La verdadera prueba de su valor es lo que queda al día siguiente, de qué manera cambiará nuestra vida diaria.
Los manifestantes deberían enamorarse del trabajo duro y paciente: son el comienzo, no el fin. Su mensaje fundamental es: se ha roto el tabú; no vivimos en el mejor de los mundos posibles; estamos autorizados, incluso obligados, a pensar en alternativas.
Tarde o temprano se llega al hecho de que el Estado siempre es lo que está en juego, y siempre está en juego el capitalismo protegido y reproducido por ese Estado. Eso lo saben los que ocupan los puestos administrativos del poder, y si acaso no lo entendemos, que contesten ellos por qué hay tanta represión, y tantos esfuerzos de rechazo y desprestigio, en contra de lo que a todas luces es un movimiento aparentemente tan desarticulado. Tal vez el miedo sea su consigna: somos el 99%. En España y otras partes de Europa: Democracia Real Ya (el 15M, que precede al Ocupa Wall Street). Tienden a ir en contra de la mercantilización desastrosa de la vida cotidiana, en contra de las imposiciones y despojos del capital financiero y sus imposiciones presupuestarias en el Estado neoliberal (que acaban de desmantelar lo que quedaba de las redes de apoyo social), en contra de todas las regimentaciones fabriles que se nos imponen. Tal vez sea que esas consignas se levantan en medio de la crisis más profunda del capitalismo (de este neoliberalismo imperial) desde la tercera década del siglo pasado, crisis internacional (en los focos financieros y políticos del Norte occidental), y que esas consignas tienen como coincidencia revueltas y movimientos en varios países. Tal vez sea lo que las consignas buscan aglutinar a través de sus acciones (las marchas y las ocupaciones) y sus modos de comunicación y difusión (sus páginas electrónicas y el uso de los medios sociales de internet) (1). Todo eso, más allá de momentos iniciales de búsquedas, encuentros y acciones primeras, bien podría desatar revueltas que no tienen que ser pasajeras, si acaso desarrollan suficiente perspectiva como para coordinar y mantener reclamos con prácticas concentradas y consistentes que tengan valor estratégico antisistémico.
Ya se ha comentado que es una convocatoria muy amplia y novedosa (2) y su importancia percibida (en el contexto estadounidense) se mide también en los términos de la política y lo político existente como una dificultad en medio de los compromisos políticos institucionales imposibles que se siguen buscando (3). Provoca además alusiones e ilusiones de momentos revolucionarios de otra época (4), las revoluciones europeas de 1848, las revueltas del 1968. Hay además reclamos de inclusión de clase como medio y salida de esta manifestación imprevista de la crisis actual (5), y reformulaciones más radicales de los discursos políticos liberales clásicos, abundantes tanto en las declaraciones de los mismos movimientos como entre varios que los apoyan (6). Todo ello es racimo de esperanzas (¿para quién, para qué?), pero no es suficiente aunque sea necesario.
Sí, todo esto es cierto, pero no explica ni promete gran cosa todavía, aparte de lo que ha seguido siendo la existencia por ahora testaruda de la revuelta. El movimiento, la revuelta, existe, y eso es lo reiterado. El asunto es que plantear los derechos de la humanidad tiene que pasar por la recuperación y replanteamiento de lo que el capital y su Estado expropian y reconstituyen constantemente a su imagen y semejanza. Tarde o temprano se llega al hecho de que el Estado siempre es lo que está en juego, y siempre está en juego el capitalismo protegido por ese Estado, y eso lo saben los que ocupan los puestos administrativos del poder. Por eso reprimen con todas las justificaciones y excusas disponibles.
¿Cuáles compromisos de ajustes reformistas, que sean paliativos en contra del neoliberalismo (en su crisis de una reconstitución buscada), puede efectuar el capitalismo actual sin dejar de ser capitalismo? La revuelta actual parece concentrarse en los sectores que bien podemos llamar el ejército de reserva de mano de obra (post)industrial que el mismo capitalismo requiere, proceso inevitable que es parte de la redistribución de las divisiones del trabajo a escala internacional propia del neoliberalismo, y que produce todas las jerarquías, exclusiones y precariedades cotidianas que afectan a porciones crecientes de las poblaciones de los países industriales (en los Estados Unidos: una tercera parte de la población ya se considera pobre, en otros países industriales la proporción es mayor), lo cual incluye a las fracciones más cercanas a los desalojos y expropiaciones absolutas (7). ¿Es posible que otros sectores de clase (y de “raza” y “nación”) sean capaces de asumir esas consignas de igualdad, de respeto, de dignidad económica y política? ¿Olvidamos que las revueltas y las revoluciones del 1848 y del 1968 resultaron, en sus insuficiencias, incertidumbres y fracasos, en endurecimientos y restauraciones autoritarias, y que actualmente ya vivimos un proceso de fascistizaciones actualizadas? ¿Olvidamos –o no reconocemos- que lo que se ha fortalecido a corto plazo es la derecha fascistizada y fundamentalista, y sus correspondientes afiliados del centrismo derechista neoliberal en todas las variaciones conservadoras y neoconservadoras (a pesar de las retóricas de compromiso electoralista), en el momento actual de una crisis de representación latente y explosiva? ¿Quién se las cree? Por otra parte y por eso: ¿qué se busca pescar en este río revuelto: apoyos electorales, justificaciones adicionales para ampliar los autoritarismos renovados? ¿Será posible un replanteamiento de los discursos y prácticas de las políticas y de lo político reinante, una conquista de lo diferente? A corto plazo y por ahora no parece ser probable, aunque puede que sea posible. Lo otro, indispensable, es que esta revuelta tiene que lograr la articulación sus dimensiones internacionales, multinacionales. Si el capitalismo es el auténtico problema, entonces hay que reconocer que ese capitalismo es neoliberalismo y que ese neoliberalismo es transnacional, multinacional. La resistencia no puede ser otra cosa.
No puedo dejar de pensar en un viejo filósofo y militante maldito, en medio de todo esto (8). No es asunto, decía él, de “ampliar” la política existente, sino de saber escuchar la política allí donde nace y se hace, de buscar sus nuevas formas, consecuencias y objetivos (alternativos). Toma de posición es y siempre ha sido todo esto. Podemos estar de acuerdo en que algo nace ahora, pequeño e indeseado bastardo para los institucionales y burócratas del poder (actuales y virtuales, deseosos de lo mismo a su manera). Decía ese filósofo militante además que la trampa número uno es el Estado, todas las asociaciones convergentes y sus réplicas posibles que se siguen encontrando y buscando en el ámbito ese Estado. ¡Esa voz nos llega desde 1978, cuando se constataba el surgimiento de nuevas formas y convergencias de luchas! ¿Qué ha pasado, que seguimos resbalando en los mismos desfiladeros (desde entonces, y antes y ahora)?
Esa es otra crisis subterránea que hay que plantear, recorrer y reconocer una vez más en este proceso actual, a nuestro modo y manera. Lo otro, lo que sigue si acaso ello no es posible, es tenebroso. Habrá que despojarse de los reciclajes permanentes del presente que impiden y desplazan el recuerdo, de las sedimentaciones de las Nociones Maestras de la Verdad a las cuales nos hemos acostumbrado, de las mediaciones mediáticas de los poderes, de los ecos de las sirenas que no mueren, si acaso es que queremos descubrir los próximos pasos de lo posible, y ello requiere reconocer que tarde o temprano se llega al hecho de que el Estado siempre es lo que está en juego, y siempre está en juego el capitalismo protegido por ese Estado. Hace falta otra cosa, y hay que darle su nombre, sin miedo. No son las revoluciones del 1848 en Europa lo que hay que evocar. Es la otra, la del 1871, la de la Comuna de Paris. Esto que vivimos dista mucho de ser revolucionario, pero es el fantasma de lo revolucionario lo que asusta (a todos) pues siempre es tendencia latente. Ya veremos. Se nos va la vida en esto.
http://www.elciudadano.cl/2011/11/26/44571/el-capitalismo-es-el-autentico-problema/
El capitalismo es el auténtico problema
¿Qué hacer después de las ocupaciones de Wall Street y de tantos otros lugares? Uno de los grandes peligros que acechan a los manifestantes es que se enamoren de sí mismos.
En San Francisco, donde se hicieron oír los ecos de la ocupación de Wall Street, esta semana un hombre se dirigió a la multitud para invitarla a participar como si se tratase de un happening al estilo hippie de los años 60 : “Nos preguntan cuál es nuestro programa. No tenemos programa. Estamos aquí para pasarla bien.” Los carnavales son baratos.
La verdadera prueba de su valor es lo que queda al día siguiente, de qué manera cambiará nuestra vida diaria.Los manifestantes deberían enamorarse del trabajo duro y paciente: son el comienzo, no el fin. Su mensaje fundamental es: se ha roto el tabú; no vivimos en el mejor de los mundos posibles; estamos autorizados, incluso obligados, a pensar en alternativas.
En una especie de tríada hegeliana, la izquierda occidental ha dado un giro completo: después de abandonar el “esencialismo de la lucha de clases” por la pluralidad de las luchas antirracistas, feministas y de otro tipo, el capitalismo claramente está resurgiendo como el auténtico problema.
Por eso, la primera lección que debemos aprender es: no le echemos la culpa a la gente.
El problema no es la corrupción o la codicia, el problema es el sistema que nos empuja a ser corruptos.
Tenemos por delante un largo camino y pronto tendremos que ocuparnos de las preguntas difíciles. ¿Qué organización social pude reemplazar al capitalismo existente? ¿Qué nuevo tipo de dirigentes necesitamos? ¿Qué órganos, incluidos los de control y represión? Las alternativas del siglo XX no funcionaron.
Aunque es emocionante disfrutar de los placeres de la “organización horizontal” de las multitudes que protestan con solidaridad igualitaria y debates libres de final abierto, también deberíamos tener presente lo que escribió G.K. Chesterton: “El mero hecho de tener una mente abierta no significa nada; el objetivo de abrir la mente, así como el de abrir la boca, es volver a cerrarla sobre algo sólido”.
Esto vale también para la política en épocas de incertidumbre : los debates de final abierto tendrán que aglutinarse no sólo en algunos significantes maestros nuevos sino también en respuestas concretas a la vieja pregunta leninista: “¿Qué se ha de hacer?” Los ataques conservadores directos son fáciles de responder. ¿Las protestas son antiamericanas? Cuando los fundamentalistas conservadores afirman que Estados Unidos es una nación cristiana, uno debería recordar lo qué es la cristiandad: el Espíritu Santo, la comunidad libre e igualitaria de creyentes unidos por el amor. Los manifestantes son el Espíritu Santo, mientras que en Wall Street los paganos adoran ídolos falsos.
¿Los manifestantes son violentos? Es cierto que su mismo lenguaje pudiera parecer violento, pero son violentos sólo en el sentido en que Mahatma Gandhi era violento. Son violentos porque quieren cambiar cómo son las cosas. ¿Pero qué es esta violencia comparada con la violencia que se necesita para asegurar el funcionamiento sin sobresaltos del sistema capitalista mundial?
Por Slavoj Zizek
The Guardian
*Traducción de Elisa Carnelli
1. Vean, por ejemplo:
http://wearethe99percent.tumblr.com/
2. De Angela Davis: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=139958&titular=el-99%-una-comunidad-de-resistencia-
“En el pasado, la mayoría de los movimientos han apelado a comunidades concretas – trabajadores, estudiantes, comunidad negra, latinas/latinos, mujeres, colectivos LGTB [lesbianas, gays, transexuales, bisexuales], pueblos indígenas – o han cristalizado en torno a cuestiones específicas como la guerra, el medio ambiente, los alimentos, el agua, Palestina o el complejo penitenciario industrial. Con el fin de reunir a quienes estaban vinculados a estas comunidades y movimientos, hemos tenido que comprometernos en difíciles procesos de formación de coaliciones, negociando el reconocimiento por el que se afanan comunidades y reivindicaciones.
En una configuración asombrosamente diferente, este nuevo movimiento de “Ocupa…” se imagina a si mismo como la más amplia comunidad de resistencia: el 99% frente al 1%. Es un movimiento desarrollado desde el principio contra los sectores más opulentos de la sociedad: los grandes bancos e instituciones financieras, los ejecutivos de empresa, de salarios obscenamente desproporcionados respecto a las ganancias del 99%. Me parece que una cuestión como el complejo penitenciario industrial la recoge ya implícitamente esta congregación del 99%.”
3. De Robert Reich: http://campaignstops.blogs.nytimes.com/2011/11/24/looking-beyond-election-day/?hp
“A vast gulf separates Tea Party Republicans from the inchoate Wall Street Occupiers. The former disdain government; the latter hate Wall Street and big corporations. The Tea Party is well organized and generously financed; Occupiers are relentlessly disorganized and underfunded. And if the events of the last two weeks are any guide, Occupiers probably won’t be able to literally occupy public areas indefinitely; they’ll have to move from occupying locations to organizing around issues.
But the two overlap in an important way that provides a clue to the first characteristic of the new politics. Both movements are doggedly anti-establishment — distrusting politically powerful and privileged elites and the institutions those elites inhabit.”
4. De Roger Burbach, en Counterpunch: http://www.counterpunch.org/2011/11/22/a-global-revolt/
“Two comparable uprisings have rocked the course of history:
The revolutions of 1848 in Europe—known as the Spring Time of the Peoples—challenged monarchs, aristocrats and autocrats alike as Karl Marx and Frederick Engels penned the Communist Manifesto. Disturbances and revolutions occurred in more than 50 countries and thousands died with untold numbers fleeing abroad.
Then, exactly one century and two decades later, a broad anti-systemic movement roiled the globe on many fronts: the Tet offensive in Vietnam, the global anti-war movement, the student and worker uprising in Paris, the Prague Spring in Czechoslovakia, the riots in Chicago at the Democratic convention and the Mexican student protests that led to the massacre at Tlateloco Plaza.”
5. De Ralph Nader: http://www.nader.org/index.php?/archives/2332-Let-Them-In!.html
“It has been said repeatedly that the Occupy Wall Street movement has no specific agenda. Look at their signs and banners. It is obvious; they want IN. They no longer want to be excluded, disrespected, unemployed, defrauded, impoverished, betrayed and in big and small ways OUT.They want justice, opportunity and, as the ancient Roman lawyer Marcus Cicero advocated for, the freedom to participate in power.”
6. De Michael Moore:
http://michaelmoore.com/words/mike-friends-blog/where-does-occupy-wall-street-go-here
7. Vean: http://monthlyreview.org/2011/11/01/the-global-reserve-army-of-labor-and-the-new-imperialism
8. Althusser