además, el neoliberalismo entraña la destrucción del acuerdo político salido de la década de 1930, un acuerdo que había atemperado el poder de la clase capitalista. Sin un análisis más preciso de estos dos procesos, es imposible entender la crisis actual y tampoco será posible encontrar una salida.

En los años setenta, las principales economías capitalistas comienzan a experimentar problemas en la tasa de ganancia. Ese fenómeno ha sido bien documentado, aunque la mayoría de los economistas lo ignore. La tasa de ganancia evolucionó desfavorablemente desde 1970 y eso provocó una respuesta doble. Por una parte impulsó la eliminación de todas las barreras a la colocación y desplazamiento de los capitales a nivel internacional y en el plano doméstico. Los años ochenta fueron testigo del desmantelamiento de las restricciones sobre flujos de capital heredadas del sistema de Bretton Woods. También se inició la desregulación que hasta entonces había controlado los peores excesos del sistema financiero a nivel nacional.

La otra respuesta vino por el lado de la reducción de los costos laborales. Para ello fue necesario imponer una férrea disciplina sobre la clase trabajadora. Los derechos laborales fueron atacados, y todo lo que representaba cierto poder sindical fue perseguido y estigmatizado políticamente. La globalización y la apertura comercial colocaron a las masas trabajadoras del mundo entero en competencia para ver quién trabaja por menos salario. El resultado fue una transferencia de ingresos hacia los estratos superiores, nunca antes visto en la historia del capitalismo.

Las respuestas a la crisis aceleraron el desmantelamiento del acuerdo social y político que emergió de los años treinta. Se busca a toda costa restaurar el proyecto hegemónico anterior a ese acuerdo. El objetivo es abrir todos los espacios para incrementar la rentabilidad y utilizar todo el poder del Estado para lograrlo.

En su afán, la clase capitalista ha podido sacar provecho hasta de la catástrofe. Pero le será muy difícil resolver las contradicciones de un sistema económico basado en la expoliación y propenso a la inestabilidad. Desde la izquierda queda claro que se debe buscar una salida que no sea la de rescatar un sistema enfermo, so pretexto de que no hay alternativas. Tanto en las economías capitalistas maduras, como en las (mal) llamadas emergentes, existen opciones diferentes que no sólo son factibles, sino que se han revelado como indispensables si se quiere evitar lo peor. Y hoy lo peor es la restauración del proyecto político del neoliberalismo.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, cesantías, Comunidades, crisis del clima, crisis ecológica, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, desde abajo, desempleo, despidos, ecología, economía, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, horizontalidad, huelga general, imperialismo, Imperio, indignados, La Perla, luchas, movimiento de los indignados, neoliberalismo, protesta, resistencias, revolución

Cumple 40 años de fracasos la guerra de EU contra el narco

June 17, 2011 By Irizarry

 

 

Pero a pesar de la ciencia y de la evidencia empírica en torno a la “guerra contra las drogas”, 40 años después, el paradigma inicial de definir el problema en términos bélicos persiste hoy día. De hecho, ya es una de las guerras más caras, más destructivas y más largas en la historia de este país. Promete ser eterna si no hay un cambio de paradigma sobre la manera como esta sociedad aborda este problema.

 

No, ningún fracaso hay en esta guerra. Al contrario, muy exitosa ha sido esa “guerra”, pero para quienes se benefician con los excedentes monetarios y del poder, con las plusvalías tangibles e intangibles (todas muy reales y cotidianas) de ese magnífico negocio. Unos, las mafias de los narcotraficantes multinacionales, en sus contubernios con los procesos de las redes de ganancias fabulosas del neoliberalismo fascistizado. Otros, los Estados que aprovechan al narco para seguir con sus militarismos y autoritarismos, con sus fascistizaciones repletas de los miedos moralistas que justifican los procesos de control social y de las poblaciones necesarias y desechables, todo siempre vinculado a los terrorismos construidos (todas estas guerras están hechas para que no terminen). Ellos se benefician de las ganancias, y nosotros tratamos de vivir en medio de la guerra civil provocada por las luchas en torno al control grande y pequeño de la distribución de los narcóticos y de los ejercicios contundentes de los poderes. Los enemigos del Estado actual son las poblaciones que hay que controlar. Son esas las dos caras de la misma moneda, del poder. Ningún fracaso ha sido esa guerra declarada por el Estado en sus procesos de fascistización. Es narcoestatización paulatina y establecida, generalizada, conveniente, necesaria e inevitable.

¿Por qué no se acepta que esto es asunto de salud pública (de otra ecología de nuestros cuerpos en sociedad), de oportunidades de vida que no lleven a los callejones de las adicciones, ni al mercadeo de las sustancias producidas para someter y sujetar las mentes, los cuerpos y los comportamientos en sus espirales de autodestrucción (de otra ecología social)? Resulta que eso, eso otro, requiere otra forma y manera y proceso de convivencia, donde los poderes que requieren de las adicciones físicas y mentales (que son las mismas) no sean los poderes reinantes. Sería otra cosa, otra solidaridad y otra convivencia, incluso y ante todo otra medicina (otra manera de manejar los cuerpos de manera que sean soberanos en coincidencias saludables con otros cuerpos en sociedad saludable, y otra ecología en los entornos donde estamos). Pero eso es peligroso para lo que domina lo existente, para esos poderes que se benefician de las adicciones que llegan a ser destrucciones irreparables para nosotros, al mismo tiempo que esos poderes las critican tan solo para afianzar los controles de esos mismos poderes. ¿Por qué tenemos que seguir tan jodidos como estamos? Todas estas luchas son una misma lucha, resistencias que amenazan coincidencias porque todo esto es lo mismo. ¿Entonces, qué?

Tal vez el problema es que somos adictos de los poderes. Ya veremos, dijo el ciego.

 

http://www.jornada.unam.mx/2011/06/17/politica/002n1pol

Cruzada perdida
Nixon la declaró y hasta la fecha no se ha logrado ni uno de sus objetivos
Cumple 40 años de fracasos la guerra de EU contra el narco
El país vecino es el territorio con más presos en el mundo: uno de cada 31 adultos
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 17 de junio de 2011, p. 2

Nueva York, 16 de junio. La “guerra contra las drogas” fue declarada por el presidente Richard Nixon hace justo 40 años, y en sus batallas han participado todo un amplio elenco de figuras famosas, desde Elvis Presley a distinguidos generales como Barry McCaffrey o personajes públicos como Pablo Escobar, Milton Friedman, George Soros y Sting hasta la bisnieta de León Trotsky.

Pero además de los famosos, en esta guerra han participado, voluntariamente o no, millones de encarcelados, muertos y enfermos que son víctimas de la guerra que se declaró para aplicar la prohibición de sustancias declaradas ilícitas –o sea, lo que han llamado “daños colaterales”.

Ante estos costos sociales y económicos incontables, un gasto acumulativo de un billón de dólares por Estados Unidos, y el despliegue de las fuerzas del país más poderoso en la historia en operaciones de persecución y erradicación, y millones de arrestados desde 1971, ni uno solo de los objetivos de la llamada “guerra contra las drogas” declarada hace 4 décadas ha sido logrado.

Según cálculos oficiales, entre 20 y 25 millones de estadunidenses usarán alguna droga ilícita este año –unos 10 millones más que en 1970 (aunque el gobierno argumenta que como porcentaje de la población, el consumo es menor que a finales de los 70, cuando llegó a los niveles más altos). Según cifras oficiales, cada día casi 8 mil estadunidenses consumen una droga de manera ilegal por primera vez y así se suman a los más de 20 millones de usuarios de drogas ilícitas.

A escala mundial hay más oferta de estupefacientes y más consumo que nunca. Según cifras oficiales de la Organización de Naciones Unidas, de 1998 a 2008 el uso mundial de opiáceos se incrementó 34.5 por ciento, el consumo de cocaína creció 27 por ciento y el de mariguana 8.5 por ciento. De hecho, se calcula que la industria mundial de drogas ilícitas tiene un valor de 320 mil millones de dólares, lo cual equivale a uno por ciento de todo el comercio en el mundo.

Estados Unidos dedica más de 15 mil millones de dólares anuales en el presupuesto para la “guerra contra las drogas”, aunque algunos calculan que la cifra total se acerca a 40 mil millones anuales (al incluir gastos en programas relacionados con los esfuerzos antinarcóticos dentro y fuera de Estados Unidos). A lo largo de las pasadas 4 décadas, según un excelente reportaje especial de la Associated Press el año pasado, unos 20 mil millones de dólares se han dedicado a la lucha contra bandas criminales en otros países, sobre todo Colombia y ahora México; 49 mil millones de dólares a esfuerzos de seguridad antidrogas en las fronteras de Estados Unidos; 121 mil millones de dólares para arrestar a casi 40 millones por delitos de droga no violentos, casi un tercio sólo por posesión de mariguana y otros 450 mil millones para encarcelar a estos en prisiones federales (o sean, sin incluir los que están en reclusorios estatales o cárceles locales).

En su retórica, el gobierno de Barack Obama reconoció que la óptica bélica para abordar el problema de las drogas no estaba funcionando. El director de la oficina de políticas antinarcóticos de la Casa Blanca, conocido como el “zar antinarcóticos”, Gil Kerlikowske, una y otra vez afirma que prefiere abandonar la frase de “guerra” en la lucha contra la droga ilícita, ya que “no estamos en una guerra contra nuestra propia gente” y criticando esa estrategia por sus fallas, en los hechos aun no hay un giro en esta política.

Igual que en los años recientes antes del gobierno de Obama, aproximadamente dos tercios del presupuesto antinarcóticos continúan asignados a esfuerzos de seguridad publica dentro y fuera de Estados Unidos.

Y las consecuencias de una política de prohibición impulsada extensamente sobre castigo y persecución ha tenido enormes consecuencias sociales en este país. Para afroestadunidenses y latinos, la guerra contra las drogas se percibe más bien como una guerra contra ellos, sobre todo la juventud “de color”. Con el encarcelamiento como arma más empleada en esta “guerra”, las cifras lo comprueban: Estados Unidos es el país con más encarcelados en el mundo, con sólo 5 por ciento de la población mundial tiene 25 por ciento del total de los prisioneros en el planeta –unos 2.3 millones, comparado con 300 mil en 1972 (si se incluye los que están en libertad bajo fianza o condicional, suman 7.3 millones, uno de cada 31 adultos). El incremento estrepitoso en la población encarcelada se debe en gran medida al aumento en la detención de personas que cometieron delitos relacionados con la droga –en 1980 habían 41 mil de estos, ahora hay más de 500 mil (un incremento de mil 200 por ciento).

Después de todo esto, ahora resulta que la amenaza de las drogas más peligrosa no es la de productos ilícitos importados desde México, Colombia y Afganistán, sino la de los fármacos recetados legalmente por doctores. El abuso de estos narcóticos y opiáceos ahora es clasificado como una “epidemia”, y según el gobierno, los que mueren por abuso de estas es superior a los que perecen por sobredosis de cocaína y heroína combinados. El abuso de drogas recetadas es el mayor después de la mariguana en este país, informó el gobierno este año.

Para la neurocientífica Nora D. Volkow, el problema de las drogas no es un asunto criminal o de seguridad, sino una condición dentro de la amplia gama de la adicción humana que requiere de una respuesta médica. Como jefa del Instituto Nacional sobre Abuso de Droga del gobierno federal, Volkow encabeza las investigaciones sobre las causas químicas y biológicas de las adicciones, y lo resumió con una sola palabra en entrevista con el New York Times: toda adicción se reduce a una sola cosa: la dopamina. Afirma que toda sustancia adictiva genera una ola de esta molécula en el cerebro. Las anfetaminas lo hacen de una manera, la cocaína de otra, como también el alcohol y la heroína lo mismo que otros opiáceos, incluyendo los recetados. Su trabajo, según otros expertos, está ofreciendo la base principal para considerar la adicción como una enfermedad y no el resultado de decisiones equivocadas por un adicto, o resultado de comportamiento inmoral, reporta el Times.

Volkow comenta que su obsesión es convertir lo que muchos consideran un problema criminal en un asunto para el sistema de salud. Volkow, por cierto, creció en México, en Coyoacán, en una casa famosa ahora museo: es bisnieta de León Trotsky.

Pero a pesar de la ciencia y de la evidencia empírica en torno a la “guerra contra las drogas”, 40 años después, el paradigma inicial de definir el problema en términos bélicos persiste hoy día. De hecho, ya es una de las guerras más caras, más destructivas y más largas en la historia de este país. Promete ser eterna si no hay un cambio de paradigma sobre la manera como esta sociedad aborda este problema.

Filed Under: Delirios del Leviatán Tagged With: alternativas, autonomías, Comunidades, crisis fiscal, crisis Puerto Rico, ecología, fascismo, fascismo neoliberal, fascistización neoliberal, finanzas Puerto Rico, horizontalidad, imperialismo, Imperio, luchas, neoliberalismo, Puerto Rico, resistencias, terralapsus

Un Nobel sin escrúpulos

May 22, 2011 By Irizarry

.

En la truculenta operación escenificada en las afueras de Islamabad hay múltiples interrogantes que permanecen en las sombras, y la tendencia del gobierno de los Estados Unidos a desinformar a la opinión pública torna aún más sospechoso este operativo.

El personaje principal de la mitología constituyente del Estado de Seguridad Nacional actual, endurecido y sin restricciones en su fascistización acelerada a partir del 9-11 estadunidense, ha sido alegadamente abatido. Ha muerto Osama, lo han matado en una intervención militar secreta (pero muy difundida), impecable y contundente (eso es lo que se promueve como indudable, y como advertencia). Con eso se confirma el propósito de existencia, de vida (y muerte), de ese personaje llamado Osama. Vale más muerto que vivo. Curioso eco religioso es eso. Muy apropiado y consonante es con los fundamentalísimos autoritarios, políticos y religiosos, los que sostienen a este Estado de Seguridad Nacional exacerbado en sus delirios de Leviatán que no son sino su razón de Estado fascistizado. Es su razón de ser, indiscutible, la de la lucha entre el Bien y el Mal, anudada en esta década en este personaje que ahora pasa a su próximo momento de existencia (el dirigente ha muerto, pero su organización persiste, y en eso se confirma su vida, en la reencarnación de las inspiraciones posibles, con todas las amenazas de las venganzas que justifican más de lo mismo para este Estado en el cual vivimos). Acaso se pretende que esto sea para nosotros un ritual de Confirmación, de renovación de fe teologal, de fidelidad y asentimiento, en el cual abrazamos la protección del Estado en estos momentos de peligros que se reiteran a pesar y a través de de la victoria en contra del Mal (todo eso anda junto y mezclado, pues religioso es).

Las discusiones en torno a la muerte de Osama serán interminables a partir de su hecho mediático, y no tienen solución (no pueden tenerla). ¿Está muerto, de verdad? ¿Acaso se ha inventado el evento (mitológico es, tanto como ha sido mitológica su vida)? No importan esas preguntas. Podemos y tenemos que aceptar esa muerte que no se puede verificar (se ha diseñado así), porque ese no es el problema. Esa muerte es hecho político imaginario (y por eso es real en sus efectos), sea o no sea verdadera esa muerte. El problema sintomático es el circo mediático que muy cuidadosamente se ha ensamblado durante tantos años en torno a su vida, que ahora persiste actualizado y reactivado en torno a su muerte anunciada. Vale más muerto que vivo, o al menos vale tanto y lo mismo. Tenía que morir para que siguiera vivo. De no haber existido, se habría inventado su vida (por lo cual tarde o temprano había que inventar la necesidad de su muerte). Hacía falta un Enemigo para justificar la fascistización actual, la que se acelera en sus mutaciones a partir del 9-11 estadunidense, con sus vigilancias y espionajes internos y exteriores, sus restricciones de derechos y libertades (que hemos creído tener), sus militarismos y sus guerras permanentes renovadas.

Con el hecho mediático de la muerte de Osama se refuerza la celebración de los operativos secretos en manos de los comandos especializados con sus armas excepcionales superiores y exclusivas, y sus aparatos de detecciones y movilizaciones secretas y decisivas. Se celebran los métodos de interrogaciones excepcionales que ya se han normalizado (la tortura como política). Con ese hecho mediático se celebra la capacidad ejecutiva de un presidente que quiere venderse como progresista mientras lo que sigue haciendo es poco más que confirmar el poder de las tendencias de fascistización neoliberal que siguen marcando sus decisiones, en un momento de debilidad política (medida en términos de las negociaciones interminables para mantener lo sistémico en su lugar precario, pues también existen las luchas que se le oponen), dejando a un lado el derecho internacional, pues las excepciones normalizadas no lo requieren, y entonces se deshace ese derecho internacional en la arbitrariedades del momento que se impone ahora. Se confirma (y se busca reforzar una vez más) la función de los Estados Unidos como policía, juez y jurado unilateral del planeta globalizado (a lo neoliberal y en contra de las resistencias que quieren y buscan otras cosas). Ni hablar de la noción de la soberanía nacional en este contexto: se pretende que el planeta sea Imperial, y que cualquier lugar sea objetivo de intervenciones ortopédicas, sin que importen las fronteras (otro asunto es que las resistencias quieren y pretenden otros modos de vida). En pocas palabras, la muerte de Osama ha sido necesaria para mantener lo ensamblado en torno a su vida, todas esas agresiones necesarias para mantener y sostener los poderes dominantes.

¿Nos tapamos los ojos en todo esto? ¿El trasfondo aceptado es la autoridad del Patriotismo indiscutible de La Bandera, de La Nación (cualquiera que sea La Nación, pues la gente es otra cosa), el de todas las Nociones Maestras de las Verdades que nos buscan y quieren sujetarnos en las aceptaciones inciertas de todos estos autoritarismos que nos quieren consumir y consumar? ¡Qué lástima que tantos inocentes hayan muerto (y siguen muriendo) por esto y para esto, en tantos lugares (incluidos los nuestros), y que tantos queden discapacitados! Tal vez llegará el momento de una justicia que no se disfrace con la justificación de las venganzas que buscan legitimar los poderes. ¿Y nosotros, los otros, qué hacemos? Ya veremos, dijo el ciego.

Nota: Foto de Samantha Andresky, Darkroom.

 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=127653

Un Nobel sin escrúpulos

Atilio A. Boron
Rebelión

Un signo más de los muchos que ilustran la profunda crisis moral de la “civilización occidental y cristiana” que Estados Unidos dice representar lo ofrece la noticia del asesinato de Osama Bin Laden. Más allá del rechazo que nos provocaba el personaje y sus métodos de lucha, la naturaleza de la operación llevada a cabo por los Seals de la Armada de los Estados Unidos es un acto de incalificable barbarie perpetrado bajo las órdenes directas de un personaje que con sus conductas cotidianas deshonra el galardón que le otorgó el Parlamento noruego al consagrarlo como Premio Nobel de la Paz del año 2009. De acuerdo con lo establecido por Alfred Nobel en su testamento esta distinción, recordémoslo, debía ser adjudicada, “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.” El energúmeno que anunció al pueblo estadounidense la muerte del líder de Al-Qaida diciendo que “se ha hecho justicia” es la antítesis perfecta de lo estipulado por Nobel. Un comando operativo es lo menos parecido al debido proceso, y arrojar los restos de su víctima al mar para ocultar las huellas de lo que se ha hecbo es propio de mafiosos o genocidas. Lo menos que debería hacer el Parlamento noruego es exigirle la devolución del premio.

En la truculenta operación escenificada en las afueras de Islamabad hay múltiples interrogantes que permanecen en las sombras, y la tendencia del gobierno de los Estados Unidos a desinformar a la opinión pública torna aún más sospechoso este operativo. Una Casa Blanca víctima de una enfermiza compulsión a mentir (recordar la historieta de las “armas de destrucción masiva” existentes en Irak, o el infame Informe Warren que sentenció que no hubo conspiración en el asesinato de Kennedy, obra del “lobo solitario” Lee Harvey Oswald ) nos obliga a tomar con pinzas cada una de sus afirmaciones. ¿Era Bin Laden o no? ¿Por qué no pensar que la víctima podría haber sido cualquier otro? ¿Dónde están las fotos, las pruebas de que el occiso era el buscado? Si se le practicó una prueba de ADN, ¿cómo se obtuvo, dónde están los resultados y quiénes fueron los testigos? ¿Por qué no se lo presentó ante la consideración pública, como se hizo, sin ir más lejos, con los restos del comandante Ernesto “Che” Guevara? Si, como se asegura, Osama se ocultaba en una mansión convertida en una verdadera fortaleza, ¿cómo es posible que en un combate que se extendió por espacio de cuarenta minutos los integrantes del comando estadounidense regresaran a su base sin recibir siquiera un rasguño? ¿Tan poca puntería tenían los defensores del fugitivo más buscado del mundo, de quien se decía que poseía un arsenal de mortíferas armas de última generación? ¿Quiénes estaban con él? Según la Casa Blanca el comando dio muerte a Bin Laden, a su hijo, a otros dos hombres de su custodia y a una mujer que, aseguran, fue ultimada al ser utilizada como un escudo humano por uno de los terroristas. También se dijo que dos personas más habían resultado heridas en el combate. ¿Dónde están, qué se va a hacer con ellas? ¿Serán llevadas a juicio, se les tomarán declaraciones para arrojar luz sobre lo ocurrido, hablarán en una conferencia de prensa para narrar lo acontecido? Por lo que parece esta “hazaña” pasará a la historia como una operación mafiosa, al estilo de la matanza de San Valentín ordenada por Al Capone para liquidar a los capos de la banda rival.
Osama vivo era un peligro. Sabía (¿o sabe?) demasiado, y es razonable suponer que lo último que quería el gobierno estadounidense era llevarlo a juicio y dejarlo hablar. En tal caso se habría desatado un escándalo de enormes proporciones al revelar las conexiones con la CIA, los armamentos y el dinero suministrado por la Casa Blanca, las operaciones ilegales montadas por Washington, los oscuros negocios de su familia con el lobby petrolero estadounidense y, muy especialmente, con la familia Bush, entre otras nimiedades. En suma, un testigo al que había que acallar sí o sí, como Muammar Gadafi. El problema es que ya muerto Osama se convierte para los yihadistas islámicos en un mártir de la causa, y el deseo de venganza seguramente impulsará a las muchas células dormidas de Al-Qaida a perpetrar nuevas atrocidades para vengar la muerte de su líder.

Tampoco deja de llamar la atención lo oportuna que ha sido la muerte de Bin Laden. Cuando el incendio de la reseca pradera del mundo árabe desestabiliza un área de crucial importancia para la estrategia de dominación imperial, la noticia del asesinato de Bin Laden reinstala a Al-Qaida en el centro del escenario. Si hay algo que a estas alturas es una verdad incontrovertible es que esas revueltas no responden a ninguna motivación religiosa. Sus causas, sus sujetos y sus formas de lucha son eminentemente seculares y en ninguna de ellas -desde Túnez hasta Egipto, pasando por Libia, Bahrein, Yemen, Siria y Jordania- el protagonismo recayó sobre la Hermandad Musulmana o en Al-Qaida. El problema es el capitalismo y los devastadores efectos de las políticas neoliberales y los regímenes despóticos que aquél instaló en esos países y no las herejías de los “infieles” de Occidente. Pero el imperialismo estadounidense y sus secuaces en Europa se desvivieron, desde el principio, para hacer aparecer estas revueltas como producto de la malicia del radicalismo islámico y Al-Qaida, cosa que no es cierta. Santiago Alba Rico observó con razón que en pleno auge de estas protestas seculares -anti-políticas de ajuste del FMI y el Banco Mundial- un grupo fundamentalista desconocido hasta entonces asesinó al cooperante italiano Vittorio Arrigoni, activista del Movimiento de Solidaridad Internacional, en una casa abandonada en la Franja de Gaza. Pocas semanas después un terrorista suicida hace estallar una bomba en la plaza Yemaa el Fna, uno de los destinos turísticos más notables no sólo de Marruecos sino de toda África, y mata al menos a 14 personas. “Ahora –continúa Alba Rico- reaparece Bin Laden, no vivo y amenazador, sino en toda la gloria de un martirio aplazado, estudiado, cuidadosamente escenificado, un poco inverosímil. ‘Se ha hecho justicia’, dice Obama, pero la justicia reclama tribunales y jueces, procedimientos sumariales, una sentencia independiente.” Nada de eso ha ocurrido, ni ocurrirá. Pero el fundamentalismo islámico, ausente como protagonista de las grandes movilizaciones del mundo árabe, aparece ahora en la primera plana de todos los diarios del mundo y su líder como un mártir del Islam asesinado a sangre fría por la soldadesca del líder de Occidente. La Casa Blanca, que sabía desde mediados de Febrero de este año que en esa fortaleza en las afueras de Islamabad se refugiaba Bin Laden, esperó el momento oportuno para lanzar su ataque con vistas a posicionar favorablemente a Barack Obama en la inminente campaña electoral por la sucesión presidencial.

Hay un detalle para nada anecdótico que torna aún más inmoral a la bravata estadounidense: pocas horas después de ser abatido, el cadáver del presunto Bin Laden fue arrojado al mar. La mentirosa declaración de la Casa Blanca dice que sus restos recibieron sepultura respetando las tradiciones y los ritos islámicos, pero no es así. Los ritos fúnebres del Islam establecen que se debe lavar el cadáver, vestirlo con una mortaja, proceder a una ceremonia religiosa que incluye oraciones y honras fúnebres para luego recién proceder al entierro del difunto. Además se especifica que el cadáver debe ser depositado directamente en la tierra, recostado sobre su lado derecho y con la cara dirigida hacia La Meca. ¿Con qué celeridad tuvieron que ser hechos el combate, la recuperación del cadáver, su identificación, la obtención del ADN, el traslado a un navío de la Armada estadounidense, situado a poco más de 600 kilómetros del suburbio de Islamabad donde se produjo el enfrentamiento y finalmente navegar hasta el punto donde el cadáver fue arrojado al mar como para respetar los ritos fúnebres del islam? En realidad, lo que se hizo fue abatir y “desaparecer” a una persona, presuntamente Bin Laden, siguiendo una práctica siniestra utilizada sobre todo por la dictadura genocida que asoló  la Argentina entre 1976 y 1983. Acto inmoral que no sólo ofende a las creencias musulmanas sino a una milenaria tradición cultural de Occidente, anterior inclusive al cristianismo. Como lo atestigua magistralmente Sófocles en Antígona, privar a un difunto de su sepultura enciende las más enconadas pasiones. Esas que hoy deben estar incendiando las células del fundamentalismo islámico, deseosas de escarmentar a los infieles que ultrajaron el cuerpo y la memoria de su líder. Barack Obama acaba de decir que después de la muerte de Osama Bin Laden el mundo es un lugar más seguro para vivir. Se equivoca de medio a medio. Probablemente su acción no hizo sino despertar a un monstruo que estaba dormido. El tiempo dirá si esto es así o no, pero sobran las razones para estar muy preocupados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Filed Under: Delirios del Leviatán

  • « Previous Page
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • …
  • 6
  • Next Page »

Epígrafe

Las agrupaciones políticas y las autoridades ejecutivas son incapaces de entender las implicaciones que tienen estos asuntos. A pesar de que recientemente han iniciado un reconocimiento parcial de los peligros más obvios que amenazan al ambiente natural de nuestras sociedades, parecen estar satisfechos con plantearse la contaminación industrial desde un punto de vista tecnocrático. Sin embargo, lo cierto es que solo un planteamiento que pueda enlazar lo ético con lo político -lo que yo llamo ecosofía- y que empate los tres registros ecológicos (el ambiente natural, las relaciones sociales, y la subjetividad humana) sería capaz de arrojar luz sobre estas cuestiones. […] Lo que está en juego es la manera en que vivimos en este planeta.

Félix Guattari (The Three Ecologies)

Enlace zapatista

Calle 13

Juana Molina

Copyright © 2021 · Filo de la Tijera · Log in