El futuro se hace día a día, y está ya con nosotros. La pregunta es cómo se puede hacer mucho más fuerte. En el continente latinoamericano hay muchas tradiciones de lucha que se siguen afirmando, de acuerdo al momento y la circunstancia, según las historias específicas que tarde o temprano resultan ser las mismas, pues tienden a través de diversos caminos a la búsqueda de libertades y alternativas de vida que no dependan de los poderes. El artículo que ofrecemos a continuación es muy sugestivo. Es parte de esas tradiciones que persisten y que incluyen aprendizajes compartidos y colectivos.
Los movimientos sociales autónomos en Argentina son parte de un fenómeno global. Desde Latinoamérica y Sudáfrica, hasta Europa Oriental e incluso en los Estados Unidos y Canadá, la gente está creando el futuro en el presente. Estos nuevos movimientos se basan en democracia directa y consenso, y les brindan a todas y todos el espacio para ser líderes.
http://www.yesmagazine.org/issues/mas-democracia-en-america-latina/1777
Horizontalidad
Las trabajadoras y trabajadores de Argentina se apoderaron de las fábricas, las ciudadanas y ciudadanos de las calles – nadie parece extrañar a su jefe.
by Marina Sitrin
posted Jun 10, 2007
Los movimientos sociales autónomos en Argentina son parte de un fenómeno global. Desde Latinoamérica y Sudáfrica, hasta Europa Oriental e incluso en los Estados Unidos y Canadá, la gente está creando el futuro en el presente. Estos nuevos movimientos se basan en democracia directa y consenso, y les brindan a todas y todos el espacio para ser líderes.
Dentro de Argentina, también son un “movimiento de movimientos”. Son gente de la clase trabajadora tomando fábricas y gestionándolas de manera colectiva. Son la clase media urbana, o aquellos que recientemente han perdido ese status, trabajando para satisfacer sus necesidades en solidaridad con aquellos que los rodean. Son los desempleados, como tantas personas sin empleo alrededor del globo, enfrentando la posibilidad de no encontrar un trabajo fijo, pero aún así encontrando colectivamente formas de sobrevivir y volverse autosuficientes, utilizando la ayuda mutua y el amor. Son las comunidades indígenas autónomas luchando para liberar la tierra despojada.
Horizontalidad es la palabra que ha llegado a encarnar estos nuevos órdenes sociales y principios de organización en Argentina. Horizontalidad implica comunicación democrática en un nivel plano, e involucra—o al menos se esfuerza por—la creación no-jerárquica y anti-autoritaria, en vez de la reacción. Es un rompimiento con las formas verticales de organizarse y relacionarse.
Los movimientos sociales en Argentina se describen a sí mismos como autónomos, para distinguirse del Estado y otras instituciones jerárquicas. La palabra autonomía también describe una política de auto-organización llamada autogestión, y a la participación democrática directa.
Dicho sencillamente, rechazan la idea misma de alguien tenga un poder sobre cualquier otro. En cambio, trabajan hacia el objetivo de crear “poder con” el otro. Se organizan a sí mismos en cada aspecto de sus vidas, de manera a la vez independiente y en solidaridad con su entorno. Es un proceso de creación continua, crecimiento constante y desarrollo de nuevas relaciones, con ideas fluyendo desde estas prácticas cambiantes.
El Movimiento de Trabajadoras y Trabajadores Desocupados
Argentina tiene una larga y rica historia de rebelión, resistencia y auto-organización. Los movimientos recientes se desarrollaron en dos olas acumulativas que diseminaron ampliamente los nuevos conceptos organizativos en Argentina. El primero, un movimiento de las trabajadoras y trabajadores desempleados que emergió en los 1990s, adoptó tempranamente la toma de decisiones por consenso, pero tuvo poco apoyo de la clase media argentina. El colapso de la economía argentina en 2001 encendió una segunda ola de rebelión popular, durante la cual la clase media argentina, que perdía rápidamente su estatus, se alineó con la gente desempleada y sub-empleada. Y así la horizontalidad se extendió a través de las líneas de clase.
El rechazo emergente de las viejas formas políticas tomó conocimiento público en los ‘90s, cuando el movimiento de los trabajadores desempleados y otros movimientos populares comenzaron a organizarse contra los gobiernos locales y las corporaciones. Generalmente lideradas por mujeres desempleadas, tomaron las calles por miles, bloqueando las principales arterias de transporte para demandar al gobierno subsidios para las personas desempleadas. En un decisivo rompimiento con el pasado, esta organización no fue liderada ni administrada por líderes electos, ni por ningún líder en absoluto. En cambio, la gente en las calles decidía día a día y momento a momento qué hacer a continuación.
Durante los bloqueos, la gente utilizó formas directas de toma de decisiones, y comenzó a crear nuevas relaciones sociales. La gente y el movimiento reciben ambos el nombre informal de “piqueteros”, un término tomado de “piquete”, la táctica de bloqueo de rutas. A diferencia de formas previas de organización, donde siempre había un vocero del grupo (la mayoría de las veces sin su consentimiento), en estos piquetes tempranos la gente decidió que negociarían en el bloqueo mismo. Hay algunos casos de funcionarios del gobierno que viajaron en helicóptero hasta la ruta para negociar directamente con la asamblea en el bloqueo.
Rebelión y Asambleas
El momento definitivo para la segunda ola de cambios ocurrió en la rebelión popular del 19 y el 20 de diciembre de 2001, a menudo llamados “el 19 y el 20”. Millones de personas tomaron espontáneamente las calles a lo largo de Argentina, y sin líderes ni jerarquías obligaron al gobierno a renunciar, y entonces, a través de continuas movilizaciones, procedieron a expulsar cuatro gobiernos más, en menos de dos semanas. El incidente que precipitó esto fue el congelamiento por parte del gobierno de las cuentas bancarias de la gente.
Estos manifestantes no estaban demandando algo nuevo, sino que lo estaban creando. En estos días, muchos se refieren a este momento como una ruptura con el pasado, un rompimiento del miedo y el silencio profundamente instalados que constituían un legado de la dictadura más brutal en la historia de Argentina, en la cual “desaparecieron” 30.000 personas, a menudo torturadas de las formas más horribles.
La rebelión popular de 2001, estuvo compuesta por trabajadores y desempleados, la clase media, y quienes recientemente habían perdido su estatus de clase media. Fue una rebelión sin liderazgo, ya sea por partidos establecidos o por una elite emergente, un hecho que formó parte de la fundación de la horizontalidad y otras formas nuevas de organización. Precipitó el nacimiento de cientos de asambleas barriales que involucraron a muchas decenas de miles de participantes activos.
La gente en las asambleas barriales primero intentó descubrir nuevas formas de apoyarse uno al otro para satisfacer sus necesidades básicas. A menudo explican la organización de las primeras asambleas como un reencuentro, un hallarse unos a otros. La gente estaba en las calles, comenzaron a charlar entre sí, vieron la necesidad de juntarse y así lo hicieron, de esquina en esquina, de parque en parque. En muchos casos alguien escribía en una pared o en la calle, “Vecinos, reunión el martes a las 9 p.m.”, y una asamblea comenzaba.
Nuevos Grupos Reemplazan a las Asambleas
Los años posteriores a la rebelión han sido testigos de una disminución significativa en las asambleas barriales. Muchos miembros tempranos predijeron una declinación eventual de la participación y aún así sintieron que no sería una pérdida significativa. Explicaban que algo había cambiado en ellos como personas, y en cómo se relacionaban uno con el otro. Estos cambios no se podían deshacer, aún cuando la estructura de la organización cambiara.
Las asambleas que permanecen trabajan en una variedad de proyectos, ayudando a facilitar redes de trueque, creando cocinas populares, cultivando jardines orgánicos, y a veces incluso apropiándose de edificios—incluyendo las tomas altamente simbólicas de bancos abandonados, que transforman en centros comunitarios. Estos espacios ocupados alojan muchas cosas, incluyendo cocinas, pequeñas imprentas y áreas de cuidados diurnos. Pueden ofrecer ayuda extra-escolar para niñas y niños, acceso a Internet y uso gratuito de computadoras—incluso uno de ellos tiene un pequeño cine.
Un número de nuevos grupos han emergido, incluyendo grupos de ayuda a prisioneros políticos, organizaciones anti-represión, colectivos de artesanos callejeros, y grupos de estudiantes de secundaria. Todos estos comenzaron con el consenso básico de que se organizarían basados en la horizontalidad y la autonomía. Como los grupos anteriores, estas nuevas formaciones rechazaron absolutamente a los partidos políticos y a la organización jerárquica. La experiencia de las asambleas barriales continúa como una parte viviente de una continuidad global.
Las Relaciones Entre los Movimientos
Así como la rebelión popular encendió el crecimiento de las asambleas barriales, también inspiró a los movimientos de trabajadores desempleados. Una red creció entre éstos en diversos movimientos autónomos, una red que atravesó a las líneas de clases y a la identificación con la clase.
En la rebelión de 2001, la clase media consideraba el uso de los bloqueos de ruta por parte de los piqueteros como una molestia, en el mejor de los casos. Había un consenso general de que la gente desempleada fue las culpable por su propia condición económica y social, y que los métodos drásticos estaban justificados al reprimirla. Luego de la rebelión, se organizaron acciones conjuntas con grupos de clase media, incluyendo bloqueos de puentes y rutas. Las mismas personas de clase media que habían odiado a los piquetes por interrumpir su vida diaria, ahora estaban apoyando a los bloqueos como una acción necesaria para restablecer la viabilidad económica. Al mismo tiempo, muchos piqueteros que en el pasado habían visto a la clase media como parcialmente responsable por la difícil situación económica, estaban organizándose codo a codo con ella.
Espacios de Trabajo Recuperados
La docena, aproximadamente, de fábricas ocupadas que existían al comienzo de la rebelión de 2001 crecieron en sólo dos años hasta incluir cientos de lugares de trabajo, tomados y administrados por trabajadoras y trabajadores, sin jefes ni jerarquías. Casi cada lugar de trabajo se ve a sí misma como parte integral de la comunidad, y la comunidad los ve de la misma forma. Como dicen los trabajadores de Zanón, una fábrica de cerámicos, “Zanón es de la gente”.
Los sitios de trabajo van desde imprentas y metaleras a clínicas médicas, de fábricas de galletas, zapatos y globos, a un hotel cuatro estrellas y un diario. Los participantes en los sitios de trabajos recuperados dicen que lo que están haciendo no es muy complicado, más allá de los desafíos, citando el eslogan “Ocupar, Resistir, y Producir”. La mayoría de la gente involucrada en los movimientos de recuperación utiliza la palabra autogestión para describir lo que están creando, y cómo.
Este movimiento continúa creciendo y obteniendo ayuda en toda la Argentina, más allá de las amenazas de desalojo. Hasta ahora, cada amenaza se ha encontrado con una movilización del vecindario y de varios colectivos y asambleas para hacer fracasar los esfuerzos del gobierno. En el ejemplo de Chilavert, una imprenta, los miembros del centro de jubilados del otro lado de la calle, salieron y no sólo defendieron a la fábrica de la policía, sino que también insistieron en permanecer en la línea frontal de defensa. Las recuperaciones son inmensamente populares, y muchos por fuera de los movimientos los explican sencillamente, diciendo que falta trabajo, y que esta gente quiere trabajar.
Luego de un tiempo, los sitios de trabajo recuperados han comenzado a unirse entre sí, creando relaciones de trueque para sus productos, y lazos colectivos con el ámbito mundial de trabajo. Por ejemplo, una clínica médica proveerá servicios a las miembras y miembros de una imprenta como intercambio por los servicios de impresión de su material. Esto también ha sucedido en un nivel global.
Nuevos Movimientos Internacionales
Aunque movimientos de crecimiento tan rápido, diversidad y popularidad no carecen de precedentes, la mayor innovación en Argentina podría ser que grupos dispares están creando redes globales de intercambio y comunicación. Los movimientos de Argentina han hecho conexiones significativas con el MST (Movimiento de los Sin-Tierra) en Brasil, intercambiando experiencias y estrategias para las tomas de tierra, formas de medicina tradicional, y herramientas de práctica democrática.
Los Zapatistas se han involucrado regularmente en estos intercambios. Desde la rebelión de 2001, cierto número de personas de movimientos de trabajadores desempleados han sido invitados por los Zapatistas para pasar algún tiempo en las unidades autónomas de Chiapas, intercambiando ideas y experiencias. A pesar de los recursos limitados, el diálogo entre los diversos movimientos ha sido prolongado y variado.
Durante los últimos tres años en Buenos Aires, los movimientos autónomos han organizado un encuentro anual llamado Enero Autónomo. Los grupos vienen de toda Latinoamérica, incluyendo a Mujeres Creando de Bolivia, y grupos autónomos de Brasil. Los participantes también incluyen a varios colectivos y organizaciones comunitarias de Europa y los Estados Unidos. Este proceso de conexión ha ganado energía durante los últimos años, y todo indica que este crecimiento se está acelerando.
La horizontalidad y la democracia directa son modelos importantes para la creación de una nueva sociedad, un fundamento para el cual se construyen espacios de amor y de confianza. Desde este espacio de confianza y amor, utilizando las herramientas de la horizontalidad, una nueva persona—que es la protagonista de su propia vida—comienza a tomar forma. Esto no es por azar, es un proceso consciente de creación social. Las mujeres en particular han creado nuevos roles para sí mismas. Basado en este nuevo protagonista individual, aparece un nuevo protagonismo colectivo, el cual cambia el sentido de lo individual, y luego el sentido de lo colectivo. Desde esta relación surge la necesidad de nuevas formas de hablar, un nuevo lenguaje.
Las ideas y las relaciones no pueden ocurrir en un vacío. Toman su lugar en lugares reales, en “territorios” liberados de las estructuras jerárquicas, e involucran a gente real. Estos territorios son laboratorios de creación social. Los nuevos movimientos en Argentina son ejemplos de estos laboratorios.
Marina Sitrin es escritora, maestra, estudiante, soñadora, y auto-descripta militante, que ha participado en numerosos movimientos visionarios anti-capitalistas. Está trabajando en un nuevo libro, Democracias Insurgentes: Nuevos Poderes de Latinoamérica (Citylights Press, 2007). Este artículo se basa en Introducción al Horizontalismo: Voces de Poder Popular en Argentina (AK Press, 2006), una colección de narraciones en primera persona de las personas que han vivido y creado los eventos narrados aquí. Horizontalismo fue primero publicado en español por Chilavert, una imprenta recuperada en Argentina.