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Los estadounidenses hemos reescrito nuestras leyes, como lo hicieron los argentinos, para legalizar los crímenes.

August 11, 2011 By Irizarry

Los estadounidenses hemos reescrito nuestras leyes, como lo hicieron los argentinos, para legalizar los crímenes.

Por aquello de que siempre hay que intentar reconocer relaciones, coincidencias que se juntan en los devenires que se encuentran, veamos lo que sigue. Hay en este momento varias líneas duras, turbias y muy espesas, en las densidades de los intentos actuales de reconfiguración continuada del poder en sus crisis. Siguen saliendo a flote en las dominaciones que buscan acomodarse en las fascistizaciones que proliferan.

Una de estas líneas es el triunfo del chantaje que ha definido e impuesto la decisión de los recortes y límites presupuestarios (draconianos, como si acaso hicieran falta ahora más restricciones para reforzar la precariedad de la subsistencia de la gente) de los gobiernos que se siguen sometiendo a los designios y prioridades más conservadoras (muy agresivas y reaccionarias) del neoliberalismo. Esto es internacional, multinacional, muy coordinado. Lo hemos visto ahora en los Estados Unidos. Obama ha confirmado su entrega a las facciones de derecha de ambos partidos, que no son sino un solo partido. Lo vemos en Europa (sigue su curso a pesar de las protestas que sigan siendo solo protestas). Cualquier economista -y hay varios- que entienda lo frágil de la situación actual, desde el punto de vista del mantenimiento de alguna forma de capitalismo que se pueda sostener sin desorden político peligroso, defiende la necesidad de los gastos para reactivar la economía (fuente de ingresos para el gobierno), en vez de las disminuciones presupuestarias (que es fuente de oportunidades adicionales para los capitanes del neoliberalismo) (1). Las limitaciones selectivas del presupuesto son lo que quieren desde arriba las tendencias más conservadoras de todos los partidos y organizaciones, lo draconiano. Esas resoluciones institucionales son Estatales y autoritarias, convenientes para quienes no sufren las consecuencias nefastas de las depredaciones que se imponen. Son adecuadas para seguir logrando salidas de mantenimiento sistémico que sean policíacas, oportunistas (las nuevas esferas de valorización del capital en lo que hasta ahora había sido la esfera pública) y especulativas (para ellos). Hay acciones criminales en todo esto, pero no son ilegales, o no se castigan. Se confirman la capacidad de los neoconservadores para imponer sus opciones, y la eficacia del estribillo del presupuesto como asunto de exclusiva y urgente prioridad. El teatro de esa crisis se repetirá ad infinitum con variaciones y escenarios subsiguientes. La otra cara de esa moneda es que siempre hay ganancias espectaculares en estas crisis. Por si acaso olvidamos lo que ya se ha concedido con los “rescates” financieros, pensemos en las privatizaciones que se han de promover como fuente de ingresos en el mantenimiento de servicios e infraestructuras. Eso no es nuevo. Ahora es el turno de Obama, a través de sus retóricas tímidas y debilitadas. No importa lo que colapsa para la gente, mientras se puedan sostener las reorganizaciones lucrativas que mantienen a los poderes. Se aprovechan además todas las oportunidades para seguir movilizando a las masas enclaustradas en los populismos de derecha (no es toda la gente, pero es gente suficiente, y los que no son fieles comparten muchas de las mismas premisas inculcadas). En este juego de espejos no desaparece el Estado. Desaparecen los aparatos de gobierno que habían sostenido un apoyo frágil de la gente en las crisis continuadas y fabricadas, y se fortalece el aparato de seguridad Estatal (tienen que protegerse desde arriba, por la inestabilidad que provocan y que quieren manejar). Eso es intervencionismo Estatal, desde arriba para los de arriba, que es el único intervencionismo bueno para ellos. De eso no se habla, de esa curiosa manera de querer disminuir el gobierno a través del intervencionismo Estatal del neoliberalismo.

Otra linea dura es la serie de los miedos que se manipulan en torno al llamado terrorismo. El caso más reciente se fija en Noruega. La prensa institucional atribuye inmediatamente los atentados y asesinatos a los fundamentalistas islámicos, pero resultó muy pronto que el fundamentalismo en acto es cristiano, de ultraderecha y neonazi (forma retroactiva útil que funciona). Esa combinación no sorprende si acaso entendemos la naturaleza religiosa del conservadurismo reinante, y ello tiene mucha historia aunque no se reconozca siempre en sus actualizaciones. Ante lo absurdo de las primeras acusaciones mediáticas, predispuestas, se desplaza inmediatamente la propaganda hacia la necesidad de reforzar la seguridad interna y la vigilancia  de agrupaciones o individuos que puedan ser terroristas, sin que importe de dónde vengan ni dónde puedan estar, y sin que importen sus “ideologías” (2). Los enemigos de la sociedad (del Estado = sociedad, pues esa es la equivalencia subyacente) están en todas partes. Resulta que no podemos saber quiénes pueden ser, por lo cual hay que vigilar, denunciar, y anticipar los peligros posibles. Es el aspecto paranoico del poder actual que sigue buscando la integración activa de todos los ciudadanos en las tareas de la llamada seguridad nacional (que se equipara a la seguridad personal, individual). Aunque no se logre la plenitud esa integración, se siguen buscando justificaciones para ampliar las vigilancias y represiones. Esa es la tendencia.

La otra línea del poder que persiste es la militarización y el endurecimiento de las violencias que institucionalizan la tortura como método necesario para la protección de lo Estatal. Hay que despedazar a los cuepors disidentes, tienen que sufrir (eso es cierto para todos los fascismos en todas sus escalas, macroscópicas y microscópicas). Ante los peligros designados y asignados, se desatan violencias necesarias y absolutas. Esa es la la Razón de Estado (la latencia fascista que ahora es reinante en las oportunidades actualizadas que conquista). Esos son los delirios Razonables de este Leviatán. Esas violencias tienen un legado largo y triste para la gente que se han atrevido a buscar otras cosas. Esa gente han desaparecido por haberse atrevido. Acaso lo olvidamos. Eso es más de lo mismo, eso de las violencias y los olvidos. Es más de lo mismo que se quiere mantener, en diversos escenarios, con apariencias y ritmos distintos en sus consecuencias. Esa es la guerra en contra de las poblaciones que tarde o temprano se consideran desechables por ser indeseables e insoportables, las que tienen que volverse a someter (o desaparecer). De esa guerra no se habla, pero guerra es (ha sido y ha de ser guerra mientras no se cambie la situación de las dominaciones existentes). Eso se reconocía como forma abierta y agresiva de la lucha de clases en otra época. Se desacreditó esa frase -lucha de clases- y se logró asignar ese significante solo a los “subversivos”, y se han justificado así las acciones Estatales para mantener el “orden” en la guerra que busca mantener la violencia de lo ordenado cotidiano en su sitio (pero eso no se reconoce como lucha de clases).

Pero también hay resistencias, porque son inevitables. De lo contrario, los poderes no tendrían que ser tan brutales. Las mutaciones de los poderes devienen porque las resistencias existen y persisten (esa es la historia del capitalismo en todos sus aspectos y formas). Las resistencias actuales son la esperanza inmediata. Existe la esperanza que llega de Chile, de los estudiantes y su movimiento que tienden a agrupar a muchos a pesar de las trampas y las represiones. Existe la esperanza que llega de España, de los Indignados que no se detienen, pues siguen pensando y buscando cómo deshacer los lastres políticos de las derechas e izquierdas coincidentes (todas muy Estatalistas y burocráticas, repletas de recetas programáticas e institucionales que buscan una calma que ya es imposible a menos que no se imponga con los policías y ejércitos). Esas resistencias hay que reconocerlas y pensarlas en sus procesos y posibilidades (y en eso, por favor, que se vayan los burócratas del pensamiento, pues de lo contrario estamos en lo mismo de siempre, enjaulados en las cautelas partidistas y académicas formales e informales, y en lo que quieren todos ellos de retroceso para mantenerse acomodados en las redes de los poderes). Hay que lograr difundir esas resistencias, hay que promover contagio y riesgo.

No hay que olvidar lo que ha pasado, ni obviar lo que sucede, ni dejar a un lado los que confrontan las explotaciones existentes. Ya veremos. Acaso hay posibilidades alternativas. No llegan del cielo ni de los catecismos aceptados. Se conquistan y se hacen desde abajo. Nos deseo suerte, tenacidad, persistencia, indignación y rabia con lucidez. Lo otro es la normalización de las excepciones que se siguen ensamblando para mantener los poderes en sus sitios. Eso ya lo vemos en todas partes, lo vivimos y lo sufrimos. Ya basta. Que se vayan todos. Eso ya se ha dicho. A ver si se logra. Todo esto anda junto, y ya veremos lo que tiene capacidad de prevalecer. Todo esto anda junto.

(1) De Paul Krugman (entre otros): http://www.nytimes.com/2011/08/05/opinion/the-wrong-worries.html?_r=1&hp
It’s not just that the threat of a double-dip recession has become very real. It’s now impossible to deny the obvious, which is that we are not now and have never been on the road to recovery. […] These may sound like dry statistics, but they reflect a truly terrible reality. Not only are vast numbers of Americans unemployed or underemployed, for the first time since the Great Depression many American workers are facing the prospect of very-long-term — maybe permanent — unemployment. Among other things, the rise in long-term unemployment will reduce future government revenues, so we’re not even acting sensibly in purely fiscal terms. But, more important, it’s a human catastrophe. […] But the policy disaster of the past two years wasn’t just the result of G.O.P. obstructionism, which wouldn’t have been so effective if the policy elite — including at least some senior figures in the Obama administration — hadn’t agreed that deficit reduction, not job creation, should be our main priority.

(2) Una vez más se busca lanzar la institucionalización cotidiana de la vigilancia y la denuncia, proyecto que en los albores de esta fascistización actualizada se intentó bajo la designación del Total Information Awareness (por si acaso lo recuerdan los que tienen memoria que llegue al 2002, y los que no la tengan, que investiguen esa historia que sigue siendo la nuestra ahora). Vean lo siguiente, de : http://www.nytimes.com/aponline/2011/08/02/us/politics/AP-US-Violent-Extremism-Strategy.html?hp

“Communities are best placed to recognize and confront the threat because violent extremists are targeting their children, families and neighbors,” the strategy said. The unclassified draft includes broad statements about protecting civil rights, American values and the importance of partnerships with local stakeholders and the private sector. The federal government’s job is to act in a support role, it said, bringing people together and sharing information about threats and concerns and “community-based solutions.” The focus cannot be on a single ideology.

 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=132576
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article28618.htm

Los desaparecidos de EE.UU.

Chris Hedges
Thuthdig
Traducido por Silvia Arana para Rebelión

La Dra. Silvia Quintela fue “desaparecida” por los escuadrones de la muerte en Argentina en 1977 cuando estaba embarazada de cuatro meses con su primer hijo. Fue mantenida con vida en una base militar hasta que dio a luz a su hijo y luego, al igual que otras víctimas de la junta militar, fue probablemente drogada, desnudada, encadenada a otras víctimas inconscientes y apilada en un avión de carga que formaba parte de los “vuelos de la muerte” en los que se eliminó a una cifra estimada de 20.000 personas desaparecidas. Los vuelos militares con su carga humana inerte volaban sobre el Atlántico de noche y los cuerpos encadenados eran arrojados en el océano. La Dra. Quintela, que trabajaba en las villas miserias de la ciudad de Buenos Aires, tenía 28 años cuando fue asesinada.

Un médico militar, el Mayor Norberto Atilio Bianco, que fue extraditado el viernes desde Paraguay a Argentina por tráfico de bebés, está acusado de haberse apropiado del bebé de la Dra. Quintela al igual que de una docena, quizás cien, niños más. Los niños fueron entregados a familias militares en adopción. Testigos reportaron haber visto a Bianco, quien estaba a cargo de la unidad clandestina de maternidad que funcionó durante la Guerra Sucia en el hospital militar de Campo de Mayo, sacando personalmente a los bebés del hospital. También se quedó con uno de los niños. El jueves, en Argentina, se condenó al General Retirado Héctor Gamen y al Coronel Hugo Pascarelli por crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino “El Vesubio”, adonde 2.500 personas fueron torturadas entre 1976 y 1978. Fueron condenados a cadena perpetua. Desde el 2005, con la anulación de la ley de amnistía que protegía a los militares, Argentina ha abierto juicios contra 807 personas por crímenes de lesa humanidad, de los cuales, hasta ahora sólo 212 han recibido sentencia. Ha sido, para aquellos de nosotros que vivimos en Argentina durante la dictadura militar, una marcha dolorosamente lenta hacia la justicia.

La mayoría de los desaparecidos en Argentina no fueron activistas armados sino líderes gremiales, organizadores comunitarios, intelectuales de izquierda, activistas estudiantiles y aquellos que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pocos estaban conectados con los grupos armados de resistencia. En efecto, en el momento del golpe de estado de 1976, los grupos de guerrilla armada, como los Montoneros, habían sido diezmados. Estos grupos armados, como Al-Qaida en su lucha contra Estados Unidos, nunca significaron una amenaza a la existencia del régimen, pero la campaña nacional contra el terrorismo, tanto en Argentina como en EE.UU. se convirtió en una excusa para subvertir el sistema legal, instaurar el miedo y la pasividad en la masa popular y formar un vasto sistema de prisiones clandestinas con torturadores e interrogadores, funcionarios gubernamentales y abogados que operan más allá de la ley. La tortura, las detenciones prolongadas sin juicios, las humillaciones sexuales, las violaciones, las desapariciones, la extorsión, el saqueo, los asesinatos y abusos han devenido, como en Argentina durante la Guerra Sucia, parte de nuestro mundo subterráneo de sitios de detención y centros de tortura.

Los estadounidenses hemos reescrito nuestras leyes, como lo hicieron los argentinos, para legalizar los crímenes. John Rizzo, el ex representante legal de la CIA, aprobó los ataques con drones que mataron a cientos de personas, muchos de ellos civiles, en Pakistán, aunque EE.UU. no estaba en guerra con Pakistán. Rizzo admitió que él autorizó técnicas de interrogación severas. Le dijo a Newsweek que la CIA disponía de una lista de personas a asesinar. En la entrevista, preguntó: “¿Cuantos profesores de leyes han firmado una orden de muerte?”. Rizzo, en términos morales, no se diferencia en nada del deportado Dr. Bianco de Argentina, y es por ello que abogados de Gran Bretaña y Pakistán están pidiendo su extradición a Pakistán bajo cargo de asesinato. Esperemos que logren su objetivo.

Sabemos que al menos 100 detenidos murieron durante los interrogatorios en nuestros “sitios negros”, muchos de ellos a causa de los golpes y maltrato en manos de los interrogadores. Hay probablemente muchos, muchos más cuya suerte nunca será revelada. Decenas de miles de hombres musulmanes han pasado por los centros de detención clandestina de EE.UU. sin un proceso legal. “Hemos torturado si piedad a gente. Probablemente hemos matado a docenas de personas…, ambos las fuerzas armadas y la CIA”, admitió el General Retirado Barry McCaffrey.

Los cuerpos de muchas de esas víctimas nunca fueron entregados a sus familiares. Desaparecieron. La muerte anónima es la forma más cruel de la muerte. No hay un fin de duelo para los deudos. No hay manera de que los familiares puedan conmemorar el fin de una vida, con una fecha, un ritual y un lugar. La atrocidad se hace más compleja con la atrocidad cometida contra la memoria. Este sacrilegio es desgarrador para los familiares. Los regímenes usan los centros clandestinos de detención, los asesinatos y las muertes anónimas para poner a la población en estado de agitación, perturbación y desequilibrio. Genera una locura colectiva. La acción del estado de “desaparecer” a personas en sitios negros, manteniéndolas prisioneras por años sin juicio y torturando, asegura que pronto estas técnicas serán parte rutinaria de control doméstico.

Decenas de miles de estadounidenses están detenidos en prisiones de máxima seguridad, adonde son privados de contacto humano y destruidos sicológicamente. Los trabajadores indocumentados son detenidos en redadas, y sus familias no saben nada de ellos por semanas o meses. Las unidades de la policía militarizada rompen las puertas de unos 40.000 estadounidenses cada año y se los llevan en la oscuridad de la noche como si fueran enemigos combatientes. Ya no existe el habeas corpus. Los ciudadanos estadounidenses pueden ser asesinados “legalmente”. Los secuestros ilegales, llamados eufemísticamente “rendiciones extraordinarias” son un sello de la guerra contra el terrorismo. La evidencia secreta hace imposible que los acusados y sus abogados puedan saber qué cargos hay contra ellos. Todo esto fue experimentado por los argentinos. La violencia doméstica, ya sea en forma de movilizaciones sociales, revueltas u otro ataque terrorista catastrófico en territorio estadounidense, podrían, me temo, poner de manifiesto las herramientas brutales del imperio cimentado en la patria. En ese punto, nos embarcaríamos en nuestra propia versión de la Guerra Sucia.

Marguerite Feitlowitz se refiere en “The Lexicon of Terror” a las experiencias de un preso argentino, el físico Mario Villani. Se muestra el colapso del universo moral de los torturadores cuando, entre sesiones de tortura, los guardias llevan a Villani y a unas mujeres embarazadas a un parque de diversiones. Les hacen subir a un trencito, y luego los llevan a un café a tomar una cerveza. Uno de los guardias, Sangre, su nombre de guerra, lleva a su hija de unos 6 o 7 años al centro de detenciones para que conozca a Villani y a otros presos. Pocos años después, Villani se cruza por la calle con uno de sus principales torturadores, un sadista conocido en los campos de concentración como El Turco Julián. Julián le recomienda a Villani que vaya a ver a otro ex preso para conseguir un trabajo. La manera en la que la tortura se hizo una rutina, parte del trabajo diario, contribuyó a insensibilizar a los torturadores frente a sus propios crímenes. Visualizaban a la tortura como parte de su trabajo. Años después, esperaban incluso que sus víctimas la consideraran desde la misma lógica torcida.

Human Rights Watch en el reporte “Inmunidad ante la tortura: El gobierno de Bush y el maltrato a detenidos” declaró que hay “una cantidad extraordinaria de evidencia de tortura implementada por el gobierno de Bush”. El Presidente Barack Obama, continúa el reporte, está obligado a “ordenar una investigación de los alegatos de abuso de detenidos autorizado por el ex Presidente George W. Bush y otros funcionarios de alto rango”.

Pero Obama no tienen intenciones de restaurar la ley. No sólo se niega a investigar los flagrantes crímenes de guerra, sino que ha otorgado inmunidad a aquellos que han programado, dirigido y ejecutado torturas. Al mismo tiempo, incrementó drásticamente los crímenes de guerra, incluyendo los ataques con drones en Pakistán. Continúa presidiendo sobre cientos de colonias penales en ultramar, adonde el abuso y la tortura son moneda corriente. Es cómplice de los asesinos y torturadores.

La única manera posible de regresar a la legalidad sería revisando caso por caso, extradición por extradición, juicio por juicio. Si regresáramos a la legalidad, Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, el ex Director de la CIA George Tenet, Condoleezza Rice y John Ashcroft serían enjuiciados. Los abogados que legalizaron las acciones que bajo las leyes internacionales y nacionales son ilegales, incluyendo no sólo a Rizzo sino a Alberto González, Jay Bybee, David Addington, William J. Haynes y John Yoo, deberían perder sus matrículas y ser enjuiciados, si queremos salir de esta ciénaga. Nuestros líderes militares de mayor experiencia, incluyendo el General David Petraeus, que supervisaron escuadrones de la muerte en Irak y tortura indiscriminada de vasto alcance en las prisiones clandestinas, serían llevados al banquillo de los acusados, como los generales en Argentina, y obligados a responder por sus crímenes. Ese es el único camino. Si sucediera, sucedería sólo por la acción de unas pocas almas valientes, como la del abogado y presidente del Centro por los Derechos Constitucionales, Michael Ratner. Tomará tiempo, mucho tiempo; los crímenes cometidos por Bianco y los dos ex oficiales condenados este mes sucedieron hace cuatro décadas. Si no sucediera, entonces, continuaríamos nuestro descenso en un estado policial de terror y miseria humana en el que los guardias, en un capricho, nos sacarán de nuestras celdas para llevarnos a un parque de diversiones, para hacernos dar una vuelta en un trencito, paralizados y atónitos, antes de nuestra próxima sesión de tortura.
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article28618.htm

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Impedir la restauración neoliberal

July 6, 2011 By Irizarry

Las respuestas a la crisis aceleraron el desmantelamiento del acuerdo social y político que emergió de los años treinta. Se busca a toda costa restaurar el proyecto hegemónico anterior a ese acuerdo. El objetivo es abrir todos los espacios para incrementar la rentabilidad y utilizar todo el poder del Estado para lograrlo.

Ese “acuerdo social” anterior que se ha desmantelado fue consecuencia de las luchas en aquella crisis (la crisis de ellos que fue de nosotros). Hay que añadir que hay varios otros procesos ahora que tienden a mantener la vida de las dominaciones de los capitales de la globalización neoliberal. Con el desarrollo contemporáneo de los circuitos de acumulaciones de ganancias (“reales” y “ficticias”) que se negocian e imponen a nivel internacional y multinacional, se agranda el divorcio entre los modos de extracción de esas ganancias y las economías nacionales. Esta gente se autonomiza de sus economías nacionales y buscan fortalecer otras esferas de acumulación que no responden directamemte a la llamada economía “real” de los países que generan sus oportunidades de explotaciones, aunque siguen dependiendo de los mecanismos Estatales nacionales -y multinacionales- para reiterar su control. Esa es la redistribución y reorganización actual de las jeraquías de las soberanías, que no pierden la importancia de los Estados nacionales, pues en lo inmediato son esos espacios nacionales en donde se manejan los conflictos y las amenazas que irrumpen en el proceso global. El resultado real es que no importamos aunque tienen que seguir encontrando las formas y maneras de controlar nuestra existencia.

Varios efectos inmediatos: 1) Un autoritarismo Estatal acelerado y extendido: es lo que podemos seguir llamando la fascistización neoliberal, que incluye la respuesta policiaca militarizada ante las resistencias, pero no solo es eso sino mucho más, pues incluye el pretexto de las amenazas terroristas que justifican la hipertrofia de los aparatos represivos y de vigilancia, e incluye la reproducción más o menos eficiente de las estrategias ideológicas de aceptaciones sujetadas a los consumos económicos y políticos (podemos tal vez hablar de estrategias de colmena, de enjambre, y de saturaciones sostenidas), pues la fascistización siempre se mantiene desde abajo. Intenta manejar y contener la crisis de las inestabilidaes generadas por las estrategias de acumulación de los capitales, respuesta Estatal que se extiende a los espacios multinacionales y geoestratégicos de esas acumulaciones. 2) Un aumento exasperado de la precariedad de las condiciones de vida y de trabajo de la gente: las necesidades de la existencia y subsistencia de la gente (nosotros) se miden a partir de las oportunidades de las explotaciones que constantemente se desplazan y agudizan en función de las búsquedas de plusvalías adicionales, con todos sus excedentes de poder reinvertido. No importan los orígenes ni las consecuencias de esas ganancias, por lo cual son más las poblaciones desechables en lo económico y lo político, y se extiende nuestra crisis. Ello incluye la narcoestatización con sus juegos de espejos y manipulaciones de las guerras oficiales y Estatales en contra del narcotráfico, que solo sirven para reforzar los autoritarismos, pues no funcionan esas guerras como solución de salud pública sino como extensiones de las búsquedas del control. 3) La continuación de las especulaciones y manipulaciones financieras, aprovechando los escenarios multinaciones y nacionales que carecen de regulaciones y restricciones relativas (esas siempre se negocian y cancelan desde arriba, y si no hay resistencias fuertes y consistentes, pues sigue el relajo). En medio de todo esto la propaganda de “demasiado gobierno” solo sirve para seguir diminuyendo las protecciones maltrechas que quedan para las poblaciones que siguen en estado de inseguridad agravada, mientras se sigue saqueando la esfera pública a favor de los capitales neoliberales (servicios e infraestructura, protecciones sociales cada vez mas inseguras, escolarización privatizada a favor de lo tecnocrático neoliberal y en contra de toda posibilidad de pensamiento resistente, y todo lo demás que ya vivimos).

Los aparatos Estatales y de gobierno se ajustan a todo esto, lo generan y lo promueven, buscan reproducirlo y mantenerlo. Sus “clases” políticas (entrelazadas en sus burocracias formales e informales con las clases dominantes, como administradores y beneficiarios mediatos e inmediatos de los poderes, repletos de oportunismos y corrupciones) siguen negociando la persistencia de las muchas explotaciones renovadas que buscan mantenerse y extenderse. Se sigue creando un aparato de gobierno (de mantenimiento) financiero y político multinacional (y nacional, entrelazados siempre) que cobija todas estas dimensiones de las explotaciones neoliberales bajo legimitaciones inestables (pero muy viables todavía). Pero eso es también su crisis de legitimidad, la de ese Estado (hay mucha gente que ya no se las cree, aunque todavía hay suficiente), y esas crisis de legitimidad la tienden a resolver los aparatos represivos, y sin pena (y esa es la forma actual de los golpes de Estado lentos y prolongados, en lo cotidiano, saturados de las ideologías que dominan, golpes paulatinos y paso a paso cuando no pueden y necesitan ser brutales y contundentes) …

¿Qué se necesita para detener esto y hacer otra cosa? Que las resistencias devengan gobierno y Estado alternativo. Que se logre conquistar y construir desde abajo otro proceso de gobierno y de convivencia que tienda a ser contrario y alternativo ante los poderes en todas sus formas y sus procesos, no ya solo oposiciones que se puedan recuperar y reabsorber (no basta con protestas, pues a eso apuestan los poderes y sus administradores) sino prácticas alternativas de gobierno tendencial y posible desde abajo, que sean capaces de parir en su proceso otro modo de gobierno y sociedad, sin “proyecto” o “programa” preconcebido, algo que sea atrevido y capaz de desalojar todos los dogmas y doctrinas estatalistas que han ahogado a tantas revoluciones posibles. Que se haga todo esto entendiendo urgentemente que se nos va la vida en ello, y que se nos va la vida del planeta, pues aquí vivimos o lo intentamos, y sin eso no somos, y las explotaciones neoliberales solo consideran las ecologías como oportunidades de explotaciones ciegas y de corto plazo, y ya vemos las consecuencias, pues todas las ecologías siempre andan juntas. Y hay que saber que no basta con reclamar “oportunidades” desde dentro los procesos de las explotaciones que buscan recuperarse ahora.

Más de lo mismo, reciclado, conduce a más de lo mismo. Las formas viejas tienden a reaparecer en formas nuevas y continuadas, a menos que no se reconozcan esas formas viejas y se corten en su fuente, en su raíz. Eso es lo radical, que ahora es reclamo mínimo para subsistir. Ya veremos si somos capaces de lograr lo alternativo como proceso de búsqueda y encuentros, ahora, a pesar de nosotros y entre todos,  y en contra de los poderes que siguen existiendo. Lo radical es, también, la dimensión multinacional inmediata de las resistencias. Esto es global, por eso es cotidiano, eso de lo de los poderes. Las resistencias tienen que serlo también.

Lo último que hay que recordar: lo que tenemos ahora, el neoliberalismo en su crisis (que quiere ser crisis de reconstitución neoliberal), es nuestra culpa y responsabilidad. Ese neoliberalismo se ha instituido como posibilidad, desde arriba, como consecuencia de las derrotas de las luchas de resistencia que brotaron en las décadas de los ’60 y ’70 del siglo pasado. Eso lo hemos heredado. ¿Cuál legado hemos de dejar ahora, a partir de las resistencias que siguen buscando existir a pesar de lo que tenemos?

Ya veremos, dijo el ciego. Cosas veredes que no crederes. Hay que atreverse. Ellos desde arriba lo hacen y lo siguen haciendo, eso de atreverse porque no hay quien los detenga, y por eso estamos como estamos, porque no tenemos todavía suficientes atrevimientos contrarios que sean capaces de conquistar otra cosa, lo diferente. Pero puede que sí aparezca otra cosa. Ya aparece en muchos lugares (vean el movimiento de los indignados). Ya veremos. Buena suerte nos deseo, en contra de todas las trampas que siguen. Ya veremos.

 

http://www.jornada.unam.mx/2011/07/06/opinion/031a1eco

Impedir la restauración neoliberal

Alejandro Nadal

Una de las interpretaciones más populares sobre los orígenes de la crisis en Estados Unidos es que se produjo al estallar la burbuja especulativa en los bienes raíces. La bursatilización y la opacidad de los vehículos de inversión sembraron el caos en el mercado interbancario. Los grandes bancos empezaron a abrigar dudas sobre la solvencia de los demás, y eso congeló el crédito de corto plazo entre bancos, una de las piezas clave de una economía monetaria. El corolario de esta narrativa es que la crisis se hubiera evitado con un sistema regulatorio eficaz. Eso hubiera sometido la voracidad de los agentes en el sector financiero y el problema se hubiera prevenido.

El problema con esta interpretación es que faltan dos elementos importantes: los fenómenos en el sector real (no financiero) de la economía y las medidas de política macroeconómica. Lo cierto es que la economía estadunidense ya venía sufriendo un triple proceso de estancamiento de salarios reales, acompañado de sobrendeudamiento privado y un deterioro inexorable de las cuentas externas. La política macroeconómica impuesta desde los años ochenta fue la respuesta a estos problemas estructurales de la economía de Estados Unidos.

Desde esta perspectiva, la crisis tampoco proviene de los errores en la aplicación de la política monetaria bajo la férula de Greenspan en la Reserva Federal. Es cierto que a partir de la recesión de 2000 Greenspan instrumentó una política monetaria demasiado laxa, lo que provocó el colapso de 2007. Pero las raíces de la crisis se encuentran más allá de los errores de este personaje: la economía estadunidense estaba ya en malas condiciones y la respuesta de Greenspan en 2001 era la única que se podía aplicar para prolongar la vida de un esquema basado en el sobreconsumo y la recesión crónica. Desde esta perspectiva, la conducción de la política monetaria à la Greenspan permitió sacarle todavía más kilometraje a un vehículo ya condenado a malograrse.

La crisis es resultado directo de las contradicciones del neoliberalismo. Y aquí es importante especificar que el neoliberalismo corresponde a una fase de la evolución del capitalismo, en la que la expansión del sector financiero es consecuencia de la lucha para mantener los márgenes de rentabilidad que se habían experimentado en la décadas de los años “dorados” del capitalismo (años de la posguerra). Además, el neoliberalismo entraña la destrucción del acuerdo político salido de la década de 1930, un acuerdo que había atemperado el poder de la clase capitalista. Sin un análisis más preciso de estos dos procesos, es imposible entender la crisis actual y tampoco será posible encontrar una salida.

En los años setenta, las principales economías capitalistas comienzan a experimentar problemas en la tasa de ganancia. Ese fenómeno ha sido bien documentado, aunque la mayoría de los economistas lo ignore. La tasa de ganancia evolucionó desfavorablemente desde 1970 y eso provocó una respuesta doble. Por una parte impulsó la eliminación de todas las barreras a la colocación y desplazamiento de los capitales a nivel internacional y en el plano doméstico. Los años ochenta fueron testigo del desmantelamiento de las restricciones sobre flujos de capital heredadas del sistema de Bretton Woods. También se inició la desregulación que hasta entonces había controlado los peores excesos del sistema financiero a nivel nacional.

La otra respuesta vino por el lado de la reducción de los costos laborales. Para ello fue necesario imponer una férrea disciplina sobre la clase trabajadora. Los derechos laborales fueron atacados, y todo lo que representaba cierto poder sindical fue perseguido y estigmatizado políticamente. La globalización y la apertura comercial colocaron a las masas trabajadoras del mundo entero en competencia para ver quién trabaja por menos salario. El resultado fue una transferencia de ingresos hacia los estratos superiores, nunca antes visto en la historia del capitalismo.

Las respuestas a la crisis aceleraron el desmantelamiento del acuerdo social y político que emergió de los años treinta. Se busca a toda costa restaurar el proyecto hegemónico anterior a ese acuerdo. El objetivo es abrir todos los espacios para incrementar la rentabilidad y utilizar todo el poder del Estado para lograrlo.

En su afán, la clase capitalista ha podido sacar provecho hasta de la catástrofe. Pero le será muy difícil resolver las contradicciones de un sistema económico basado en la expoliación y propenso a la inestabilidad. Desde la izquierda queda claro que se debe buscar una salida que no sea la de rescatar un sistema enfermo, so pretexto de que no hay alternativas. Tanto en las economías capitalistas maduras, como en las (mal) llamadas emergentes, existen opciones diferentes que no sólo son factibles, sino que se han revelado como indispensables si se quiere evitar lo peor. Y hoy lo peor es la restauración del proyecto político del neoliberalismo.

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Epígrafe

Las agrupaciones políticas y las autoridades ejecutivas son incapaces de entender las implicaciones que tienen estos asuntos. A pesar de que recientemente han iniciado un reconocimiento parcial de los peligros más obvios que amenazan al ambiente natural de nuestras sociedades, parecen estar satisfechos con plantearse la contaminación industrial desde un punto de vista tecnocrático. Sin embargo, lo cierto es que solo un planteamiento que pueda enlazar lo ético con lo político -lo que yo llamo ecosofía- y que empate los tres registros ecológicos (el ambiente natural, las relaciones sociales, y la subjetividad humana) sería capaz de arrojar luz sobre estas cuestiones. […] Lo que está en juego es la manera en que vivimos en este planeta.

Félix Guattari (The Three Ecologies)

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