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La irrupción pacífica de zapatistas prueba que “el tiempo ha fortalecido” su movimiento

December 30, 2012 By Irizarry

La movilización multitudinaria de indígenas zapatistas en la región de los Altos de Chiapas manifiesta la innegable capacidad organizativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y revela en su comunicado mensajes claros y encriptados que no se agotan en una primera lectura, coincidieron Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, ex integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Tras la irrupción pacífica de aproximadamente 40 mil mujeres y hombres zapatistas de todas las edades, Juan Guerra Ochoa señaló que la capacidad organizativa y la fuerza orgánica del zapatismo no se han desgastado con el tiempo, “por el contrario se han fortalecido y multiplicado, lo cual significa que quienes apostaron por el desgaste y dejar que el tiempo agotara la voluntad de los insurgentes, han fracasado”. […]

–¿Aún hay oportunidad de responder al reclamo que está por cumplir casi dos décadas? –se le preguntó.
–Yo lo veo como una oportunidad para generar una iniciativa de gran calado en materia indígena, que indudablemente tiene que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, pero al mismo tiempo me parece que es una advertencia, o un nuevo ¡ya basta!, la situación no aguanta más, ocho de cada 10 indígenas viven en la pobreza, mientras los recursos naturales de sus tierras y territorios son saqueados por compañías mineras, privadas y extranjeras.

 

Pues sí, y no.

Sí, porque esa (re)aparición es prueba -por si hacía falta- de que los zapatistas existen y persisten, porque resisten y sostienen su resistencia (por eso es que existen, porque resisten). Me permito entonces corregir lo que acabo de escribir: no es prueba ni evidencia esta (re)aparición, sino recordatorio (para nosotros, por si acaso). Por aquello de que no se olvide lo que sigue existiendo empecinado, por su cuenta y en contra de todos los hostigamientos y violencias que buscan no solo reprimir sino suprimir, y en contra de todas las esquinas oscuras de los olvidos y silencios convenientes ante lo que sigue sucediendo a lo zapatista (en todos sus modos y maneras), y a pesar de las cegueras que nos tapan los ojos ante las potencialidades de lo que han hecho y siguen haciendo ellos los zapatistas, y en contra de todo intento de reabsorber y reducir ese proceso a un asunto predispuesto como”indígena”. Eso es el “no”, lo que no se dice por todo lo que implica.

Y más allá de algún ajuste de lo escrito: no son solo los zapatistas como organización político-militar, sino las comunidades zapatistas y sus procesos, pues han hecho de la insurgencia un modo de vida sumamente incómodo para los poderes Estatales. Resulta que eso es lo importante, esos modos de vida y de gobierno suyos. Eso es el “no”: lo que no se dice ni reconoce mucho más allá de los discursos políticos con sus deseos de acuerdos Estatales, y con sus encierros jurídicos que solo buscan someter en la misma medida en que reducen al zapatismo a reclamos de los “indios”.

Resulta que las comunidades zapatistas han conquistado espacios de convivencias en contra del capitalismo y su Estado. No hay acuerdos posibles para eso porque eso sería reconocimiento y aceptación y, como lo han dicho muy elocuentemente los mismos zapatistas, ellos resultan muy incómodos y desagradables. Esa incomodidad y desagrado es porque lo que dicen y hacen no encaja en lo aceptable que se espera e impone desde arriba.

Se han hecho los zapatistas sociedad a pesar y en contra de todo, y se han hecho sociedad que lucha y persiste desde abajo y a la izquierda. Eso es intolerable. Hay ecos y actualizaciones milenarias en todo esto, lo de las sociedades en contra del Estado (pero es otro y el mismo tema …). Por eso es que esta “irrupción pacífica” ahora reseñada es tan importante y urgente, por su presencia a pesar de tanta violencia en su contra, como recordatorio de lo que sigue a pesar de todo, y por lo que tienen logrado y nos siguen trayendo.

La lucidez zapatista está muy viva, en contra de todas las certezas políticas que consumimos, y es posición favor de una nueva práctica de la política (y de lo llamado social).

Hay que ver y leer: http://revistarebeldia.org/   Mucho hay que pensar, y mucho queda por hacer aqui entre todos nosotros.

Y con eso de los zapatistas como organización político-militar y de las comunidades zapatistas, pues resulta que sin lo anterior no existe lo subsiguiente.  Son los Caracoles como redes de comunidades autónomas con sus Juntas de Buen Gobierno, con el EZLN. Sus procesos entrelazados les transforma mutuamente. Eso ha sido el logro actual que se defiende a partir de la conquista y ensamblaje de esos espacios, conquista que no ha sido ni solicitud ni protesta solicitante, sino lucha dura y fuerte sin pretensiones de negociaciones iniciales. Es exigencia conquistada y defendida. Otra lección es. No hay “reclamos” que piden “respuesta”, sino conquistas que quedan por hacer (y que hay que defender cuando se logran). No quieren “el poder”, pues “tomar el poder” es hacerse el poder.  Lo han dicho y hecho, muy bien. Quieren lo que son y han logrado ser, y eso sigue como proceso suyo (y nuestro). ¿Podemos nosotros también hacer gobierno en contra del Estado? Paradójico es, pero posible y necesario.

Mi pregunta sigue siendo cómo devenimos zapatistas donde estamos. Ya veremos, si acaso podemos. No hay un solo “asunto” o “tema” zapatista que no sea de todos nosotros, aquí y ahora. Y sin asumir esa coincidencia no tenemos salida ni soluciones posibles ante los muchos males que sufrimos. Ya veremos, dijo el ciego …

 

 

Familiares de las víctimas y autoridades de Las Abejas, acompañados por cientos de visitantes de diversas partes del país, conmemoraron con una marcha la masacre del 22 de diciembre de 1997 Foto Moysés Zúñiga Santiago


http://www.jornada.unam.mx/2012/12/23/politica/008n1pol

No prosperó la apuesta de que se agotaría la voluntad de los insurgentes: ex miembros de Cocopa

La irrupción pacífica de zapatistas prueba que “el tiempo ha fortalecido” su movimiento

Fracasó la estrategia del Estado para atender los rezagos de las comunidades indígenas, dicen

 

Periódico La Jornada
Domingo 23 de diciembre de 2012, p. 8

La movilización multitudinaria de indígenas zapatistas en la región de los Altos de Chiapas manifiesta la innegable capacidad organizativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y revela en su comunicado mensajes claros y encriptados que no se agotan en una primera lectura, coincidieron Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, ex integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Tras la irrupción pacífica de aproximadamente 40 mil mujeres y hombres zapatistas de todas las edades, Juan Guerra Ochoa señaló que la capacidad organizativa y la fuerza orgánica del zapatismo no se han desgastado con el tiempo, “por el contrario se han fortalecido y multiplicado, lo cual significa que quienes apostaron por el desgaste y dejar que el tiempo agotara la voluntad de los insurgentes, han fracasado”.

El secretario de Agricultura del estado de Sinaloa refirió que  la multiplicación de las condiciones de pobreza y marginación de los pueblos indígenas de México “expresan que es el Estado mexicano el que ha fracasado, no sólo en su estrategia para atender los grandes rezagos en materia indígena sino, sobre todo, en la construcción de una relación que entienda los problemas indígenas, su concepción del mundo, sus necesidades, sus vínculos con la tierra y los recursos naturales de sus territorios”.

Para Guerra Ochoa, este es momento de que el gobierno deje de pensar sólo en los problemas de la macroeconomía, o en variables superestructurales, sino que también atienda “la explosividad que significa que más de 10 millones de indígenas subsistan en condiciones de desigualdad, miseria y atraso; debe ser uno de los temas de la más alta prioridad de la agenda del Estado mexicano.”

Para Jaime Martínez Veloz, quien ha sostenido por casi 18 años su atención y cercanía con el fenómeno zapatista, el movimiento “nunca se ha ido; que la clase política no quisiera verlos o no haya querido asumir su responsabilidad frente a ellos es otra cosa, pero ellos siempre han estado en el mismo lugar, construyendo desde abajo, con organización y dignidad, lo que el poder les ha negado, un mejor destino para los suyos, pese a las limitaciones y carencias materiales que suplen con imaginación y creatividad”.

Recordó que el desplazamiento pacífico de los indígenas hace dos días, en las principales cabeceras municipales de los Altos, es producto del “desdén de las fuerzas políticas mexicanas frente a los problemas indígenas, sobre todo en su relación con el EZLN. Se expresa en que la Cocopa, que debe existir de acuerdo con lo establecido en la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, no ha sido constituida todavía, lo que habla del desinterés de las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión.”

Efectivamente, durante los años recientes no se ha realizado una reunión de dicha comisión legislativa, donde haya habido el quórum reglamentario que diseñe una estrategia que permita abordar un conflicto cuya complejidad no es menor.

“El comunicado del EZLN lo va a descifrar el tiempo y el curso de los acontecimientos, no se agota en una primera lectura, tiene la virtud de estar encriptado y además de ser claro, encierra oportunidades y advertencia a los gobiernos, y en suma sorpresas y eventualidades. El EZLN no está de vuelta, nunca se había ido, sólo que su cancha no es la electoral sino las causas más sentidas del México profundo.”

–¿Aún hay oportunidad de responder al reclamo que está por cumplir casi dos décadas? –se le preguntó.
–Yo lo veo como una oportunidad para generar una iniciativa de gran calado en materia indígena, que indudablemente tiene que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, pero al mismo tiempo me parece que es una advertencia, o un nuevo ¡ya basta!, la situación no aguanta más, ocho de cada 10 indígenas viven en la pobreza, mientras los recursos naturales de sus tierras y territorios son saqueados por compañías mineras, privadas y extranjeras.

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Los indignados

December 26, 2011 By Irizarry

Cuatro factores han sido claves en esta expansión de los indignados. El desempleo juvenil. La insultante desigualdad entre un puñado de muy ricos y amplias masas en condiciones de pobreza. La revolución de las telecomunicaciones. La mediocridad y corrupción de las clases políticas.

Aceptemos esas causas como inmediatas, aparentes y obvias. Pero entonces hay que plantear varias otras cosas.

Una es que la mediocridad y la corrupción de las clases políticas no se pueden entender al margen del aparato de Estado y gobierno que las requiere, cobija y reproduce, pues son Estado y gobierno impermeables en manos de las cúpulas del capital financiero transnacional, cada vez más represivos en sus funciones e intransigencias. Otra es que la insultante desigualdad no es consecuencia de la avaricia individual, condición subjetiva que se puede corregir, sino efecto y proceso estructural de la acumulación capitalista actual. Sin duda se exacerba en este periodo de inestabilidades y extremos especulativos inevitables (que los gobiernos permiten y provocan) pero no es algo que sea nuevo. El desempleo juvenil, por otra parte, es parte de la reestructuración de los ejércitos de reserva de mano de obra que ocurre a escala global. Eso es capitalismo funcionando como funciona el capitalismo. Las precariedades y despojos redistribuidos trascienden a los sectores más jóvenes, aunque puede que se sientan más agudos ahí, en la medida en que se sigue reorganizando la división internacional del trabajo, y se reiteran y actualizan las expropiaciones de siempre. Se reiteran esas expropiaciones, y se inventan y refuerzan otras: vean lo que sucede con la agricultura en manos de las transnacionales de los cultivos transgénicos (expropiación radical, genética, de las semillas).

Estamos desde hace rato en otra ronda de acumulaciones originarias renovadas, necesarias para la reproducción ampliada de los capitales en sus crisis: expropiar para acumular y controlar como se pueda, a pesar de todo y sin que importen las consecuencias para todos nosotros los otros, y eso incluye la reorganización de la fuerza de trabajo. Es es el mismo proceso de expropiaciones reiteradas que se repite en lo económico y en lo político en medio de todas las variaciones ideológicas (incluyendo la formalidad actualizada de la democracia neoliberal y la de los consumos aceptados en sus procesos políticos y económicos, que son las dos caras de la misma moneda que seguimos intercambiando).

Ni hablar de las maniobras que se siguen imponiendo a favor de las austeridades presupuestarias en contra de las redes de apoyo social que apenas subsisten, bonito negocio que sigue expropiando lo poco que queda en manos de los muchos para aumentar lo mucho que se concentra en manos de los pocos, con el Estado como negociante unilateral y mediador de las transacciones de ese saqueo, en los espacios nacionales e internacionales, ligados en sus redes de exigencias transnacionales desde arriba. La deuda que se quiere resolver desde arriba es expropiación, a través de los cobros de los intereses y de las imposiciones de reorganizaciones productivas y políticas, y eso no es nuevo, y permite la apropiación de bienes y recursos desde arriba – todo es deuda, sí, pero para nosotros que sguimos perdiendo el fruto del esfuerzo de trabajo. Vean además lo que a todas luces se sigue desarrollando como una escolarización de la exclusión mediante la privatización de esa escolarización y las alzas en los costos de acceso a lo que queda de una escolarización pública. ¿Cuál fuerza de trabajo se impone en todo esto, y quiénes somos entonces la “clase obrera”? En ciertos sentidos muy concretos y reales las fronteras de esa clase se exienden y diluyen al mismo tiempo que se universalizan y se hacen precarias. Al mismo tiempo, las condiciones del trabajo asalariado son tales que no solo se borra la distinción entre vida “privada” y tiempo de trabajo, sino que se llega al punto en el cual no hacen falta máquinas ni líneas de ensamblaje encajonadas en edificios para definir una condición fabril. Nuestros cuerpos son las máquinas, en un contexto en el cual las redes de producción y reproducción del capital, y de la fuerza de trabajo, son multinacionales. La fragilidad de las condiciones de existencia asalariada se confunde con las múltiples capas de las economías informales, y a eso se añade la dificultad creciente de entrar en el mercado de trabajo. Ni hablar de los desplazamientos forzados que se encubren en los flujos de las migraciones, legales e ilegales. En todo esto se multiplican así las poblaciones chatarra de precariedad extrema, así como las poblaciones desechables y de maniobra, y se extienden las fronteras sociales de la pauperización (absoluta y relativa), de la clausura de oportunidades disponibles en los mercados de trabajo, de las expropiaciones y de la negación de las conidiciones mínimas de vida. Entonces vuelvo a preguntar: ¿quiénes somos la clase obrera? Hay que pensar que es flujo, pero anudado en las confusiones, precariedades y en las expropiaciones de todos aquellos que solo pueden vender lo que tienen, que es su fuerza de trabajo Todo esto es causa y consecuencia, tácticas y estrategias, imposiciones y resistencias, de las luchas de clases que llegan desde arriba: buscan debilitar las resistencias posibles al mismo tiempo que las provocan con la apuesta de poder manejarlas (pero eso depende de las resistencias).

La revolución de las telecomunicaciones ciertamente facilita la velocidad y la consistencia posible del esparcimiento de las revueltas y resistencias, y promete (tal vez) la posibilidad de una coordinación más contundente (pero eso depende de lo que se quiere y se busca, y eso tal vez no se sabe). Tarde o temprano se llega al hecho del Estado, el hecho de que es el Estado en todas su dimensiones formales e informales (“públicas” y “privadas”, de “sociedad política” y “sociedad civil”) lo que insiste agresivamente en la reproducción de las redes de las explotaciones y expropiaciones que se hacen intolerables, y esa reproducción a través de lo político y la política dominante raya en la proliferación de gobiernos deslegitimados que persisten en su impermeabilidad inamovible. Eso plantea, se quiera o no, otro horizonte: la necesidad de otra política que conduzca a un gobierno radicalmente democrático en contra del Estado. Hay muchas indignaciones que olvidamos o que no reconocemos porque no encajan en las intenciones de mantenimiento reformista de los ajustes imaginarios. Los reformismos posibles hace ya rato que se han agotado, no tienen espacio viable. O nos planteamos un gobierno radicalmente democrático en contra del Estado que abra otros procesos de soberanía desde abajo, o nos quedamos en las mismas ruedas infernales de lo que el capital permite y quiere, y logra.

No hay que olvidar dos aspectos en todo este proceso. Lo primero es que no basta con marchas y plantones de ocupaciones que no pueden ser permanentes. Son apenas un primer paso posible de movilización y replanteamiento de lo político existente en la búsqueda de otra política, de otras formas de luchas y de actuaciones alternativas sostenidas. Lo segundo es que a escala global seríamos ingenuos si no vemos que muchas de las revueltas también pueden ser parte de un proceso de recambio de los autoritarismos, y que el Estado existente en todas partes tiene todavía la plena capacidad para reprimir, desgastar, desmantelar y deshacer las resistencias. Los autoritarismos fascistizados del Norte occidental siguen su curso acelerado. En Oriente vemos que son muchas las fuerzas que combaten en contra de los regímenes actuales: está el apoyo geoestratégico selectivo del neoliberalismo imperial en nombre de las libertades abstractas de ese mismo neoliberalismo, y están las reconstituciones pretendidas de los fundamentalismos religiosos en medio de luchas por dominio sectario, todo ello junto a las fuerzas de otra búsqueda democrátca. No hay desenlace garantizado.

Acá, en el Norte occidental, estamos lejos de una perspectiva de resistencia que enfoque claramente lo que está en juego. No basta con cambiar las clases políticas, ni las capas administrativas de las finanzas, sin desmantelar los aparatos económicos y políticos que promueven y requieren de las corrupciones y las avaricias propias del neoliberalismo, y eso es entonces plantearse un anticapitalismo como proceso actual, en un momento en el cual lo reformista bien puede amenazar con convertirse en revolucionario, y en que lo revolucionario que brota se puede seguir dejando ahogar por las ilusiones reformistas. En todo este proceso -como ha ocurrido anteriormente- todo ocurre como si los peores enemigos de la izquierda siguen legando desde la izquierda. No hay que olvidar tampoco que este capitalismo de casino va de la mano con el capitalismo de las mafias, con la narcoestatización tendencial que sirve además de pretexto para implantar desde arriba una condición de guerra civil, y de guerra abierta del Estado en contra de sus propias poblaciones, como lo excepcional normalizado en formas militarizadas (México y Centroamérica son ejemplos claros, no exclusivos, ni se limita esto al Sur). Todo anda de la mano. Si tocamos un punto de presión en el tejido de la crisis actual tarde o temprano los tocamos todos. Ya veremos.

Esto es por ahora pantano espantoso, otra manera de existencia de las implosiones infinitas en las cuales se reproduce este capitalismo a través de las desigualdades que lo constituyen y mantienen. Hueco negro es, y el colapso no está programado. Esto no se cae. Esto hay que aplastarlo ( eso no es un acto, sino un proceso). Una crisis aún más agudizada (que podemos prever, pues ya sugiere su perfil), sin resistencias capaces de imponer alternativas, solo puede conducir a un autoritarismo fascisitizado endurecido. Eso es lo que vemos. Las derrotas nos siguen costando décadas, generaciones. Mientras tanto, el planeta fallece paso a paso. No sabemos cuál es la vida que es y debe ser nuestra. Qué lástima.

http://www.jornada.unam.mx/2011/12/24/index.php?section=economia&article=023a1eco

Los indignados
Gustavo Gordillo
“Por ser capaz de capturar y enfatizar el sentido global de una promesa incumplida, por haber inquietado a gobiernos y al sentido común, por combinar las más antiguas de las técnicas con las más modernas de las tecnologías para iluminar la dignidad humana y finalmente por canalizar al planeta hacia un curso más democrático aunque también más peligroso para el siglo XXI el indignado (el protestante sería la traducción literal) es la persona del año 2011 de la revista Time.”

Con esto esta influyente revista estadunidense constata lo que ha venido ocurriendo a lo largo del año.

El contagio de las movilizaciones ciudadanas ha seguido un itinerario sintomático. Empiezan en una de las regiones caracterizadas por dictaduras represivas y sangrientas. Con unos cuantos días de diferencia se incendian Argelia, Túnez, Egipto, Marruecos, Yemen, Libia y Siria. Los resultados han sido desiguales. El gran dilema que emerge: ¿cómo mantener el impulso de la movilización al tiempo que se construyen nuevas instituciones y cómo evitar que les escamoteen el triunfo a las masas juveniles? En Egipto un cierto desencanto lleva a un cirujano participante en las luchas a exclamar: los jóvenes hicieron que la revolución ocurriera, pero se las entregamos a los adultos mayores. No tuvimos confianza en nosotros. (Time, diciembre 26-2011)

El contagio se extiende en mayo a España, luego a Gran Bretaña y Grecia. Ahí el centro de la movilización está vinculado con el desempleo, la desigualdad y el desencanto con la democracia. De ahí el lema de democracia real. Las movilizaciones avanzan en lugares insospechados como Israel y Tíbet. En la India el activista y líder espiritual Anna Hazare anima una vasta movilización contra la corrupción; lucha que retoman después los brasileños.

Ante los signos incontrovertibles del incremento de la desigualdad hay un nuevo impulso a las luchas por la justicia social desde los estudiantes chilenos hasta los “ocupas” de Wall Street y de otras ciudades estadunidenses. China no se libra de movilizaciones que rechazan planes de infraestructura implantados sin consultar a la gente. Hace unos días otro país aparentemente silenciado (Rusia), explota en movilizaciones –como respuesta a las elecciones fraudulentas–, agrupadas alrededor del lema contra Putin y su partido: Son el partido de los truhanes y los ladrones.

¿Qué hay de común en todas estas movilizaciones? La rabia ante la impunidad y la corrupción, y la decisión de no tolerarla más. Punto.

Cuatro factores han sido claves en esta expansión de los indignados. El desempleo juvenil. La insultante desigualdad entre un puñado de muy ricos y amplias masas en condiciones de pobreza. La revolución de las telecomunicaciones. La mediocridad y corrupción de las clases políticas.

Aun con regímenes políticos tan distintos los rasgos señalados hacían previsible que por contagio creciera como marea la protesta popular. El manifiesto de Stephane Hessel (2009), un ex combatiente de la Resistencia francesa frente al nazismo, llamando a los jóvenes a indignarse causó enorme efecto en Europa y más allá justo porque resumía el estado de ánimo y una propuesta central que ha recorrido todas las movilizaciones de 2011: indignación no violenta.

Cada movilización ha tenido sus propios Hessel. Como lo resumió Regis Debray en el Nouvel Observateur (3/3/2011): Fervor poético, intransigencia moral y moderación política: bella ecuación que impacta y detona.

¿Con cuál de las tantas famosas frases concluir este año?

Nosotros no somos anti-sistema sino ustedes son anti-nosotros; o tal vez siguiendo al disidente chino Ai weiwei: El cambio vendrá del corazón de los jóvenes.

El sentido de nuestros tiempos es la indignación moral con su correlato en las acciones heróicas.

Y como dijera el gran filósofo Yogi Berra: Esto no se acaba hasta que se acaba.
http://gustavogordillo.blogspot.com/ – http://twitter.com/gusto47

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Epígrafe

Las agrupaciones políticas y las autoridades ejecutivas son incapaces de entender las implicaciones que tienen estos asuntos. A pesar de que recientemente han iniciado un reconocimiento parcial de los peligros más obvios que amenazan al ambiente natural de nuestras sociedades, parecen estar satisfechos con plantearse la contaminación industrial desde un punto de vista tecnocrático. Sin embargo, lo cierto es que solo un planteamiento que pueda enlazar lo ético con lo político -lo que yo llamo ecosofía- y que empate los tres registros ecológicos (el ambiente natural, las relaciones sociales, y la subjetividad humana) sería capaz de arrojar luz sobre estas cuestiones. […] Lo que está en juego es la manera en que vivimos en este planeta.

Félix Guattari (The Three Ecologies)

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Juana Molina

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