“El carácter mismo del país ha cambiado con la gente común que aceptan las violaciones del gobierno a sus libertades, del derecho internacional, como también nuestra propia Constitución, al aceptar también que el gobierno ahora puede espiar a cualquiera aquí sin autorización judicial… todo bajo la justificación oficial de la ‘guerra contra el terrorismo’. Jamás hubiera anticipado todo esto antes del 11-S”.
Remember the Alamo. Remember the Maine. Remember Pearl Harbor. En Estados Unidos siempre hay gritos de guerra oportunos cuando hay que justificar las agresiones. Eso es parte de la construcción sistemática de la memoria oficial que busca trazar los límites esperados del pensamiento y del afecto, de las disposiciones provocadas de comportamiento a favor del Patriotismo y del militarismo. Actualmente es eso y mucho más. Es el endurecimiento del Estado, de la normalización de las excepciones en los procesos de reorganización de lo político y de la política que se aceleran a partir del 11 de septiembre de 2001, es bandera de las nuevas rondas de guerras interminables, indefinidas e infinitas: Remember 9-11. Es parte de la movilización permanente de las masas, en ritmos y cadencias diferenciales, pero sostenidos, en las sinfonías Estatales del miedo y de la venganza. Se justifica así el aparato de las vigilancias y las represiones ampliadas, pues se imponen como lo indiscutible e indispensable en estos tiempos de tantas amenazas permanentes que consumimos a diario en las saturaciones mediáticas. Sí, hay que plantear la crisis de los derechos y las libertades, y hay que ir mucho más allá, y reconocer que esto es fascistización, que esa crisis es el proceso de las excepciones normalizadas.
Estamos ahora en pleno recordatorio persistente y excitante, mediático y gubernamental, de lo que se ha instituido como lo solemne y lo sagrado, como tragedia constituyente del Estado actual necesario e inevitable, pero no se plantea con suficiente fuerza lo que expropia y socava ese Estado de Seguridad Nacional fascistizado, ni el hecho de que esto no es pasajero ni coyuntural, sino estructural y de largo plazo. Qué bueno que hay voces que insisten en lo inaceptable de la situación actual, pero hay que llamar a esto por su nombre y entender que no desaparece tan solo con críticas, aunque aparezcan justas y apropiadas, ni desaparece con los apoyos circunstanciales a los partidos políticos reinantes (pues son parte del proceso). Las luchas por desmantelar la fascistización actualizada en el eje neoliberal están por darse. Hay que reconocer que esto es parte de un momento reconstituyente de lo Estatal, y que la reconstitución ocurre en los hechos de su mismo proceso, desde adentro, en las tendencias de vigilancia, disciplina, castigo y control. Lo jurídico se ajusta, pues se normalizan las excepciones en las luchas victoriosas de las legislaciones y los decretos, de los nuevos aparatos de seguridad Estatal, y no basta con reclamar libertades perdidas, pues hay que conquistarlas y establecerlas. Confrontarlo en lo jurídico es indispensable, pero no es suficiente, pues lo jurídico es la articulación tendencial de los poderes, y los poderes no son sino relación de fuerzas que buscan institución. Los poderes son el Estado que existe. ¿Cómo se confronta, se detiene y se dehace esto, tan repleto de siginificaciones fundamentales? Esto se tiene que desmantelar, y eso es relación de fuerzas que solo puede alterarse desde abajo, fuera de los discursos y accciones que se han fortalecido a favor de la fascistización neoliberal. Hay que ver cómo se puede hacer eso, hay que buscarlo y conseguirlo, y seguir en contra de todo que requiere esta fascistización actual. Ya veremos. Se nos va la vida en esto.
Mientras tanto, no hay que olvidar que este aniversario de los 10 años reprime también el pensamiento de la historia que lleva al evento remembrado, que se desplaza el pensamiento de las consecuencias que vivimos, y que esas consecuencias tienen raíces en la gestación del Estado de Seguridad Nacional fascistizado que impone los temas, y los modos y maneras, de ese recordatorio.
http://www.jornada.unam.mx/2011/09/03/mundo/022n1mun
A 10 años del 11/S
Washington desató una Operación Cóndor mundial, acusa el abogado constitucionalista
Panorama de destrucción en EU, y anulación de derechos y libertades, afirma Michael Ratner
Culpa a George W. Bush por impulsar la degradación del país, y a Barack Obama por continuarlaDavid Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 3 de septiembre de 2011, p. 22Nueva York, 2 de septiembre. En los 10 años transcurridos desde los atentados del 11 de septiembre, Washington desató una “Operación Cóndor estadunidense” a escala global, guerras contra varios países, supresión de la disidencia interna, espionaje doméstico y anulación de garantías constitucionales, libertades civiles y derechos humanos, resume el abogado de derechos constitucionales Michael Ratner.
“Estados Unidos ha cambiado de una manera fundamental desde el 11-S. Jamás podría haber anticipado todo esto”, dice Ratner en entrevista con La Jornada al abordar el décimo aniversario de los atentados y sus efectos sobre las libertades y derechos aquí.
El presidente del Centro para Derechos Constitucionales (CCR) y reconocido abogado internacional por enfrentar violaciones de derechos humanos y libertades civiles del gobierno estadunidense ante tribunales extranjeros y nacionales, incluyendo la Suprema Corte, afirma: “El carácter mismo del país ha cambiado con la gente común que aceptan las violaciones del gobierno a sus libertades, del derecho internacional, como también nuestra propia Constitución, al aceptar también que el gobierno ahora puede espiar a cualquiera aquí sin autorización judicial… todo bajo la justificación oficial de la ‘guerra contra el terrorismo’. Jamás hubiera anticipado todo esto antes del 11-S”.
Ratner añade tajante: “culpo a George W. Bush por impulsar todo esto, pero también culpo a Barack Obama por continuarlo”.
La respuesta del gobierno al ataque del 11-S al calificarlo de “acto de guerra” y no criminal cambió el panorama interno y externo. “Tan pronto Bush dio su discurso sobre las ‘cruzadas’ pocos días después del 11-S, algo que estaba cargado de un significado tremendo para musulmanes y cristianos, se sabía que se trataría como un acto de guerra, con lo cual el gobierno asumió poderes mucho más extensos de los que tenía para perseguir y detener a gente en el extranjero como también promover el espionaje doméstico, todo como si fuera una guerra”, explicó Ratner.
Para Ratner, un aspecto de esta guerra es lo que denomina “Operación Cóndor estadunidense”, y explica: “Es esencialmente lo que hizo (Augusto) Pinochet pero mucho más amplio, capturando a gente en cualquier esquina del mundo sin orden o proceso judicial para ponerlas en centros de detención clandestinos en el mundo, no solamente en Guantánamo, sino también en Rumania, Polonia, Lituania, Tailandia, además de cárceles especiales en Afganistán. Esto está caracterizado por la captura de gente en cualquier parte del mundo sólo a discreción del presidente y después de tenerlos incomunicados, bajo Bush, torturarlos y encarcelarlos por tiempo indefinido. Y si llegan a ser enjuiciados, sólo se hace ante un tribunal militar.
“Todo esto… era condenado por Estados Unidos cuando sucedía en otros países; antes del 11-S, condenaban los tribunales militares en Perú, en África” y otras medidas de “seguridad” extralegales, pero ahora se tenía que preguntar si Estados Unidos se estaba volviendo un estado policiaco.
Obama ha continuado casi con todo lo impulsado por Bush, tal vez con la excepción de la tortura extrema. Lo que primero se presentó como medidas temporales después del 11-S, “se han vuelto una parte permanente de nuestro panorama legal. A mi parecer, hemos perdido los valores fundamentales del siglo de las luces en torno a los derechos individuales en todo proceso judicial”.
Señala que Obama, a pesar de sus promesas de acabar con estos elementos de lo que Ratner llama Operación Cóndor estadunidense, hoy sigue teniendo a unos 170 detenidos en Guantánamo y en otros centros de detención del mundo, continúa con algunas técnicas de interrogación –aunque sí suspendió la del ahogamiento simulado o waterboarding– y con la persecución de todo individuo sospechoso de ser “terrorista” en cualquier parte del planeta. Pero tal vez lo peor, argumenta Ratner, es que Obama no hizo que nadie rindiera cuentas por lo que ocurrió, sobre todo la tortura. “Entonces, ahora tenemos a gente como (George W) Bush escribiendo en sus memorias que sí ordenó el waterboarding y que lo haría de nuevo. Si el próximo presidente desea hacerlo, lo puede hacer porque no hubo una fiscalización de nadie por los programas de tortura extensa. No hacer que rindieran cuentas es un fracaso real… no dejar claro que el uso de la tortura no es una opción legítima para ningún gobierno”.
A la vez, Ratner dice que se debe subrayar que no se realizaron estos esfuerzos de captura, detención y más contra cristianos, “nunca jamás habrá 171 cristianos fundamentalistas en Guantánamo, lo puedo garantizar”, y eso tiene que ver con la animosidad contra los musulmanes en este país. Recuerda que entre las primeras medidas tras después del 11-S estuvieron las redadas masivas de musulmanes no ciudadanos dentro del país, con gente golpeada y tratada como si fueran terroristas. Luego el gobierno ordenó el registro de todos los hombres musulmanes de entre 18 y 25 años de edad originarios primero de nueve países y después de 19. Aunque estas medidas están suspendidas, demuestran que “los musulmanes son una población altamente sospechosa en este país, lo que continúa con nosotros y es muy difícil de superar”.
La mayoría de los musulmanes no ciudadanos fueron deportados, y el CCR representa a algunos de ellos, y también a varios de los detenidos en Guantánamo.
En torno al control interno después del 11-S, Ratner recuerda que se impulsó la Ley Patriota, la cual permite, entre otras cosas, “que pueden conseguir toda la información que quieran sobre tú o yo”, como también medidas de vigilancia y/o espionaje doméstico, el uso de informantes entre agrupaciones sociales y otras cosas en función de la supresión de protesta. “Lo que está sucediendo en Medio Oriente y en América del Sur (como Chile) son protestas masivas, y hay temor de que eso suceda aquí, entonces uno ve que el gobierno de Estados Unidos se está preparando para la represión real, con eso de infiltrar grupos no violentos, el uso de provocadores y detenciones, etcétera”, comenta.
Ratner acaba de publicar otro libro, éste sobre la supresión de la protesta masiva en Estados Unidos titulado Hell No: the right to dissent in 21st Century America.
En contrapartida, en estos últimos 10 años “estamos llevando a cabo más guerras que en cualquier momento de mi vida (Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Yemen, Somalia, entre otras)”, dice. Un resultado del 11-S son guerras sin fin, “junto con más poder del Ejecutivo; por ejemplo, Obama entra en guerra en Libia sin autorización del Congreso”. Y “este paradigma de guerra, aun cuando no se está en una zona de guerra, permite que Estados Unidos ataque a quien quiera en el mundo” ya que “afirma su derecho de matar a cualquier sospechoso de terrorismo en cualquier lugar del mundo, con un drone o de otra manera como el asesinato… Los drones te permiten matar con impunidad”.
Ante un panorama tan desolador, La Jornada preguntó a Ratner qué señales de esperanza percibe. “Dos de las tendencias más importantes que hemos visto en el mundo son, primero, las manifestaciones masivas y, segundo, Wikileaks”. Y en torno a éste, afirma que “Wikileaks minó la manera en que se nos entregan las noticias vaciadas de ciertos hechos reales. El hecho de que el gobierno no puede proteger ya esa información y esos sistemas de control llevará, claro, a más represión, pero a la vez es un respiro impresionante de aire puro sobre cómo operan nuestros gobiernos, desde Haití a España, al asunto de la tortura y tanto más, de verdad agujereando el control oficial”. Ratner participa en el equipo de representación legal de Wikileaks. “Son impresionantes los cambios que ya han ocurrido por Wikileaks en los gobiernos y también en los medios”, afirma.
Y de las movilizaciones sociales dice que “hay algo ocurriendo ahora, en el sentido de que cada vez más gente desea tener mayor control sobre sus vidas, y quién sabe qué sucederá. Pero hace dos años yo estaba en El Cairo, hace año y medio, y era uno de los lugares más reprimidos, había un silencio tremendo. Ya no”