Coalición Todo Puerto Rico por Puerto Rico
Mensaje del Paro General
Obispo Juan A. Vera Méndez
15 de octubre de 2009
En defensa del Pueblo
¡Queridos hermanos y hermanas puertorriqueños! ¡Hoy la dignidad, la generosa sensibilidad moral y la solidaridad de nuestro pueblo han triunfado! El líder que yo sigo, mi líder principal, Jesús de Nazareth dijo un día: “¡El Reino de Dios se hace fuerte y solo los valientes lo arrebatan!” Ante un continuo intento de algunos para crear el desaliento, para provocar que triunfe sobre nosotros el dios del miedo, hoy, esta enorme, militante y entusiasta masa humana puertorriqueña les responde con la fuerza y el testimonio del valor!
Hoy nosotros, en democrática asamblea del pueblo puertorriqueño, nos hemos reunido para emitir una exigencia vigorosa a nuestros gobernantes. Ellos ocupan sus cargos, gracias al mandato delegado de este pueblo y ellos deben ejercer sus funciones en diálogo continuo con el pueblo y en beneficio exclusivo del pueblo. (¡Hasta ahora la respuesta de este gobierno ha sido una profunda insensibilidad!)
El pasado 5 de junio nos reunimos y con voz firme le reclamamos a los gobernantes lo siguiente:
Derogar la Ley 7, cuyo objetivo principal ha sido depositar sobre los hombros y espaldas de los empleados públicos, todo el oneroso peso de la alegada crisis fiscal. (¡Hoy nuevamente, le exigimos al gobierno, que se derogue la Ley 7!)
De nuestra parte, la Coalición Todo Puerto Rico por Puerto Rico ha iniciado un diálogo con todos los sectores de la sociedad civil a fin de labrar colectivamente soluciones a la crisis económica que agobia a nuestro pueblo.
1. Deseamos y luchamos por que se detenga la política de desmantelamiento de las instituciones que le prestan servicios esenciales a nuestra comunidad.
2. Que se ponga fin a la política de privatización de los bienes públicos.
3. Preservar las instituciones que conservan y cultivan el acerbo y herencia cultural de nuestro pueblo. La cultura de un pueblo es su alma, su forma espiritual de ser en la historia. ¡Porque un pueblo que no defiende, que no cultiva, que no ama su cultura, su historia y sus valores, es un pueblo sin corazón, el pueblo nuestro a pesar de las miles de agresiones para eliminar estos sentimientos, es un pueblo con un gran corazón!
Lamentablemente, lo que hemos vivido ha sido la respuesta insensible e intransigente del gobierno a las innumerables sugerencias y propuestas. Con fría insensibilidad ante la angustia de miles de familias puertorriqueñas, el gobierno procedió a dejar cesantes a más de 20,000 empleados públicos. Lanzaron toda la carga de la crisis fiscal sobre los más vulnerables, protegiendo en todo momento a aquellos sectores más poderosos cuyo interés primordial es el lucro y beneficio ilimitado. ¡Yo le exijo al Señor Gobernador que cumpla con su promesa de campaña de que no habría despidos de empleados públicos!
El caos que los gobernantes actuales han causado en los dos departamentos más cercanos a las necesidades del pueblo – el Departamento de Educación y el Departamento de Salud – es clara muestra de la insensibilidad social que los caracteriza. Esas dos agencias públicas, tan vitales para el bienestar de la mayoría de la ciudadanía puertorriqueña, han sido descuidadas gravemente. Peor aún, en el Departamento de Educación se ha erigido una ignorante e iletrada inquisición que pretende censurar a insignes autores de Puerto Rico y América Latina, intentando coartar el desarrollo del pensamiento crítico y creador en nuestra juventud.
Han ido preparando el camino para la represión del pueblo que protesta y reclama sus derechos. Han tomado control de la rama judicial y se apoderaron del Tribunal Supremo, mediante el nombramiento de jueces leales a los designios del partido en el poder. Con eso intentan evitar que los agraviados por la nefasta política gubernamental puedan reclamar alivio en los tribunales de justicia. La última decisión de ese Tribunal Supremo, la de las escoltas, es un ejemplo del estilo divisionista que intentan imponerle a Puerto Rico. Malinterpretando la figura jurídica de los derechos adquiridos nos dice el Tribunal Supremo que hay puertorriqueños que por haber sido gobernadores constituyen una estrata superior a la del resto de nuestro pueblo. (¡Para crear empleos para los humildes no hay dinero, pero si habrá millones de dólares para pagar las escoltas de los ex gobernadores!)
La legislatura acaba de socavar la institucionalidad del Colegio de Abogados, a sabiendas del papel ilustre que esa entidad ha jugado en la defensa de los derechos civiles y humanos de los más vulnerables de nuestra sociedad. (Hoy le decimos al Colegio de Abogados, que no están solos en sus luchas, el pueblo entero está con ustedes!) Yo le pregunto al Señor Gobernador, ¿dónde en el programa de gobierno que usted le presentó al pueblo estaba la descolegiación de los abogados?
El mes pasado el Gobernador firmó una orden ejecutiva que permite la rápida intervención de la Guardia Nacional en caso de alguna “grave perturbación del orden público”. Las intenciones nefastas y potencialmente represivas de esa orden son evidentes. Hemos visto con horror como se lanza la fuerza de choque contra estudiantes y maestros de una escuela pública de la isla, tras impedir que ellos pudiesen ejercer su derecho constitucional de expresar libremente al Gobernador su repudio a la indignante ola de despidos en el Departamento de Educación. ¿Para eso quieren ahora la fuerza de choque, para apalear a adolescentes puertorriqueños que con razón se indignan ante las indignidades del gobierno? (¡Ante una política de agresión continua a nuestro pueblo, esta Coalición responde con la fuerza moral de la no violencia! Inspirados en las palabras de Jesús de Nazaret afirmamos que son bienaventurados aquellos que construyen la verdadera Paz! ¡NO la paz de los sepulcros, SI la Paz con justicia!)
La fórmula política de la administración actual es el miedo. Miedo que pretenden sembrar en la conciencia de un pueblo militante, que hace rato ha decidido luchar por aquello que anhela defender, la grandeza que lo caracteriza. Hace 76 años el Presidente Franklin Delano Roosevelt, ( En cuya Avenida estamos reunidos) al iniciarse en la conducción de los destinos del entonces atribulado Pueblo Estadounidense, les dijo que: “A lo único que tenemos que temer es al miedo mismo, miedo sin nombre, irrazonable, terror injustificado, que paraliza los esfuerzos necesarios para convertir el retroceso en adelanto.” ¡Hoy quiero lanzar un llamado a la conciencia del Pueblo Puertorriqueño para que no tengamos miedo! ¡Nos asiste la razón! ¡Nos asiste la verdad! ¡Nos asiste el convencimiento profundo de que sólo la unidad y la solidaridad se convierten en una fuerza inquebrantable, invencible!
Óíganme, los líderes de este gobierno se han burlado del trabajador humilde, ofendiéndole de manera altanera y soez, llamándole “garrapatas” y “crápulas” y tildando a quienes dirigen sus luchas de reivindicaciones populares de “terroristas”. ¡A quienes manifiestan su inconformidad por el intento de convertirles en meros espectadores, a la distancia de la bonanza de algunos enriquecidos, se les dice sarcásticamente, “Such is life!”! (¡Pero a ellos le decimos en esta tarde, así no debe ser la vida! ¡Puerto Rico tiene que ser, no de los privilegiados, sino de todos los puertorriqueños!) Incluso el gobernador invitó a los cesanteados del sector público “a recoger café.” ¡¿Olvidan acaso que los hombres y mujeres se indignan ante las indignidades de los poderosos contra los más vulnerables ciudadanos de nuestro pueblo?!
¡Hoy afirmamos con la fuerza que viene de Dios: La falta de sensibilidad, es característica del débil! Es miedo transformado en acción desesperada. ¡Es prepotencia convertida en insolencia! ¡Los que tienen miedo, miedo de verdad, son los que le han dado la espalda a un Pueblo al que le prometieron todo lo contrario de lo que hacen hoy. Sepan los señores y señoras del gobierno, que este Pueblo que está aquí hoy: ¡no les tiene
MIEDO! No tenemos miedo porque nos mueve el ideal de un Puerto Rico próspero, solidario y decidido, en el propósito de distribuir con justicia las riquezas y los sacrificios. Y eso requiere el sacrificio de los sectores acaudalados que están detrás de la contabilidad insensible de este gobierno. ¡Basta ya de que la soga parta siempre por los menos poderosos! ¡Qué se sepa, que cuando los menos poderosos se unen y se solidarizan, generan una fuerza contra la que no podrá ningún poder en esta tierra borinqueña!
Intentan acallar, marginar o hasta erradicar a comunidades humildes, como las que componen el caño de Martín Peña y Villas del Sol, aparentemente para crear espacios donde quienes ya gozan abundancia de dones y bienes puedan acumular aún más disfrutes materiales. El gobierno, que debe servir con prioridad a los humildes y necesitados, parece convertirse en servidor de los grandes intereses financieros y mercantiles.
Hemos visto cosas inauditas, como un presidente provisional de la Universidad de Puerto Rico, electo por una junta de síndicos politizada, que por oponerse a la gran cantidad de estudiantes, profesores y empleados que apoyaban este paro nacional, cierra todos los recintos de la Universidad por toda una semana.
(¡Por eso he marchado hoy con la juventud puertorriqueña, porque ellos son la esperaza más hermosa, más sublime y santa de esta tierra puertorriqueña!) En estos días, también tuvimos que tolerar a todo un flamante gobernador difamar públicamente a una digna y valiente mujer puertorriqueña por ella negarse a firmar cartas de cesantía que lacerarían gravemente los servicios públicos esenciales a los envejecientes del país.
Mientras todo eso ocurre, en distintas esferas gubernamentales, amigos y socios del grupo en el poder se reparten con jugosos salarios para realizar supuestas asesorías. Y, no muy lejos, millonarias corporaciones ingenian maneras de lucrarse aún más en este río revuelto. Pero cuando el pueblo desea ejercer su derecho constitucional de estar presente en la legislatura y presenciar como los legisladores electos por el pueblo mismo delibera, se le niega la entrada al Hemiciclo.
Se intenta imponer en nuestro país un paradigma económico desacreditado, el mismo modelo de capitalismo salvaje que en los últimos años ha lanzado al abismo de una grave recesión a la economía mundial. Mientras en otros países los dirigentes sociales aprenden la amarga lección y se aprestan a forjar sociedades más equitativas, poniendo coto a la avaricia excesiva de las corporaciones financieras, nuestros gobernantes se postran ante el altar de Mamón y lo adoran mediante el sacrificio humano de tantos humildes y buenos puertorriqueños y puertorriqueñas.
Se olvidaron los gobernantes de turno de las palabras de aquel valeroso profeta bíblico, Jeremías, que ante un monarca explotador le dijo en nombre del Dios todopoderoso: “Juzgar la causa del pobre y del indigente… ¿No es eso
conocerme? Pero tú no tienes ojos ni corazón, más que para tus ganancias… para practicar la opresión y la violencia” (Jeremías 22: 16-17). Tampoco tienen en cuenta la denuncia airada de otro profeta, Isaías, que con vigor exclamó ante los gobernantes de su país lo que hoy con igual vigor exclamamos nosotros ante los gobernantes del nuestro, “¡Ay de los que promulgan decretos inicuos y redactan prescripciones onerosas, para impedir que se haga justicia a los débiles y privar de su derecho a los pobres de mi pueblo… ¿Qué harán ustedes el día del castigo, cuando llegue de lejos la tormenta? ¿Hacia quién huirán en busca de auxilio y dónde depositarán sus riquezas?” (Isaías 10: 1-3).
¡La respuesta firme y vigorosa del pueblo a tantos desmanes y abusos, es esta inmensa asamblea de pueblo! ¡Hoy nos reunimos en magna asamblea de pueblo, no para solicitar, como lo hicimos el pasado 5 de junio, que se nos oiga y atienda! ¡El Gobierno despreció ese reclamo y por eso hoy nada solicitamos!
¡Hoy le decimos al gobierno con vigor y determinación, SIN NINGÚN MIEDO que este pueblo ya se cansó de tanto abuso y ha decidido tomar el timón de su destino en sus propias manos! ¡Hoy el pueblo no solicita, no pide; hoy declaramos un Estado de Insurrección Pacífica del Pueblo, hasta que el gobierno deponga su actitud de intransigencia y atropello!
¡Hoy declaramos que la calle será nuestro campo de lucha, donde nos manifestaremos en actos de protesta y en desobediencia civil pacífica!
¡Hoy declaramos que sólo habrá tranquilidad en el país, cuando los gobernantes respeten la voluntad del pueblo!
¡Hoy declaramos la solidaridad con los afectados por todas estas acciones de atropello, porque en cada cesanteado tú y yo también estamos presentes! Parafraseando las palabras del mártir alemán Martin Miemoller, no diremos: Votaron a los de Educación y como yo no era de ellos, no protesté. Votaron a los de Salud y como yo no era de ellos, no protesté. Votaron a muchos(as) empleados públicos, y como yo no era de ellos, no protesté. Cuando vinieron por mí, ya no había quien protestara.
¡Que quede bien claro que este acto multitudinario que hemos hoy llevado a cabo no es el fin de nuestro caminar! ¡Es más bien el inicio de una jornada ardua y difícil que acometemos confiados en la tenacidad insobornable de este digno e indignado pueblo puertorriqueño! ¡Seguiremos en la lucha, incansables e indomables, forjadores de esperanzas en una situación desesperada, hasta que finalmente la voz del pueblo se escuche y respete! ¡Ese es nuestro firme compromiso; ese es el firme compromiso de cada hombre y mujer, niño, joven y envejeciente aquí presente!
No se trata de ahora en adelante de meramente protestar contra las acciones de este insensible gobierno. ¡Pasamos hoy de la protesta a la resistencia y la desobediencia civil; igual que entre 1999 y 2003 lo hicimos para el rescate de Vieques! Esa resistencia tomará múltiples formas: música, canciones, teatro de protesta, sainetes satíricos, carteles, grafitos (o graffiti) en las paredes, y todo aquello que inspire la excepcional creatividad de nuestro pueblo! Y también requerirá sacrificios. Sacrificaremos comodidad, complacencia y tranquilidad para luchar por aquello que es justo para todas y todos los que vivimos y sentimos por esta amada tierra. Hoy proclamamos desde aquí que: ¡A la resistencia y la desobediencia civil nos encaminamos!
Permítanme recordar en esta magna ocasión la oración que la tradición atribuye a Santa Teresa de Ávila quien nació en un día como hoy en otras tierras:
Cristo no tiene otro cuerpo que el tuyo
y no tiene manos sino las tuyas
sus únicos pies son los tuyos
y tuyos los ojos con los que
la compasión de Cristo mira el mundo
Tuyos son los pies con los que
camina para ir haciendo el bien,
tuyas las manos con las que ahora
tiene que bendecirnos.
Son nuestros cuerpos, nuestras manos, nuestros pies y nuestros ojos los llamados a forjar una sociedad puertorriqueña de plena justicia y equidad, una sociedad democrática y solidaria donde los bienes públicos y privados contribuyan al bienestar de toda la comunidad, donde se aprecie y cultive la cultura y la identidad nacional de nuestro pueblo, donde toda la ciudadanía se sienta partícipe de las decisiones colectivas vitales, donde se fomente una cultura de paz, no de represión contra las voces críticas y disidentes y donde la infortunada condición social y económica de algunos de nuestros hermanos y hermanas no sea motivo de desdén, sino de generosa hermandad y solidaridad.
Esa es nuestra aspiración de pueblo. ¡Al logro de esa digna aspiración comprometemos nuestras vidas, nuestras más firmes convicciones y nuestros más excelsos pensamientos! ¡La fuerza sin compasión es violencia! ¡La compasión sin justicia es puro sentimiento!1 La justicia sin amor es dictadura!, ¡Y el amor sin justicia es pura tontería!
¡Que así nos ayude Dios!