Cuando las cadenas y madejas de las explotaciones (todas ellas) llegan a sus momentos más sublimes y entretejidos para ellos, que son entonces los momentos más descarados, obvios y desastrosos en sus consecuencias cotidianas para nosotros, tienden a proliferar y desencadenarse las resistencias latentes que buscan y reconocen su coincidencia y su conjugación, pues esos momentos son insoportables para nosotros los otros, pues todo ello anda junto y es inseparable. Todas las luchas buscan ser una lucha. Eso lo vivimos ahora, y desde hace rato lo vemos y lo sentimos. Ahora ello cobra forma inmediata y tangible, algo que vemos (aunque no sea la primera vez), y es algo que irrumpe ahora como nudo estratégico tal vez.
La pregunta es qué viene como posibilidad, como alternativa, luego, a partir y como parte de esos brotes, y en sus procesos. No basta con la protesta. Eso está previsto por los poderes, y es en muchas de sus formas parte de los mercadeos de las aceptaciones. Siempre es al mismo tiempo posibilidad y trampa de la “democracia”, pero siempre también conlleva otra cosa como posibilidad democrática alternativa, distinta. ¡Qué bueno es que ocurran las protestas! Son inevitables. ¿A quién le echan la culpa ahora? ¿A los “comunistas”? ¿A los “anarquistas”? ¿Todos los que protestan son “terroristas”? Pues no. Esos son los miedos oficiales que se promulgan a través de los medios. Los que estamos en las calles reales y virtuales somos la gente que ya no soportamos las imposiciones de los gobiernos existentes. ¿Por qué no se dice que todo este lío es la culpa de los capitales neoliberales y neoconservadores, y sus Estados fascistizados actualizados, que recurren a todas las variaciones de los autoritarismos y sus sustos posibles, que incluyen la criminalización de las protestas en las crisis que ellos han fomentado desde arriba, de la cual se siguen alimentando?
¡Que proliferen las protestas y las revueltas, las insurgencias sin indulgencias, que se extiendan y se hagan profundas y extensas! Eso pido. ¡Qué bueno que se proteste, que se demuestre y se sostenga la indignación, que se proponga y se inicie la disposición de cambiarlo todo, desde la calle! El asunto es cómo devienen estas protestas en alternativa de vida, y eso requiere comunidad, continuidad, persistencia, creatividad, atrevimiento, y (tarde o temprano) gobierno. Tarde o temprano requiere gobierno y transformaciones de gobierno, y algo además. Ya veremos, dijo el ciego. La fascistización neoliberal existe y sigue, pero también existen y siguen las resistencias y sus rechazos de todo eso que se quiere imponer como normal. Ya veremos. Los capitales neoliberales tienen su Internacional, institucional, financiera, académica, y de gobiernos y Estados (cada vez más fascistizados). ¿Y nosotros, qué tenemos y hacemos, aquí y ahora y entre todos nosotros, aquí y en todas partes? ¡Se nos va la vida en esto! Ya veremos.