La movilización multitudinaria de indígenas zapatistas en la región de los Altos de Chiapas manifiesta la innegable capacidad organizativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y revela en su comunicado mensajes claros y encriptados que no se agotan en una primera lectura, coincidieron Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, ex integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).
Tras la irrupción pacífica de aproximadamente 40 mil mujeres y hombres zapatistas de todas las edades, Juan Guerra Ochoa señaló que la capacidad organizativa y la fuerza orgánica del zapatismo no se han desgastado con el tiempo, “por el contrario se han fortalecido y multiplicado, lo cual significa que quienes apostaron por el desgaste y dejar que el tiempo agotara la voluntad de los insurgentes, han fracasado”. […]
–¿Aún hay oportunidad de responder al reclamo que está por cumplir casi dos décadas? –se le preguntó.
–Yo lo veo como una oportunidad para generar una iniciativa de gran calado en materia indígena, que indudablemente tiene que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, pero al mismo tiempo me parece que es una advertencia, o un nuevo ¡ya basta!, la situación no aguanta más, ocho de cada 10 indígenas viven en la pobreza, mientras los recursos naturales de sus tierras y territorios son saqueados por compañías mineras, privadas y extranjeras.
Pues sí, y no.
Sí, porque esa (re)aparición es prueba -por si hacía falta- de que los zapatistas existen y persisten, porque resisten y sostienen su resistencia (por eso es que existen, porque resisten). Me permito entonces corregir lo que acabo de escribir: no es prueba ni evidencia esta (re)aparición, sino recordatorio (para nosotros, por si acaso). Por aquello de que no se olvide lo que sigue existiendo empecinado, por su cuenta y en contra de todos los hostigamientos y violencias que buscan no solo reprimir sino suprimir, y en contra de todas las esquinas oscuras de los olvidos y silencios convenientes ante lo que sigue sucediendo a lo zapatista (en todos sus modos y maneras), y a pesar de las cegueras que nos tapan los ojos ante las potencialidades de lo que han hecho y siguen haciendo ellos los zapatistas, y en contra de todo intento de reabsorber y reducir ese proceso a un asunto predispuesto como”indígena”. Eso es el “no”, lo que no se dice por todo lo que implica.
Y más allá de algún ajuste de lo escrito: no son solo los zapatistas como organización político-militar, sino las comunidades zapatistas y sus procesos, pues han hecho de la insurgencia un modo de vida sumamente incómodo para los poderes Estatales. Resulta que eso es lo importante, esos modos de vida y de gobierno suyos. Eso es el “no”: lo que no se dice ni reconoce mucho más allá de los discursos políticos con sus deseos de acuerdos Estatales, y con sus encierros jurídicos que solo buscan someter en la misma medida en que reducen al zapatismo a reclamos de los “indios”.
Resulta que las comunidades zapatistas han conquistado espacios de convivencias en contra del capitalismo y su Estado. No hay acuerdos posibles para eso porque eso sería reconocimiento y aceptación y, como lo han dicho muy elocuentemente los mismos zapatistas, ellos resultan muy incómodos y desagradables. Esa incomodidad y desagrado es porque lo que dicen y hacen no encaja en lo aceptable que se espera e impone desde arriba.
Se han hecho los zapatistas sociedad a pesar y en contra de todo, y se han hecho sociedad que lucha y persiste desde abajo y a la izquierda. Eso es intolerable. Hay ecos y actualizaciones milenarias en todo esto, lo de las sociedades en contra del Estado (pero es otro y el mismo tema …). Por eso es que esta “irrupción pacífica” ahora reseñada es tan importante y urgente, por su presencia a pesar de tanta violencia en su contra, como recordatorio de lo que sigue a pesar de todo, y por lo que tienen logrado y nos siguen trayendo.
La lucidez zapatista está muy viva, en contra de todas las certezas políticas que consumimos, y es posición favor de una nueva práctica de la política (y de lo llamado social).
Hay que ver y leer: http://revistarebeldia.org/ Mucho hay que pensar, y mucho queda por hacer aqui entre todos nosotros.
Y con eso de los zapatistas como organización político-militar y de las comunidades zapatistas, pues resulta que sin lo anterior no existe lo subsiguiente. Son los Caracoles como redes de comunidades autónomas con sus Juntas de Buen Gobierno, con el EZLN. Sus procesos entrelazados les transforma mutuamente. Eso ha sido el logro actual que se defiende a partir de la conquista y ensamblaje de esos espacios, conquista que no ha sido ni solicitud ni protesta solicitante, sino lucha dura y fuerte sin pretensiones de negociaciones iniciales. Es exigencia conquistada y defendida. Otra lección es. No hay “reclamos” que piden “respuesta”, sino conquistas que quedan por hacer (y que hay que defender cuando se logran). No quieren “el poder”, pues “tomar el poder” es hacerse el poder. Lo han dicho y hecho, muy bien. Quieren lo que son y han logrado ser, y eso sigue como proceso suyo (y nuestro). ¿Podemos nosotros también hacer gobierno en contra del Estado? Paradójico es, pero posible y necesario.
Mi pregunta sigue siendo cómo devenimos zapatistas donde estamos. Ya veremos, si acaso podemos. No hay un solo “asunto” o “tema” zapatista que no sea de todos nosotros, aquí y ahora. Y sin asumir esa coincidencia no tenemos salida ni soluciones posibles ante los muchos males que sufrimos. Ya veremos, dijo el ciego …
Familiares de las víctimas y autoridades de Las Abejas, acompañados por cientos de visitantes de diversas partes del país, conmemoraron con una marcha la masacre del 22 de diciembre de 1997 Foto Moysés Zúñiga Santiago
http://www.jornada.unam.mx/2012/12/23/politica/008n1pol
No prosperó la apuesta de que se agotaría la voluntad de los insurgentes: ex miembros de Cocopa
La irrupción pacífica de zapatistas prueba que “el tiempo ha fortalecido” su movimiento
Fracasó la estrategia del Estado para atender los rezagos de las comunidades indígenas, dicen
Periódico La Jornada
Domingo 23 de diciembre de 2012, p. 8La movilización multitudinaria de indígenas zapatistas en la región de los Altos de Chiapas manifiesta la innegable capacidad organizativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y revela en su comunicado mensajes claros y encriptados que no se agotan en una primera lectura, coincidieron Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, ex integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).
Tras la irrupción pacífica de aproximadamente 40 mil mujeres y hombres zapatistas de todas las edades, Juan Guerra Ochoa señaló que la capacidad organizativa y la fuerza orgánica del zapatismo no se han desgastado con el tiempo, “por el contrario se han fortalecido y multiplicado, lo cual significa que quienes apostaron por el desgaste y dejar que el tiempo agotara la voluntad de los insurgentes, han fracasado”.
El secretario de Agricultura del estado de Sinaloa refirió que la multiplicación de las condiciones de pobreza y marginación de los pueblos indígenas de México “expresan que es el Estado mexicano el que ha fracasado, no sólo en su estrategia para atender los grandes rezagos en materia indígena sino, sobre todo, en la construcción de una relación que entienda los problemas indígenas, su concepción del mundo, sus necesidades, sus vínculos con la tierra y los recursos naturales de sus territorios”.
Para Guerra Ochoa, este es momento de que el gobierno deje de pensar sólo en los problemas de la macroeconomía, o en variables superestructurales, sino que también atienda “la explosividad que significa que más de 10 millones de indígenas subsistan en condiciones de desigualdad, miseria y atraso; debe ser uno de los temas de la más alta prioridad de la agenda del Estado mexicano.”
Para Jaime Martínez Veloz, quien ha sostenido por casi 18 años su atención y cercanía con el fenómeno zapatista, el movimiento “nunca se ha ido; que la clase política no quisiera verlos o no haya querido asumir su responsabilidad frente a ellos es otra cosa, pero ellos siempre han estado en el mismo lugar, construyendo desde abajo, con organización y dignidad, lo que el poder les ha negado, un mejor destino para los suyos, pese a las limitaciones y carencias materiales que suplen con imaginación y creatividad”.
Recordó que el desplazamiento pacífico de los indígenas hace dos días, en las principales cabeceras municipales de los Altos, es producto del “desdén de las fuerzas políticas mexicanas frente a los problemas indígenas, sobre todo en su relación con el EZLN. Se expresa en que la Cocopa, que debe existir de acuerdo con lo establecido en la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, no ha sido constituida todavía, lo que habla del desinterés de las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión.”
Efectivamente, durante los años recientes no se ha realizado una reunión de dicha comisión legislativa, donde haya habido el quórum reglamentario que diseñe una estrategia que permita abordar un conflicto cuya complejidad no es menor.
“El comunicado del EZLN lo va a descifrar el tiempo y el curso de los acontecimientos, no se agota en una primera lectura, tiene la virtud de estar encriptado y además de ser claro, encierra oportunidades y advertencia a los gobiernos, y en suma sorpresas y eventualidades. El EZLN no está de vuelta, nunca se había ido, sólo que su cancha no es la electoral sino las causas más sentidas del México profundo.”
–¿Aún hay oportunidad de responder al reclamo que está por cumplir casi dos décadas? –se le preguntó.
–Yo lo veo como una oportunidad para generar una iniciativa de gran calado en materia indígena, que indudablemente tiene que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, pero al mismo tiempo me parece que es una advertencia, o un nuevo ¡ya basta!, la situación no aguanta más, ocho de cada 10 indígenas viven en la pobreza, mientras los recursos naturales de sus tierras y territorios son saqueados por compañías mineras, privadas y extranjeras.